20.12.2023 18:36 / Textos ajenos
Devolución urgente de Julia
VIVIR SIN PASADO me gustó muchísimo, me inquietó mucho. Toca un tema muy profundo, muy delicado. Se que es un tema que te ha venido atravesando a lo largo de estos años. Temas que no ficcionas sino que relatás. No es fácil captar el fondo, la esencia de los once relatos. Cuando terminé de leerlo volví al prólogo escrito por Gustavo Espinosa. Es un prólogo corto y muy contundente, eligió las palabras justas, encierran exactamente lo que es el libro y tu intención. Es un libro muy jugado, muestra otras realidades de lo que fue ese período tan brutal y deshumanizado. Quiero volver a leerlo todo otra vez. Algunos relatos, los del principio los volví a leer cuando me di cuenta de que es circular, que el principio y el final generan un cierre, cómo esos dos personajes se van desarrollando a lo largo de los relatos. También el papel central de lo que fueron tus vivencias marcadas a través de ese cambio de nombres. Me pareció impresionante cómo desnudás lo que viviste. Entendí porqué “vivir sin pasado”, personas víctimas y victimarios a la vez que buscan rehacer sus vidas. La lectura me dejó una sensación de movimiento interno muy fuerte.
15.11.2023 11:31 / Textos ajenos
DEVOLUCIÓN DE LECTURAS DE VIVIR SIN PASADO
ANA:
Es un golpe en la boca del estómago, y se queda dando vueltas, incomodando, después de finalizada la lectura. Me impactó.
Para mí no es un libro de relatos, sino que es un todo con capítulos (sin los nombres de cada cuento). No sé qué género es, pero más bien son testimonios convertidos en reportaje-crónica. Hay algunos relatos que están contados como vistos de los dos lados o en mosaico, no lo sé explicar mejor.
Tiene una enorme virtud, creo, y es que le pone “carne” y existencia a aquello que leímos en denuncias de violación a derechos humanos, a aquello que imaginamos (hay un personaje que hace mención a eso). Pone rostros, ubica la “pequeña” historia de cada uno, centrada en el miedo más atroz. Me gustó que se repitieran algunos nombres-personajes.
Sentí el sudor helado del miedo y del espanto; viví en carne propia el sentimiento de derrota de quienes colaboraron o hablaron. Así como en otros textos encontré una humanización de los “heroicos”, en este encontré la humanización de los que no aguantaron, y esa humanización me parece que aporta muchísimo a ir reconstruyendo esa trama – tantos años después, décadas.
Me pareció interesante cómo las voces de los personajes se diferencian entre sí, no es la voz del autor, sino la de ellos.
En resumen, no puedo decir que “me gustó” porque que a uno le guste semejante trompada es extraño. Pero lo disfruté, lo leí de un tirón, mientras el dolor de estómago iba creciendo. Te felicito, porque entiendo que no ha de haber sido sencillo el trabajo.
TAMARA:
¡Terminé el libro! ¡Me encantó!
Además de no saber un pomo de literatura y de que rehúso leer estos libros...me angustian mucho. Este tiene sus partes fuertes, que te llegan, pero se suaviza al rato con algo coloquial, ¡con humor... así que felicitaciones y a seguir escribiendo!
LEO:
se me hace difícil ser lo que fui, mi padre me lo advirtió hace más de 50 años, tengo la ventaja de haber crecido escuchando a un sabio. Tu libro es desgarrador por momentos, pero necesario como una intervención quirúrgica, vos escribí Miguel, lo necesitamos después vemos si es crónica o ensayo.
JORGE:
Asere, pichaste unas rectas por el centro del jón del carajo. Ñoooooo. Durísimos los cuentos. Logro identificar a algún personaje. (Como pueden ver, este lector se expresa en la jerga beisbolera del cubano).
10.10.2023 20:59 / Mis artículos
Presentación de VIVIR SIN PASADO, último libro de Miguel Millán.
Este autor ha publicado FALTAN 4 (2013), EL FANTASMA DE LA RESITENCIA (2014) en la editorial Fin de Siglo y CARLOS CHASSALE UN MAESTRO COMUNISTA EN LA TEJA (2020) editado solamente on line por Sitios de memoria.uy. Todos estos libros pertenecen al sub género testimonio concentrado en las memorias de comunistas uruguayos bajo dictadura.
VIVIR SIN PASADO, editado también por Sitios de memoria.uy, será presentado y lanzado en dos versiones, una on line que quedará colgado en el sitio y otra en formato papel tradicional.
El autor insiste en bucear en las memorias comunistas en la clandestinidad, en esta ocasión, concentrados en la juventud comunista posterior a la operación Morgan, la mayoría de ellos. En 164 páginas transcurren relatos de ficción sobre la realidad más oculta y negada, la experiencia infernal de la tortura como personaje omnipresente, aunque apenas se nombre y se describa.
Escribió Gustavo Espinosa, escritor olimareño, de sólida trayectoria en la literatura uruguaya y universal, “La lectura de estos cuentos, cuya atmósfera asordinada y siniestra es -mayormente- la resistencia clandestina”, refiriéndose a los once relatos contenidos en este libro. Y agregó: “Sus virtudes literarias indiscutibles son la intensidad, la potencia sostenida de sus atmósferas, la verosimilitud aledaña a lo documental.”
La presentación y lanzamiento en Montevideo será el 27 de octubre a las 19 horas en el local de la Federación Nacional de Profesores (FENAPES) en Maldonado 1193 casi Z. Michellini. Participarán, además del autor, José Olivera, presidente de FENAPES y la profesora Irene Taño.
Luego de una primera lectura la profesora Taño escribió, sobre el texto: “dialoga muy bien con lo que plantean varios historiadores sobre todo lo que falta investigar a nivel de la historia de la “sensibilidad” (…) y de poner en palabras como nos atravesó la dictadura y el terror”.
Los ejemplares de VIVIR SIN PASADO estarán disponibles en la presentación montevideana y en las sucesivas, siguiendo por Mercedes y a demanda de los lectores pre millennials, sin embargo, la versión digital estará disponible de manera gratuita en Sitios de memoria.uy.
13.08.2023 08:54 / Mis artículos
REFLEXIONES EN TORNO A LA PARTIDA
Por Miguel Millán Sequeira
Era un desenlace previsible: razones financieras, poderoso caballero es don dinero. Fueron dieciséis años, un número por mes, los que quedarán colgados en el universo de internet para quienes quieran leer, investigar, consultar. Ilustrados siempre por un artista plástico. De todo esto escribirán lo editores con mucho más autoridad y detalles.
Por agosto de 2007, Walter Olazábal (San José, 1943 – Montevideo, 2016), contador, exsenador de la República, me anunciaba que estaban preparando el primer número de una publicación con estas características y me invitó a escribir. Recuerdo el momento, el lugar, su casa de entonces en la zona de Villa Dolores, una de las tantas despedidas y bienvenidas que tuvimos a lo largo de muchos años de una amistad cómplice de peregrinos transitando la misma ruta. Le respondí, a modo de aceptación, con un reclamo: que escribiría, pero sobre temas literarios. Demoré mucho en decidirme, recién lo hice en el año 2012, impulsado por una sucesión de lecturas de la narrativa cubana “no oficial”. Escrituras incómodas para lectores castos.
Walter, uno de los fogoneros de Vadenuevo de la primera época, había sido adoptado por mi ciudad de nacimiento, mi lugar en el mundo, Mercedes, a orillas del río Hum. Había ido con su familia a instalarse como contador de la fábrica de azúcar de remolacha ARINSA, poco después del golpe de Estado. Desde allí construyó su famoso personaje “el ingeniero o el camarada Sánchez”.
Hacía una vida totalmente legal allí, jugaba partidas interminables con el capitán encargado de vigilarlo en el círculo de ajedrez de la ciudad, famoso por haber contado con varios maestros nacionales del deporte ciencia.
Como a muchos, al contador le gustaba el tango y los encuentros familiares con guitarras y cantarolas. Así conoció a mi padre y su primo, cantores de tangos. (Una digresión innecesaria, propia de quien se va por las nubes: mi padre, al que su padre lo había inscrito con el nombre Chaná del Hum, infiel, sin bautismo, a los catorce años quiso entrar al coro de una iglesia donde cantaba su primo, inscrito como Miguel Arcángel por su padre anarco asturiano en honor a Miguel Arcángel Roscigna -Argentina, 1891, primer flauteo de Montevideo a Buenos Aires, desaparecido en el Río de la Plata, en 1937-. Debieron bautizar a mi padre, condición para entrar al coro clerical, pero no aceptaban su nombre del pueblo originario de estas tierras, así que le eligieron el nombre del primo. Y yo lo heredé por partida doble).
Cuando pudimos intercambiar nuestros derroteros, Walter relató, en un mano a mano interminable, testimonio vivo absorbido como la visualización de una película de acción y aventuras, sus viajes clandestinos cada quince días a Buenos Aires a contactarse con Federico Martínez, otro de los fundadores de Vadenuevo, y luego, a la semana siguiente, a Montevideo, a representar al PCU (Partido Comunista de Uruguay) en la mesa política del FA (Frente Amplio). Escribo esto y asaltan voces, ¡estás haciendo cuentos del siglo pasado!, ¡te atacó el viejazo!
En cambio, a Nicolás Grab (Hungría,1936 – Montevideo, 2019) no lo conocí personalmente hasta que fui a un encuentro de la barra de Vadenuevo, una especie de club de Tobi que se reunía una vez al mes en el corazón del barrio Palermo en el “Enrique López” de la calle Ejido, y me recibió recitando mis dos nombres y dos apellidos haciendo gala de una de sus características más sobresalientes: acordarse de todos los casos que pasaron por su escritorio de abogado en el exilio. Había recibido la denuncia sobre mi pasaje por la cárcel de la dictadura uruguaya para trasladarla al organismo de derechos humanos de las Naciones Unidas.
Con esos dos invitantes a escribir en Vadenuevo era imposible negarse, y allá la emprendí. Leí y comenté libros de los cubanos Pedro Juan Gutiérrez (Cuba, 1950), Ena Lucía Portela (Cuba, 1970), Reinaldo Arenas (Cuba, 1943), Leonardo Padura (Cuba, 1955), Antón Arrufat (Cuba, 1935-2023); realicé comentarios sobre un cuento de Juan Carlos Onetti, una novela de Gustavo Espinosa (Las arañas de Marte, 2011), sobre Las cenizas del Cóndor (2014) de Fernando Butazzoni; escribí semblanzas y recuerdos de Alfredo Zitarrosa, de Alfredo Gravina (Tacuarembó, 1913 – Montevideo, 1995), artículos de interés general como “el complejo carcelario industrial” o el último día en el Penal de Libertad de Tomás Rivero, el 10 de marzo de 1985.
En mi caso, han sido once años de colaboraciones a los saltos, a partir de los impulsos de uno y otro lado, pero siempre siguiendo de cerca la lectura de la revista que salía todos los primeros miércoles de cada mes, con ilustraciones de artistas plásticos uruguayos conocidos y no tan conocidos, lo que le agrega(ba) un interés mayor aún.
Desde hace un tiempo, leía el encabezado de los editores aclarando que la revista es de lectura gratuita para los navegantes, pero que tiene un costo, y para afrontarlo casi imploraban colaboración de los lectores cómplices que permitiera sostener el emprendimiento. Leía ese llamado y pensaba, no sin cierta angustia: ¿hasta cuándo aguantarán?
Llegó el final, lo bueno siempre tiene su hora postrera. Seguiremos buscándonos y encontrándonos por los vericuetos insulares de tanta aplicación en los celulares, en los televisores Smart, los gritos cada vez más lejanos del hincha al borde del alambrado.
No es descabellado intuir que seguiremos escribiendo, esta práctica tan antediluviana, con el destino cierto del analfabeto que mira entre intrigado y perplejo, pensando: estos no pagan ni la electricidad que consumen, gastando tiempo en esa actividad inútil. Condena y destino, moriré de frío y desolación, pero seguiré escribiendo para el analfabeto que me lee, cita y robo de un verso del cholo inmortal César Vallejo.
Supongo que cuando llegue puntualmente el primer miércoles del último mes de Vadenuevo, estará pronta la edición de mi último libro, un conjunto de once relatos cuyo título general es Vivir sin pasado. Esta primera edición será online y gratuita, en la editorial Sitios de Memoria Uruguay. Confío que prontamente salga una edición papel, principalmente para los lectores anteriores a la generación del milenio.
09.07.2023 10:09 / Mis artículos
VADENUEVO no se va…
Era un desenlace previsible, razones financieras, poderoso caballero es don dinero. Fueron dieciséis años, un número por mes que quedarán colgados en el universo de internet para quienes quieran leer, investigar, consultar. Ilustradas siempre por un artista plástico. De todo esto escribirán lo editores con mucho más autoridad y detalles.
Por agosto del 2007 Walter Olazábal (San José, 1943 – Montevideo, 2016), contador, ex senador de la República, me anunciaba que estaban preparando el primer número de una publicación con estas características y me invitó a escribir. Recuerdo el momento, el lugar, su casa de entonces en la zona de Villa Dolores, una de las tantas despedidas y bienvenidas que tuvimos a lo largo de muchos años de una amistad cómplice de peregrinos transitando la misma ruta. Le respondí, a modo de aceptación, con un reclamo, que escribiría, pero sobre temas literarios. Demoré mucho en decidirme, recién en el año 2012, impulsado por una sucesión de lecturas de la narrativa cubana “no oficial”. Escrituras incómodas para lectores castos.
Walter, uno de los fogoneros de Vadenuevo de la primera época, había sido adoptado por mi ciudad de nacimiento, mi lugar en el mundo, Mercedes a orillas del río Hum. Había ido con su familia a instalarse como contador de la fábrica de azúcar de remolacha ARINSA poco después del golpe de estado. Desde allí construyó su famoso personaje “el ingeniero o el camarada Sánchez”. Hacía una vida totalmente legal allí, jugaba partidas interminables con el capitán encargado de vigilarlo en el círculo de ajedrez de la ciudad, famoso por haber contado con varios maestros nacionales del deporte ciencia.
Como a muchos, al contador le gustaba el tango y los encuentros familiares con guitarras y cantarolas. Así conoció a mi padre y un su primo cantores de tangos. (Una digresión innecesaria, propia de quien se va por las nubes. Mi padre, al que su padre lo había inscrito con el nombre Chaná del Hum, infiel, sin bautismo, a los catorce años quiso entrar al coro de una iglesia donde cantaba su primo inscrito como Miguel Arcángel por su padre anarco asturiano en honor a Miguel Arcángel Roscigna (Argentina 1891, primer flauteo de Montevideo a Buenos Aires y desaparecido en el Río de la Plata, 1937). Debieron bautizar a mi padre, condición para entrar al coro clerical, pero no aceptaban su nombre del pueblo originario de estas tierras, así que le eligieron el nombre del primo. Y yo lo heredé por partida doble.).
Cuando pudimos intercambiar nuestros derroteros, Walter relató, en un mano a mano interminable, testimonio vivo absorbido como la visualización de una película de acción y aventuras, sus viajes clandestinos cada quince días a Buenos Aires a contactarse con Federico Martínez, otro de los fundadores de Vadenuevo, y luego, a la semana siguiente a Montevideo a representar al PCU en la mesa política del FA. Escribo esto y asaltan voces, ¡estás haciendo cuentos del siglo pasado!, ¡te atacó el viejazo!
En cambio, a Nicolás Grab (Hungría1936 – Montevideo, 2019) no lo conocía personalmente hasta que fui a un encuentro de la barra de Vadenuevo, una especie de club de Tobi que se reunía una vez al mes en el corazón del barrio Palermo en el “Enrique López” de la calle Ejido, y me recibió recitando mis dos nombres y dos apellidos haciendo gala de una de sus características más sobresalientes, acordarse de todos los casos que pasaron por su escritorio de abogado en el exilio. Había recibido la denuncia sobre mi pasaje por la cárcel de la dictadura uruguaya para trasladarla al organismo de derechos humanos de las naciones unidas.
Con esos dos invitantes a escribir en Vadenuevo era imposible negarse y allá la emprendí. Leí y comenté libros de los cubanos Pedro Juan Gutiérrez (Cuba, 1950), Ena Lucía Portela (Cuba, 1970), Reinaldo Arenas (Cuba, 1943), Leonardo Padura (Cuba, 1955), Antón Arrufat (Cuba, 1935-2023). Comentarios sobre un cuento de Juan Carlos Onetti, una novela de Gustavo Espinosa, Las arañas de Marte (2011), sobre Las cenizas del Cóndor (2014) de Fernando Butazzoni. Semblanzas y recuerdos de Alfredo Zitarrosa, de Alfredo Gravina (Tacuarembó, 1913 – Montevideo, 1995). Artículos de interés general como “el complejo carcelario industrial” o el último día en el Penal de Libertad de Tomás Rivero, el 10 de marzo de 1985.
En mi caso, han sido once años de colaboraciones a los saltos de los impulsos de uno y otro lado, pero siempre siguiendo de cerca la lectura de la revista que salía todos los primeros miércoles de cada mes, con ilustraciones de artistas plásticos uruguayos conocidos y no tan conocidos, lo que le agrega (ba) un interés mayor aún.
Desde hace un tiempo leía el encabezado de los editores aclarando que la revista es de lectura gratuita para los navegantes, pero que tiene un costo y para eso casi imploraban colaboración de los lectores cómplices para sostener el emprendimiento. Leía ese llamado y pensaba, no sin cierta angustia: ¿hasta cuándo aguantarán?
Llegó el final, lo bueno siempre tiene su hora postrera. Seguiremos buscándonos y encontrándonos por los vericuetos insulares en el que nos ha convertido tanta aplicación en los celulares, en los televisores con Smart, los gritos cada vez más lejanos del hincha al borde del alambrado.
No es descabellado intuir que seguiremos escribiendo, esta práctica tan antediluviana con el destino cierto del analfabeto que mira entre intrigado y perplejo, pensando: estos no pagan ni la electricidad que consumen gastando tiempo en esa actividad inútil. Condena y destino, moriré de frío y desolación, pero seguiré escribiendo para el analfabeto que me lee, cita y robo de un verso del cholo inmortal César Vallejo.
Supongo que cuando llegue puntualmente el primer miércoles del último mes de Vadenuevo, estará pronta la edición de mi último libro, un conjunto de once relatos cuyo título general es VIVIR SIN PASADO. Esta primera edición será on line y gratuita, en la editorial sitios de memoria.uy. Confío que prontamente salga una edición papel, principalmente para los lectores anteriores a la generación del milenio.
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