Versión para imprimir 25/11/18



Jorge Galemire: El eslabón que falta

 

No fue una noticia que ocupara titulares, precisamente. Luego de  13 años de su último álbum de estudio, Jorge Galemire editó un nuevo disco con material original. Se trata de un trabajo que estuvo perdido por mucho tiempo (se grabó en 2003) que finalmente vio la luz este año.

Tienta caer en el clisé de lo mal que estamos culturalmente y culpar a la ignorancia de los medios de comunicación y su menosprecio a la cultura nacional. Pero mejor que quejarse es escribir porqué un nuevo (aunque no sea tan nuevo) disco de Galemire debería ser una gran noticia.

Jorge Galemire comenzó a tocar en la banda de rock uruguaya El Syndikato a comienzos de la década de 1970. Estuvo, siendo muy joven, en la movida pre dictadura del rock nacional y su derivación del candombe beat. Posteriormente participó de una serie de recitales con Eduardo Darnauchans y Eduardo Rivero llamado Nosotros Tres, de corte cancionístico, por 1975. Y fue fugazmente, integrante del colectivo Los Que Iban Cantando y de Canciones Para No Dormir La Siesta, siendo actor destacado en el nacimiento de una nueva generación de artistas. Fue la llamada generación del 77 integrada por músicos como Jorge Lazzaroff, Leo Maslíah o Ruben Olivera, que continuaron la veta abierta por Viglietti y Los Olimareños, incorporando su amor por Los Beatles y la música de Brasil.

Galemire era además –algo poco común en esa generación de artistas - un músico profesional, habituado al repertorio comercial de jingles, boliches y discotecas.

Todo su conocimiento musical y esta mezcla de influencias y amplitud de gustos musicales lo llevaron a servir de productor artístico (antes de que la palabra se conociera en Uruguay) de varios discos de colegas como Dino, Larbanois-Carrero y Eduardo Darnauchans.

La obra en que mejor podemos calibrar al Galemire productor y arreglador es Sansueña de Darnauchans, (1977) donde se las ingenia con muy pocos recursos ( y tocando casi todos los instrumentos) en plasmar una obra que se transformó en un clásico de la música uruguaya.

"Cápsulas" de Darnauchans, con Galemire en guitarras,bajo y batería.

Su obra como solista, aunque nunca gozó de gran popularidad, fue una influencia fundamental para varios de sus colegas.

Su álbum debut, Presentación de 1981, junta el candombe jazz  que Opa había desarrollado en Nueva York con la balada. El disco tiene participaciones de gente tan variada como Hugo Fattoruso, Mauricio Ubal o Eduardo Darnauchans.

Su siguiente álbum, Segundos Afuera, de 1983, es un disco de culto para más de una generación de artistas. Es un disco inconseguible físicamente (nunca fue reeditado), pero que puede escucharse gracias a gente buena que digitalizó sus copias de vinilo y las puso a disposición en internet. Vale la pena buscarlo. Es uno de los trabajos más ambiciosos de esa generación de músicos, un paso adelante en una propuesta personal que combina a la perfección todos los mundos de la música popular uruguaya. A nivel de producción y sonido es un disco que me sigue sorprendiendo por como maneja una cantidad de elementos aparentemente dispares y por como logra sacar partido de las limitaciones que implicaban grabar un disco tan elaborado en un estudio uruguayo de 1983. Los músicos participantes,  quizás por influjo del propio Gale, por inspiración propia  o por la alegría de participar en un proyecto tan atractivo, tocan además en un estado de gracia.

Hay muchas canciones preciosas en ese álbum, pero la que mejor resume todo lo expuesto es “Un Son”, musicalización de un complejo poema de Washington Benavides que se extiende por ocho minutos entre cintas al revés, coros mántricos y una rítmica super compleja, sin nunca dejar de ser una canción pop.

 

Galemire tuvo mucho que ver también con la incorporación del pop y el rock a la música nacional en los años ochenta. Su disco Ferrocarriles de 1987 lo mostraba en un formato mucho más roquero, lo mismo que sucedía con su colega Fernando Cabrera en Buzos Azules, (álbum que, dicho sea de paso, tuvo una gran participación suya).

También participó en esas épocas de proyectos pop como Polyester y Los Championes.

Su hasta hace poco último disco de estudio Casa en el Desierto de 1991, fue grabado con un pie en el avión. Galemire partió hacia España ese mismo año, donde vivió catorce años.

En 2002 volvió fugazmente y dio un excelente recital en la sala Zitarrosa, que por suerte quedó plasmado en el disco Perfume editado por el sello argentino Barca en 2004.

Hace ya unos años que está de vuelta de Uruguay. Este demoradisima edición de Trigo y Plata, su quinto álbum de estudio, lo muestra en un formato bastante más despojado y acústico que en sus anteriores discos y con varias canciones excelentes como ”Cartas sin abrir” , “Otra vez” o “Reina de corazones”.

Lo dicho, la existencia de otro disco de Jorge Galemire es una gran noticia, sin importar la cantidad de gente que se entere.

 





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