Versión para imprimir 04/01/24



CUANDO EL PCU APOYÓ EL GOLPE DE ESTADO MILITAR.DOCUMENTO.

Cuando los comunistas apoyaron a la dictadura naciente

Otra de las verdades históricas que se pretende olvidar. El Partido Comunista hoy embanderado con los Derechos Humanos y la “profundización” de la democracia en los momentos más duros de la represión contra las organizaciones y militantes de la izquierda analiza fríamente el apoyo al golpe militar. Sin temblarle la mano, al mismo modo que los stalinistas soviéticos se ven como socios de los que llegan al poder por las armas y se lamen los bigotes imaginando los beneficios del nuevo régimen.

 

El editorial del 11 de febrero de 1973 intenta justificar los beneficios de apoyar el régimen dictatorial que comenzaba, un intento burdo y absolutamente inmoral de unos de los grupos más importantes de la izquierda nacional.

 

Editorial del “El Popular”, domingo 11 de febrero de 1973

 

“El país necesita cambios, el pueblo quiere cambios. Es lo que no quieren entender quienes por los intereses que defienden o por pensar atenidos a viejos esquemas pretenden que todo puede seguir igual, a pesar de la indignación general por las consecuencias de una orientación económica desquiciadora de la economía y profundamente contraria a los intereses nacionales, de una “filosofía” social que golpea cruelmente a los sectores populares y de una política corrupta. Y creen que todo puede seguir igual, después que ellos mismos con una saña represiva sin precedentes se han mofado de las mejores tradiciones del país, llegando incluso a matar al viejo Uruguay, que idealizándolo más allá de su realidad política, económica y social, lo presentaban como paradigma.

 

Y en esa corriente general que existe en la república, en esa conciencia ‘nacional que se ha ido formando en los últimos años, se inscribe el documento dado a conocer por los comandantes del ejército y la fuerza aérea, precisando los objetivos económicos y sociales a su juicio necesarios para transformar una realidad que con razón estiman como grave. Pensamos que es razonable que las Fuerzas Armadas, que no se consideran “una simple fuerza de represión o vigilancia”, quieran dar su opinión sobre la problemática del país y quienes tienen menos derecho que nadie a discutir esa actitud son los que les han dado determinadas funciones en los últimos tiempos. Y si hay una ‘realidad’ que debe ser cambiada y las Fuerzas Armadas no quieren ser el brazo armado de grupos económicos y políticos que pretendan apartar a las Fuerzas Armadas de sus fines; es imprescindible que se conozca su pensamiento. Y esto es tan indiscutible que incluso el senador Wáshington Beltrán que apoya al señor Bordaberry, tuvo que reconocer ayer en “El País” que “no cuenta más el viejo concepto de las Fuerzas Armadas en los cuarteles. Están presentes, deben estar presentes, como otros sectores, en la solución de la problemática nacional.”

 

Para quienes, como nosotros, consideramos que el dilema del país es oligarquía o pueblo, no puede haber otra opinión.

 

Nosotros hemos dicho que el problema no es el dilema entre poder civil y poder militar; que la divisoria es entre oligarquía y pueblo, y que dentro de éste caben indudablemente todos los militares patriotas que estén con la causa del pueblo, para terminar con el dominio de la rosca oligárquica.

 

¿Por qué nos parece, en general, positivo el documento de las Fuerzas Armadas (complementado por el comunicado 7/73) sin perjuicio de determinadas salvedades que, como siempre, expondremos con la máxima franqueza, con la misma con, que hemos señalado en diversas ocasiones actitudes no correctas de integrantes de las Fuerzas Armadas?

 

—Porque plantea la preservación de la soberanía, “no sólo la defensa territorial de la patria, sino también, y muy especialmente, la de su más absoluta libertad de decisión, tanto referido a los asuntos internos como a los problemas de las relaciones internacionales”.

 

—Porque expresa la necesidad de “atacar con la mayor decisión y energía los ilícitos de carácter económico y la corrupción donde se encuentre”.

 

—Porque plantea la “redistribución de la tierra buscando la máxima producción por hectárea, mediante regímenes impositivos justos y técnicos y una tenencia más racional, de manera de asegurar el acceso a la propiedad a quien la trabaje”.

 

—Porque se pronuncia “por disposiciones que permitan combatir eficazmente como sea posible los monopolios, instrumentando medidas que posibiliten la mayor dispersión de la propiedad y un mayor control público, de los medios de producción. Asegurar el interés obrero por impulsar y mejorar la producción, arbitrando soluciones que permitan la participación de los mismos en la dirección de las empresas, tanto en el sector público, como en el privado.”

 

—Porque se plantea en diversos puntos la elevación general del nivel de vida de los trabajadores y de las capas populares (fuentes de trabajo, aumento de la participación de los actuales sectores menos favorecidos en el ingreso nacional, adecuada política de salarios y precios, etc.).

 

—Porque afirma la necesidad de “eliminar la deuda externa opresiva” y orientarse por planes de desarrollo “con un mínimo de incidencia en la deuda externa”, si bien los medios que se proponen para esa reducción o eliminación los estimamos insuficientes.

 

—Porque expresa una opinión a favor de! cambio de la política crediticia, dando preferencia a las pequeñas y medianas empresas y a las cooperativas de producción.

 

—Porque plantea una serie de medidas de saneamiento en el servicio exterior y en los entes autónomos para los que deben designarse a los hombres más capaces sin criterio de cuota política además de plantear la participación de las Fuerzas Armadas en todos los organismos concernientes a la seguridad y soberanía nacional, y la participación de los obreros en las empresas del sector público.

 

Creemos haber agrupado, sin entrar en mayores detalles y sin minimizar otros puntos, los temas que nos parecen capitales en esta exposición de objetivos.

 

Es indudable que estos puntos implican cambios de significación, y que ellos están en contradicción con la realidad imperante: abdicación de la soberanía nacional frente al imperialismo en múltiples problemas políticos y económicos (incluyendo las imposiciones del Fondo Monetario Internacional); negociados escandalosos de la rosca (banca, frigoríficos, grandes empresas laneras, etc.) y de los grandes terratenientes; corrupción en los organismos públicos; la mitad de la tierra en poder de 600 familias de latifundistas; “reestructura” de la banca y la industria frigorífica favoreciendo a empresas monopolistas dependientes de consorcios internacionales; drástica reducción del nivel de vida de las capas populares y particularmente descenso del salario real; una política crediticia en favor de los sectores privilegiados, del gran capital, en perjuicio de la industria nacional y de los sectores medios de la población; aumento de la deuda externa y “préstamos ligados” en favor de los intereses de los imperialistas prestamistas; robo dé los dineros del pueblo en escandalosos negociados (UTE, como el ejemplo más expresivo); reparto politiquero en los entes autónomos, como lo encara el “pacto chico”; corrupción y gastos excesivos en el servicio exterior (Pacheco, como ejemplo más gráfico), etc., etc.

 

Es natural que a la oligarquía le disgusten estos objetivos. ¡Hablan de la “defensa de las instituciones” que ellos han atacado y las han ido transformando en cáscara vacía, cuando en realidad lo que temían es perder sus inmensos ,privilegios! ¡El pueblo sí tiene derecho a hablar de democracia y no los rosqueros ni los ministros empresarios ni los políticos corruptos, que sólo han pensado en las Fuerzas Armadas como escudo de sus indecentes canonjías!

 

Sin duda hay problemas insuficientemente tratados o soslayados. Pero no consideramos que las Fuerzas Armadas se propusieran en estos documentos agotar el estudio de las soluciones a la actual realidad nacional, máxime que allí se expresa que “tomaron conciencia plena de la problemática que afecta al país, a través de su especial participación en el que hacer nacional ocurrida en el último año”, pero creemos, sin embargo, que casi todos estos puntos forman parte de la conciencia nacional de un cambio que, como dice el comunicado publicado, sólo puede posibilitarse con la participación honesta de todos los sectores del pueblo uruguayo, a fin de hacer realidad lo que el comunicado llama el reencuentro de los orientales, recuperando los grandes valores morales de aquellos que forjaron nuestra nacionalidad que, agregamos nosotros, han sido groseramente pisoteados en los últimos tiempos por los equipos gobernantes.

 

Es claro que así como se plantea con claridad el problema de la tierra, se podía precisar una definición antimperialista más acusada, para poder resolver transformaciones estructurales que necesita nuestra patria. O que en el problema de la deuda externa, podría plantearse la necesidad de ir al monopolio de las divisas por parte del estado, para evitar un vaciamiento de la riqueza nacional, que constituye una de las fuentes de dicha deuda, problema que se toca con el de la banca, cuyo sistema actual es un verdadero cáncer para el desarrollo nacional.

 

Asimismo, siendo la clase obrera una fuerza fundamental para lograr los cambios que necesita la patria, hubiera sido conveniente precisar claramente la preservación de los derechos sindicales, como, en general, el restablecimiento de las libertades democráticas —comprendiendo la libertad de los presos sin proceso— que tanto preocupa a los orientales, rudamente golpeados por la política instaurada el 13 de junio de 1968.

 

Es cierto, ya fuera de los objetivos, que se precisan determinados preceptos de actuación de las Fuerzas Armadas, entre ellos se establece positivamente el mantener a las Fuerzas Armadas “al margen de los problemas sindicales y estudiantiles”, aunque con una limitación injustificada. Es claro que si no hay cambios en la vida nacional, los trabajadores y el conjunto del pueblo lucharán con todas sus fuerzas. Y eso parece tan lógico como la propia determinación de las Fuerzas Armadas en no desmayar en los objetivos expuestos en Sus comunicados.

 

Entre estos preceptos se establece también desde el punto de vista ideológico: “Proceder en todo momento de manera tal, de consolidar los ideales democráticos republicanos en el seno de toda la población, como forma de evitar la infiltración y captación de adeptos a las doctrinas y filosofías marxistas-leninistas, incompatibles con nuestro tradicional estilo de vida”.

 

Se trata de un evidente error, que incluso se contradice con el resto del documento, y que podría llevar a confusión a una gran parte de los trabajadores, que se sentirán discriminados, en perjuicio de la mejor comprensión de los objetivos de las Fuerzas Armadas, restringiendo su repercusión en las masas. Si el proletariado tiene que integrar él proceso de cambios que hay que hacer en la república, no se puede, incluso sin compartir el marxismo-lenimismo, estirpar lo que se dice en el comunicado contra la doctrina de la clase obrera.

 

Las Fuerzas Armadas deben reflexionar sobre este hecho: los marxistas-leninistas, los comunistas, integrantes de la gran corriente del Frente Amplio, estamos de acuerdo en lo esencial con las medidas expuestas por las FF.AA. como salidas inmediatas para la situación que vive la república, y por cierto no incompatibles: con la ideología de la clase obrera y sin perjuicio de nuestros ideales finales de establecimiento de una sociedad socialista. Y quien más combate al marxismo-leninismo, la rosca oligárquica, se opone tenazmente al rumbo que se han fijado las FF.AA. El marxismo-leninismo no es incompatible con los ideales democráticos y republicanos ni con nuestro estilo de vida, si es el estilo de los patriotas de Artigas. Es incompatible con aquellos “ideales” a la manera que los entendía Pacheco y es incompatible con el estilo de vida de la oligarquía y de los rosqueros.

 

Este error, sin minimizarlo, no invalida el concepto general que tenemos del documento y estamos seguros que la conciencia de la clase obrera hará posible que por encima del error, avance la comprensión mutua entre los trabajadores y las Fuerzas Armadas, en la trascendente tarea de buscar los mejores caminos para salvar la patria en la grave encrucijada en que se encuentra.


Hoy, como siempre, creemos que para esta obra de auténtica recuperación nacional se necesita el esfuerzo de todos los orientales honestos, sin distinción de civiles y militares, con la única determinación de ser patriotas y creer en el PUEBLO”.

 

(*) El Popular, diario oficial del Partido Comunista del Uruguay (PCU)

 

 

FUENTE: 7 días que conmovieron al Uruguay, Cuadernos de Marcha, Nº 68, Montevideo, marzo de 1973





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OPINA "OREJANO ORIENTAL"
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