No sentí que había regresado hasta que la vi.
Era todavía un extranjero cuando bajé del avión, cuando saludé a mis padres que ya estaban viejos, cuando cené con mi hija que no reconocía. En realidad llegué a casa después. Después que vi las luces por la ventana del coche y le pedí al taxista que se detuviera en mitad de camino. Después que bajé del auto en medio de la noche y me quedé parado e inmóvil. Después que la vi, luminosa y tranquila, la rambla de Montevideo.
Relato ganador en la segunda semana del Primer Concurso de Cuentos breves de La Tertulia de los Viernes. El Espectador. http://www.espectador.com/1v4_contenido.php?id=238431&sts=1
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