Extraño los tiempos en que éramos vos y yo; solos. Sin embargo ambos clamamos por vos: por tu frescor, tu húmeda caricia que espanta a este viento caliente que ha llegado del desierto con el cometido de ahogarnos y a la octava plaga que nos clava sus agujas punzantes, me pregunto si las libélulas se han vuelto farsantes, hace días que nos acompañan pero vos... vos no venís. Y yo te espero.
Continúa