SURREALISMO ¿VIVO?
En el túnel que une el gótico con el surrealismo

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17.01.2012 10:10 / Mis artículos

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LUNES 23 DE ENERO 2012

Charla sobre "Necrópolis de Chatarra" Novela Gráfica.

ESPACIO MIXTURA - MERCADO DE LA ABUNDANCIA HORA 19 Y 30 "RINCÓN DE LOS POETAS" MONTEVIDEO




27.12.2011 09:43 / Mis artículos

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EN BUSCA DEL “CONDE DE LAUTRÉAMONT”

CRÓNICA DEL PASADO.

Disfracé mi rostro
y sorbí el amargo
rictus de tu locura.
excomulgué con dios
en los sepulcros
vomité larvas incestuosas
succioné la sangre
de una virgen
desgarré la piel
de la certeza
aposté mi sombra
¡doble al 13!
solo...
por llegar a ti.

Mónica Marchesky

Siendo las 14:45 hs. De un martes 4 de Abril del año 2006, comienza mi búsqueda de los “restos” “rostros” “rastros” de Isidoro Ducasse “Conde de Lautréamont”.

 

Me propongo encontrar al fantasma de Lautréamont. Tarea un tanto difícil en un Montevideo que mantiene su pasado “oculto” por carteles comerciales. El Art Nouveau se extiende por casi toda la Avenida 18 de Julio pero no lo vemos.

 

El día está agradable y soleado. Coincidentemente comienzo la búsqueda a exactos 160 años del nacimiento de Lautréamont. ¿Adónde vamos cuando necesitamos saber de la historia de un lugar?, a los archivos de la Intendencia de la ciudad. Cuando llegué, en la puerta del local del archivo fotográfico un cartel rezaba: “Cerrado por paro gremial.”

 

Seguí caminando por 18 de Julio y las personas parecían fantasmas que se sucedían a mi lado.

Retomé mi caminata, no sabía que podría encontrar. Recordé el “Hotel Pyrámides”, que fuera lugar obligado de la sociedad de fines de 1800 y el lugar donde vivió el padre de Isidoro, Francois Ducasse, hasta su muerte en 1889

Algunas referencias biográficas dicen que murió en la indigencia, queremos suponer que no, porque el alquiler del piso del Hotel Pyramides debió ser elevado, ya que era un hotel cinco estrellas para la época con una gran fachada que abarca aún hoy toda la esquina frente a la catedral de Montevideo.

 

Me encontré de pronto frente a un gran edificio que estaban reciclando. Obreros caminaban entre andamios y telas negras. La catedral me contestaba con campanadas que marcaban la hora 16 el viejo reloj mantenía su exactitud.

Los fantasmas sonreían detrás de la protección negra que cubría el edificio como una mortaja.

 

Me senté en un banco de la plaza y traté de imaginarme un día de Abril entre 1865 y 1868 que fuera el año en que Lautréamont publicara sus “Cantos de Maldoror”, dos años antes de su muerte. Un perfume pasó reiteradamente a mi lado...

 

Mi desánimo iba en aumento por los pocos datos que había podido encontrar, estaba decidida a abandonar mi lucha...¡Maldoror! ¿Dónde estás?

Solo los rayos del sol que se colaban por las copas de los árboles se clavaron en mis manos. Deambulé sin sentido, mirando rostros, volví a sentarme en un banco en la peatonal y escribí, ya con las últimas fuerzas:

las imágenes de mis rostros
suceden a intervalos de 1 segundo
sobre los impávidos espectros.
voces.
Sangran en mis manos
las cuerdas invisibles del deseo
maltrato de tendones incorpóreos
olores.
Expelo el último de los sueños
detenido en mi reloj
biológica incertidumbre
nada.

Crucé la puerta de la ciudadela en dirección a la Plaza Independencia y me parecía que el perfume iba conmigo. Tomé el ómnibus 21 con destino a Portones y a la altura del Archivo de la Ciudad (que se mantenía impertérrito en su silencio) divisé sobre la acera una cantidad de gente que rodeaba algo, ese algo era un hombre tirado con la cara contra las baldosas grises, como abrazando la tierra ¿sin vida? Eso era lo que parecía. Un alma más rescatada de las calles (pensé)... y la sirena de una ambulancia, mientras un muchacho entonaba dentro del ómnibus acompañado por su guitarra, ajeno totalmente a la visión del hombre...”Lograr que lleves en los labios el último de mis suspiros”, y el reloj de la catedral y los fantasmas...

“El hombre, temblando, pegará su frente a la tierra en medio de sus gemidos” (Maldoror, Canto I).

Maldoror me habló desde el tiempo... y supe que debía continuar.

EL NACIMIENTO

Isidoro Lucien Ducasse nació el 4 de Abril de 1846 a las 9 de la mañana en Montevideo, mientras la ciudad estaba sitiada por las tropas de Rosas. Sitio que se extendería desde 1843 hasta 1851. Vivió en Montevideo hasta los 14 años. Dos montevideanos, Gervasio y Álvaro Guillot Muñoz dan en el año 1924 el paso más decisivo en la búsqueda biográfica del Conde de Lautréamont al descubrir en los archivos de la Catedral de Montevideo el acta de bautismo. (...)

”En una pieza húmeda, desprovista de imágenes santas, encontramos en los archivos de esta parroquia el libro de registros de bautismos. 1847: el legajo de escritura uniforme –caligrafía corriente a mediados del siglo XIX– contiene el texto completo de la partida de nacimiento de Isidoro Ducasse.

 

Afuera, el aire puro agitaba suavemente las ramas desnudas de los plátanos de la plaza que, calle por medio, continuaba el atrio. Por encima de las fachadas de un cosmopolitismo incoloro, la cúpula de la Catedral, revestida de azulejos, espejeaba al sol. “La encantadora ciudad uruguaya, que conservaba aún en 1860 todo su carácter español y colonial”, se agita hoy bajo la influencia “yankee”, que le administra en dosis masivas su arquitectura seudo-racional.

 

Después de haber sacado copia del documento nos fue fácil obtener en la legación de Francia, gracias a la buena voluntad del Sr. Ministro, algunas informaciones concernientes al nacimiento del Conde de Lautréamont. No queda duda alguna sobre el lugar en que nació. “Nació sobre las riberas americanas en la desembocadura del Plata”. El final del primer Canto de Maldoror no es una fantasía de Isidoro.”(...) (1)

(...)”nació en las costas americanas, en la desembocadura del Plata, allí donde dos pueblos, antaño rivales, se esfuerzan actualmente en superarse por medio del progreso material y moral. Buenos Aires, la reina del sur, y Montevideo, la coqueta, se tienden una mano amiga a través de las aguas plateadas del gran estuario. Pero la guerra eterna ha situado su imperio destructor sobre los campos y cosecha numerosas vic­timas.”(...) (2)

 

El 15 de noviembre de 1847 fue bautizado Isidoro Luciano. Hijo legítimo de Francisco Ducasse, Canciller Delegado del Consulado General de Francia en Montevideo nacido en Bazet y de Celestina Jaquette Davezac nacida en Sarguinet, quien se supone, murió cuando Isidoro tenía un año y ocho meses.

No pasaría a la historia por su nombre sino por su seudónimo el cual se dice que tomó de la novela histórica Latréaumont del escritor francés Eugène Sue. Sin embargo, otras fuentes aseguran que Lautréamont (l’autre á Mont) significa ‘el otro en Mont(evideo)’.

 

“El Conde de Lautréamont vivió en Montevideo en la calle Camacuá, frente a la Brecha. Enviado por su padre a Francia a los 14 años, estudió en la Escuela Politécnica de París, donde escribió largos cantos en prosa, de los cuales el primero se publicó en 1868. Posteriormente se añadieron cinco fragmentos y se volvió a publicar en 1890 con el título de Los cantos de Maldoror.

 

Maldoror (hermafrodita) es una figura demoníaca suprema que aborrece a Dios y a la humanidad, y que se muestra bajo todos los modos del horror y la corrupción. Con un lenguaje impactante y enfebrecido, describe episodios de pesadilla con sepultureros, pederastas, vampiros y criaturas misteriosas encontradas en la playa. La obra contiene una profusión asombrosa de imágenes delirantes, blasfemas, eróticas, grandiosas y horrendas, pero su estilo y lenguaje la convierten en un ejemplo sobresaliente de escritura que más adelante utilizarían los surrealistas.

 

La primera edición de los Cantos quedó terminada (1868) pero nunca llegó a salir de la imprenta, pues el editor, Albert Lacroix, no se atrevió a ponerla en circulación.

El poeta mismo en una de las cartas que envió a su editor había dicho: “He hecho publicar una obra de poesías en lo de Lacroix. Pero una vez que fue impresa, él se rehusó a hacerla aparecer porque la vida estaba allí pintada bajo colores muy amargos y él temía al Procurador General”. Lacroix era víctima constante de las persecuciones del Imperio y suspendió la venta a causa de las violencias del estilo que hacían peligrosa la publicación.

 

Bajo la permanente insistencia del editor, Lautréamont hizo algunas modificaciones en el primero de los Cantos parece ser que posteriormente también en los demás; pero en 1870 estalló la guerra (Franco Prusiana) y el autor murió bruscamente habiendo ejecutado sólo una parte de las revisiones. La edición preparada por el mismo Lautréamont quedó enterrada en los sótanos de un librero belga quien tímidamente, cuatro años después, es decir en 1874, hizo encuadernar algunos ejemplares con un título y unas indicaciones anónimas. Sólo algunos hombres de letras conocieron esos primeros ejemplares.

Posteriormente L. Genonceaux editor, en 1890 decidió hacer una primera edición de los cantos. Estos están divididos es VI cantos.

Hasta la reivindicación surrealista de Lautréamont, su obra había pasado inadvertida. En 1890 León Bloy (historiador) quien puede considerarse como el “descubridor” de los Cantos, ponía en guardia contra la “intromisión en Francia de un libro monstruoso... obra sin analogía y probablemente llamada a tener resonancia”. Desde entonces el nombre de Lautréamont, se ha visto asociado al espanto, el terror, la locura y lo “siniestro”. “No se trata de una obra literaria” –escribió Rubén Darío en Los Raros,– sino del grito, del aullido de un ser sublime martirizado por Satanás.”


Para ubicarlo en la historia, recordemos que nació justo en el momento que Edgar Allan Poe, disfrutaba del reconocimiento que el público le daba a su poema “El cuervo”. Charles Baudelaire moría en París el 31 de Agosto de 1867. Dentro el mismo período ubicamos a Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870), Víctor Hugo (1802-1885).

La marcada tendencia del Romanticismo hacia el “oscurantismo” con sus notorias diferencias entre los distintos autores, siempre conservando el sentido decadente de un romanticismo que fuera visto luminoso al principio y que se derrumbara sobre sus cenizas como una torre de papel, llevó a los últimos románticos a ver la vida con un velo de desesperanza que volcaron en sus escritos.

También en 1868 se inventaba la máquina de escribir y mientras Brahms estrenaba su réquiem alemán, moría asesinado en las calles de Montevideo Venancio Flores entonces presidente de la República. En 1870 Lautréamont moría en París, y en Montevideo se inauguraba la enigmática fuente de la Plaza Matriz, réplica exacta de una fuente medieval italiana a instancias de Francisco Piria.

 

Los cantos de Maldoror, epopeya en prosa de Isidore Ducasse publicada en 1868 con la firma de conde de Lautréamont. Obra entre las más atípicas y sorprendentes de la literatura, fueron compuestos entre 1868 y 1869, cuando el autor tenía 22 años. La influencia de estas páginas irá creciendo a lo largo del siglo XX, particularmente con el impulso de André Bretón, que las consideró como “expresión de una revelación total que parece exceder las posibilidades humanas”.

 

Los cantos de Maldoror trastocan todas las reglas de la escritura poética. Con ellos, Lautréamont libra un combate general contra la moral y la religión, rehusando, por ejemplo, la idea del pecado original; contra las normas estéticas de su época, aceptando las visiones más negras del alma, con un humor feroz que lleva constantemente al lector a cuestionarse. Sin duda, la novedad más importante en Los cantos de Maldoror es el uso de citas y frases de otros autores, como Pascal, o el vuelo de los estorninos de Jean Chenu casi siempre alejadas de su sentido original. Esta idea inédita y original, a la que los Cantos deben gran parte de su modernidad, los presenta como un inmenso collage que se anticipa a la idea de una escritura sin autor que obsesionará al siglo XX y a la técnica pictórica que los surrealistas practicaron en tantas ocasiones.

 

Es un texto fundamental para vincular la estética de los poetas simbolistas con André Breton y el surrealismo. Constituye una pieza clave para entender la literatura contemporánea y su búsqueda de aquellos aspectos que la convención y la complacencia niegan como indeseables.

 

El surrealismo es definido como "automatismo psíquico puro" que intenta expresar "el funcionamiento real del pensamiento". La importancia del mundo del inconsciente y el poder revelador y transformador de los sueños conectan al surrealismo con los principios del psicoanálisis.

Surrealismo (arte), movimiento artístico y literario fundado por el poeta y crítico francés André Breton.. (1896-1966)

 

Bretón en 1921 publicó su primera obra surrealista, “Los campos magnéticos” en la que exploró las posibilidades de la hipnosis. Al año siguiente rompió con Tristan Tzara, el fundador del dadaísmo y estableció la estética del surrealismo en el primer Manifiesto surrealista de 1924 en París y se convirtió, acto seguido, en el líder del grupo. Como el dadaísmo, el surrealismo enfatizaba el papel del inconsciente en la actividad creadora.

 

En pintura y escultura, el surrealismo es una de las principales tendencias del siglo XX. Reivindica, como sus antecesores en las artes plásticas, a pintores como: Giorgio de Chirico, Marc Chagall, Paul Klee Marcel Duchamp y Francis Picabia, así como del español Pablo Picasso, aunque ninguno de ellos fue miembro integrante del grupo. A partir del año 1924 el alemán Max Ernst, el francés Jean Arp así como el pintor y fotógrafo estadounidense Man Ray se incluyen entre sus miembros. Se unieron por un corto periodo de tiempo el francés André Masson y el español Joan Miró. Ambos pintores fueron miembros del grupo surrealista pero, demasiado individualistas para someterse a los dictados de André Breton, se desligaron del mismo en 1925. Más tarde, se incorporó René Magritte y Salvador Dalí.

LA MUERTE

Los Cantos fueron poco conocidos durante el periodo simbolista de finales del siglo XIX, aun cuando su máximo representante, Remy de Gourmont, llamó la atención sobre su existencia. Según los críticos surrealistas, Lautréamont es el mayor poeta uruguayo-frances más importante incluso que Arthur Rimbaud, la figura más reverenciada por la escuela simbolista. Es autor también de Poesías (1870), series de versos paradójicos sobre la poesía.

 

De su vida en París se conoce muy poco y su muerte sigue siendo un misterio.

Lautréamont nació en el conflicto de un sitio a Montevideo por Rosas y murió también en un conflicto bélico entre Alemania y Francia.

Isidore moría a los 24 años, un 24 de noviembre de 1870 a las 8 de la mañana, en su domicilio de la Rue du Faubourg Montmartre Nº 7. (a 4 meses de haber comenzado la guerra Franco-Prusiana y mientras París sufría el sitio y los bombardeos de los alemanes.) La guerra se desarrolló desde julio de 1870 hasta mayo de 1871, en el que Francia fue derrotada por los estados alemanes liderados por Prusia.

 

Lautréamont murió sin prácticamente haber dejado rastros de su vida: no se conoce el lugar en el que fue enterrado, no se han encontrado los originales de su obra y durante más de 100 años su rostro fue un enigma (recién en 1977, Jacques Lafrére encontraría una fotografía suya en casa de los descendientes de Georges Dazet, un viejo compañero de estudios del poeta).

Según informes, Lautréamont murió de una enfermedad infecciosa, algunos sospechan de escarlatina, otros tuberculosis. Si tomamos en cuenta lo que escribe en el Canto I de Maldoror nos inclinamos por la última sospecha (...)«Aquí yace un adolescente que murió tuberculoso: ya sabéis por qué. No recéis por él.» (Maldoror, Canto I). Aunque la experiencia dicta que nunca debemos aceptar como verdad las palabras de un escritor de leyendas fantásticas.

“Sé que mi aniquilamiento será completo” (Maldoror, Canto I, estrofa 10)

EL PADRE

Su padre, Francois Ducasse fue gran admirador de las ideas Napoleónicas, demás está decir que tal vez esas mismas ideas hayan sido las que terminaron con la vida de su hijo. Misteriosamente “Francois Ducasse fue a Francia tres años después de la muerte de Isidoro, en 1873, tal vez para hacer desaparecer todo cuanto encontró de su hijo en París:

“Sé que mi aniquilamiento será completo”

(Maldoror, Canto I, estrofa 10)

En busca de Francoise Ducasse

El padre de Isidoro era Canciller Delegado del Consulado General de Francia en Montevideo. Algunas referencias dicen que murió en la indigencia, pensamos que no fue así, porque el alquiler del piso del Hotel “Pyramides” debió ser entonces muy elevado. Encontré datos del acta de fallecimiento de Francoise Ducasse en la sección necrológica de la Intendencia Municipal de Montevideo en donde dice:

Noviembre de 1889

19/11/1889 Francisco Ducasse francés 80 años viudo –fallecimiento- lesión cardiaca. Doctor Romeu Hotel de las Pirámides.

En el archivo municipal vi algunas fotografías de construcciones del 1800. En una de las imágenes se ve el Hotel Pyramides con gente en la puerta de entrada (año 1927). En otra se ve la Catedral de Montevideo con el Hotel acompañándola y este es un dato importante, porque en ese año (1868) el Hotel se estaba construyendo. Se supone que cuando moría Lautréamont, su padre vivía aún en la calle Camacúa 544. Luego se trasladaría al hotel donde muere como pudimos comprobar el 19 noviembre de 1889 en dicho Hotel.

Luego de encontrar el acta de fallecimiento, tuve que esperar un año para pedir la partida de defunción puesto que el archivo necrológico estaba mudándose e informatizándose toda el área. El lunes 23 de Julio del año 2007 regresé al registro de archivos y pedí la partida. Sabía que existía porque un año atrás había visto el acta de fallecimiento. No me costó mucho encontrarlo. En la tercera sección de Montevideo el 19 de noviembre de 1889 era la única acta que había. Reconozco que por más que traté de disimular, me temblaban las manos cuando me la entregaron.

 

Hace 25 años, Ramón Gómez de la Serna inventó la más bella y exacta imagen del Conde Lautréamont. A él debemos también el juicio más atinado sobre la presunta locura de Isidoro.

“Lautréamont –dice– es el único hombre que ha sobrepasado la locura. Todos nosotros no estamos locos, pero podemos estarlo. Él, con este libro se sustrajo a esa posibilidad, la rebasó”.(3)

PORQUE LAUTRÉAMONT ES TOMADO COMO REFERENTE DEL MOVIMIENTO SURREALISTA:

“Bello como la ley del desarrollo del pecho en los adultos cuya propensión al crecimiento no está en relación con la cantidad de moléculas que su organismo asimila”. (4)

 

Los escritores de 1914/20 lo tomaron como estandarte, surgiendo posteriormente el movimiento surrealista. Su inclinación por las matemáticas y el cuadrado, llevó adelante los sueños de cubistas, dadaístas y surrealistas.

Vemos algunos otros ejemplos de visiones que lo llevaron a ocupar el lugar de un precursor del surrealismo hasta nuestros días.

 

(...)Hay horas en la vida en que el hombre de la cabellera piojosa lanza, con los ojos fijos, miradas salvajes so­bre las membranas verdes del espacio, pues le parece oír ante silos irónicos abucheos de un fantasma.

 

(...)Pe­ro el fantasma amarillo no le pierde de vista y lo persi­gue con la misma velocidad. Algunas veces, en una no­che de tormenta, mientras legiones de pulpos alados, que desde lejos se parecen a cuervos, planean por encima de las nubes, dirigiéndose con inflexible remada hacia las ciudades de los hombres, con la misión de ad­vertirles que cambien de conducta, el guijarro de mi­rada sombría ve pasar, uno tras otro, dos seres entre el resplandor del relámpago, y, enjugando una furtiva lágrima de compasión que se desliza de su párpado he­lado, exclama: «Ciertamente, lo merece, es de justicia». Después de haber dicho esto, recobra su actitud feroz, y continúa mirando, con un temblor nervioso, la caza del hombre, y los grandes labios de la vagina sombría, de donde se desprenden sin cesar, como un río, inmen­sos espermatozoides tenebrosos que toman su ímpetu en el éter lúgubre, escondiendo, con el vasto desplie­gue de sus alas de murciélago, la naturaleza entera, y las legiones solitarias de pulpos que se han vuelto taci­turnos ante el aspecto de esas fulguraciones sordas e inexpresables. Pero durante ese tiempo el steeple-chase continúa entre los dos infatigables corredores, y el fan­tasma arroja por su boca torrentes de fuego sobre la espalda calcinada del antílope humano.

 

(...)La excavación se eva­pora, gota de éter, la luz aparece con su cortejo de ra­yos, como una bandada de chorlitos que cae sobre el espliego, y el hombre se encuentra frente a sí mismo con los turbios ojos abiertos.(...) (Maldoror, Canto II)

 

Es notable también como los poetas llamados “decadentistas” logran aunar sus esfuerzos. El aburrimiento y la soledad juega un papel importante en sus vidas. El tedio, ese gran compañero de horas eternas logra sacar imágenes tan frívolas como depravadas. El 2 de junio de 1740 100 años antes que Lautréamont, nacía en París Donatien Alphonse Francois marqués y más tarde conde de Sade.

La referencia que traemos hoy es porque algunos investigadores han dicho que:”Solo Lautrémont está en disposición de aguntarle la mirada” (5)

Existe un flujo de ideas entre estos dos autores que en un punto es imposible de separar. En el testamento de Sade, publicado en Le Livre, de Jules Janin (París 1870), año en que coincidentemente muere Lautréamont, se encuentra una idea latente en éste último autor que ya habíamos mencionado anteriormente: “Sé que mi aniquilamiento será completo” (Maldoror, Canto I, estrofa 10)

 

Veamos lo que dice parte del testamento de Sade:

(...) “una vez cubierta la fosa, se sembrarán bellotas encima de ella para que después, una vez relleno de nuevo el terreno de dicha fosa y estando el matorral tan frondoso como antes, las huellas de mi tumba desaparezcan de la superficie de la tierra, igual que me complazco en pensar que mi memoria también ha de borrarse de la mente de los hombres”En Charenton-Saint-Maurice, en plena posesión de mis facultades físicas y mentales, el 30 de enero de 1806Firmado, D.A.F.Sade.

 

Estamos de acuerdo en que solo Lautréamont puede aguantarle la mirada a Sade sobre todo teniendo en cuenta algunas imágenes que encontramos en ambos autores: Sade en: “Las 120 jornadas de Sodoma” se dirige al lector pidiendo que endurezca su corazón porque va a exponer seiscientas perversiones sexuales, todas verdaderas.

 

Lautréamont en “Maldoror” previene al lector que se prepare a la lectura porque lo va a llevar por caminos que solo el más valiente puede resistir.

No vamos a detallar las perversiones de Sade en este estudio, pero si veremos una referencia de Lautréamont que es el autor que nos convoca:

 

(...)”Hay que dejarse crecer las uñas durante quince días. ¡ Oh, qué dulzura entonces arrancar brutalmente de su lecho a un niño que aún no tiene nada so­bre su labio superior, y, con los ojos muy abiertos, ha­cer el simulacro de pasar suavemente la mano por la frente, inclinando hacia atrás sus hermosos cabellos! Después, súbitamente, en el momento en que menos lo espera, hundir las largas uñas en su tierno pecho, de manera que no muera, pues si muriera no podría­mos contar más tarde con el aspecto de sus miserias. A continuación se le bebe la sangre lamiendo las heri­das, y durante ese tiempo, que debería durar tanto co­mo la eternidad, el niño llora. Nada hay tan bueno co­mo su sangre, extraída como acabo de decir, y aún muy caliente, a no ser sus lágrimas, amargas como la sal”. Maldoror (Canto I)

 

Este quizás sea el momento más sublime en donde vemos a los dos hombres aguantando la mirada, frente a frente. Son la gota de esperma y la gota de sangre.

 

(...)”Mira los surcos que se han trazado un lecho en mis des­coloridas mejillas: son la gota de esperma y la gota de sangre que se filtran lentamente a lo largo de mis secas arrugas. Llegadas al labio superior, hacen un esfuerzo inmenso y penetran en el santuario de mi boca, atraí­das como por un imán, por las fauces irresistibles. Me ahogan esas dos gotas implacables. Yo, hasta ahora, me había creído el Todopoderoso, pero no, tengo que bajar la cabeza ante el remordimiento que me grita: ¡Sólo eres un miserable! ¡No des esos saltos! ¡Cálla­te, cállate... si alguien te oyera! Te volveré a colocar entre mis otros cabellos, pero deja primero que el sol se duerma en el horizonte, a fin de que la noche encu­bra tus pasos...” Maldoror (Canto III)

Después de Los Cantos de Maldoror (esta obra, no obstante su división aparente en 59 poemas en prosa, forma un todo homogéneo) Ducasse escribió el prefacio de las Poesías

“Je remplace la mélancolie par le cuorage, le doute par la certitude, le désespoir par l'espoir, la m­ehanceté par le bien, Íes plaintes par le devoir, le scepticisme par la fui, les sophismes par la froideur du calme et l'orgueil par la modestie.”

“Reemplazo la melancolía por el coraje, la duda por la certidumbre, la desesperación por la esperanza, la maldad por el bien, las quejas por el deber, el escepticismo por la fe, los sofismas por la frialdad de la calma y el orgullo por la modestia”.

Ordena: “quemar sobre una pala enrojecida al fuego, con un poco de azúcar rubia, el pato de la duda de labios de vermut, que, derramando en una lucha melancólica entre el bien y el mal, lágrimas que no vienen del corazón, sin máquina neumática hace, en todos lados, el vacío universal”.(6)

En el prefacio de las Poesías, “Los cantos de Maldoror” quedan reducido a nada

Bibliografía:

(1) Alvaro y Gervasio Guillot-Muñóz.

(2) Maldoror – Canto I.

(3) Enrique Pichon-Rivière:

Vida e imagen del Conde de Lautréamont

(4) Cita de un pasaje de los Cantos por André Breton en su Manifeste du surrealisme 1923.

(5) Introducción de Julio Moneverde en Guillerme Apollinaire “El marqués de Sade” Editorial Pepitas de calabaza – España 2006.

(6) Isidore Ducasse –Poésies- París Journaux Politiques et Litteraires –Librairie- Gabrie Passage Verdeau 251870.

Mónica Marchesky




22.11.2010 01:34 / Mis artículos

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Hay manos.

manos crispadas

golpeando el vidrio de la locura.

Manos sangrantes

simbiosis de barrotes extintos

A veces, cuando llueve

las manos se rebelan

y salen en procesión

hacia los campos

llenas de algarabía

remueven la historia

recogen sonetos.

A veces las manos asesinas

se tiñen de grana

rasgando las arterias

de la conciencia.

Otras, empujan

hacia el vacío

al suicida que las acosa.

Y otras se introducen

en rondas misteriosas

palpando.

A veces cuando llueve

un diseño surge

sobre nuestras vidas

sátira irresuelta

de nosotros mismos

hay manos

pero eso es a veces, cuando llueve.

 

Mónica Marchesky

 




04.07.2010 18:48 / Cuentos de espanto

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“Cuando el rostro azul de una niña azul, irrumpió por el sendero; los cadáveres como jazmines destrozaron la quietud de la noche.”

 Ese estribillo comenzó a repetirse una y otra vez luego que tuviera aquel suceso: Salía de mi casa como todos los días camino al trabajo, los mismos colores, los vecinos de todos los días, el mismo ómnibus. Podía sentir en mi piel el aire fresco de la mañana y el sol en mi rostro. En un instante al bajar en mi destino y dar el primer paso, todo cambió a mí alrededor. Una oscuridad me rodeó y quedé paralizada. Lo que me pareció un siglo, fue un segundo en el espacio donde me encontraba. Se abrió bajo mis pies una línea azul brillante que se metía como una cuña en el negro absoluto. Estiré una mano y vi que mi cuerpo se confundía con el sendero. Extrañamente me sentía sin peso, flotando en un azul intenso y fue entonces cuando comencé a verlos. Eran cadáveres que emergían de sus tumbas quebrando la quietud de la noche. Parecían ramilletes de jazmines blancos que se encendían horadando las sombras. No sentía temor, era como si todo estuviera en su lugar. Los cadáveres-jazmines comenzaron a seguirme y a rodearme, a obstruirme el paso, repitiendo a coro el estribillo como un lamento. Fue entonces cuando sentí el primer tirón, una mano descarnada había arrancado mis dedos y se los llevaba a la boca absorbiendo el azul. Luego siguieron mis cabellos, mis brazos, mis ojos, todo mi cuerpo fue motivo de un festín en azul que encendía sus maltrechos esqueletos. Me multipliqué en cada uno de ellos y me metí en cada una de sus tumbas a la espera de que otra persona azul irrumpiera por el sendero. Al dar el segundo paso me encegueció la luz del sol y mi cuerpo se estremeció, dudé en seguir caminando pero mi celular había comenzado a timbrar.  Desde entonces no dejo de repetir ese estribillo que está en mi mente día y noche... día y noche... 

Mónica Marchesky 




05.07.2008 11:35 / Objetos nuestros de cada día

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El caminar entre el gótico y el surrealismo es ver la realidad de costado. Es la mirada oblicua y lateral que desechamos por fantástica o mágica sin dejar de sorprendernos. Mónica Marchesky

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