Montevideo Versión
Por CHolo Gómez

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25.07.2008 08:45 / Mis artículos

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Los invito a todos a visitar Abrapalabra, la Revista Literaria que editamos en formato blog: el link está al costado, pero por la didas: http://blogs.montevideo.com.uy/Abrapalabra

Un abrazo a todos

CHolo Gómez



24.12.2007 13:08 / Mis artículos

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Última entrada

Me levanto. Todas duermen. La casa está silenciosa. Pongo a pasar café y a calentar el agua para el mate. Prendo la computadora y abro el archivo donde están todos los textos de Montevideo Versión 1.527.277-7. Me dispongo a escribir el último, el número 135.
 Apenas abro el archivo, veo que el primer texto es de abril de 2004. Algo de emoción vibra de inmediato. Es la conciencia de un final, de una muerte. Es lo que me pasa ahora. Todo tiene su ciclo: nace, crece, llega al apogeo, luego declina y finalmente muere o se termina. Luego de tres años y medio, esta columna llega a su final. Hace mucho que anda en silla de ruedas, ahora puede morir en paz. Estoy preparado para dejarla ir, para escribir este último texto. Así que me siento frente al PC y comienzo a teclear letras, palabras, espacios en blanco, signos de puntuación. Como siempre, esas palabras cuentan algo, un momento de la vida de un personaje, un momento que siempre se cuenta en presente.
 Quisiera decir mil cosas y hacer dos mil reflexiones y dejar tres mil preguntas. Sin embargo nada de esas miles de palabras, reflexiones y preguntas caben en este momento. Ahora solo quiero agradecer. Primero que nada a mí mismo, por haberme dado la oportunidad de explorarme como personaje, para verme mejor, para entender y crecer. Después quiero agradecerle mucho a Adriana, Maite, Clara y Emilia, que se han visto expuestas a la luz de mi ojos y me permitieron ser porque me dan mucho amor. Y al final les quiero agradecer a ustedes, los que leen mis textos y los recrean a la luz de sus ojos. Gracias de verdad.
 Para este párrafo final queda lo más importante: encender el transmutador, o la luz, que es lo mismo. Quiero confesarle algo: todo lo que le conté es verdad, sale de eso que usted llama la realidad. Y ahora lo mejor de todo: al mismo tiempo todo eso que le conté es mentira, porque yo soy mucho más que ese personaje que muere en este párrafo, y le aseguro que por ahora planeo seguir viviendo. Agrego un “hasta siempre” y grabo el archivo. No sé por qué, de golpe recuerdo que tengo la cédula vencida.

Como decía John Lennon: All you need is love



15.11.2007 16:25 / Mis artículos

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El enfermo que cura

Entro en la automotora y comienzo a saludar a todo el mundo. Siempre me reciben con una sonrisa. Una sonrisa gratis, porque yo no voy a comprar nada, sino que vengo a trabajar un rato. Hago los avisos para el diario desde hace muchos años. Me siento como de la familia y todos me tratan bien. Claro, soy un bicho medio raro y me tienen que soportar un rato cada quince días, y si a eso le sumamos mi asquerosa tendencia a empatizar con todo el mundo... Voy a mi puesto de trabajo previo pasaje por la cafetera, nos ponemos a trabajar en el aviso para el domingo cuando aparece Seba, uno de los vendedores.
 -¿Y, estrenaron? –le pregunto antes de decirle ni hola.
 -Síiii, estoy como loco. –me contesta mientras pasa de largo atrás de un cliente que siempre están primero que cualquier charla. –Ahora te cuento.
 Seba es vendedor de autos y me parece que es de los buenos, pero además de eso quiere ser actor. Hace bastante tiempo que andaba de ensayos y hace un par de semanas fue el estreno. Forma parte del elenco de “El enfermo imaginario” que va en la sala Off del Metro. Me siento un poco culpable porque todavía no fui a verlo, pero le tengo prometido que voy a ir y no pienso dejar de cumplir mi promesa. Al rato se acerca a mi puesto.
 -Tas como loco. –le digo.
 -Pahhh, no sabés. Esto es maravilloso. No puedo esperar a que llegue el fin de semana. Mirá si seré enfermo, que lavé la ropa que uso en la obra y la tengo prolija y planchada. Cuando le conté a la directora me dijo que no podía ser, que me dejara de joder, que con lavar la remera alcanzaba. Pero te juro que estoy tan contento que no me aguanto. –dice con cara de pícaro, con una cara que me muestra al Seba niño, al Seba feliz, al Seba eternamente joven.
 -Che, tengo que ir a verte. ¿Cómo es el horario? Decime así le digo a Adri y la llevo.
 -Los sábados a las 23 y los domingos a las 20. Es en la Off, la chica. –me dice al mismo tiempo que anota algo en una tarjeta. –Tomá, acá tenés mi celular, si vas con Adriana llamáme que te dejo un dos por uno. Eso sí, llamáme antes de las nueve porque después apago el celular.
 -Seba, sos otro, te felicito de verdad.
 Seba mira hacia el techo, hace una pausa como para tomar impulso y decirme lo que ya sé, lo que le sale por los poros, lo que está viviendo y se le está haciendo carne y felicidad.
 -No hay caso loco, yo pensaba que era un tarado y que no encajaba en la vida, pero cuando uno encuentra lo que de verdad le gusta hacer, chau, es otra cosa. Ahora que ya sé lo que quiero, no paro.
 -Seba, tenés una llamada por ventas. Te la paso. –dice Florencia la telefonista.
 -Dale. –contesta Seba. –Te espero, vení que vale la pena. La obra está muy bien. –me dice y se va hacia su escritorio, a seguir de vendedor de autos.
 Vuelvo a mi trabajo de diseño del aviso para el domingo. Vuelvo a la cartelera de autos usados. Antes de seguir, guardo la tarjeta de Seba en mi bolsillo, y con ella, cerca de mi corazón, guardo la certeza de que hacer lo que nos gusta y nos apasiona, cura cualquier enfermedad, porque es bien sabido que cuando uno deja de ser máquina, cualquier enfermedad es imaginaria.

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Sobre mí
Se llama Carlos Alfredo Gómez Guerrero, pero le gusta que le digan CHolo. Es muchas cosas: esposo de Adriana; padre de Maite, Clara y Emilia; escritor; lavador de platos; hacedor de camas; coordinador de talleres literarios; vecino; cliente de supermercados; cliente de la feria; hablador hasta por los codos; amante; gritón; bigotudo; exagerado; feliz; flor de vivo; y muchas, muchas cosas más. Es un tipo como cualquier otro que respira el aire de este mundo y lo sopla embebido de su aliento.

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