PERSECUCIONES DEL 13
Espacio de la escritora salteña Mónica Marchesky

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21.07.2013 20:46 / CUENTOS

Alienígenas ancestrales

Gregory se sentía angustiado ese día. Los eventos extramaritales lo estaban acosando. Su amante, una joven morena, había empezado a llevar la relación para otro lado. Para el lado que él temía. Las amantes no pueden entrar a cuestionar nada, se decía frente al espejo del baño de la oficina editorial. En ese momento notó el hecho de que hacía algún tiempo que estaba con la morena, pero, había llegado al punto en el tablero del juego que marcaba: Descartar y volver a empezar.

 Delgado, cabello castaño y anteojos casi invisibles. Era un sinfín de manías y tics que no podía evitar cada vez que se encontraba a sí mismo; una arruguita en la manga, una manchita al lado del botón verificaba si se había afeitado correctamente, y la barba candado, eso era un capítulo aparte, esa barba era su obra de arte y su mejor objeto de seducción y él lo sabía.

Tenía un matrimonio políticamente correcto que había sobrevivido a varias crisis. A veces buscaba nuevas experiencias, pero era más para salir de la rutina que por placer. A los cincuenta años el aburrimiento lo estaba matando.

Mientras gesticulaba ante el espejo descargando su tensión escuchando metal electrónico directamente de un Ipod -conectado como un órgano más a su sistema auditivo- en la oficina se había desatado un torbellino propio de las noticias increíbles.

Gregory se encontraba ajeno a los gritos de sus colegas.

En el momento en que se abrió la puerta y entraron atropellándose tres de sus compañeros, supo que algo grande estaba pasando.

-¡Una nota! –aullaba el supervisor de las noticias del periódico de la noche.

Todos hablaban al unísono sin decir nada.

Se enfrentó al desorden de la oficina y quedó perplejo al ver en la pantalla la noticia.

En medio del océano Pacífico había ocurrido un deslizamiento en las placas del manto, provocando inundaciones. En el lugar se estaba elevando una estructura de piedra de forma piramidal, que parecía no tener fin.

-¡Qué demonios es eso! –atinó a decir y sonó como un eco en el recinto ahora en silencio de rostros azorados.

-¡Es el principio del fin! –gritó alguien al fondo. Y una agitación recorrió los cuerpos tensos.

-¡Quiero ir cubrir la noticia! –dijo Gregory en forma imperiosa.

En el escritorio, tenía a un loco que había detectado una invasión alienígena que utilizaba a las palomas como medio de observación. Una nota casi concluida del derrumbe de estructuras socio-económicas a causa de la caída de la bolsa. Un video hot altamente comprometedor de políticos con putas, además la frivolidad del mundillo magnate, sus modas  y sus escándalos. Pero todo eso podía esperar, esto era algo que nunca había visto. Al fin algo de movimiento –pensó.

Nadie se presentó como voluntario y en un segundo tuvo la respuesta del supervisor.

-¡El helicóptero te espera en el helipuerto! –le gritó por sobre las cabezas estáticas y babeantes en las que se habían transformado sus colegas.

-¡Es la invasión alienígena! -gritaba el loco de las palomas derrumbándose a los pies de Gregory tratando de detenerlo.

Cuando pudo liberarse corrió con su bolso hacia el ascensor que lo llevaba directamente al helipuerto.

Al ingresar al vehículo, el piloto le preguntó.

-¿Tienes inmunidad diplomática?

-Sí, esta vez tengo inmunidad –contestó Gregory. Ambos sabían que esa era la frase que aseguraba que estaba cubierto por todos los flancos y que no era una nota independiente. -Vamos hasta el final con esto. ¿Tienes las coordenadas? –preguntó.

Sin lugar a dudas lo que estaban presenciando era un desastre geológico... o no.

Sobrevolaron la estructura que se detenía en segmentos de tiempo de dos horas y continuaba subiendo otro tramo. Los tramos, de aproximadamente dos metros, eran todos distintos.

Comenzó a tejerse entre los gobiernos y la multitud, especulaciones de todo tipo. Se llamó a científicos, geólogos, expertos en catástrofes, pero nadie sabía a qué se debía esa estructura que a Gregory el deslizamiento hacia arriba que marcaba líneas horizontales, se le antojó como un gran termómetro. Y lo dijo en voz alta en la sala de prensa donde estaban reunidos.

-¿Un termómetro? –gritó el geólogo incrédulo ¿y que mide?

Esa pregunta quedó flotando en el aire sin tener respuesta y continuaron dibujando en la pizarra fórmulas y asociaciones.

El ejército dispuso un grupo de buzos entrenados para la misión de acercamiento.

Se realizaron pruebas radiactivas sin dar resultado positivo, lo que estaba en el mar era algo rocoso con algunas piezas metálicas pero no era radiactivo.

La primera misión se acercaría por debajo, hasta llegar al lecho desde donde provenía.

La segunda a ras del agua y la tercera sería una misión en helicóptero que completaría el examen desde el aire.

Los tres grupos se acercaron al mismo tiempo y a una distancia de tres metros pudieron ver que algo estaba marcando algo. Eran esferas metálicas que caían en huecos; todos los tramos estaban trabajando al unísono, incluso los que estaban en las profundidades del mar. Las esferas se deslizaban sin resistencia y cuando completaban un tramo, la estructura volvía a moverse hacia arriba y así sucesivamente.

En un determinado momento y pasadas las dos horas que habían calculado para el desplazamiento, la gran mole de roca y metal no se movió.

-¿Y ahora qué? –dijo Gregory que no se perdía detalle, siguiendo de cerca la misión aérea.

Fue el minuto más largo de la historia. Todas las personas contuvieron el aliento.

El equipo que se encontraba bajo el agua comenzó a ver movimientos en el plancton, en las rocas, en las especies de peces. Era como si la vida en el mar se estuviera reconstituyendo. Lo mismo pasó en los otros tramos que estaban expuestos. El mundo se repobló de especies extinguidas. Aves de distintos tamaños sobrevolaron el cielo. El agujero de ozono desapareció y el clima se volvió templado en zonas áridas. El deshielo se detuvo y una brisa agradable sopló sobre el mar.

Nadie hablaba, se mantenían expectantes a los cambios a su alrededor. Cuestionaban el fin del mundo y la desaparición del hombre sobre la Tierra.

La vegetación llegó a un desarrollo nunca visto. Grandes árboles, y plantas se apoderaron de todos los espacios.

Entonces en un determinado momento se deslizó el copete de la estructura y comenzaron a salir engendros enormes semejantes a saltamontes, verdes, asquerosos y destructivos, devorando cuanto insecto pequeño encontraban...

-¡Regresemos a la base! – Dijo Gregory al piloto- ya tengo todo lo que necesito.

-No tengo retorno –gritó- creo que es más grave de lo que pensamos, estamos perdidos...

El helicóptero se desplazó por el aire sobre una maraña de plantas. No había ningún lugar de referencia que dijera que allí abajo había una civilización.

-¡El agua! –gritó-. ¡Necesitan el agua para la fotosíntesis y su reproducción!

-¡También nosotros la necesitamos! –la voz del piloto resonó amarga.

Mientras que a Gregory se le hizo un nudo en el estómago, de pensar primero que no tenían lugar de aterrizaje y segundo, que tendría que compartir los recursos naturales con los saltamontes o lo que fueran.

Acuatizaron en un lago y se quedaron sin hablar un gran rato. Atentos a movimientos extraños o ruidos provenientes de las ciudades.

-¿Realmente está pasando esto? –preguntó a media voz al piloto.

-Yo creo que sí... shhhhh

-¿No nos habrán dado algo para fumar o tomar estos pendejos y se estarán burlando de nosotros en este instante?...

-¿Por qué pensás eso? –dijo el piloto mirando a su alrededor.

-Porque esto está pasando muy rápido: hace unas horas veíamos cómo la pirámide salía del mar y ahora estamos siendo colonizados por saltamontes gigantes, ¿No te parece algo extraño?

-Sí, creo que estamos alucinando, pero no contestan de la central, eso es preocupante. ¿Cómo salimos de esta? ¿Qué podemos esperar? –agregó.

-Nada.

-Nada no es resp...

-Seguro que se están cagando de risa –cortó Gregory- los muy...

Pero no pudo terminar la frase porque en ese momento vio cómo uno de los saltamontes  se abría paso entre los bultos del vehículo y tomaba por sorpresa al piloto, devorándolo.


 

 



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Agradezco a la Revista ADAMAR de creación de Madrid y a Dolores Escudero (Lola) por la publicación de "Como ser objetiva en tiempos de sexo" que fuera integrado también en aBrace Revista Cultural.Es lindo ver como una camioneta verde limón llena de fantasmas viaja tanto en el tiempo.

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