Versión para imprimir 20/12/18



EDUARDO FABINI: Un músico que se identificó con la Naturaleza.

 

(1882-1950)

 

Nace en Solís de Mataojo (Minas-Rep. Oriental del Uruguay) un 18 de mayo, un día que viene recordándose ya desde el principio de nuestra historia, una fecha que ha quedado prendida para siempre en el corazón de los habitantes de este pedazo de tierra, que conmemoran cada año con verdadera unción patriótica la Batalla de las Piedras y  rinden homenaje a su héroe máximo don José Artigas.Sin embargo ese 18 de mayo ha de adquirir también indiscutible significación con el nacimiento de Eduardo Fabini, cuya figura, andando el tiempo, llegará a dimensiones extraordinarias identificándose con nuestro campo a través de sus creaciones con lo más puro de su entraña. Fabini ha de llegar a ser el intérprete genuino de una corriente musical cuyos temas tendrán como inspiración fundamental la campaña, los paisajes nativos con sus atardeceres quietos y sus noches plagadas de estrellas. En la obra fabiniana estarán representados los pájaros, las flores, los árboles, la Naturaleza toda, en ese pequeño mundo al cual pertenecía nuestro músico y que estaba  sin duda  apegado con fuerza entrañable a cuanto él significaba.Su inspiración nace así pura y cálida, en forma directa, por la simple acción de quien sabía interpretar lo que se ofrecía a sus sentidos llevándolo a la escritura musical como única manera de expresión. Nacen  entonces obras que nos muestran a la Naturaleza en todo su esplendor, o en toda su melancólica tristeza o agreste alegría, en toda su frescura y diafanidad....Los arroyos murmurantes, el lenguaje que ensaya el viento entre el follaje, el sol que asoma entre nubes rosadas, el crepúsculo de belleza inconmensurable, las tardes cargadas de silencio como queriendo guardar el descanso de sus seres... integran ese idioma que Eduardo Fabini supo hacer suyo y transmitir de manera que podía ser captado directamente, llanamente, sin necesidad de explicaciones...Sólo se sintió bien en su lugar nativo, porque era parte de él....porque le daba la paz que necesitaba su espíritu y porque le permitía mantener un diálogo constante con su eterna confidente, la Naturaleza, diálogo que sólo fue interrumpido, si acaso, por la muerte....Así como amaba a la Naturaleza, Fabini amaba a los niños y su sensibilidad lo llevó también a la creación de partituras dedicadas a ellos como rondas y canciones  escolares, que no desmienten nunca ese contacto con lo más candoroso, con lo más lozano del alma infantil. Igualmente su alma permanecerá en ese estado de pureza inmarcesible al cabo de los años, y hasta el fin de sus días conservará la divina gracia de  sentirse niño. Su fama como compositor de fuste, como creador inspirado y talentoso, trascenderá fronteras y su nombre y su música se oirán en más de un continente.Sus padres Juan Fabini y Antonia Bianchi se establecen en Solís de Mataojo  (Departamento de Minas, hoy Lavalleja). Félix Eduardo Fabini, séptimo hijo de ese matrimonio, nace el 18 de mayo de 1882 en una casa enclavada en la esquina de las calles que ahora  llevan los nombres de Eduardo Fabini y de José Pedro Varela.A los pocos años hace improvisaciones en guitarra y acordeón, y posteriormente su hermano Santiago ha de ocuparse de su educación musical en solfeo y violín. En 1890 sus padres se trasladan  Montevideo donde tiene oportunidad de profundizar sus estudios  de violín con Mussi, Ferroni, Scarabelli y Casella. El vals para concierto “Souvenir de Paris”, que interpreta acompañado al piano por su hermano Juan, es ejecutado el  18 de diciembre de 1893 en el Festival que organiza el Conservatorio  “La Lira” para adjudicación de premios. Una velada literario-musical llevada a cabo en el Club Uruguay hizo posible  su primera presentación ante el público minuano.Sus excepcionales dotes musicales no pasan inadvertidas al director de la “Sociedad Beethoven”, Manuel Pérez Badía, que se propone gestionarle una beca y logra su propósito para que  continúe sus estudios en el Viejo Mundo. Su partida tiene lugar el 6 de octubre de 1900 acompañado por su hermano Juan. Ingresa en el Conservatorio Real de Bruselas donde tiene como profesor a un brillante exponente de la escuela belga de violín como era César Thomson.En el ambiente europeo su inspiración empieza a manifestarse y las composiciones que se conocen entre 1901 y 1903 son los dos primeros Tristes, dos Intermedios, Estudios Arpegiado, Scarlattiana, Mozartiana y Las flores del campo para coro y orquesta.Obtiene en 1902 el primer “accesit” otorgado por el Conservatorio belga, que lo habilita para actuar públicamente fuera de dicho instituto. En 1903 le es conferido por el mismo organismo el galardón más importante asignado a un sudamericano, haciéndose acreedor al Primer Premio con Distinción.Hacia 1905 hace una nueva incursión al continente europeo para reintegrarse a su antiguo conservatorio, esta vez con el fin de seguir los cursos de armonía y composición dictados por el famoso organista  August de Boeck. Dos años más tarde regresa y funda con Avelino Baños y Vicente Pablo el Conservatorio Musical del Uruguay. En 1908 comienza a preparar el camino para la fundación de la Asociación Uruguaya de Música de Cámara conjuntamente con otros músicos amigos; esta aspiración se concreta definitivamente en 1910 y ya el 15 de octubre se ofrece el primer concierto con Fabini como primer violín.En los bosques de la Fuente Salus, Lavalleja, donde se  radica en 1909, empiezan a oirse las primeras notas del que ha de ser su primer poema sinfónico “Campo”, que recorrerá el mundo aplaudido calurosamente por todos los públicos y captará  la admiración de los más grandes directores de orquesta de América y Europa.El 15 de noviembre de 1920 el Maestro contraerá enlace con Ema Suárez, que ha de ser desde entonces su compañera inseparable; le tocó vivir junto a él, enEE.UU. y en Europa, distintos acontecimientos en los cuales Fabini fue el principal protagonista.Llega por fin el 29 de abril de 1922, fecha memorable para nuestra música al ser estrenado “Campo” en el Teatro Albéniz con una orquesta de 70 profesores y con la dirección del maestro ruso Vladimir Shavitch, que volverá a dirigirlo tres años después en la primera audición para EE.UU., luego de la acogida excepcional que tuvo su estreno ante nuestro público y del espaldarazo de toda la crítica que viera en aquel Poema Sinfónico la aurora de la música nativa. El 4 de abril de 1925 tiene lugar ese nuevo acontecimiento en el país del norte con la Orquesta Sinfónica de Siracusa en el Keith´s Theatre; en el palco oficial se  encontraban su maestro César Thomson  y Caroselli.La figura del compositor y director alemán Richard Strauss tiene para el músico Eduardo Fabini y su “Campo” especial significación, ya que habrá de dirigirlo en un concierto memorable a cargo de la Orquesta Filarmónica de Viena, el 23 de agosto de 1923 en el Teatro Colón de Buenos Aires.Entre otras obras de  importancia indiscutible que nos deja el talento de Fabini se hallan “La Patria Vieja”, “La Isla de los Ceibos”, “Fantasía para violín y orquesta”, “Mburucuyá”, “Melga Sinfónica”. “Mañana de Reyes”, con su producción de Música de Cámara.Llama la atención, por cierto, su trabajo de intérprete no solamente como violinista de excelentes aptitudes sino también de guitarrista, pianista y director de orquesta.Dos veces se encuentra con Alfonso Broqua, en Europa, recordando la patria lejana. Bruselas (1901) y París (1929), serán testigos de la actividad de estos creadores uruguayos que brindaron a su país páginas de tanto mérito y alcance. Fabini sigue produciendo; en 1940 cuando escribe “Grillita y Grillín” y “Barquito”, y en 1941 “Aroyito”, sus últimas composiciones para niños.Sus obras más importantes son “Campo” y “La Isla de los Ceibos”, que recorren el mundo y que han de ser ejecutadas por las orquestas más destacadas, teniendo el privilegio de saberlas dirigidas por maestros de la talla de Erich Kleiber, Richard Strauss, Juan José Castro, Carlos Estrada, Vladimir Shavitch, Fritz Busch, Clemens Krauss, Lamberto Baldi, etc. Además han de ser grabadas por la Compañía Victor, con la Orquesta Sinfónica de New York  bajo la dirección de Shavitch.Se recuerdan fundamentalmente los homenajes concebidos en 1947 con motivo de los 25 años del estreno de “Campo”. Vladimir Shavitch viene especialmente a dirigirlo en el SODRE. Ese mismo año, el 30 de diciembre, fallece el ilustre maestro ruso.Los escultores Amadeo Rossi Magliano y José Luis Zorrilla de San Martín modelan el busto de Fabini; el creado por Rossi Magliano, en bronce, se halla en el Museo de arte Moderno de Madrid. El 9 de octubre de 1948, en la plaza de Solís de Mataojo, se descubre una estela con un medallón de bronce de otro distinguido escultor: José Belloni.Fabini fallece el 17 de mayo de 1950; cinco días antes había sido internado en el Sanatorio Italiano. Su desaparición ha de producir honda tristeza en  nuestro ambiente y en los círculos artísticos del mundo; su figura es recordada en homenajes que expresan la admiración que había despertado. Su vida se extingue así casi sin preámbulos, un día antes de cumplirse un nuevo aniversario de su nacimiento.Eduardo Fabini le había cantado a la tierra que le brindara sus motivos, sus cuadros de belleza sin par; al dejarnos, sólo se había reunido más íntimamente con ella, porque siempre, siempre se identificó con su compañera inseparable: la Naturaleza.                       Quien le canta a la Naturaleza                      le canta a la vida, y su canto                      jamás perecerá.   Por Rolando Scoseria  




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