Versión para imprimir 03/12/18



ADENTRO MEJOR. AFUERA IGUAL.

“Por esas cosas de la vida le tocó estar como entrenador de Peñarol. Me conocía bien de la sub 20; me citó y quedé desafectado por otras razones y bueno, llegó y decidió que otro compañero empezara jugando el año, y me siento un poco molesto. Pero nada, es normal porque el fútbol es así”.

Hace apenas un par de semanas, el artiguense Jhonatan Ramis manifestaba su disconformidad sin falsas poses. Después de haber sido el goleador de Peñarol en el último Apertura, con la confianza de Púa para transformarse en titular permanente, pasó a ver los partidos en el banco y en algún caso, convertido en la última alternativa. En la Copa Bimbo no jugó ni un minuto. Y eso que Diego Aguirre armó dos equipos diferentes.

En la zona del gol no abundan grandes soluciones. Diego Alonso no es el de antes, el Pollo Olivera se pierde tan arriba y Pacheco es más acompañante que punta neto. El nuevo entrenador definió gustos y prioridades desde el principio; un desconocido pasó a ser el gran pretendido. Bosco Frontán es un delantero con permanencia en el exigente medio mexicano durante cinco años, pero del que por aquí existen escasos rastros.

Eso sí, si el sanducero responde con goles será mérito exclusivo del entrenador que fue el único que lo pidió con insistencia a pesar de la resistencia de los dirigentes que mantienen diferencias con el grupo empresarial Pro Fútbol, que lo representa.

El legítimo derecho de elección que tiene Aguirre, lo llevó a descartar a Ramis. Gustos son gustos, respetables por cierto.

Se fue a España sin cargo. El Cádiz asume los sueldos del futbolista de la temporada y el negocio está en una posible adquisición del pase dentro de cuatro meses; en 1 millón 250 mil euros sin posibilidad de aumentar el precio. Si Ramis -que debutó este fin de semana- no convence, lo devuelven.

Es apenas una posibilidad sin activos inmediatos para una caja debilitada. Para un club en crisis financiera, tal cual admite su presidente.

La polémica transferencia fue una chispa más de las que últimamente encienden con frecuencia la erosionada interna directriz.

El opositor Daniel Benech no anduvo con vueltas. Lanzó acusaciones y sospechas: “No entendemos como una de las promesas que podemos vender se va gratis al Cádiz. El técnico dijo que no le gustaba el pato Sosa y ese lo trajeron igual, pero dice que no le gusta Ramis y se lo llevan. No nos cierran esas cosas. Y cuando desconfías tanto de determinadas personas, podés llegar a pensar que hay un negocio que no está a la vista, que quizás sea desvalorizar a Ramis y sacarlo de Peñarol por nada, para luego repartir la torta entre otros. Esas cosas no las podemos probar, pero uno ya empieza a desconfiar de todo” –dijo Benech el jueves 4 a Últimas Noticias, entre otras denuncias que también apuntaron al oficialismo por segregación y cambio de las reglas de funcionamiento.

El contragolpe no se hizo esperar. Tan violento como contundente fue el vicepresidente. Calificó los dichos de su compañero de Consejo como infames y cobardes: “Infamia porque intenta poner en tela de juicio la honorabilidad y honestidad de todos los compañeros de directiva, que más allá de las discrepancias que podamos tener y de los aciertos o errores que se puedan cometer en la gestión, trabajamos por un único objetivo que es el engrandecimiento de nuestra institución. Cobardía porque el ámbito natural donde debería haberse hecho este cuestionamiento es en el seno del Consejo Directivo, donde se expusieron claramente los por qué y los detalles de la transferencia a préstamo de Ramis y, sin embargo, como sucede normalmente con este directivo, luego de las explicaciones mantuvo silencio sin emitir opinión alguna. Actitud que normalmente mantiene, trátese del tema que se trate".

Welker remató sus descargos: "No soy quien para dar consejos y menos por la prensa, pero dado que este fue el medio elegido para criticar a sus compañeros, le diría a este joven arquitecto, que más que dedicarse a sospechar de todo y de todos debería preocuparse por hacerse conocer en su vida por sus proyectos profesionales y no con acusaciones mal intencionadas y deshonestas. Pobre Peñarol si hubiera caído en manos de personas como Benech, que su único aporte es sospechar y criticar todo lo que se hace y jamás aportar una solución verdadera”.

Justamente, en este caso, la gran omisión es de los dirigentes. Respetando el área de decisiones del entrenador, que es un empleado del club, son ellos los que deberían fijar de antemano la política institucional y defender el rico patrimonio antes de que la necesidad limite la libertad de sus decisiones.

Pero no hay fundamento para esperar sabias definiciones. Están peleados, divididos. No tienen criterios ni intereses comunes. Y Peñarol, en el medio.

El equipo está ganando, edificando ventajas en base a un mejoramiento propio -con más velocidad y notoria intención de aplicación a un buen trato de pelota a pesar de los problemas defensivos- y aprovechamiento de lo que deja de hacer el resto. Pero cuidado cuando no existe el sustento de la estabilidad de las jerarquías, incapaces de bajar mensajes claros y coherentes. Se agotan en acusaciones, pedidos de explicaciones y amenazas de juicios. Los triunfos se vuelven pasajeros cuando las fisuras son permanentes.





Este artículo pertenece al blog:

La caja negra
Columna deportiva de Mario Bardanca

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