Versión para imprimir 29/11/18



Una muerte posible

 

Hay que prepararse, pensaba Isabel mientras cerraba los postigos del frente de la casa. Hay que prepararse, había oído decir en la radio y la frase aún se repetía en su frente. Cerraba puertas y ventanas como una autómata, mientras pensaba qué otras cosas tendría que hacer antes que sucediera.

Se detuvo un instante y miró hacia arriba. La nube negra ya se acercaba por el cielo. Nunca vi una nube que avanzara tan rápido… ¿dónde está Julián?, y cerró con fuerza el último postigo. Dio una vuelta a la casa revisando que todo estuviera preparado, y cuando estaba por entrar vio venir desde lejos a Julián. Caminaba tranquilo hacia la casa, como si nada estuviese por suceder. ¿Viste la nube? Apurate, le gritó Isabel desde la puerta. Vio que Julián asentía con la cabeza. Había visto la nube, sí, y sin embargo sonreía, ¿por qué sonríe?, no hay tiempo para preguntarle, hay que seguir preparando las cosas, pensó Isabel quitando la mirada de Julián y posándola en los diferentes objetos de la casa. ¿Cuáles guardar?, ¿cuáles serán los que van a quedar?. Miraba con ternura los juguetes de Manuel, pensando que tal vez mañana ya no estarían, y si él los pedía le iba a decir que… ¿y Manuel?, ¿cómo guardarlo?. Manuel abrazado sin soltarlo, y se imaginó bajo la cama, apretados fuerte los tres. Guardar lo más indispensable, había dicho el señor de la radio, pero ¿cómo saber que era lo más indispensable?, pensaba Isabel mientras doblaba la ropa más nueva, casi sin uso que le habían regalado para navidad. Esos zapatitos le quedan preciosos, se dijo mientras pasaba el cierre de la valija.

Sintió la voz de Julián. Estaba hablando con otro hombre en la puerta. Parece un vendedor, ¿qué estará haciendo?. Isabel se paró a su lado y le dijo ¿ahora?. Si, Isa, ya voy, estoy comprando unos repuestos para el taller. Y salió con el vendedor al jardín. ¿El taller?, ¿y si el taller mañana ya no está?, ¿por qué él no se está preparando?.

Sintió de pronto el olor a mar y el viento le sacudió el rostro. La nube se está acercando, ¿cuánto tiempo más tardará?, ¿habrá que preparar algo más?, ¿se podrá estar preparado para algo así?. De pronto la nube cubrió la superficie del cielo y la oscuridad fue total; el ruido de las olas cada vez más cerca, el viento cada vez más fuerte, pero ¿cómo saber?, ¿cómo saber?, se preguntó Isabel, un segundo antes de que sucediera

 





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