acerca de patrimonios varios
algunas reflexiones sobre nuestros "lugares de la memoria"

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03.03.2007 21:48 / MIS ARTICULOS

EL MONTEVIDEO QUE NO FUE (I)

(I) DE CÓMO PUDIMOS TENER UNA CIUDAD VIEJA DOS VECES MÁS GRANDE QUE LA ACTUAL

            Años antes de que los portugueses concretaran su fallida incursión por la bahía de Montevideo, ya el capitán de ingenieros Domingo Petrarca -a instancias de Zavala y éste de Felipe V- elabora un minucioso relevamiento del lugar y explorando la península, hace constar que es “terreno a propósito que se puede poblar y fortificar”, aconsejando situar allí el emplazamiento proyectado. Expulsados los portugueses y formalizada la decisión de “poblar” y sobre todo de “fortificar”, Petrarca diseña y dirige la construcción de las primeras baterías defensivas, y concreta también el trazado de las seis primeras manzanas entre las actuales Solís, Cerrito, Bartolomé Mitre y Piedras, fijando con ello orientación y dimensión de la trama que luego formalizaría Millán (con cuadras de 100 varas castellanas, y no de 140 como en Buenos Aires). Por fin, hacia 1730 desarrolla una propuesta de ubicación del sistema defensivo de cierre de la península -ya esbozada en 1724-, situando la ciudadela en el entorno del cruce actual de 18 y Río Negro. 

                        Era sin duda el lugar adecuado ya que ese punto está varios metros por encima del nivel de la actual plaza Independencia, en tanto hacia el este el lomo de la colina mantiene su perfil sin grandes variantes -por lo menos hasta la línea “de los médanos”, hoy Barrios Amorín-, facilitando el control del terreno circundante.  Tomando en cuenta que las actuales Galicia (antes Orillas del Plata) e Isla de Flores (“…mi callecita costa del mar”) fueron durante décadas calles de borde de la tierra firme, la extensión de las murallas a construir siguiendo la propuesta de Petrarca no difería sustancialmente de la alternativa que en definitiva llevaría a la práctica el ingeniero Diego Cardoso a partir de 1742. Poca razón se encuentra en una decisión que la técnica militar -y el sentido común- desaconsejaban. Pero así fueron las cosas, refrendadas por las lejanísimas autoridades virreinales, en ese entonces con asiento en el Perú.  La línea de fortificaciones no pasó su primera prueba de fuego -cuando las invasiones inglesas-, y su caprichosa ubicación tuvo además, como consecuencia inmediata al inicio de su construcción, la expropiación y realojo de decenas de viviendas que venían pautando la extensión hacia el este del amanzanamiento original, cuando no habían pasado aún veinte años de su trazado ....                

                       A poco de nacida -no como “ciudad–puerto”, sino como bastión defensivo en la entrada del río-estuario-, Montevideo quedaba encorsetada por sus murallas, a costa incluso de expropiar -¡vaya colmo!-, una parte de lo ya construido. Fuera de ellas se extendía un erial intransitable en el que poco a poco se irían marcando las sendas que ligaban población y territorio. Y cuando esas murallas fueron finalmente derribadas, la alineación del camino principal -luego 18 de julio-, impuso el sentido del trazado de extensión fuera del “medio rumbo” de la cuadrícula original. Nos hubiéramos ahorrado su defectuosa orientación si en el arranque del proceso, los criterios bien fundados "de la anterior administración" no hubieran sido dejados de lado por la burocracia de la época (como no pocas veces sucedería más tarde…). Y hoy entraríamos a una extensa ciudad vieja pasando apenas la calle Rìo Negro… 

IMAGEN DE PORTADA: Plano elaborado por Domingo Petrarca con relevamiento de la trama urbana proyectada hacia 1730 y los puntos hasta entonces fortificados, incluyendo su propuesta de ubicación de la línea de defensa sobre tierra, sensiblemente más al este de donde fuera finalmente construida.



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