Versión para imprimir 23/11/18



LA ATARAZANA Y EL APOSTADERO NAVAL (IV)

          Aunque el Directorio del Banco de la República hizo un buen ejercicio de desmemoria respecto al trabajo de la comisión que diez años atrás sentó las bases del proceso que ahora está en etapas finales de concreción, no cabe duda en cuanto a la seriedad y eficiencia con que encaró la convocatoria del concurso público de anteproyectos cuyo fallo acaba de hacerse público. Tanto las bases del llamado como los estudios histórico y arqueológico del sitio y la documentación de apoyo, son ejemplares en forma y contenido, y responsables en buena medida del éxito del emprendimiento. Por supuesto que ese resultado no hubiera existido sin mediar el buen sentido del Jurado y el aporte de los equipos intervinientes. Aunque no de todos..., tal vez ni siquiera de la mayoría.

 

 

          Digo esto porque cuando hubo oportunidad de apreciar los 67 proyectos presentados -en la sede central del BROU, durante el fin de semana del Patrimonio-, se hizo evidente la inexistencia de un criterio decantado sobre los modos de intervención en preexistencias de valor patrimonial, con el agregado en este caso, de estar situadas en un punto especialmente significativo de la trama de la Ciudad Vieja de Montevideo. Una carencia perfectamente entendible en el contexto de la formación profesional y la práctica corriente de nuestros arquitectos -y no sólo de los nuestros-, donde no abundan espacios de reflexión sobre los abordajes posibles de una cuestión nada sencilla: integrar al escenario de nuestras vidas la presencia del pasado. El crítico “todo vale” de Pedro Navascués sobre la experiencia española, venía a la memoria al recorrer la exposición.1

 

        Parecía sumarse a ese handicap la tentación de monumentalizar la intervención, como si el espíritu de Veltroni, no contento con lo ya hecho en el banco-templo, hubiera cruzado la calle para instalarse en la manzana contigua. Pero hubo por suerte una propuesta a la vez calificada y sensata, y doble suerte, el Jurado, por unanimidad supo apreciar sus valores. Y exponía ese juicio de este modo:

“El jurado entiende por unanimidad que el trabajo CA 54 es el Primer premio por presentar el mejor ajuste a las solicitudes de bases a la vez de asegurar al Banco de la República una obra de significación. Propuesta que resuelve con sencillez, solvencia y calidad la variedad de requerimientos y desafíos que el concurso plantea. El planteo se apoya en una idea clara y contundente que aporta un discurso arquitectónico de austeridad y buen diseño que se potencia aún más cuando asume la presencia de la Atarazana y la Aduana Vieja como oportunidad más que problema y lo transforma en tema para proponer un edifico de la historia y la cultura, que dialoga con los cuerpos de oficinas completando así una idea urbano-arquitectónica total.Valoriza el borde sobre la Rambla 25 de agosto y logra un espacio público variado en la relación entre el espacio interior y el exterior, transparentando hacia el edificio de la Casa Central del BROU. Sería ponderable una mayor presencia del antiguo edificio de la Casa Central del BROU desde el espacio público, compensando con un crecimiento en el edificio sobre calle Solís y disminuyendo la altura sobre la calle Piedras, a la vez de generar una más franca y decidida integración del Gran Hall a la propuesta.

El jurado destaca el uso del cerramiento superior del hall urbano, como terraza mirador y lugar de encuentro ciudadano con una magnífica vista del puerto y la bahía, así como asoleamiento y vientos, ofreciendo así un espacio público abierto a una cota elevada y un espacio público cerrado a nivel de la rambla 25 de agosto de 1825, relacionados e integrados por el patio circular.

Frente a la adecuada relación con respecto al edificio de la Aduana Vieja, es observable la resolución de la intersección del hall urbano y la Atarazana.

El jurado destaca en esta propuesta el aprovechamiento de las condiciones naturales para el acondicionamiento del conjunto mediante la incorporación de un sistema innovador del tratamiento de las envolventes para el aprovechamiento del recurso solar y el sistema de control de radiación diferencial para las distintas orientaciones.

La variada problemática solicitada imponía la resolución tanto de las áreas especificadas como aquellas que quedaron abiertas, pero también la incorporación del conjunto al proyecto Rambla 25 de agosto, así como el diálogo del nuevo edificio con su entorno inmediato y Ciudad Vieja en general y particularmente con el edificio del BROU y las preexistencias patrimoniales. En ese entendido, se trata indudablemente de la propuesta que mejor resuelve los desafíos planteados en las bases”.


          Al equipo ganador –los arquitectos Alejandro Baptista Vedia, Alejandro Baptista Acerenza y Horacio Flora, más un grupo de asesores de primer nivel-, le queda por delante un trabajo arduo, porque no será tarea fácil pasar del anteproyecto al proyecto ejecutivo, dando rigor constructivo y calidad de detalle al planteo aprobado, atendiendo además a los ajustes funcionales que el BROU entienda conveniente incorporar, y no en menor grado, a las atinadas observaciones y recomendaciones que integran el fallo. Pero no hay razón para que el objetivo no quede satisfecho de la mejor manera, porque la excelencia del proyecto no es fruto de la casualidad 2, y es seguro que una vez concretada la construcción, se habrá agregado valor a una de las áreas de la Ciudad Vieja que más necesitaba de una intervención inteligente y recalificadora, dotando además al sitio de un muy notable “espesor” histórico, hasta ahora marginado o desconocido.

 

          Difícilmente Antonio Cravotto y los miembros de la comisión que hacia 1999 inició este proceso, hubieran pensado que concluiría de mejor manera. Enhorabuena !!

 

NOTAS:


1 La falta absoluta de una política de restauración, tanto en el ámbito estatal como en el autonómico, y la carencia de una crítica serena de lo que estamos haciendo, vienen causando estragos en el patrimonio español bajo la bandera del “todo vale”. Tomado del artículo de Pedro Navacués publicado en Arquitectura Viva, Nº 33. noviembre-diciembre de 1993.(énfasis agregado)


2 Alejandro Baptista Vedia integró el equipo que tuvo a su cargo el dictado del curso de Diploma en conservación y rehabilitación de edificios (ORT / curso de 250 horas de clase / 2003-2004), y junto con Alejandro Baptista Acerenza, vieron premiado su envío al concurso de ideas -de nivel internacional- para la rehabilitación y refuncionalización de la iglesia y convento de San Agustín, en el barrio histórico de San Cristóbal de la Laguna (Tenerife), Patrimonio de la Humanidad desde 1999.

 

 





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