Frontera Norte (Ruben Abrines)
notas y propuestas políticas de actualidad, relatos

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15.07.2013 19:42

 

Recorrimos muy lentamente desde el celdario el camino hasta la ambulancia militar, mirando de reojo las garitas del medio, bajo un cielo limpio, bien celeste.

Ellos, Alberto Altesor y Héctor Rodríguez,  marcaban el ritmo, andaban con toda la lentitud posible, seguros, atrás yo. Me sentía feliz.

“Apure, Apurando, Apurando” era inútil, ni el alférez, menos el sargento, hubiera hecho andar mas rápido a estos dos curtidos dirigentes obreros que se conocían las pisadas desde siempre.

No bancó más el alférez y me ordenó, con la mejor de voz de mando: “Avance recluso”, “avance rápido”, “avance dije” volvió a gritarme, muy cerca del oído izquierdo.

Me pegué a la nuca de Altesor, que apenas arrastraba los pies. Oía su ronca respiración de hombre enfermo del corazón.

No bancó más el alférez.

Y me volvió a gritar “avance recluso”.

Para que no hubiera equivocación, volvió a gritar “Avance al frente 2604”

Toda la guardia del celdario, de pie, mirando el operativo. Muchos, me consta, disfrutaban cuando a un oficial se lo veía haciendo el ridículo.

Una fila de prisioneros, de espalda, que llevaban a los trabajos, disfrutando, como testigos privilegiados, en silencio, de las mañas de esos dos militantes ejemplo, de una sola pieza.

Ni loco iba ha avanzar para ponerme delante de, ellos. Marcarían,  ahora más que nunca, la velocidad de mis pasos.

Así nos llevaron hasta la boca de la ambulancia.

Nos esposaron a los tres juntos con los brazos atrás y nos sentaron como pudieron en el suelo, y dos milicos, muy asustados, todo el viaje nos gritaban: “no hablen”.

Nuestras manos estuvieron juntas hasta llegar al Hospital Militar, en Montevideo.

Acalambrados, no podíamos ponernos de pie.

Insensibles los dedos de las manos, marcadas las muñecas por la presión de las esposas.

Cuántas cosas pasaron bajo las narices de los militares.

Alberto y Héctor me dieron pa delante todo el viaje, apretándome por turno, un dedo y otro.

 

Nunca di ese paso al frente.




04.07.2013 06:43

 

Entretener a los maestros y profesores con juegos de rebajas de sueldos de legisladores, no deja de ser una bisoñés gremial, mala e inoportuna.

Plantearse recoger firmas para rebajar los sueldos de los legisladores es apuntar a cultivar lo más atrasado, gremial y políticamente, de la sociedad uruguaya.

Al igual que las desafiliaciones de ex - dirigentes de esos gremios, ahora con responsabilidades en las instituciones de enseñanza pública.

Son dos pasos que debieron ser evitados.

Centrar ahí las justas reivindicaciones, y ejemplares movilizaciones masivas a lo largo de todo el país, es una rémora del pasado del movimiento sindical avanzado.

Los gremios de la enseñanza, con sentido de clase, tienen un bagaje histórico muy rico y una enorme capacidad acumulada de llegada, y de respeto, de toda la ciudadanía, muy superior a la de otros gremios, incluso del propio Estado.

Es una medida holgazana y tonta, que dispersa y no apunta a acumular, que divide al gremio y a otros gremios, en la hora de reclamar solidaridad y justicia salarial.

Distrae la atención de lo esencial y ubica el tema en otro lugar, donde otros son los protagonistas, en este caso los legisladores, que son los que deben votar los recursos que se reclaman.

Rebajar sueldos, como criterio, es pretender emparejar para abajo.

Por ser un gremio que trabaja con el conocimiento propio, y el ajeno, es mayor el error.

Más acertado seria “a cada uno según su necesidad y según su capacidad” y por ahí hacernos pensar, a todos, como encarar lo mismo.

Los gremios siempre lucharon y lo seguirán haciendo por emparejar para arriba.

Creo oportunos y justos los reclamos de los docentes, independientemente de que tengan acuerdos vigentes, firmados con anterioridad, con el gobierno.

Cada rendición de cuentas es una pulseada entre el mundo del trabajo, el capital, y en este caso, el Estado, dirigido por el gobierno de turno.

Se está a tiempo para corregir estos dos detalles de infantilismo político.

Padres, alumnos y vecinos son piezas claves de este tipo de movimientos, cuando se trata de reconocimientos salariales.

Gremio que no aprende a acumular ampliando la unidad con la sociedad, está condenado a que su lucha quede sólo en jadeos e impulsos emocionales.

Acerca de los sueldos y otras yerbas de los parlamentarios:

Tienen la oportunidad de mandar señales de acuerdo al país para el cual legislan, que sean más acordes con las peripecias financieras del Estado y el universo del monto de los salarios de la mayoría de los uruguayos.

Solos no lo harán. Habrá que picanearlos. Incluso podrían ser parte de los que empujen también, de una buena vez por todas, la convocatoria de una nueva Asamblea Constituyente donde hagamos un nuevo contrato social, y por ahí podríamos ir ajustando los números de todos los funcionarios del Estado, incluso el de ellos.

 

Pero me temo que no. El economicismo y el “peleá la tuya” no saben de solidaridad entre todos.




18.10.2012 22:14

Yo tengo tantos hermanos que no los puedo contar”

Los que venimos desde lejos, vamos para viejos y ahora somos una especie de árboles descopados, no hemos dejado de ser las raíces de aquellas siembras.

Somos muchísimos y creo que aún hacemos falta.

Hablo de los que venimos “desde el pie” y crecimos a la vida política enamorados de la revolución y de hacernos buenos revolucionarios.

De ser posible como el Che.

Claro, teníamos mucho donde emular.

Creo que somos miles, que de muchachas y muchachos, nos gastaron a palos cuando el Uruguay se quebraba y los enemigos de la democracia conspiraban y se alzaban para dar el zarpazo fascista.

Después del 2005 no todos quedamos en el asentamiento.

Hoy muchos están gobernando en buena ley y muchas veces con buen pie.

Pero sólo están gobernando el país.

No alcanza.

No pretendo que sean ellos quienes hablen, ni en un boliche, filosóficamente, de enemigos.

Dicen que los uruguayos, y el Uruguay, éramos menos pobres y más lucidos que otros pueblos del continente.

No creo, ni lo creí nunca, fuimos y somos diferentes.

En común, la lucha contra el imperialismo y los “peores americanos.”.

El objetivo era y es, quebrar la dependencia, superar el subdesarrollo, resolver la inequidad, combatir el racismo, respetar la vida, ser cultos para se libres, repartir la riqueza.

Fuimos, a la par de otros pueblos, más combativos y solidarios con las luchas de otros.

Era así.

De nada sirve negarlo.

Menos creativos, más pobres y más dependientes.

Holgazanes para bucear en el mundo de las ideas.

A toda la izquierda la hicimos una.

Con los triunfos se hizo tajadas.

Entre todos fuimos capaces de unir a los uruguayos y torcer el rumbo de la emigración.

Eso es mérito.

Ahora nadie ataja.

Nos hicimos izquierda de oficinas y de despacho y por ahí se enredo la yegua.

Las asambleas y las reuniones se cambiaron por conferencias de prensa  y por ahí empezó a agrandarse el asentamiento de militantes.

Los Comités de Base pasaron a ser objetos extraños.

La izquierda creció en votos y llueven nuevos sindicatos.

La de a pie, quedó sola, confundida y malhumorada, midiendo el equilibrio.

Y nadie ataja.

Nadie ayuda a ver el mundo, cada quien y cada cual “vicha” solito por el ojo de su cerradura.

Vamos mal.

Este es  el camino de otros.

No me nieguen que muchos dirigentes políticos sólo responden y dicen sandeces.

La derecha se va revolviendo como gato dentro de la leña con twiter y se ejercitan haciendo llamados a sala.

Y nosotros desparramados.

Todavía no nos fuimos y acá seguimos.

Claro que no para lo que Uds. gusten mandar.

No somos mejores que otros, pero… también hacemos falta.

Nos educamos en la más fina escuela de la sensibilidad de la vida política y hicimos conciencia del valor de hacer política con olfato de Chef de alta categoría internacional.

Y si no que me digan como se fue capaz de intercalar las corrientes proletarias, al de las díscolas capas medias, los profesionales, la gente de la cultura y ese resto de una burguesía criolla que no va a renunciar a nada, con militares patriotas.

Y ese ejército de pobres y hambrientos, que están artos de estar en  la vidriera de los requeridos y nunca llegan donde se exhiben las riquezas y los cero quilómetro.

Que vengan con sus códigos hechos a fuerza de vivir en el “cantegril” y la cana propia de los asentamientos.

Con seguridad son descendientes del Cacho, hijos y nietos de aquel llamado “Chueco Maciel”.

Es nuestra oportunidad de salir del asentamiento.

Capaz que lo que debemos hacer, los que venimos de la mismas raíces, es juntarnos y juntar mas gente, antes que algunos tiren el agua sucia de la bañera junto con el niño.

Y ahí sí, todo se habrá ido a la mierda.




18.10.2012 08:00

 

Secos y mojados.

El Ministro de defensa no dio en el clavo políticamente, como latinoamericano y tampoco como hombre de un gobierno de izquierda, en la conferencia de Punta del Este.

Eso sí, hizo lo mejor que sabe: literatura. Nada más y nada menos que frente a esos nenes que se fascinan con manuales del negocio de la guerra.

No hay nada que festejar con los setenta años de la creación de esos organismos de defensa en este continente, dirigidos por el imperialismo norteamericano y sus testaferros criollos, de triste fama.

No es de recibo, por lo menos para mi, que un ministro de defensa del Uruguay, de un gobierno de izquierda, de a entender y diga que todos somos responsables de las calamidades planetarias

Así, al voleo, todos revueltos y entreverados dentro de la misma bolsa de estiércol.

Y que las aguas de la modernidad y lo “políticamente correcto”, se encarguen de reescribir la historia, “demodé”, de la lucha entre opresores y oprimidos.

Nos deja su discurso un testimonio personal y una visión resignada, equivocada y apocalíptica para el futro de la humanidad.

Los que estuvimos de este lado de esas trincheras que nos trajeron hasta acá, somos los categoría B, los subhumanos del discurso.

No lo comparto.

Siempre, con cualquier gobierno, me pareció que lo más sano y más democrático,  seria que los hombres y mujeres, hablando de experiencias institucionales, lo hicieran al margen de las peripecias personales.

Es de veleidosos e ingenuos, y poco serio, incluso para esa derecha reaccionaria, aceptar ese estilo de maestro de escuela rural describiendo las catástrofes planetarias a lobos preparados y engordados a corral.

El negocio transnacional militar del cual Uruguay obtiene migajas de subordinado, que el ministro mira con tanta devoción producto de sus charlas con oficiales y tropa desparramados por el mundo, que vieron las espeluznantes tragedias como las del pueblo de Haití.

El emporio de la guerra y de las armas manejado por el imperialismo norteamericano, sabe muy bien cuales son, como son, y como será lidiar con el mundo especulativo, bancario, internacional, que fue capaz de hacer tambalear las entrañas del sistema del imperialismo.

Me hago cargo de lo que pudieron haber dicho y propuesto otros muchos que estuvieron en ese costoso conclave.

Sólo que como hombre del presidente, y uno de los ministros de mayor confianza del gobierno de izquierda frenteamplista, yo hubiera deseado que les dijera, en nombre de todos, que no fuimos y no somos igual de responsables de los males pasados, presente y futuros de la humanidad.

No pudimos menos que rebuscar y volver a escuchar el discurso del “Che” en Punta del Este, que también tenia razón.

 




26.09.2012 19:13

Yuyito

 

La primavera esta acá.

Después de la tormenta; las nubes, el frio y las lloviznas, con el ruido de las motosierras, no dejan de acompañarnos mañanas y tardes, todos los días.

Los huecos y las raíces al aire dejados por los árboles derribados por los vientos cruzados, dibujaron estos paisajes extraños en cada cuadra y obligan a miradas involuntarias pretendiendo medir los daños.

Las Acacias volvieron a quedar pardas sin sus largas varas de flores amarillas.

Los porfiados helechos, inmutables, siguen aferrados a cualquier cosa en que puedan prenderse- No escapan las Palmeras que les sirven de sostén, y reciben vida y color en sus ramas secas y fibrosas.

Hasta las rajaduras del hormigón le hacen de cobijo, donde conviven hasta vencerlo.

La primavera comienza en el suelo.

Alcanza con mirar las nuevas raíces de Eucaliptus, abrazados por las tenaces Madreselvas, que, con desparpajo, se envuelven y trepan, atenazando todo lo que tienen a su paso hasta formar una solida maraña verde con pequeñas flores blancas.

No en todos lados se convive con los Cactus, esos extraños, vetustos, considerados intrusos por los que desconocen.

Nada piden para hacerse añejos. Viven con muy poco o nada, junto a otras especies, o en solitario, en medio de la nada.

Yo los conozco como “Tetechos” son tratados como temidos intrusos, aunque sus pencas estén cargadas de dulces frutos espinosos. Son los cómplices tempranos que anuncian la primavera en pleno invierno.

El espectáculo de la primavera es preanunciado por el curativo y fuerte Aloe.

Los que más saben y aman sus largas y estéticas varas con flores rojizo- anaranjadas, lo utilizan para hacer cercos. Hacen la diferencia, con sus tallos asemillados mustios, obscuros.

Con la tormenta el arroyo Sarandí se retobó y se amansó siempre que quiso, pero, también él, fue vencido por la llegada de la primavera.

Amagó a desbordarse y cambió su lecho siempre que las lluvias y el viento lo arrinconaron bajo el puente de hormigón, contra el furioso oleaje del mar.

Trajo y llevó al mar todo lo que encontró en su desbordante y loca carrera.

Dejó acostados muchos de los viejos árboles que vio crecer y ahora caer a su costado, arrastrando hasta la avenida a esos viejos compinches, que fueron refugio del sol y de carpas  de muchachos con ganas de estar junto a una hoguera, cerca de todas las aguas.

“El paseo del puente”, ése que ahora  separa, por estar clausurado por ataques de vándalos, unía a los vecinos de los dos balnearios, y les hacia mas fácil llegar los viernes a la feria vecinal recostada al arroyo. 

Ninguna tormenta, ni vientos, tampoco días enteros fríos y lluviosos, podrán ser capaces de impedir que la tibieza del sol de setiembre haga florecerla primavera.

Es cuestión de aprender a mirar lejos, como lo hacíamos cuando éramos prisioneros.

Acercarse a las ventanas, fijar la vista en un punto de adelante hacia atrás y devorarse todo.

Con acercarse a la ventana alcanza para ser parte y partero del advenimiento de la primavera.

Ella como dice el flaco Zitarroza  “crece desde el pie”.

Los yuyitos primero, las manchas en el suelo que hacen las flores de los Macachines, blancas, rosadas y esas amarillitas que apuntan con el cuello al sol.

Crecen bien de abajo, sin ruido, en silencio, todas juntas, a un mismo tiempo, sin apuros.

Ahora es fácil saber que llegó la primavera. Lo gritan los brotecitos del añoso Sauce, descopado en el invierno, que anuncia su generosa sombra para todo el verano.

En lo más alto el verde imponente del follaje del Álamo.

La copa del Palo Borracho.

Los Nísperos con frutos en racimos maduros.

Cuando el calor agobie  en diciembre, enero, febrero, marzo, no habrá tiempo de recordar que por este lugar de mansas playas, con gente de todas partes, hubo tormenta.

Y capaz que hacen bien en no recordar que por unos días hubo calles y cunetas desbordadas  por el agua, cables caídos y días y noches sin agua y luz eléctrica.

La primavera esta acá.

 




24.09.2012 11:57

 

Te quedé debiendo la bandera.

 

Comer, beber, no hacían tus necesidades después de la muerte de tu entrañable compañera.

¿Te recuerdo las veces que la llamaste por su nombre? Rosa.

Sólo luchabas por recordar todos los nombres: el de tus padres, tus hermanos, hijos, e incluso los sobrenombres que usaste en la clandestinidad.

Vos no querrías, y yo tampoco, quedarnos sólo con las imágenes de este último tiempo compartido.

Solos, tú y yo, dentro del vetusto hospital, en una sala de emergencia, el día que cayeron los árboles y el gobierno y las patronales decretaron un paro general.

Quiero olvidarme de las calles sin gente, sin trasporte, de la cantidad de árboles y cables en el suelo, de las casas y coches aplastados.

Quiero olvidarme que fui contigo, dentro de una ambulancia, en medio del apogeo del viento y la lluvia y que, por momentos a paso de hombre, hicimos los setenta quilómetros hasta la puerta de emergencia.

Quiero olvidarme del frio y de la puerta gris del hospital.

De la insoportable espera en la fila de ambulancias con las luces encendidas, esperando nuestro turno.

Quiero olvidarme de lo inútil que me sentí, sin ningún valor para obligarte a sostener un rato mas tu vida, que dejabas escapar porque no querías saber de vivir sin tu compañera.

Quiero olvidarme que llamé a Moi, quebrado, angustiado sin voz.

Quiero olvidarme que te prometí (sinceramente) y no cumplí, dejarte la bandera del Partido Comunista encima de tu pecho muerto.

Ésta, capaz que no me la dejas pasar. Te la quedo debiendo Ñato Abrines.

Pero no voy olvidarme de lo trascendente que aprendí de tu vida de proletario, de hombre de su época.

Porque hasta cuando habías decidido abandonarnos, nos repetías, que habías vivido la vida y nada tenías que reclamarle.

Hiciste de tus orígenes un paradigma, de tu familia y los compañeros el sostén y espejo de tu vida toda.

Recordabas, siempre con orgullo, a tu madre emigrante y tu padre anarquista.

Tu mayor peripecia fue vencer la adversidad y construir tu familia de hijos y entenados.

Supiste de muchos oficios; mandadero de chico, trabajo infantil en aserraderos, carpintero, constructor de ranchos de madera y lata por fuera.

Jugaste al futbol con el 5 en la espalda y no tenias precio.

Amabas y amaban el baile y bailaste con ella.

Pelearon, espalda contra espalda, contra bravucones empatotados.  

Hicieron de tu casa un lugar de resistencia y lucha por la libertad, contra la dictadura y una puerta abierta de encuentros solidarios con los perseguidos.

No hubo cura, comisario, ni milico, que no supiera que eran comunistas. A todos tenían algo para decirles, reclamarles, y algo para hacer en juntos por la libertad.

En la cruz de los caminos de tu artesanal vida, por voluntad propia, como decías: “en uso de mis facultades”, decidiste que estuviéramos juntos hasta el final. Coincidiendo con el final del alerta roja.

No sé si todo ocurrió según tus deseos, porque la última noche sólo hablamos, a modo de recordatorio, de toda la familia, repasando nombres y parentescos.

No dejamos de mirarte el rostro, atentos a cualquier señal, hasta que dejaste el incómodo y agitado respirar. Sólo atinamos a tenerte las manos con las nuestras, como si fuéramos, solitos, capaces de detener tu decidida fuga hacia la muerte, en la desesperada búsqueda de tus queridos reencuentros.

Después no importa.

Mi hermano, sus hijos, los míos y Andrés quedamos lidiando con las manos llenas de papeles para satisfacer la burocracia.

Fue el fin de la tormenta.

Ahora el vacío, el silencio y la calma de la rutina sin vos.

La fantasía hace lo suyo. La magia de los recuerdos se hace imágenes en las paredes. Los objetos que usaste inútiles, sin sonido.

Fuiste un generoso sembrador de principios y alegrías.

Te aseguro, seguí donde quieras que te encuentres, tranquilo, habrán primaveras.

 



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Vivo en Canelones. Realizo actividades como comunicador en Radios. Escribo, entre cosas, notas y artículos, algunos publicados en la prensa local y nacional. Mi correo: rabrines@adinet.com.uy

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