Vivir de manera sencilla es fácil.
Lo complicado es tomar la decisión de hacerlo, sobre todo porque hay que vencer las caras raras a nuestro alrededor que miran de reojo comentando a nuestras espaldas que somos "locos" porque optamos por una vida sin televisión, chiches electrónicos, autos y demostración de poder a través de una vida de lujos que, la mayoría de las veces, la mayoría de las personas no la pueden mantener.
Ser simple no quiere decir dejar de disfrutar todas las cosas que nos brinda la vida.
Es dejar de sostener "pesos" que tienen un alto costo (económico, social, vital) y optar por disfrutar lo que no se puede recuperar una vez pasado; el tiempo.
Tiempo para compartir en pareja, para disfrutar en familia, para detenerse a tomar aire y mirar lo que nos rodea, para leer libros que enriquezcan, tomar cursos que alimenten el espíritu pero sobre todo... tiempo para uno mismo.
Amigos...
Una vida sencilla es posible.
Continúa