PERSECUCIONES DEL 13
Espacio de la escritora salteña Mónica Marchesky

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BESTIARIO

06.07.2008 12:43

Fotogrfía tomada por Esther Ferreiro- Notre Dame- Junio 2008

Cuando Héctor le envió la invitación para que lo visitara después de tanto tiempo, pensó que sería algo importante de veras. Una discusión que ya ni se acordaba, los había separado. Supo que se había casado, que se había recibido y tenía un buen pasar. Leandro estaba intrigado, pero a la vez contrariado, ya que tenía que estar al frente de la clase de Historia en la Universidad a la tarde y esta invitación lo había desviado de sus planes. Al penetrar en la sala, un hálito de frío le recorrió el cuerpo, Héctor le sonreía desde el piano, con una hermosa mujer a su lado, quién le ofreció un vaso de whisky.
-¿Recuerdas? -le dijo tocando una vieja melodía que lo trasladó a los años de postgrado. -te presento a mi esposa Celena, Celena, él es Leandro- dijo sin dejar de tocar el piano. De pronto, un acceso de tos comenzó a retorcerle el cuerpo, supo entonces por que Héctor lo había llamado, estaba enfermo. Celena era una bellísima y joven mujer, la cual se ocupaba de su esposo en todo momento... pero él no mejoraba, al contrario, empeoraba cada día más. Después de unos días recibió una nueva invitación, pero esta vez la noticia era muy distinta, Héctor había desaparecido. Al llegar a la casa, un despliegue policial le obstruyó el paso y tuvo que apelar a la bella Celena, quien le fue explicando la situación; hacía más de 3 días que Héctor había desaparecido. Se desató una lluvia sin precedentes, parecía que el ojo de la tormenta estuviera sobre la casa y Leandro se quedó a pasar la noche. Tarde, lo despertó un sonido, como un silbido y al seguir su rastro, lo llevó al sótano de la casa. Las luces se confundían con las sombras, pero lo que vio lo dejó paralizado. Un monstruo alado, con cabeza y pecho de mujer, cuerpo y garras de ave de presa, comía un cadáver, descuartizado, mientras los relámpagos alumbraban la macabra escena. Salió corriendo llevándose todo por delante y se encerró en su cuarto, no pudo dormir esa noche de tormenta, no pudo dormir y seguía pensando que todo había sido una alucinación, una confusión de sombras que se esfumaría al amanecer. Pero el amanecer trajo la noticia de que el cuerpo de Héctor había sido encontrado a varios kilómetros de distancia de la casa, en un estado deplorable, casi irreconocible. Celena estaba más hermosa que de costumbre, su rostro había adquirido una lozanía inexplicable, como si el tiempo no pasara para ella, joven, joven y hermosa rodeó a Leandro en un abrazo y pudo sentir sus pechos, su perfume, su carne, su olor, misterio, pasión y muerte deambularon en la noche.-¡Dios!, ¡Que mujer! -dijo Leandro y se entregó a una boca sedienta de animales placeres.
Mónica Marchesky



11.05.2008 14:48

LOS DEVORADORES DE SOMBRAS

Selección de personajes mitológicos

 

Convivimos desde tiempos remotos con personajes mitológicos. Buscando información de perfiles entre asesinos seriales, me encontré con una historia tan cruel como original. Erzsebet Bhátory (1560-1614) la llamada “Condesa sangrienta”. Con sólo nombrarla me abruman los nombres de 650 jóvenes mujeres entre 12 y 18 años que la Condesa ordenó matar, convencida que la sangre de las desdichadas le conservaría la bellaza y juventud para siempre. Practicó una serie de artilugios de tortura que la llevaron al primer lugar entre los asesinos más nombrados y fue sin duda motivo de admiración por más de uno de ellos. Estos personajes tienen hambre de “identidad”. A veces no pueden satisfacer sus necesidades y buscan en las sombras una conducta que los ayude a tener el favor de los dioses, la inmortalidad o el “aliento divino” de Prometeo. Según crónicas palaciegas, “La Báthory” se valió de una cómplice: “La virgen de hierro”. Ésta era un autómata mecánico con cuerpo de mujer, la cual abrazaba a sus víctimas y mientras sonreía, clavaba puñales desde sus senos a las infortunadas ninfas. La bella y fría condesa húngara Erzsabet, solía sentarse con un níveo vestido bajo una jaula de hierro, mientras jóvenes eran torturadas con puñales y puntas hasta desangrarse; dicha sangre se escurría sobre su vestido tornándolo rojo, entonces, satisfecha se retiraba hacia sus aposentos. Este comportamiento tan inverosímil, me trajo a la memoria un personaje mitológico: el Peritio (1), que Borges nombra como uno de los seres imaginarios. El Peritio es enemigo del género humano. Este ser que algunos dicen que tiene las plumas de un color que va desde el celeste al verde oscuro, se baña con la sangre de su víctima hasta que sus plumas quedan teñidas de rojo, convencido que con esto obtiene el favor de los dioses, huye hacia las alturas. Tienen la particularidad que cuando los ilumina la luz del sol, no proyecta su propia figura, sino la sombra de la víctima que acaban de matar. Me pregunto ¿Qué sombra proyectaría la condesa Báthory cuando le daban los rayos del sol? Con seguridad no sería humana ¿De algún ser mitológico tal vez?... Dicen que ningún arma detiene al Peritio, pero queda el consuelo que no pueden matar a más de un hombre. En este punto es donde el ser mitológico se vuelve humano y la mujer vampiro, sadomasoquista y sedienta de juventud se transforma en ser imaginario.

 

(1): “Los Peritios habitan en la Atlántida y son mitad ciervos, mitad aves. Tienen del ciervo la cabeza y las patas. En cuanto al cuerpo, es un ave perfecta con sus correspondientes alas y plumaje. (...)Se los ha visto a gran altura en las Columnas de Hércules.”

Jorge Luis Borges – El libro de los seres imaginarios.

Mónica Marchesky



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Agradezco a la Revista ADAMAR de creación de Madrid y a Dolores Escudero (Lola) por la publicación de "Como ser objetiva en tiempos de sexo" que fuera integrado también en aBrace Revista Cultural.Es lindo ver como una camioneta verde limón llena de fantasmas viaja tanto en el tiempo.

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