Crónicas de un vejiga
Ejercicios primitivos de sinapsis.
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Sobre mi
Hago mucho menos de lo que quisiera, sueño mucho más de lo que debería. Eterno enamorado de la sábana con elástico, incorfomista, ansioso, me impresiona la sangre y soy de esos que se mira los pies al salir de la casa para comprobar que se puso los zapatos. Esto es a voluntad, sin compromiso.
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28.02.2012 21:04
La meca de Julito


Si alguna vez me desesperé buscando al Brasil típicamente metido en el imaginario uruguayo, esta frenética búsqueda llegó a su fin. Río de Janeiro. En los cariocas encontré eso que siempre había querido buscar para convencerme de que los uruguayos somos típicamente grises y nos sobran motivos para creernos los europeos porque nos falta onda para parecernos a los brasucas.

Qué bien que nos vendría mirar un poquito para ese lado porque la alegría esa es realmente una maravilla.

Ta bien, se me dirá que ir a Brasil en vísperas de carnaval es como comparar dos realidades paralelas. Es verdad, pero dudo mucho que la cotidianeidad se aleje tanto de dicho estado carnavalesco.  Quiero frenarme en mi instinto de uruguayus tipicus y por un momento no analizar todos esos conceptos tan comúnmente escuchados en contra de esta realidad. En este momento, quiero independizarme de esto y detenerme en algo muchísimo más subjetivo, en esa alegría que se respira, esa que cualquier carioca se encarga de contagiar.

No quiero pensar demasiado las razones, no quiero analizar nada, solamente recordarme una vez más que me encantaría ser un poquito más así, más libre de cabeza, más incorrectito. Va en la actitud, va en ese espíritu y en esa constante de no preocuparse por la crítica ajena, sino dejarse llevar un poquito más por lo que cada uno quiere ser o hacer.

Ponerse la sunga aunque la panza te llegue a la rodilla o meterte un bikini diminuto aunque precises de los bomberos para sacártelo. Nadie juzga, cada cual hace lo que se le canta y se vive de una forma seductoramente más light. ¿Será la época?, ¿Será que de vacaciones el ánimo mejora? No sé que será, pero si de algo estoy seguro es que acá no pasa.

Acá en el carnaval nos dedicamos a decir que todo es un caos, que se “consumen sustancias” (Celso Cuadro et. al), que se “fueron los famosos” (Vieja de la Pedrera et. al) y que antes no pasaba. No se organiza nada, la gente protesta cuando se queda sin negocio y vale más una palada de mierda que un gesto amable y un “vamo arriba”. Nadie hace nada sino tiene rédito, cuesta trabajo divertirse y nos seguimos convenciendo en ese papel de amargos que taaaan bien nos cae.

Está bien, no es del todo lindo que te meen el jardín, pero a final de cuentas es un poquito de nitrógeno para fertilizarle las hortensias de la vieja al pedo. Vecina, no se me ponga loca que es un poco de pichona y no un licuado de Fukushima. 

Encontramos un problema, notable, ahora vamos a ser lo suficientemente capaces de solucionarlo y no pensar que matando una fiesta se acaban los “desmanes” (preciosa palabra). Es más fácil pegarle un tirito en la tefren al mensajero que putear al que mandó la carta. Es más fácil mandar a un notero que se piensa que está en Fallujah que analizar y ser partícipe de un cambio, de una mejora.  Rinde mucho más el circo y la paparruchada, un mal cada día más criollo.

En fin, voy a tramitar definitivamente la ciudadanía aunque me tenga que casar con Ronaldinho y me voy a dedicar a abrasilerarme lo más posible y lo más rápido que me den las paticas.

Igualmente, voy a extrañar reírme como loco cada vez que vea los camiones recolectores de basura con la sigla “CAP”. Bruto bolso el de la licitación de la IMM…