Eliza y Miguel
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08.03.2012 05:29 / Relatos de Eliza

Buenas noticias

Amigos: Les prometí noticias (cuando hubiera buenas) y acá van.

Si bien el mes pasado no volví muy contenta de mi visita al cirujano porque esperaba el ansiado permiso para pisar y no me lo dio... algunos adelantos hubo: me indicó ejercicios pisando la balancita de baño empezando con 10 Kg. y aumentando 10 por semana y lo más importante, me dio permiso para manejar. Lo que debe pisar mi pata mala es el embrague, que se acciona sentada, con una presión mínima.

Quedó casi cumplido el sueño de mi vida (me hubiera gustado ser taxista), con la variante de conducir como chofer honorario... pero chofer al fin. Sí, nada más que eso, porque llegar al auto con la silla de ruedas rodando por la piedra laja es todo un asunto y aunque se cierra, pesa un quintal y cuesta un triunfo meterla en la valija. Mejor dejarla en casa y no bajarme del auto hasta la vuelta. Un lujo, dos saliditas semanales al supermercado de media hora cada una, escuchando tangos en la radio mientras Miguel hace la compra, me renueva y me da más resultado que un buen recauchutaje en la peluquería.

Pero de pararme en las dos piernas no dijo nada, de caminar, menos, y de cuándo será... misterio, como siempre. Sin embargo me explicó la razón de los ejercicios. Cuando hay transplante de hueso ajeno, como en mi caso, hay que darle peso poco a poco, porque de lo contrario, corre el riesgo de fracturarse.

Si en cada paso le damos a cada pierna el peso completo de nuestro cuerpo, ese dato me dio la pauta de que recién podría caminar a las siete semanas, cuando estuviera pisando 70 Kg. en la balanza. Con esa idea fui a la consulta ayer, miércoles 7, asumiendo de antemano que esta vez... tampoco.

Como siempre, miró las radiografías y se jactó de su labor, aunque esta vez compartió laureles conmigo (en cinco meses, el hueso transplantado ya casi se confunde con el mío y eso significa que hago muy bien los deberes). Le agradecí sin alardes, porque soy tan ególatra como él.

Cuando empezó a decirme que siguiera los ejercicios aumentando de a 10 Kg. y que lo fuera a ver a fines de abril, las cuentas no me cerraron y se lo dije... "Pero yo preciso pisar 70 Kg. y a esa fecha van a ser 110..." Y ahí, muy risueño, me mató de la sorpresa: "Sí, cuanto más ejercites los músculos, mejor. Total... lo vas a hacer caminando... ¡Pero con un andador y muy, pero muy despacito y si usás los dos bastones, que sea con muchísimo cuidado!"

No lo podía creer, quedé de boca abierta y él... le palmeó el hombro a mi marido, me dio un besito, me dijo que en la próxima consulta por primera vez me verá entrar caminando, y nos despidió.

Al llegar a casa, lo primero que hice fue llamar a Estol para que me traigan un andador y se lleven la silla. Igual a la de la foto, con frenos de bicicleta, será mi nueva máquina a tracción a sangre y la tendré a mi disposición en pocas horas más.

Ya está, se terminó mi largo periplo. Caminar era lo único que me faltaba. La velocidad y la destreza de movimientos ya vendrán, no tengo apuro: ¡ya tengo independencia!

Me senté en una silla común, no en la de ruedas, respiré hondo y tomé un bastón en cada mano para recorrer el laguísimo trayecto hasta llegar al baño (9 metros ida y vuelta)... no sé en cuántos minutos... lo importante es que lo hice sola. Me cansé como si hubiera hecho una caminata a campo traviesa, pero me salió muy bien.

Lo mejor de todo esto es el descanso que tendrá Miguel a partir de hoy. Ahora mismo, duerme tranquilamente mientras yo me trasnocho frente a la computadora, sin tener que preocuparse por venir a buscarme para llevarme a acostar. Está tranquilo porque sabe que no haré nada arriesgado, que me tomaré mi tiempo para cada movimiento, y que seguiré recuperándome con la misma tenacidad de siempre, y la misma calma.

Dentro de un rato, cuando me venga sueño, emprenderé el camino hacia el dormitorio. Recién cuando me acueste y apague la luz, me voy a convencer de que llegué hasta allí por mis propios medios, como antes, como será de ahora en más, porque mi vida recomienza.

Eliza



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