Hoy me di cuenta que estoy en el horno. Comencé a darme cuenta que tengo lagunas mentales, que borro cosas… no recuerdo acontecimientos que son medianamente importantes, me olvido de nombres de personas que son de mi entorno íntimo… que mierda ME está pasando?!

Ni quiero saber cuando cumpla los 50 años! Seguramente no recuerde ni el nombre de la novia de mi hijo! Por dioooooooooooooooo. Ni hijo tengo, pero en algún momento tendré, supongo... Pero eso no es lo importante. Por un hecho puntual comencé a pensar justamente en esos “olvidos” constantes que tengo. Porque hoy me di cuenta, o sea, hace un ratito, que son recurrentes.

Hace unos días vinieron unos amigos a casa que tienen un hijo divino! Su nombre si bien no es Abayubá, tampoco se llama Juan… o sea, no es tan común. Imaginemos que se llama “Jonas” (ja!). Al otro día, o sea, al otro día que estuvieron en casa, que jugué con él, que lo dormí, que todo eso que uno hace cuando adooooooooooora a un niño, estoy hablando con su madre. Bla bla bla por fono, si? Bla bla bla, y? cómo está hoy – chan – olvidé el nombre…. Pasan los segundos, y  yo comienzo a pensar a 200 mil por hora “como se llama el pendejo, cómo se llama laputamadre! Aaaaaaggggghhhhhhhh” bla bla, si si si cómo está entonces???. Si será!! que me pregunta “Quien? Cómo está quien?” silencio. Fucking silencio. Yo sigo pensando. Y en esas milésimas de segundos, evalúo varias posibilidades:

la primera: Tu hijoooooo, como está tu hijo mujer!

la segunda: El niño.

la tercera: El chiquiltulito preciosoto, chiquitulito mmm cosita preciosa mmm

la cuarta: Le corto. Llamó como pedo a Cacho y le pregunto “amooooor RAPIDO! Cómo se llama el hijo de Noelia? SI ESE. El que estuvo anoche en casa y que vamos todos los findes a su casa. COOOOOMO SE LLAMAAAAAAA???? DECIME YAAAAAA!!

Estoy loca. Definitivamente. Loca. Vieja. Sin memoria y nuevamente loca.

Vieja?! Buuuuuuuuaaaah!