¿ Libertad de expresión ?
Anna Donner Rybak. Compañeros; hasta la victoria.

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Inaugurando Poemas

20.10.2010 16:51

Solo queda mi cáscara

Testimonio de lo que alguna vez fui

Solo queda una huella

Fragmentos inconexos

Ya, mi existencia

Está deviniendo en NADA.

 

Estoy entrando en LA NADA

Porque el SER está amputado

Porque mi proyección me fue hurtada

Me fue saqueada

Me fue robada

Y fue Reprogramada.

 

Sus cerebros están siendo hackeados

Por un horrendo virus

El Gusano de la Muerte

Ya todos los sectores

De sus unidades de procesamiento

Están tomadas por el cáncer

Que cada día las va atrapando

Que cada día se me lleva un pedacito más.

 

Ya se llevó mi interior de vida

Que había (supo haber)

En algún lugar de mí que ya no recuerdo.

Ya no recuerdo nada

No entiendo porqué estoy acá en cuarentena

¿O soy yo la que tiene el virus?

 

El que me consume el disco y la mother

Sólo me queda 1/100 de raciocinio

Y sé que irremediablemente

Dentro de una décima de nanosegundo

Seré NADA.

Y solo quedará la cáscara

Anna Donner Rybak ©  2010




17.10.2010 17:21

Sólo me queda

 

Un día de presencia,

por mil días de ausencias.

 

Tu voz en el teléfono,

por mil besos antes de dormirte.

 

Tus ojos,

por una foto en la que dudo cuál es el tuyo.

 

Sólo me queda

 

Imaginarte,

Hija Divina.

 

Anna Donner Rybak ©2010




03.10.2010 17:26

Botas: ¡ALTO!

No puedo ni pensar

En que vuelvan las botas.

 

En Honduras,

Se usan botinetas.

 

En Ecuador,

Se usan borceguíes.

 

Los diseñadores insisten,

Trayendo las botas al mercado.

 

Pero…

 

El Latinoamérica,

Las botas están demodé.

 

NUNCA

¡NUNCA!

¡NUNCA NUNCA MAS!

Anna Donner Rybak  © 2010




19.09.2010 22:44

Arte Digital: Nilson Dono.

Se desveló mi dilema,

Yo vengo de otro planeta.

 

Se dice lo que se piensa,

Nadie osaría ofenderse ante La Verdad.

 

No hay caso,

Lo intento todos los días.

 

Y no logro adaptarme,

Yo vengo de otro planeta.

 

Anna Donner Rybak © 2010




15.09.2010 19:31

Para Julia Galemire

de Anna Donner Rybak

6 de agosto de 2010.

 

Así es ella,

Julia.

 

No.

No es la tía del escribidor de Vargas Llosa,

No es Julita Pou de Carrasco,

No.

 

Julia es

Una mujer con MAYUSCULAS.

 

Tengo la duda de si

Julia es para mí,

Una abuela casi mamá

O una mamá casi abuela,

O quizá mi segunda mamá y abuela,

que el Destino ha puesto en mi camino.

 

Llegar a casa de Julia,

Tomar un capuccino calentito,

Y ver su casa,

llena de recuerdos de Familia,

me recuerda a la casa

De mis Abuelas

también llenas de Recuerdos de Famila.

 

Llena de Fotografías,

Con ese olor a Idishe Mamme,

Pero no una Idishe Mamme aburrida,

Una Idishe Mamme posmoderna.

 

Julia no se peina en donde las Señoras,

que salen con esos raros peinados viejos,

puro fijador, puro perfume,

Con trajecitos de Vieja con botones dorados.

 

Yo me pinto el pelo de azul,

Y Julia se pinta el pelo de rojo,

Y no usa fijador,

y se viste con colores.

 

Porque las Señoras que se peinan

con esos raros peinados viejos,

Son señoras viejas vestidas de Viejas,

O quizá señoras jóvenes vestidas de Viejas.

 

Pero ella,

Julia,

Siempre está vestida de Esperanza,

Alegría,

Juventud,

Jovialidad.

 

Julia es piola,

divertida,

transgresora.

 

Julia se atreve,

como yo me atrevo,

A decir NO cuando es NO,

como yo me atrevo,

 

Las otras no se atreven

A decir NO, cuando  es NO,

Dicen SI, con una sonrisa

fingida,

estudiada,

ensayada,

que no es ni muy exagerada,

ni muy pobre,

es la sonrisa socialmente exacta.

 

Pues así es ella,

Julia.

 

No es la tía del escribidor de Vargas Llosa,

No es Julita Pou de Carrasco,

 

 

Julia es

Una mujer con MAYUSCULAS.

 

Julia es

Mi mamá y mi abuela.




17.08.2010 13:36

(Homenaje a José Arditti.1938-1992)


I. La Vida
i)

Hoy es viernes.
Camino presurosa,
tan sólo dos cuadras,
qué ansiedad.

Dos cuadras,
desde mi departamento,
sito en Sarandí
entre Colón
y Pérez Castellanos,
al Taller.

Situado
en la plaza
de mi infancia,
una vez
me lastimé
la rodilla,
y la tía Krashe
se pegó
un susto
bárbaro.

La Plaza Zabala,
permanece
inmutable
con el paso
del tiempo.

Su monumento
central,
con escaleras,
las cuales
tantas  veces
subí y bajé
corriendo.

Las palomas,
a quienes tenía
un miedo bárbaro,
creía no sabían “manejar”
y chocarían conmigo
cuando volaban.
El banco de hierro.

Pero
por sobre
todas las cosas,
esas rejas
la demarcaban
con suma elegancia.

Esas rejas eran
“Las Rejas
de la plaza Zabala”,
porque no hay
otras en Montevideo.

Una esquina:
Alzáibar
y Circunvalación
Durango,
nombre
de la calle
que rodea
nuestra amada
plaza Zabala.

No podría
haber existido
lugar más perfecto
para emplazar
El Taller.

Pintar
mirando
los árboles
de la plaza
a través de
esos ventanales,
aquellas tardes
de invierno,
viendo caer
las hojas
color ocre
de los plátanos.

Ir al Taller
del Maestro,
era una fiesta.
ii)

El caballete,
cubierto
de capas
de óleo
multicolores.

El olor
a trementina,
a esmalte,
las planchas
“Duravor”,
tener
los dedos
negros
de trementina
y aceite,
sentirme feliz.

La paleta
con  un alto
impresionante,
los lugares
donde yo
preparaba
los colores,
la del Maestro
aún era
más alta.

La mía
era redonda,
me la regalaron
mis padres,
cuando niña,
junto
a una valija
de óleos,
y pinceles largos,
en los tiempos
que yo pintaba
en el Taller
La Gaviota.


Ahora,
no tan
niña,
más bien
señora,
nuevamente
esa Valija,
me acompaña
al Taller
del Maestro.

Es
una valija
de madera
con  pomos
de metal
de óleos.

La primera vez
abrí uno de ellos,
y me sorprendí.

La pintura
estaba aún fresca,
y yo
ya no era
una niña.

iii)

Cuando llegamos
al Taller
por vez primera,
mi amiga Silvia,
y yo,
El Maestro
nos hizo sentar
a cada una
frente
a un caballete.

Nos dio
una
pequeña
imagen,
no recuerdo
si dibujo
o fotografía,
y la consigna
era reproducirla.

A mí
me tocó
la de un bote.

El Maestro
me enseñó
las pinceladas
del agua,
y las pinceladas
del cielo.

Debajo
de los botes,
siempre debía
de existir
el Reflejo
en el agua.

Era una especie
de bote
hecho
con pinceladas
de agua.

Aprendimos
a acercar
y alejar
objetos.

Todo
mediante
la técnica
del color.

Los lejanos
llevaban
sombras
oscuras,
los cercanos
tintes
de luz,
quizá
en blanco,
o amarillo,
depende
de cual
fuese
la temática.

Así,
eran
iniciados
los alumnos.

Reproduciendo
una imagen.
iii)

Pero,
en algún momento,
de ese ciclo
de reiteraciones
de imágenes
de otros,
nos  llegaba
un “clik” certero.

¡No!
No quería
pintar
esa imagen
con esos colores,
le quería
dar otros.

Era
entonces,
que había
comenzado
La Creación,
desapegándome
lentamente
de la reproducción fiel
de la creación
de Otro.

iv)

La culpa
de mi “click”
la tuvo
un cielo.

Un
aburridísimo
cielo
celeste,
me compadecí
tanto de él
y  lo quise
poner contento;
entonces lo
hice violeta.

El Maestro
preguntó
sorprendido:
¿Por qué
el cielo
es violeta?
, Porque
así
me gusta.

A partir de ese
instante inicial
de Creación,
una ebullición
de entornos raros,
y colores
muy brillantes
emergían
de mi inconsciente.

Mujeres
de pelo azul,
sin ojos
nariz
ni boca.

Cielos
violetas,
verdes
y anaranjados.

Escenas
de payasos
en Carnaval.

Mi creación
era un escenario
completo,
sea puerto,
carnaval,
o  pareja.

Yo
Elegía
los colores,
MI PALETA
DE COLORES,
se hizo mía,
me identificaba,
era uno
de
los componentes
de
MI ESTILO.

iv)

Cuando El Maestro
detectó que yo
había descubierto
la Creación,
no cabía en sí
de gozo.

Ansiaba ver
qué otra
extravagancia
se me ocurriría,
qué colores
le pondría.

Eran creaciones
fantásticas,
no existían
reglas
de perspectivas,
podía
combinar
una fachada
lineal,
con un objeto
con volumen,
en MIS reglas
estaba permitido.

Había
encontrado
El
Camino.

v)

Dejaron
de ser
40 x 50,
para ser
50 x 60,
y luego
70 x 80,
aquello
no terminaba
más.

Me gustaba
hacer
las lunas
como
El Maestro.

Delimitaba
el haz de luz,
trazando
dos tangentes,
y los colores
variaban
en esa frontera
entre la luz,
o la sombra.

Las marinas
del Maestro
eran su obra
más preciada.
Todas
ineludiblemente
tenían,
más lejos,
o más cerca,
el adorado Cerro
de Montevideo.

vi)

Esto
no era
un hecho
casual.

Así
como yo
desde
mi dormitorio
veía
la bahía,
los barcos
y el cerro,
y esa vista
me proporcionaba
una tranquilidad
y paz
absoluta,
seguramente
El Maestro,
habiendo
vivido
en
La Ciudad Vieja
hubiese tenido
la misma
sensación.

 

vii)

El Maestro
eran sus marinas,
sus lunas,
y sus cerros.

Sus marcos
de la calle
Washington,
en oro o plata
dorado a la hoja
y el inevitable
“pasparteau”
en el medio.

II. Lo Eterno
viii)

El Maestro
nos dejó
tan joven.

La muerte
se lo llevó
demasiado
temprano.

Pero,
si uno
camina
por la plaza
Zabala,
ahora llegando
por Sarandí
Peatonal,
dando la vuelta
por Alzáibar,
El Espíritu
del Maestro
allí
permanece,
inmutable,
a través
de sus marinas.

ix)

Quién sabe
donde
estén ellas,
quizá
en la pared
de algún
Coleccionista,

quizá
en la pared
de una pareja
que la recibió
como regalo
de casamiento,

quizá
en La Galería
Latina.

Pero
sea
donde sea
que estén
esas marinas,
las marinas
del Maestro,

El Espíritu
del Maestro,
habrá
trascendido.

El Maestro
no pasó
en vano
por acá.

Dejó huella.

En sus marinas,
en los corazones
de los que
tuvimos
el placer
de compartir
aquellas clases
en el Taller
de la plaza
Zabala.

El Maestro
entró
en Lo Eterno.

Allí
comparte espacio
con Leonardo,
Van Gogh,
Chagall,
Torres García,
Monet,
Manet,
Kandinsky,
Dali.

Todos juntos
han entrado
en la INMORTALIDAD.

Anna Donner Rybak © 2010.



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Sobre mí
Anna Donner Rybak nace en Montevideo el 21 de setiembre de 1966.Desde 1989 hasta 1996 es docente en UTU de Programación de Sistemas y de Lógica.En 1993 se recibe de Analista de Sistemas.Escribe desde 2000, diversos géneros: Cuentos históricos, cuentos de humor, Columnas de actualidad, Ensayos, Poesía y fantástico.

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