Versión para imprimir 23/11/18



SOBRE CARCELES Y FUGAS "ABUSIVAS"

 

En los primeros días de setiembre de 1971, la fuga de la cárcel de Punta Carretas de 106 tupamaros y otros presos (111 en total, en un operativo que para muchos se sigue identificando como “el abuso”), tuvo un tremendo impacto en la vida del país. Un impacto fielmente reflejado en los medios de prensa de la época, dentro y fuera de fronteras En las notas de esos tiempos y en las que siguieron cuando pasada la dictadura pudo retomarse la consideración de ese tema, fue referencia habitual el antecedente del año 1931, cuando Miguel Arcángel Roscigna y otros 10 anarquistas fugaron de la misma cárcel a  través de un túnel excavado desde la carbonería “El Buen Trato”.

El vínculo era sin duda pertinente -la motivación política de los actores y el recurso de escape lo ameritaban-, pero hubo otro “abuso” que el tiempo dejó en el olvido y que tiene con el del año 71 varios puntos de contacto; entre otros, el hecho de que fugaran casi 100 hombres, también por un túnel excavado de adentro hacia afuera... y que no hubo entre los  carceleros nadie “de pie derecho” que se diera cuenta.  Ocurrió en la Ciudadela de Montevideo hace unos cuantos años –206 exactamente-, cuando “la mano de obra” para construir las fortificaciones de la ciudad era provista en su mayor parte por presos y deportados que trabajaban a tiempo completo “a ración y sin sueldo”, teniendo a su vez la misma fortificación por morada obligada, mediando calabozo, grillete y a veces cepo.

El ingeniero Francisco Rodríguez Cardoso estaba entonces al frente de las obras y tuvo conocimiento de la fuga a las pocas horas de consumada. Apenas un día después reportó prolijamente esos hechos a Don Pedro de Cevallos, en esos tiempos gobernador y capitán general de las Provincias del Río de la Plata. He aquí la carta que envía a Buenos Aires con fecha 11 de abril de 1765, tal como lo transcribe Juan A. Apolant (1)

 :         "Ex. Señor:

          En atención a la novedad considerable que se ofreció el día 9 del presente por la noche, en que amaneció el siguiente día 10, con la crujía en donde se encierran los presidiarios con la falta de 94 de menos, habiendo hecho fuga por un agujero que abrieron por debajo de sus tablados; y fueron taladrando la muralla de la cortina (2) de modo que es preciso creer el mucho tiempo que gastarían en esta maniobra, pues se encontraron velas con que se alumbraban dentro del grueso de dicha muralla por donde abrieron lo necesario para poder salir de uno en uno, tendidos a lo largo, y cayendo al foso, por 5 cuerdas que se encontraron en la contraescarpa subieron para salir a la campaña.

           Esto, verdaderamente, no fue otra cosa que un querer de estos soldados que los presos se fuesen y la razón es clara porque yo he visto, bien de mañana aún antes que ese comandante lo supiese, estar todo el suelo de la crujía sembrado de cadenas y grilletes que se habían sacado, que a mi vista se fueron recogiendo, hasta un par de grilletes de uno que estaba en el cepo, en donde se mantiene una centinela de vista, con otra más que la acompaña dentro de la dicha rujía, y otros 2 más que los descubren de los 2 cuerpos de guardia los extremos, y otros 2 centinelas por la parte de afuera de las rejas de las ventanas; 4 centinelas, una en cada baluarte, que por todas son 10; una noche de luna como de día, y para salir toda esta gente por la estrechura que salieron y haber de ir subiendo uno a uno por las cuerdas, que esto fue hasta cerca del día (aunque toda la noche lo fue), y así, o todos los soldados consintieron en que se fuesen, o prueba que no hubo uno de pie derecho en toda la Ciudadela, porque de haberlo, era preciso de los baluartes haber visto esta tan crecida deserción y dar parte inmediatamente, pues toda esta novedad estuvo en silencio hasta que el capataz, al salir el sol, pasó a sacar a los trabajos, y en este tiempo se dio parte a la plaza y esto pasó a mi vista.

         En fin, Señor Ex.mo, hemos quedado lucidos con esta falta de operarios, hallándome empeñado en levantar la batería del muelle en que se trabaja hoy, siendo cuanto debo participar a V.E. Nuesto Señor guarde la excelentísima persona de V.E. los muchos años que puede y deseo".

                        (firmado) Francisco Rodríguez Cardoso

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Notas:

(1) “La ruina de la Ciudadela de Montevideo” / Imprenta Letras S.A./ Montevideo 1974 / páginas 36-37.

(2) Cortina: tramo recto de la muralla comprendida entre dos bastiones. En la Ciudadela estos tramos tenían en la base un ancho de casi tres metros (no de seis, como a veces se dice)

IMABEN DE PORTADA: La Ciudadela / Fragmento de "Vista de Montevideo" de C. Menck Freire

 





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