¿ Libertad de expresión ?
Anna Donner Rybak. Compañeros; hasta la victoria.

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14.08.2008 17:18 / Memorias Informales

Otro día.

Era otro día. Salté de la cama a la velocidad del rayo. A las siete treinta, ya había llegado a mi laburo, y prendido la computadora. Ayer me habían quedado muchas cosas pendientes y era otro día de vorágine de locos. De correr esas cuadras por Dieciocho de Julio hacia la clase de las nueve, de tratar de absorber el máximo de aire puro del invierno a la salida. De ceder el tiempo de la escritora a la analista. De resignarme a ir con una libretita anotando Montevideo, para en la primer ocasión libre pasar en limpio esas notas, que devendrían en poema o cuento. Llegué corriendo a la oficina, con los minutos contados. Con la cabeza invadida por algoritmos, que debían de ser implementados cuanto antes. Era otro día hasta que abrí el e.mail de Adriana.

Me  decía que había fallecido la hermana de Andrea. Que no sabía cómo estaba mi relación con ella y no tenía claro si yo querría ir al velorio. Quedé en shock. ¿Cuál de las hermanas de Andrea?  ¿Habría sido un accidente? Bajé la escalera como torbellino hasta la oficina de Adriana para ver si alguien sabía algo. – María de los Angeles, estaba enferma – Entonces recordé. (¿Dónde anduve todo este tiempo?)

Le descubrieron un tumor al mes de haber parido a su último hijo. Ya entonces yo había quedado impresionada. Con todas las molestias post-parto, y los chicos mayores (era el tercero), ella no había tenido tiempo para atender ese dolor. Y pensar que todas nos quejamos. Ella nunca. Cuando fue al médico le extirparon un riñón.

Andrea cambió de trabajo, y yo dejé de verla. Y no supe más de ella hasta hoy. Habíamos tenido unas diferencias y ya no quise mantener el contacto. (El tiempo y la muerte nos despegan del infierno cotidiano, para hacernos ver que seguimos vivos, y nos llevan, de repente, a otro momento…)

La muerte de una persona joven inexorablemente nos deja sin respuestas. Una vida truncada, cuántos sueños por cumplir…

Fuimos con Adriana y Laura al mediodía. Laura estaba preocupada. Allí casualmente iría a encontrarse con sus parientes, y le importaba mucho su reacción ante ellos. (Pobre Andrea). No soporto las tertulias de los velorios. Me parecen una falta de respeto, como si no hubiese otro lugar para conversar. Me pregunto para qué van las personas que no lo sienten. (Porque si uno lo siente no tiene ganas de conversar). Por eso yo nunca voy. (Y necesité ir). Encontré gente que hace diez años no veía. (Dejamos de ver a las personas, y las borramos de nuestra mente. Pero ellas siguen vivas, portando su historia, sólo que nuestros caminos se bifurcan…) Yo sólo quería trasmitirle a Andrea que contaba conmigo y  no necesitaba de ninguna  palabra. Sólo de un abrazo.

Cuando nos fuimos, Laura dijo enojada que la culpa de todo la tenía María de los Angeles. Que se había enfermado porque no dramatizaba sus problemas. Tuve ganas de pegarle.

Era otro día y yo debía de volver a la rutina.



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Sobre mí
Anna Donner Rybak nace en Montevideo el 21 de setiembre de 1966.Desde 1989 hasta 1996 es docente en UTU de Programación de Sistemas y de Lógica.En 1993 se recibe de Analista de Sistemas.Escribe desde 2000, diversos géneros: Cuentos históricos, cuentos de humor, Columnas de actualidad, Ensayos, Poesía y fantástico.

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