FEBRERO DE 2008

En la edición de "Búsqueda" de fecha 17.01.08, Tomás Linn abre su nota habitual con titulo impactante: Tras una esquiva identidad nacional / El dilema eterno: ¿es viable Uruguay?. Siguieron otras cuatro notas con igual tema, instalándose un debate que tuvo otros aportes polémicos en el mismo semanario (varias notas de Marcos Cantera Carlomagno y decenas de cartas de lectores), agregándose a ello dos editoriales de "El País" que su autor, Gonzalo Aguirre, complementó con otras notas, y una separata publicada por "Brecha" en su edición del 25 de enero, con un título inquietante: La viabilidad nacional en debate / Uruguay, ¿ya fue?. Allí Gerardo Caetano hace un análisis muy equilibrado, encabezado con un título poco alentador: Sin hambre de futuro ...

Planteado el tema y vista sus repercusiones, más allá de las razones y argumentos expuestos, parece haberse instalado una radical preocupación sobre las dimensiones de nuestra identidad nacional. ¿Qué somos?, ¿de dónde venimos?, ¿hacia dónde vamos?, preguntas que sólo se hacen cuando el camino recorrido -o por lo menos sus últimos tramos- ha generado cierto agobio, cierto desencanto, no pocas frustraciones y muchas confusiones. No es de extrañar; alejada la mano protectora de Inglaterra, el país hace 50 años que vive a la deriva. Pero demos por bueno que sea posible recomponer las cosas, insertar el país en un nuevo contexto y dar comienzo a un ciclo "progresista", como aquel que vivió el Uruguay tras las visiones agoreras de Juan Carlos Gómez y Angel Floro Costa.

En ese hipotético contexto el Uruguay tendría futuro ... pero tal vez no los uruguayos (digo, tal como hoy somos). Es que aquello que fue en el origen el proyecto de "un rico patrimonio", y después, realmente, un rico patrimonio, se ha devaluado en ese tiempo de incertidumbres que arrancó hacia mediados de los cincuenta y en el que aún estamos atrapados. Y buena parte de esa devaluación afecta al discurso histórico.(y en los ciudadanos de a pie, al sentimiento de participar de un proyecto compartido y haber sido parte de una peripecia común). Pero también en este plano, tal vez estemos en condiciones -que sin duda estamos en la necesidad-, de elaborar un relato alternativo del que hasta ahora ha dominado (por lo menos a escala de educación masiva). Un relato que siendo más fiel a la realidad de la cosas que a una versión deformada por sesgos ideológicos, encontrará un punto intermedio entre dos visiones extremas: la nación inventada (la "Ponsonbilandia" sin futuro) y la nación del destino manifiesto, encerrada en su ciega autoestima. En esa perspectiva, hay sobrado paño para cortar.

AGOSTO DE 2010

Comentando la reciente reedición de "La Historia y sus mitos" de Guillermo Vàzquez Franco, Gabriel Pastor dice:"Si el héroe no es tal, si la independencia es un invento, si las interpretaciones de los principales historiadores están sesgadas por una obnubilante ideologización y sus relatos son chovinistas, embusteros y falsos, entonces estamos frente a un grave problema de identidad. ¿Uruguay independiente o una provincia (argentina) amputada?" (Búsqueda, 29 de julio 2010, pg. 36). El discurso "transgresor" gana terreno y en tiempo de confusiones inducidas (¿cuál fecha patria?...), "los orígenes de la nacionalidad" se difuminan en un ámbito de incredulidad. ¿Volveremos a ser "argentinos-orientales"... o tal vez "cisplatinos"?. O asumiremos sin complejos amputaciones y tutelajes como parte de la forja de una patria que construyó un "nosotros", ni argentino ni brasileño, con "leyecitas adelantaditas" y con un futuro que ahora se nos presenta más despejado que en los últimos cincuenta años. ¿La "otra historia" se convertirá pasivamente en "oficial", o será funcional a la construción de un relato que acerque el discurso a la realidad del proceso histórico en el que nacimos y crecimos? El "paño para cortar" sigue esperando tijeras manejadas sin obnubilante ideologización (que las hay, y muy buenas...). Y aún fuera de la Academia, ¿tardaremos en tener un HD del siglo XXI?.