Los siete sentidos.
El espacio de Gustavo Escanlar

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23.03.2007 13:28 / Mis artículos

Los Siete Sentidos 50



Leo el libro 'Yo fui un porno star y otras crónicas de lujuria y demencia', del periodista argentino que se hace llamar Cicco. Se trata de un estilo de reportaje muy particular, que el tipo describe y define como "periodismo border", un abordaje a las historias desde técnicas "que no pertenecían al periodismo". De este modo, Cicco cuenta que para eso "asistí a autopsias forenses, a orgías, me empleé como enterrador, como asistente de boxeo, fui catador sexual, cazador, anfitrión de tangos, nudista". Como consecuencia, "me peleé con infinidad de gente, me llamaron gay, antisemita, drogón, inútil, nos dejaron fuera de fiestas y eventos, y en mi revista empezaron a mirarme como al unicornio". Los pasos para hacer periodismo border, según Cicco, "no lo llevarán al estrellato, ni a la dirección de un medio. Más bien, lo llevarán en dirección al baño y a la ruina". No sorprenden, entonces, los comentarios sobre Cicco y su trabajo seleccionadas en la contratapa. Bernardo Neustadt, por ejemplo, le escribió: "Le podría decir: malvado, inmundo, pero me quedo con la palabra: estafador". Mirtha Legrand lo definió como "horrible". Pepe Eliaschev confesó no entender "cómo le dejan espacio en los medios a un tipo así". La entrevista a Neustadt -que Cicco publicó en la revista Noticias- se titula "¿Sabe con quién se acuesta Bernardo Neustadt?". Y el periodista escribe: "Bernardo Neustadt se acuesta con una de quince años: Mía, pequeña, bonita, con los rasgos tirantes y el pelo recogido en una colita". Y continúa: "Sea verano o invierno, Bernardo toma a Mía en sus brazos y van juntos a tostarse a la terraza. Terminada esta nota, subirán las escaleras, se recostarán y mientras él mira partidos de fútbol de la liga europea, Mía lo besará y lo besará". Pero, continúa Cicco en el prólogo de la entrevista, Mía "tiene los días contados. Los perros yorshire viven un promedio de 12 años". Neustadt se indignó y le envió una carta aconsejándole: "Mírese al espejo y pregúntese '¿quién soy yo? ¿Ese miserable que escribió el introito del reportaje? ¿Ese vulgar perforador de intimidades que inventa? ¿O ese personaje que hasta el diablo lo rechazaría en el infierno?". Tanto se mete Cicco que hasta llegó a un club nocturno, un sitio "donde se consumen 100 botellas de champán y se celebran 20 despedidas de soltero al mes", donde "hay rubias vertiginosas como montañas rusas, pelirrojas demoledoras como martillos, y un puñado de morochas espectrales como trenes fantasma", además de "unas maduras redondas como vuelta al mundo". Pero afuera de esos clubes, cuenta Cicco, aparece "el mundo real de las mujeres-calesita, que viven dando rodeos y cobrando la vuelta hasta que, cuando uno menos lo espera, nos meten la sortija en el dedo".

(Yo fui un porno star y otras crónicas de lujuria y demencia, de Cicco. 390 pesos, en cualquier librería)

Investigo la mentalidad femenina en los libros de Isabella Santo Domingo. Es colombiana, hermosísima y asalariada. Y escribió dos libros totalmente antifeministas, el primero llamado 'Los caballeros las prefieren brutas', y el segundo, del 2006, que lleva como título 'AM/FM. ¿Felizmente Mantenida o Asalariada de Mierda?'. Allí cuenta que "ninguna mujer está contenta con lo que tiene", porque "la que trabaja quiere ser ama de casa, la ama de casa quiere montar su propio negocio y mandar al carajo al esposo bonachón. La que tiene novio quiere marido y la que lo tiene quiere un amante. La que es curvilínea quiere ser anoréxica y la que por desgracia ya lo es quiere convencernos de que es gorda". Expresa verdades grandes pero calladas, como que "la diferencia entre un matrimonio funcional y feliz de uno que no lo es consiste en callarse una que otra cosa". Dice otras verdades inquietantes, como que los maridos no saben que "muchas esposas, a sabiendas de que el marido anda con otra (casi todas lo saben o al menos lo intuyen), en secreto hasta le agradecen el gesto a la otra, pues esto les deja tiempo y hasta el camino libre para salir ellas también con otro. Preferiblemente uno que sea más agraciado, joven y mejor amante que ellos". Y, como más o menos todo el mundo, termina culpando de todo a la educación: "las mujeres modernas, si no nacemos, nos crían para ser unas verdaderas traumatizadas. En algunos casos, unas agresivas, posesivas, envidiosas e intolerantes féminas que vivimos a la defensiva y que lamentablemente casi nunca lograremos hallarnos dentro de nuestro propio contexto".

(También están en las librerías locales. Miren la foto de la autora, periodista y heroína de telenovelas: está muy bien, no les parece?)

Pregunta Bruno, un lector que se ve que me conoce desde hace muchos años qué opino, retrospectivamente, de la experiencia artística que se llamó 'Arte en la Lona'. Literalmente, escribe: "¿Te imaginás 'Arte en la lona' en estos tiempos? ¿Cómo sería? Dale, escribite algo para el jueves". La verdad es que no me gusta demasiado escribir a pedido, pero el mail me trajo dos o tres recuerdos. Arte en la Lona fue una experiencia artística que produjimos en 1988 Carlos Muñoz, Rosario González y yo. Paralelamente a la Muestra Internacional de Teatro, intentamos promover y difundir la producción artística montevideana de aquel momento. Tanto en el rock como en el teatro como en las artes plásticas como en el periodismo y en la literatura comenzaban a surgir propuestas que no se encasillaban en las corrientes culturales dominantes. Arte en la Lona significó mi tercer o cuarto choque con el stablishment cultural de izquierda (¡cómo se les ocurre hacer una muestra paralela a la muestra de teatro!) y mi primer choque con el lumpenaje anarco, ese plancherío que hoy es el dominante cultural y que en aquel entonces era un fenómeno emergente que podía enamorar a tres o cuatro intelectuales compatriotas. Ese planchismo al que no le importaba la propuesta artística, lo que le importaba era que la cosa fuera gratis y que hubiera un buen pasador de fumo. Ese planchismo capaz de afanarse el sombrero con el que recogíamos la recaudación del día. Ese planchismo que le gritaba a Mateo 'salí del escenario, viejo' o a Cerminara 'y vos quién sos, viejo trolo' (y el Bebe se les plantó inolvidablemente e hizo una función inolvidable de Haciendo Capote). Así que hoy Arte en la Lona sería igual a como fue, pero peor. En aquel momento -repito, 1988- los planchas eran minoría. Hoy, lamentablemente, todos somos planchas. Nada más que eso.

(De todos modos, el año que viene, cuando se cumplan 20 años de Arte en la Lona, vamos a ver si armamos algún curro para homenajearla)

Leo en la revista La Mano de enero del 2007 una entrevista de Mariana Enríquez a Andy Adler en la que habla de su historia musical y las bandas en las que participó. Solo quiero citar el fragmento en que menciona su pasaje por la Tabaré, cuyos métodos califica como "bien estalinistas". Resulta que Andy fue uno de los fundadores de la banda, pero no duró mucho tiempo. Tiempo después, según Adler, "en una recopilación, me borraron de la foto y pusieron un árbol". Sin palabras.

(Eso. Sin palabras. La Mano no se consigue en Uruguay. Las de enero, febrero y marzo me las trajo Martín Pérez. Si no sos amigo de él, pedíselas a algún tío que tengas en la gran ciudad, que te las traiga cuando venga)

Fue Z.

(Leete en Plan B del viernes la columna de Leonardo Haberkorn sobre el tema)

Van a vivirse lejos David, Jacky y familia. Los voy a extrañar, che. Sobre todo a David, las tardes de spa y las noches viendo a Atenas. Vo, en serio, que sean felices allá. Una vez más, compruebo que el nomadismo es una característica esencial de los humanos, y a la vez un signo de sabiduría. Cuantas más vidas somos capaces de vivir, mejores tipos somos. Y más somos capaces de aprender. Y más cosas distintas a nosotros somos capaces de aceptar.

(Después de casi un año de escribir esta columna, creo tener derecho a un aviso clasificado personal, no?)

Apareció 1001 libros que hay que leer antes de morir. Una gran enciclopedia. Se merece más de una columna. Seguiremos informando.

(Ya habían hecho lo mismo, con grandes resultados, con las 1001 películas y los 1001 discos. Gran idea)



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Sobre mí
Gustavo Escanlar nació en Montevideo, Uruguay, el 18 de mayo de 1962. Estudió medicina y literatura. No concluyó ninguna de las dos carreras. Desde 1988 trabaja en prensa escrita, radio, televisión y en montevideo.com. Publicó cinco libros. Vive con Eleonora (esposa), Gaspar (hijastro) y Violeta (hija). Es hincha de Atenas, Central y Palermo Boxing Club.

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