Versión para imprimir 23/11/18



DEMOLICION CULPOSA EN EL "JARDIN DE ZABALA"

 

En el año 1983, ya constituida la “Comisión Especial Permanente” (C.E.P.) con el cometido de promover y coordinar la gestión urbana en la Ciudad Vieja, se formalizó el Inventario Básico del Patrimonio Arquitectónico del área, como resultado de un convenio suscrito por la Sociedad de Arquitectos del Uruguay y la Intendencia Municipal de Montevideo. El trabajo fue orientado por un equipo de técnicos calificados (Mariano Arana, Antonio Cravotto y Miguel Angel Odriozola entre otros), y tanto su enfoque general como las fichas de relevamiento referidas a cada uno de los padrones, constituyeron sólidas bases de las tareas de recalificación del lugar, que adquirirían fuerte impulso apenas recuperada la institucionalidad democrática. Una revisión de aquel proceso de relevamiento y calificación se concretó en el correr del año 2000, generando una nueva documentación, alineada en lo fundamental con los criterios definidos en 1983.

 

Tal fue el caso de la construcción existente en el padrón Nª 3794, en la esquina de Circunvalación Durango y Washington. Una edificación de dos plantas, típica de “la arquitectura sin arquitectos” que dominó en la ciudad en la segunda mitad del siglo XIX, y particularmente expresiva de la decantación de un “neoclasicismo popular”, tan austero como el académico, y a menudo con resultados equiparables. En la ficha de relevamiento -la original de 1983 y la revisada 17 años más tarde-, consta un grado tres de protección -que inhibe la sustitución-, siendo cuatro el máximo previsto. Nada hacía pensar que esa construcción no tuviera un futuro de rehabilitación en contextos de uso adecuados a nuevas circunstancias. Pero en estos momentos, lo imprevisible ya se está concretando. ¿Cómo pudo pasar?

 

Supongamos que desde cualquiera de los organismos que tienen algún vínculo con las cuestiones patrimoniales y la gestión urbana de la ciudad (la Comisión del Patrimonio, la Facultad de Arquitectura, la Sociedad de Arquitectos, y obviamente, la propia Intendencia) surge la iniciativa de modificar el estatus de un padrón concreto en la plaza Zabala, sin previa reconsideración del marco normativo vigente para la construcción en el área, y poniendo la regularización de alturas como factor determinante, por encima de toda otra consideración (incluso, del grado de protección del bien). Esa propuesta tendría mínimas posibilidades de salir airosa, y esa obvia presunción quedó confirmada cuando en el año 2005 la CEP tuvo a consideración la situación del padrón Nº 3794. El nivel de protección del bien se mantendría incambiado hasta tanto no hubiera una revisión formal en el contexto urbano del que formaba parte (nada menos que la plaza Zabala).

 

Pero los promotores de un cambio de criterio que habilitara la demolición y posterior construcción de nueva planta no cejaron en su empeño y eligieron su interlocutor con más cuidado, dirigiéndose directamente a la Comisión Permanente del Plan Montevideo. Esta solicita la opinión de la CEP “respecto al proyecto arquitectónico desarrollado en el padrón de referencia”, cuyos recaudos adjunta. Apenas habían pasado dos años desde el momento en que la CEP afirmara sobre el punto un criterio perfectamente claro y definido, cuando, con nueva integración, avala lo que antes había negado, y lo hace en términos que por su expresión sintética hacen recordar a una necrológica (y en realidad lo era con relación a la construcción existente. Transcribo textualmente del acta de la sesión Nº 1064 del 7 de agosto de 2007 : “La Comisión entiende que el anteproyecto presentado cumple con las ordenanzas impartidas en el Plan Especial de Ordenación, Protección y Mejora de Ciudad Vieja para casos de regulación de zona: grados 0.1.2 (Sustitución); en cuanto a alineaciones, alturas, acordamientos, salientes y volumetría (Memoria de Ordenación, Punto 5.1.1 La regularización de la Edificabilidad). Además se considera que la imagen propuesta es acorde con la arquitectura del entorno. Por tales motivos la Comisión entiende que el anteproyecto presentado es viable siempre que se cumpla con la desafectación de grado patrimonial”  

Vuelto el expediente a la Comisión Permanente del Plan Montevideo y seguidos con la discreción del caso todos los pasos previstos para la ratificación de lo actuado, por fin la calificación del bien retrocedió de buenas a primeras “dos casilleros”, sellándose así su suerte (resolución Nª 3988 de fecha 08 e octubre de 2007). En ese expediente, a 24 años del momento en que quedara constancia del valor patrimonial del bien -y a siete de que esa valoración fuera ratificada- se plantea el argumento de “la degradación general de la construcción, estando afectada la seguridad estructural", argumento que parece poco creíble frente a la constancia que sigue: "las presentes actuaciones tienen su origen en la pretensión de demoler la construcción, que data del siglo XIX, para levantar en su lugar una nueva edificación, la que por su volumetría y altura podría tener mejor adaptación al entorno", haciendo luego constar que la "nueva edificación" ya tiene un anteproyecto presentado y que "la imagen propuesta es acorde con la arquitectura del entorno", según lo consignara la CEP en la infeliz intervención antes reseñada.

 

En términos de lógica burocrática, todo se hizo cumpliendo con los pasos legales, pero bien lejos de la mejor tradición de la CEP, porque no estamos en presencia de una política de gestión urbana que fija sus reglas y las hace públicas para que los actores privados puedan actuar en consecuencia -y el común de la gente saber de qué se trata-, sino de un manejo celosamente cerrado, promovido desde la Intendencia, que no hace explícitas sus razones ni aún cuando el tema toma estado público (aunque debo reconocer que el silencio fue norma asumida no sólo en el ámbito municipal).

 El cartel de demolición que estuvo visible hasta fines de abril ahora fue reinstalado, pero ya no para  anunciar un proceso de demolición, sino para darle inicio. No es la primera vez que ocurre algo parecido; en 1955 se demolió la pasiva del costado sur de la plaza Independencia, destruyendo el último vestigio del plan ordenador del italiano Zucchi (un acto de “vandalismo ilustrado”, diría Bauzá). Ahora se arremete contra el último vestigio de tiempos en que el francés André pergeñaba su proyecto del “Jardín de Zabala”, una construcción  cuya digna presencia era aún rescatable, a pesar del maltrato que siguió a su “protección” patrimonial. Digo “algo parecido” y no igual, porque en el caso de la pasiva se generó una polémica que involucró a la prensa. Hoy, como dicen algunos, “no sigamos atados al pasado, “alcemos la miray sigamos destruyendo tranquilos y celebrando el Día del Patrimonio como si tal cosa

(*) Publicado en el semanario BRECHA (19.11.2010)

 

IMAGEN DE PORTADA: “la piqueta fatal” ya completó parte de su obra (aunque para tratarse de una “ruina”, le está costando bastante). Al fondo, un remozado “Bello y Reborati” (**) ya no compartirá la esquina de Washington con el vecino más viejo del barrio.

(**) Nota agregada a posteriori de la publicación.Debió decir: Al fondo, una remozada obra del arquitecto Valabrega,  construida por Bello y Reborati ...





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acerca de patrimonios varios
algunas reflexiones sobre nuestros "lugares de la memoria"

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