El último sitio de la tierra
El peor día de la existencia no es el del fin del mundo, es el que le sigue...

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25.07.2008 23:28 / La inteligencia muta en locura

ABRA CADABLA BLA BLA
 ·                     Marc Arweiler miraba la costa con serenidad y sin más, de improvisto, sin otro ademán ni particularidad en la situación planteada, un cursor normal y corriente de PC se le apareció en su campo visual, notó la presencia de algo volando sobre la izquierda de lo que ahora se asemejaba más a una pantalla de Windows que a un paisaje hermoso, notó su presencia pero la ignoró hasta que sus ojos se dirijeron hasta ese elemento por una suerte de inercia y allí Marc se percató de lo que estaba viendo realmente. La costa comía arena de la orilla y uno nunca se podía a afirmar que en cierto punto comenzaba el mar y en otro la playa; es más, uno ni siquiera podía afirmar que ese supuesto "comienzo" no sea un "final" del mar, o la playa en cuestión.Y ni el mar parecía tener clara noción de sus limites, como un niño pequeño, un chaval, borrego, pendejo, gurí, enano, bajito, cachorro, pichón, una chispita, un miga de movimiento, metabolismos y ritmos. El mar como un Sea on the rocks se hamacaba nauseabundo e indeciso y Marc situó su cursor (que iba ahora adonde sus ojos fuesen) sobre la orilla misma: Clik clik! y la orilla del mar ya no llegaba hasta allí. Basta con dos fugacísimos parpadeos para lograr tener un poco menos de mar. Luego, un parpadeo y, con lo ojos cerrados, arrastrar la orilla hasta donde él lo deseara. El mar ya comía ahora tanta arena que practicamente no había esa cosa insolente que llaman "playa". Marc se tomó su tiempo para creerse eso de ser dueño de su campo visual (o escritorio de ahora en más). Le hizo doble clic al sol y lo apagó, se escucharon gritos de pánico y Marc entendió que se trataba de algo más que un don particular, era algo que afectaba el mundo sensible para todos, no sólo afectaba su visión del mismo. Los gritos continuaban, no se sabía de donde venían eran ostensibles y molestos. "gente estructurada" pensó Marc, "uno solamente les apaga el sol un cacho y andan a los gritos..." De entonces en más, en medio de esa súbita madrugada creada por él mismo, Marc comenzó a jugar con el paisaje del balneario; agrandó nubes, las achicó; borró varios árboles que le molestaban la visual de otra parte del lugar en cuestión; añadió una dunas de árena que quedaban hermosas a lo lejos; cortó y pegó unos troncos caídos  sobre el monte y los dejó a orillas del mar en forma totalmente inverosimil. También predeterminó un protector de pantalla más que interesante que consistía en una sería de dibujos en tres dimensiones que se movían de formas alocadas; es entonces que cuando Marc se duermiese el mundo se volvería ese montón de líneas geométricas conglomeradas en formas estrambóticas  que moverían de formas tremendamente vertiginosas. Se acordó de quitarle el vólumen a los tantos gritos de la "gente estructurada". Continuó jugueteando con su especial magia cursorea; agrandó ciertos árboles del monte hasta alturas nunca antes vistas, cientos de kilometros medirían de ahora en más una serie de árboles, esto hecho sin la menor de las providencias pues cuando ese árbol se caiga (o lo talen) arrasarían con una enorme linea de terrotorio; aparte de que daría leña para miles de fríos meses a miles de necesitadas familias. Desproporcionó luego a un perro callejero que vio por ahí dejándole un lomo de dos metros y una cabecita propia de un perro cualquiera sin ninguna raza demasiado feroz; se entretuvo estirando lo cola de otro perro hasta limites descabriolados y convirtió una gaviota más (que andaba confundida entre el día y la noche volando por ahí) en una suerte de desmensurado pterodactilo emplumado que a pesar de su tamaño y enorme peso aún conseguía volar. Luego hizo clic derecho (guiñada-ojo-derecho) y abrió una Carpeta Nueva a la que tituló Arca de Marc Arweiler (su boca actuaba como un teclado parlante) y comenzó a guardar una por una cada especie de una cosa que veía, animales, plantas y todo lo concebibles; arrastró su Arca-carpeta a un rincón superior sobre la pantalla-campo visual y se dispusó a guardar una ola en la carpeta. Mientras esperaba por una de tamaño considerable sintió algo en su espalda; inmediatamente sintió como sus pies desepegaban, había comenzado a volar, y un intenso dolor punzaba en sus homoplatos como un montón de cuchillos que se hundían en su piel, se puso totalmente tenso, se borró todo, absolutamente todo de su cabeza, recordó flashes de situaciones de su vida que no sabía ni por qué recordaba; elevó su mirada un par de segundos y sus ojos no daban crédito; mientras volaba sobre el medio mismo del mar y sus nervios le impedían pensar siquiera en usar su cursor vió como la gaviota-pterodactilo lo había casado... 


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Con el perdón de Galeano: Bajo un escalón y baja dos, bajo otro y baja dos más... ¿para qué sirve la distopía? para eso, amigos, para bajar...

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