Las recientes noticias sobre cómo han de disfrutar su libertad en nuestro país los ex-reclusos de Guantánamo incluyen, como de costumbre, datos que no me cierran. Y eso es porque nos dan vuelta la torta como quieren, descartando que somos todos tarados (como bien explica Noam Chomsky en "Las 10 reglas de la manipulación mediática").
Por un lado, nuestro gobierno dice que los refugiados podrán andar libremente por la calle “como cualquier hijo de vecino”, sin que nadie los controle.
Por otro lado, otra nota da fe, con lujo de detalles, que los muchachos del norte los controlan bien de cerca en todo el mundo, como si fueran sus sombras...
¿Cómo es? Porque para que esas dos noticias se condigan hay sólo dos opciones: 1) Que los yanquis les hayan puesto un chip bajo la piel para tenerlos en sus computadoras permanentemente y vigilarlos de lejos. 2) Que haya “tiras yanquis” dispersos por todo nuestro territorio, vigilando a los refugiados y... a todos quienes se les antoje.
La opción 1) es detestable, aunque no nos salpica. La opción 2) en cambio ya sería la confirmación de que, lejos de ser una mísera estrella más en su banderita, somos otra de sus colonias.
Y acá, el gobierno sabe y no dice, y con un “no tengo conocimiento” (Dr. Juan Vicente Chiarino dixit), se lava las manos y ya está.
Pero bueno, parece que está bien así (porque ahora cualquier fin justifica cualquier medio), pero ¿está bien para los refugiados? Porque esta pobre gente va a estar controlada por siempre, mientras el imperio exista, por más panacea uruguaya que les hayan ofrecido.
Y nuestro gobierno aplaude y sigue reverenciando al gran hermano porque... es la única forma de que nos compre naranjas, ¿no? Somos una jauja, mismo, una vergonzosa jauja... y no sólo como anfitriones.
Eliza
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