Versión para imprimir 23/11/18



Hacernos visibles

Me seleccionaron para ser Mentor de mis colegas más jóvenes e inexpertos. Supongo que debo tomarlo como un reconocimiento a mi trayectoria en la empresa y una muestra de que puedo compartir experiencias y conocimientos con los demás. Acepté. De inmediato mi nombre fue a parar a un software que lo tiene todo planeado. El sistema de mentoring que emplean enseguida comenzó a hacerme preguntas y a completar formularios que iban perfilando mi perfil y así poder buscar la mejor coincidencia para mis “mentees”. Entre los requerimientos estaba completar un breve interrogatorio que me ofrecería una breve descripción psicológica de mis formas de trabajar y otros asuntos relacionados. El programa contempla que al Mentor se le ofrecen una lista de nombres recomendados por el propio software y la lista completa para que si desea, o no se está satisfecho con la selección, forme sus propias parejas.

 

Seleccioné dos jóvenes profesionales, una conocida y otra no, una de la lista de recomendados y otro no, uno con mis afinidades profesionales y el otro no. Me sorprendió encontrar a personas que no son tan jóvenes en la organización y que buscaban Mentor. Deduje que siguen perdidos. El sistema nos envió una pauta para ayudarnos en el proceso y con recomendaciones básicas a la hora de ponernos a orientar a otros. Todo el planteo es coherente, el interés de la gente por este tipo de actividades denota que hay gente dispuesta a compartir y otra tanta gente habida por recibir orientación. El propósito, según nos explicaron, es entender mejor a la organización, alentar un crecimiento personal más armónico y estimular el sí se puede antes las frustraciones propias de una organización tan compleja. Yo agregaría, poder garantizar algo tan humano como es el hacernos visibles.

 

Estuve pensando sobre como poder apoyar a mis dos “Mentees”. Lo primero que nos han enseñado es que el éxito en este tipo de ejercicios recae en que nos conozcamos. Uno no puede ir por ahí repartiendo consejos sin un mínimo de confianza y de intereses compartidos puestos en evidencia. Nos quieren transmitir que es fundamental saber escuchar, descubrir las verdaderas expectativas de nuestros interlocutores para poder orientarlos de la mejor manera posible. Mis mentees son jóvenes, tienen pocos años en la institución y están deseosos de saber, o de intentar comprender, cómo se crece en la organización, cómo puedo tomar el control de mi profesión siendo parte de un organismo tan complejo y dinámico a la vez. Se sienten como piezas muy alejadas de los centros de poder, engranajes pequeños y muy alejados del tablero de control, no encuentran los canales para poder expresarse y desarrollarse, escuchan mucha palabrería que suena muy bien pero los hechos indican otra cosa, la queja sottovoce es la constante, la burocracia es excesiva, prima el individualismo por sobre un verdadero trabajo en equipo, se generan frustraciones, de a ratos bronca, Jefes buena gente que hacen lo que pueden, y sienten mucha desconfianza hacia ellos……..

 

En la primera conversación con mis mentees sentí que lo que mi organización necesitaría es de un buen grupo de psicólogos. Los mentores tenemos destrezas limitadas para atender y poder construir la debida motivación de la empresa. Pero de esas conversaciones extraje un concepto que me sirve para explicar las causas de esa desazón bastante generalizada. La “confianza” no está a la altura de las circunstancias en mi organización, es bastante evidente. Mis Jefes desconfían de mí. La organización entera desconfía de mí. Y si todos confiaran un poco más no necesitaríamos ni de mentores ni de mentees. Reporto mensualmente en qué empleo mis horas, soy evaluado anualmente por mis pares y superiores, cada acción en el sistema pasa por múltiples revisiones hasta llegar a la firma final, someter documentos se ha convertido en una carrera de obstáculos con incesantes instancias de revisión, hay sistemas que puntúan nuestro desempeño técnico, existen complejos cálculos que evalúan la ejecución de los proyectos y los supuestos “Especialistas” de la organización son los responsables por garantizar buenas notas. El organigrama formal debió introducir un sinnúmero de instancias intermedias e informales de control para garantizar el nuevo modelo de gestión. Es difícil sentirse Especialista aunque mi cargo así lo indique. Pienso en los jóvenes que recién ingresan y tienen razón al buscar alternativas.

 

A mis “mentees” les digo que si no logramos tener confianza en que las cosas se pueden hacer de otra manera entonces no resta otra que la vieja escuela del chupamedias profesional. Si ese es el camino que desean escoger que se busquen a otro mentor. Suele haber risas tras estas conversaciones, pero también el reconocimiento de que así están las cosas. Esto me devuelve al punto que ya señalé y que creo debe ser la base de cualquier organización moderna que se respete, la confianza. Pero no una confianza que se limita a las potencialidades de la empresa, una confianza en el individuo para que pueda explotar en todas sus potencialidades, organizaciones que sepan arriesgar en el negocio de confiar en los suyos, confiar en sí mismo para poder confiar junto a los demás. Siendo parte del programa de mentoring llegué a la conclusión que sería mucho más efectivo si mí organización diera señales claras de que la desconfianza se va replegando, nos aliente a que confiemos más los unos en los otros y que las jerarquías estámos para coordinar más que para mandar en una institución donde la herramienta de producción es la inteligencia de sus empleados. Habría que trabajar en programas que promuevan como gestionar, gerenciar, compartir, hablar e innovar con confianza. Ser todos más visibles por como realmente somos y no tanto por ser alguna pieza del engranaje.

 

Llegamos al punto en que hay que confiar más en las personas que en los sistemas, nos estamos adentrando en una época compleja. Los sistemas son importantes y exitosos si se logra respetar debidamente las individualidades y potencialidades de cada quien. Y esto vale para empresas, gobiernos, organizaciones de todo tipo y fundamentalmente para naciones. La confianza se está convirtiendo en un bien cada vez más escaso, y la desconfianza cotiza al alza. Las redes sociales serán una valiosa herramienta para habilitar nuevas formas de confiar en grupo. Tenemos la obligación de descubrir cómo usarlas para ese propósito. 





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Peces Voladores
vagar sin meta, pero no sin rumbo

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