BXLMVD
Reflexiones y opiniones de un uruguayo que vive en Bélgica.

http://blogs.montevideo.com.uy/bxlmvd |  Agregar a favoritos  | 
Imprimir Recomendar Agrandar Achicar

01.10.2012 19:45 / Mis artículos

Amigos de los rieles (1).

Esta es la primera parte del breve relato de un viaje, que aunque no se desarrolla en Uruguay, tiene como cometido abogar por la revitalización de los medios de transporte sobre rieles, tanto en Montevideo, como en todo el territorio uruguayo. Lamentablemente y pienso que de manera equivocada, trenes, tranvías y metropolitanos, subterraneos o al aire libre, fueron dejados de lado para privilegiar el uso de automoviles y autobuses, por las rutas de pavimento.

En el Sud Expresso.

Ya faltaba poco para que partiera el tren. En la estación Santa Apolonia hacía mucho calor aquel día de comienzos de setiembre, pero había valido la pena llegar apenas después del mediodía para cambiar los pasajes y el destino. No iríamos a Madrid sino a Hendaya y de ahi tomaríamos un TGV hasta Paris.

En el andén, unos minutos antes de las 16.30 la hora de salida, divisamos dos empleados de la tripulación del tren y allí nos dirijimos. El que parecía un inspector o acompañante, hablaba portugués, pero entendía sin problemas el español y con buena disposición, nos indicó el vagón que nos correspondía a cada uno.

El itinerario que estabamos por comenzar era la antigüa línea « Sud Expresso » que unía Lisboa con Paris. Aunque la crisis que azota con fuerza la península ibérica, hizo que la empresa ferroviaria portuguesa (CP, Comboios de Portugal) cesara de hacer ese viaje el año pasado. La española RENFE, en la cual adquirimos los billetes,  retomó uno de sus principales tramos que atraviesa el estado lusitano y España, conectando la capital portuguesa con Irún, en el país vasco y a un paso del otro lado de la frontera francesa, llega a la gare terminus en Hendaye.

Subimos para localizar nuestros respectivos sitios. Depués de instalarme en mi camarote, cuyas otras tres plazas ya estaban ocupadas por sus respectivos titulares, transité los dos vagones de distancia para reencontrarme con mi compañera.

Ella estaba sola ; me comentó que al parecer una jóven que hablaba inglés también tenía su sitio allí, pero prefirió irse a otro lugar del vagón junto a unos amigos que también viajaban. El tren había iniciado su trayectoria y luego de transcurrido algún tiempo, especulabamos que tal vez ese camarote destinado a mujeres, no tuviera más pasajeros que mi compañera.

Considerando que el acompañante  y revisador se había mostrado « canchero » al controlarnos los pasajes y que percibimos bastante laxitud en los criterios, esto nos permitiría hacer buena parte del trayecto juntos en su compartimiento. Pero la expectativa no duró mucho.

El convoy se detuvo en la estación Oriente, la otra grande de Lisboa y allí subieron más viajeros. Entre ellos una pareja de presumible orígen africano con un bebé, quienes ingresaron al lugar en que estabamos, cambiando subitamente el contexto.

Una vez instalados la madre con su niño, un robusto y regordete afrodescendiente, prontamente el padre fué ingresando bolsos y valijas, alguna bastante grande. Como corolario traían un carro para el bebé, que lejos de ser de los plegables para viaje, era de los más voluminosos. Luego de trabajosas maniobras logró encastrarlo entre la ventanilla y el lavabó, con la consecuencia de obstaculizar casi totalmente el acceso al mismo.

Pese a la incursión bastante invasiva de los espacios comunes con sus equipajes, la familiaridad desplegada por los ocasionales co-inquilinos era cordial.

El infante desplegaba simpatía al mirarnos con insistencia y sonreir. Su madre y su padre, este último hiperactivo en el trasiego de bultos, pero también bien dispuesto a jugar y cuidar del hijo pequeño, parecían una compañia confiable, pese a las diferencias culturales e idiomáticas.

Transcurrido cierto lapso, se apersonó en el compartimiento la jóven y espigada « mochilera », que era la poseedora de una de las plazas. En pocas palabras en idioma inglés, se entendieron con el hombre para hacer una permuta de lugares. Ella había estado todo el trayecto, hasta ese instante, con sus amigos y prefería seguir en aquel espacio.

Tomé nota mental del cambio, pues se generaba una interrogante a responder. Si ahora la pareja africana estaba definitivamente instalada, en un camarote que reglamentariamente era exclusivamente femenino, ¿cual podría ser mi actitud ? Comencé a pensar que aceptando la situación de hecho, debería también trasladarme a la litera aún vacante, para estar junto a mi compañera, que no había previsto compartir camarote con un matrimonio y su bebé.

Hasta esa hora yo había alternado mi presencia entre dos vagones, ya que mi lugar « oficial » estaba en un compartimiento masculino, junto a otros tres varones de diferentes estilos y procencias, pero que me daban la impresión de ser correctos y bien adaptados a la cohabitación durante el viaje.

Había retornado hasta allí unas tres o cuatro veces, desde que tomé posesión de mi asiento, dejando la valija al costado, para luego ir al otro vagón. Cada vez que  pasaba algunos minutos en mi lugar original, aprovechaba para ir leyendo la novela « Heroes rotos » que había recibido de las manos de Joaquín, su autor, hacía justo una semana. El libro me servía simultáneamente como signo de ocupación del asiento, ya que lo dejaba a la vista cada vez que salía a visitar a mi compañera.

El nuevo equilibrio se rompió bruscamente antes del anochecer, luego que el tren realizara una nueva parada, la última en territorio portugués.

 

 

 


 



Inicio

Buscar
Buscar en BXLMVD

Sobre mí
Leonel Elola Verocay. Vivo en Bélgica desde el 2004. BXLMVD habita una adyacencia psicogeográfica entre Bélgica y Uruguay; esa es su ventaja y a la vez su handicap.

Categorías

Mis Links

Archivo


Contacto

¿Qué es RSS?