DESDE EL PSICOANALISIS
Psicoanalisis y Literatura

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04.04.2012 10:29 / Psicoanalisis y Literatura

Un lugar sin nombre

 


 

 Los hechos son siempre vacíos,

son recipientes que tomarán la forma

del sentimiento que los llene.

 

(Juan Carlos Onetti)

 

 

Él es un enigma. Cada vez que creo poder definirlo, su rostro se modifica de tal manera, que aún siendo el mismo, varía invisiblemente haciendo imposible su ubicación en un lugar preciso. Como si se corriera un paso al costado cuando intento aprehenderlo para borrarlo, permaneciendo siempre casi en el mismo lugar. Casi. Me pregunto si él lo sabrá, si lo percibirá de manera sutil o es completamente ignorante. En realidad me pregunto muchas cosas acerca de él, porque por más que me hable y me trasmita fragmentos de su historia, tengo la sensación de que jamás podré conocerlo en profundidad. Sé que es muy difícil, por no decir imposible, conocer a alguien de esa manera y que aun conviviendo largos años con alguien, siempre hay un fragmento del otro que se pierde. Pero uno tiene la ilusión de que no es así. Y es lógico que así sea, porque ¿cómo podríamos vivir día a día, si tuviésemos siempre presente que esa persona con la que compartimos nuestra vida, que duerme todas las noches a nuestro lado es en última instancia, aunque sólo sea en última instancia, un desconocido?. Es necesaria esa ficción que acorta las distancias, para que la realidad sea un poco más consistente y podamos vivir tranquilamente en un juego de cómo sí. Como si lo conociera lo suficiente. Sin embargo no puedo hacerlo con él, y nunca podré, y eso lo ubica en un lugar sin nombre. El es mi enigma. Porque ese lugar sin nombre es en definitiva una parte de mi.

 

Estos eran los pensamientos de Clara en el momento anterior a levantarse del sillón y poner un disco. Los olvidó inmediatamente luego de haberlos pensado, por eso nunca supo que no fue el azar lo que la llevó a poner el disco que él le había regalado. Y cuando la música invadió la habitación, Clara se puso a recordar aquélla tarde no tan lejana en que se encontraron por primera vez.

 

Era otoño y llovía, pero eso solo tiene un significado que Clara le dará después cuando lo recuerde, porque esa tarde estaba demasiado sumergida en su fantasía como para mirar a su alrededor. Sentada frente a la computadora, miraba una foto de él y se preguntaba si en persona sería igual a su imagen o estaría a punto de abrirle su puerta a un desconocido. Cuando él entró y le entregó el regalo, ella lo miró sorprendida de no sorprenderse, y recordó que en realidad ya lo había soñado y por eso lo conocía. Sin embargo, aunque era él, ella estaba nerviosa porque aún dudaba de que su sueño no fuera lo suficientemente real y temía que la ilusión se pudiese quebrar en cualquier momento. Pero él también estaba nervioso, y eso le decía a ella que su sueño no había fallado. Para quitarse las dudas, ella le dijo que aún no sabía si él era en realidad él, y cuando él le respondió, Clara supo que en aquella frase estaba la respuesta que buscaba. Entonces se besaron en el sillón en el que está sentada Clara mientas recuerda este momento, que es el sillón  en que le dijo que había soñado con él. Lo que no le contó, tal vez porque aún no se había dado cuenta, era que en algún lugar desconocido, ella sabía que lo iba a conocer. Y que lo supo aquel día, cuando lo vio en aquel balneario donde pasó el verano y él se le quedó prendido en la memoria.

Ella le dijo esa tarde, mientras lo miraba a los ojos, que él era mejor que su propia fantasía, y cuando luego él se fue, y ella se quedó sintiendo su olor en la piel, se preguntó si de verdad había sucedido. Y aunque no se cansa de comprobar que él existe, aún se hace la misma pregunta cada vez que él se va.

 

Lo que Clara descubrió aquel miércoles de abril, fue la delgada línea que separa el deseo de la realidad, y cómo solo un pequeño e insignificante empujón puede hacer añicos esa distancia. Y lo que descubre mientras piensa en este recuerdo es que no es una delgada línea lo que separa una cosa de la otra, porque él aún está dentro de esa fantasía. Y por eso es un enigma. Su propio enigma.

 

La última canción del disco llega a su fin, y los recuerdos de Clara comienzan a desvanecerse. ¿Por qué intento encontrarle un nombre a ese lugar?, se pregunta Clara, un segundo antes de levantarse a cambiar la música y dejar caer sus pensamientos en el olvido.

  

 

 

 

 

 

 



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Sobre mí
Lic.Psic.María Noel Gazzano / Psicoanalista. Licenciada en Psicología en la Universidad de la República

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