En Calesita alrededor del Sol
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15.12.2011 10:14 / Micro Cosmos

"En el día más brillante, en la noche más oscura." ( II )

 

En el sector inferior de la foto que acompaña este post, se puede observar la mano de Abin Sur en el momento en que ofrece a Hal Jordan la sortija de poder. En esta foto en particular, aparecen varios modelos de anillos de LINTERNA VERDE, los cuales son sólo algunos de los que se pueden encontrar por internet, ya que hay una amplia variedad de los mismos. Estos son los elegidos porque son los que más se parecen a las versiones de los comics.

Todos menos uno.

El que se encuentra abajo a la derecha, es un aporte personal.

Es un anillo ornamental  de oro, con un incruste de piedra preciosa tipo “solitaire”, que en este caso es una esmeralda.

El de la foto es un modelo que encontré  gugleando, pues el que verdaderamente debería estar allí, el original que era casi exactamente igual  a este, hace mucho, pero mucho tiempo que lo perdí de vista.

Era el anillo de mi padre.

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Poco después de aquel despertar de una siestita de cinco días, cuando tenía 9 años, todo volvió a la normalidad. O por lo menos lo que yo interpretaba como “normalidad” en aquellos tiempos.

La vida era mis dos hermanos y yo viviendo con nuestra madre en el pequeñísimo apartamento del “conventillo” (así le decía ella, que nadie se ofenda) de la calle Dr. Decroly, padeciendo un poco de hambruna y necesidades varias. Íbamos a la escuela y volvíamos cada uno a lo suyo. Mis hermanos a jugar a la calle y yo a leer o a dibujar historietas. Mi padre lejos, en la que debe haber sido una de las épocas más prósperas de su vida. Era joven, con facha, libre y solvente, así que estaba dedicado a la “vida loca”. Como vivía con su madre, es decir, mi abuela paterna, y esta nos tenía una dosis de cariño suficiente como para tenernos en cuenta algún fin de semana que otro en vacaciones de julio, setiembre y en las de verano, nosotros teníamos la oportunidad de verlo.

A veces llegaba del trabajo, se bañaba, se afeitaba y se iba, y entonces apenas  intercambiábamos saludos. Otras veces, los domingos de tarde, estaba más relajado y teníamos oportunidad de compartir alguna charla más profunda, dónde yo hacía preguntas sobre la vida y él me preguntaba cosas sobre la casa que había abandonado. En otras ocasiones íbamos al cine, o a pasear por los bares en los que era habitué. A mí me gustaba estar cerca de él, porque había visto que,  más o menos al año de haberme recuperado de aquella afección febril y virósica, él había aparecido con una joya deslumbrante. Un anillo de oro con una enorme piedra verde, oval y brillante, incrustada en el centro. Él se sentía orgulloso de su anillo, el cual mostraba al mundo, no sólo su elegancia, sino su avance en la vida. NO tenía casa, ni auto, ni matrimonio ya, porque todo lo bien que le iba en sus actividades económicas, él lo dejaba en noches de farra corrida, con alcohol y con mujeres. Yo no sabía eso entonces y pensaba que él, por las noches, salía a defender a los débiles y que a nosotros nos había abandonado para que sus archi-enemigos no nos hicieran daño.

Yo creía firmemente que aquel anillo era, obviamente, un anillo de LINTERNA VERDE.

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Durante mucho tiempo busqué la famosa Linterna dónde él debía cargar el anillo, pues aunque sabía que la misma no es visible si no para los Linterna Verde, me empecinaba en creer que como yo era su hijo, algún vínculo o conexión podría haber. Total, no se pierde nada con probar.  Pero al pasar el tiempo y no lograrlo, y por la misma razón ir creciendo y cambiando algunos credos, desistí de buscar. Por otro lado dadas las crecientes pruebas que tenía de la verdadera vida nocturna de mi padre,  empecé a creer que  él tenía el anillo pero no sabía que lo tenía, y no lo podía activar porque no cumplía con los requisitos morales pertinentes. Quizá alguna vez fue un buen prospecto, pero no se supo sostener y cayó fuera del círculo. Pero, si esto era así, ¿Por qué seguía teniendo el anillo?

Había una sola respuesta posible…el anillo estaba esperándome.

Cuando el anillo quisiera o fuera el momento adecuado, vendría a mí y juntos activaríamos sus poderes y juntos cruzaríamos el cielo como un rayo esmeralda. Era tal mi convicción de que aquella preciosa joya era lo yo que imaginaba que era, que cuando estaba cerca de mi padre, recitaba en voz baja:

“En el día más brillante o en la noche más oscura,

el mal no prevalecerá en su postura.

Aquellos que al mal confían su suerte

Caerán ante del poder de mi Linterna Verde”

Y esperaba en silencio que el proceso se iniciara….

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El tiempo pasó,  inmutable, como siempre.

Crecí, conseguí trabajo, esposa, hijos, deudas y de a poco, me fui convirtiendo “un ladrillo más en la pared.”

Mi padre y yo fuimos cada vez más extraños el uno al otro.  Hubo algunos picos de acercamiento, como cuando tuve a mi primer hija, por ejemplo, pero el abismo triunfó y un día dejamos de vernos. Tanto, que me enteré que había muerto por un compañero de trabajo.

Todo el proceso de separación final fue  bastante dramático y no viene al caso. Lo cierto es que pasados algunos meses después de su muerte,  estaba yo esperando en una esquina del Centro, para encontrarme con la que sería finalmente mi segunda esposa y se me dio por entrar en una galería y así matar un poco el tiempo. Descubrí  algo sorprendente.

Una tienda de COMICS.

Entré y de pronto me pareció estar viajando en el tiempo y en el espacio. Aquello era un lugar como sólo había oído hablar en las películas. Había comics por doquier, de todos, toditos los superhéroes y había posters y había figuritas de acción y muchas cosas más.  Me entretuve tanto que me olvidé de mi novia. Me había encontrado nada más y nada menos con la colección de “Crisis en tierras INFINITAS”, que era una colección sacada por DC a principios de los 80 para reordenar el caos en el que se habían convertido 40 años de escribir y re-escribir a los mismos personajes.

Me gasté una plata que no tenía y me fui para mi apartamento, dónde vivía solo y en un formato muy austero. El plan a mis 31 años, era muy sencillo; comprarme un pizza, una coca, y amanecer leyendo “revistitas”.

Y mientras iba en el ómnibus, abrazado al paquete que acaba de adquirir (y que sería el comienzo de un nuevo tiempo de coleccionista de tebeos, que sería corto pero intenso), a mi mente volvió aquel anillo de poder que nunca llegué a calzar en mi dedo, y que el destino lo había alejado de mí para siempre,  yendo a parar a las manos de  quién sabe quién.  ¿El nuevo novio de su viuda esposa?, ¿El novio de alguna de mis medio hermanas?, ¿la casa de empeño?, ¿una joyería dedicada?.

Lo busqué por años en todas las joyerías por las que me crucé, pero no. No hay ni parecidos.

Sólo espero que en las nuevas manos que se luzca, haya encontrado por fin, su verdadero destino.

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P.D. – El recitado de juramento que utiliza Hal Jordan para cargar el anillo en la batería, tiene varias versiones en español. La que aparece en este artículo, es una versión personal, acuñada y memorizada en aquellos años.

LINTERNA VERDE (HAL JORDAN) – Creado por John Broome y Gil Kane. Hizo su aparición estelar  en octubre de 1959, en el Nº 22 de la colección SHOWCASE de la editorial DC COMICS.



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El sentido común me indica que debería callar y seguir. Pero eso sería tan aburrido como todo lo demás...

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