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Un nuevo paso en falso

En el día de ayer, el Frente Amplio volvió a sorprendernos. Cuesta creer que un partido que hace cinco años ganó la elección presidencial con tanta autoridad y sabiduría, cometa ahora errores tan gruesos, que pueden llegar a comprometer su chance electoral en octubre y noviembre.

El espectáculo brindando por Mujica y Astori al anunciar la fórmula no difería mucho del mostrado por el conjunto del Frente Amplio la noche de la elección. Una conferencia de prensa improvisada, un escenario austero, y un candidato presidencial contrariado por la noticia que estaba brindando. Del otro lado, unas tímidas declaraciones de Astori, y la habitual levedad de Brovetto. Ausencia de entusiasmo, exceso de formalismo y un abrazo a pedido de los periodistas.

Surge entonces nuestra pregunta predilecta: ¿qué sucedió para que las cosas sean así? He aquí una lectura, que por la proximidad de los hechos puede estar equivocada, pero que me animo a formular so pena de ser criticado por lectores apasionados. El tiempo dirá si esto es cierto o si es pura imaginación.

Hasta el viernes todo parecía viento en popa. La prensa anunciaba que las negociaciones entre Bonomi y Lorenzo habían llegado a buen puerto, lo cual suponía un entendimiento sobre cuestiones diversas como la campaña, los ejes temáticos a priorizar y determinadas políticas a impulsar en caso de un triunfo electoral del Frente Amplio (que obviamente suponían cargos). El proceso reposaba en una idea muy simple. El ganador necesitaba del segundo para ganar en octubre y por tanto, para incorporarlo a la fórmula estaba dispuesto a pagar un precio. El esquema mostraba a un ganador debilitado por su necesidad y a un perdedor fortalecido por ella. La inversión de posiciones o ficción del resultado obedecía a dos factores: Mujica quiere ganar en octubre y el Frente Amplio había hecho una pésima elección interna. El alerta dado por la ciudadanía el domingo 28, exigía actos de desprendimiento y el ganador estaba dispuesto a hacerlos.

Sin embargo, algo cambió en pocas horas. Una reinterpretación de la situación comenzó a ganar cuerpo, primero en la dirigencia emepepista y más tarde entre dirigentes de otros sectores de la izquierda. Los diferentes medios de comunicación, entre el jueves y el viernes, comenzaron a hacerse eco de esas posiciones. La nueva lectura de la realidad afirmaba que la votación del Frente Amplio no había sido tan mala, sobre todo si se consideraban factores como que “a los frenteamplistas no les gusta elegir entre candidatos”, que “en la elección del 28 no se elegía ningún cargo importante”, o que “la votación de los partidos tradicionales estuvo sobredimensionada porque se ponía en juego el orden en las listas a diputados y las futuras candidaturas a las Intendencias Municipales”. También, esa relectura de los hechos comenzó a señalar que no había razones para pensar que Mujica pudiera perder con Lacalle. Las simulaciones de balotaje realizadas en estos meses mostraban que para el Frente Amplio era casi lo mismo competir con Mujica o con Astori, porque el candidato de izquierda siempre terminaba triunfando. El colorarlo de estos análisis era que la situación no era tan grave como para que Mujica se sometiese a condicionamientos para conformar la fórmula.

Creo, no estoy seguro, que el mismo viernes puede ser considerado el día “D” de toda esta historia. Por esas horas, Mujica tenía de un lado la negociación con el astorismo a punto de cerrarse, y por otro, sonaban las voces que repetían constantemente que “al ganador no se le exigen condiciones” (frase tristemente célebre del General Queirolo en dictadura). Mientras tanto, aumentaba la impaciencia de muchos frenteamplistas que no podían creer que Mujica y Astori no pudieran alcanzar un acuerdo mínimo. Pero el viernes es el día “D” porque Lorenzo le entrega por escrito a Buonomi las supuestas condiciones (que reconozco no haber leído). Es en ese momento en que Mujica decide “compartirlas” con otros sectores del Frente Amplio. Es así, que en maratónicas sesiones durante el fin de semana, Mujica consulta al MPP y sus aliados, al Partido Socialista, y por último a la Vertiente Artiguista. En todos los casos encuentra la misma respuesta: no deben existir condiciones. Como dijo un conspicuo asesor de Carámbula, “¿donde se vio que Robin le discuta algo a Batman?”

Algunos medios, como El Observador, afirman que de paso, Mujica aprovechó para armar un plan B, o sea, una fórmula alternativa que incluía a Daniel Martínez como vicepresidente. No sabemos si eso fue así. Lo cierto es que el domingo de noche o el lunes de mañana (tampoco lo sabemos), Mujica comunicó a Astori que no aceptaría las condiciones. Los ideólogos del exclusivismo cuyo lema podría ser “el buey sólo bien se lame” habían triunfado. La consecuencia de ese viraje en la posición de Mujica debería ser indefectiblemente la declinación de Astori. Muchos deben haber imaginado al ex Ministro de Economía fundamentando las razones de su no aceptación el mismo lunes. Para presentar una noticia de esas características, obviamente, no se necesitaba una gran escenografía en la sede de Colonia y Ejido.

Por tanto, Mujica fue el lunes a recibir un NO de Astori. Pero como a él le gusta decir, “fue por lana y regresó esquilado”. Su cara lo decía todo. Curiosamente, el que sorprendió fue Astori. No pensábamos esta movida de alguien a quien se le ha estereotipado como un jugador previsible. El diario El País subraya que esa decisión estuvo influida por el propio Vázquez, quien supuestamente le habría pedido que “aceptara a pesar de todo”. Tampoco lo sabemos. De una u otra manera, la respuesta del líder de Asamblea Uruguay terminó por descolocar a todos.

En síntesis, este complicado proceso de negociación de la fórmula duró casi diez días y tuvo tres etapas caracterizadas por las actitudes de Mujica y un desenlace imprevisible. La primera etapa podría llamarse de “humildad ante el resultado” y supuso la negociación con Astori. La segunda etapa podría llamarse de “presión de la barra” e implicó la reflexión por parte del candidato presidencial del Frente Amplio. La tercera etapa podríamos denominarse “contraataque”, porque intentaba aislar a Astori y habilitar una fórmula alternativa. El desenlace, sin embargo, fue inesperado, por no decir pésimo para los intereses del Frente Amplio. Ni Mujica acordó con Astori, por lo cual el astorismo quedó descontento, ni Mujica construyó una alternativa sólida, por lo cual “la barra” y sus circunstanciales aliados quedaron también descontentos. En otras palabras, perdieron todos.

En definitiva, este es un mal paso. Si usted es frentamplista, deberá seguir sufriendo un poco más, por lo menos hasta que los zapallos se acomoden. ¿Cómo puede suceder eso? Primera hipótesis, que suceda un acto de reflexión sobre lo ocurrido y Mujica y el MPP reconsideran las condiciones de Astori. Segunda hipótesis, la propia realidad, marcada obviamente por las encuestas, le impone a Mujica la necesidad de reconsiderar u olvidar las condiciones del astorismo. Veremos cuál de las dos circunstancias se impone.

7 de julio de 2009

PD: Mis disculpas para quienes esperaban la segunda parte del balance de las internas. El desenlace de ciertos acontecimientos distrajeron mi atención.





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