Hasta la fecha, la Comisión del Patrimonio Cultural de la Nación tiene registrados seiscientos dos (602) padrones montevideanos en su listado de protección de bienes inmuebles. Seiscientos (600) de ellos con posterioridad al 8 de julio de 1975, fecha en la cual la entonces denominada Comisión del Patrimonio Histórico, Artístico y Cultural de la Nación, aprobó el primer listado de bienes protegidos, en aplicación de la ley Nº 14.040 de octubre de 1971. Las dos excepciones corresponden a la Casa de Antonio Pérez en Arroyo Seco (fracción "A" / 3 de junio de 1973), y al Banco de Londres y América del Sud (5 de diciembre de 1972). En los dos casos mediando situaciones muy particulares; la última, además, muy notable por su contenido ejemplar.

Caminaba don Juan Pivel Devoto por las calles de la Ciudad Vieja, cuando al acercarse al viejo edificio de la calle Zabala que había sido sede del Banco de Londres -ejemplo de segura inclusión en el listado de protección que entonces empezaba a procesarse-, pudo apreciar, supongo que con espanto, el avance de imprevistos trabajos de demolición. La fachada estaba todavía en pie, por lo que no había tiempo que perder, y esa misma noche, acompañado por uno de los miembros de la Comisión -Angel Kalemberg, que bien recuerda esas circunstancias-, Pivel, su presidente, asentó la denuncia en la Seccional 1ª de Policía, por la afectación de un bien.... rápidamente convertido en "monumento histórico". El primero formalizado como tal, apenas cuatro meses después que en el Diario Oficial se publicara el decreto reglamentario de la ley 14.040.

La foto de portada muestra la imagen actual del "monumento". A la decisión comprometida y salvadora de Pivel, siguieron décadas de perfecta inercia -en tiempos de dictadura, y después, hasta nuestros días-, de modo tal que el proyecto de instalar allí la sede de la Biblioteca de Historia Americana fue quedando en el olvido. Doble consecuencia negativa entonces, por el edificio ruinoso que imponía la necesidad de su rehabiliatción, y por un proyecto cultural que hubiera merecido mejor suerte. Hoy se ha abierto una esperanza. En la fachada se ha colocado un cartel que anuncia un emprendimiento de rescate largamente postergado. Según la escasa información trascendida, la iniciatica del MEC, procesada en la órbita del MTOP, parece haber sorteado con éxito las instancias de evaluación en la Comisión del Patrimonio y en la Comisión de Ciudad Vieja, aunque no sin críticas -algunas muy severas- que se han mantenido en prudente reserva.

Estamos ante una decisión que aun sin entrar en el análisis de la pertinencia del programa que sustituirá al original -tan vigente, tan necesario-, es digna de apoyo. Pero es una pena que esa iniciativa encomiable no se procese dentro de los carriles que son ya tradición firme de los uruguayos: el concurso público de proyectos. Ojalá no sea ésta otra oportunidad perdida, y el gesto de Pivel Devoto encuentre por fin -a treinta y siete años de distancia- su justo complemento.