Eliza y Miguel
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Notas de Miguel

06.11.2008 05:50

Mientras algunos de los responsables de la historia más oscura de nuestro país se encuentran detenidos en Cárcel Central y unidades militares a la espera de que la justicia resuelva si habilita su extradición a la Argentina... los dinosaurios militares -nostalgiosos de una dictadura que ya pasó- difunden una carta abierta. Eligen para divulgarla el 18 de mayo, cuando se conmemoraron los 195 años del triunfo de las fuerzas artiguistas en la Batalla de Las Piedras.

Los firmantes -altos mandos de la época de facto- se hacen cargo de todo lo actuado por sus subalternos. Otra cachetada más en la mejilla de la gente: con la pedantería y jactancia de siempre "por la misión cumplida", es lo mismo que si nos dijeran una vez más: "Fuimos nosotros que dimos la orden de todo lo que sucedió, y aquí estamos. ¿Y...?, ¿qué hay con eso?. Queremos que todos los habitantes de este país lo sepan."

Así asumen las violaciones a los derechos humanos, las torturas, los asesinatos, los robos y las desapariciones como "actos de servicio", públicamente y con total desparpajo; ante el asombro del pueblo y la indiferencia gubernamental.

Y aunque la gente no quiera "poner la otra mejilla", los dirigentes de este gobierno coinciden en que la carta no está escrita en tono amenazante ni tiene la intención de presionar al Poder Judicial. Tampoco de intimidar ni pasar por encima del Presidente de la República. Nada de eso... sólo les faltó decir que su contenido tiene buena onda.

El Presidente Vázquez -de haber optado por el camino justo y soberano- tendría que haber ordenado la detención de estos jefes militares para ser llevados ante la justicia a ratificar lo pregonado en la carta delante de un Juez.

Pero no se ilusionen, que eso no va a suceder. Si se animara a ponerle el cascabel al gato -utopía tan ridícula que ni se sueña- estos señores adolecerían de la misma amnesia que demuestran en los careos con las propias personas que fueron sus víctimas. El "no recuerdo" de esta clase de victimarios es una respuesta válida para nuestro Poder Judicial, mientras que las acusaciones de las víctimas no tienen peso ni credibilidad legal. Lamentable, pero cierto.

La extradición a Chile de los militares acusados de participar en el asesinato del Químico Berríos tampoco sienta precedente alguno. Ellos están allá porque el gobierno chileno los necesita para tratar de ajusticiar a Pinochet antes que la muerte se lo lleve. Volverán limpios y absueltos, y por eso los dejaron ir.

Nada tiene que ver el caso Berríos con la infame Ley de Caducidad -protectora de genocidas- cuya anulación no tendrá andamiento "porque su artículo 4to. permite hacer justicia", y la promesa fue hacerlo cumplir... ¡pero nunca se dijo cuándo...!

Oficialismo y oposición se llenan la boca recordando el plebiscito que la ratificó... pero nadie osa mencionar el julepe tremendo que se inculcó al electorado, consiguiendo la necesaria mayoría para mantenerla vigente. Hoy no quieren otra consulta popular, aun sabiendo que ofreciéndonos la oportunidad de manifestar nuestra voluntad asumiríamos la responsabilidad sobre nuestros hombros, liberando los de ellos...

El Presidente dice que "deberá estudiar muy bien la situación". Mi opinión al respecto, es que los militares involucrados en los asesinatos en Argentina jamás van a ser extraditados. Y no por la mala relación que tienen en este momento ambos presidentes por el trillado tema de las fábricas de celulosa, sino porque todos los políticos -y digo bien claro: TODOS- le siguen teniendo miedo a los milicos de la dictadura. Y eso, los verdes lo saben muy bien. Por lo tanto y mientras vivan, seguiremos escuchando sobre sus "hazañas" en el pasado.

"Estudiar bien la situación" es tomar el camino de siempre, mirar para otro lado y restarle importancia. Hacer oídos sordos para no entrar en camisa de once varas... hacerse el sota.

Pero los pueblos tienen memoria. Recordar es bueno y saludable, es describir cómo era el pasado cuando aun era presente. Los desaparecidos ya no están, pero la palabra "desaparecido" se agiganta en el tiempo. Como los niños que desaparecieron por arte de magia ante el estupor de las Abuelas de Mayo. No existe el milagro que los pueda revivir. El dolor de la tortura fue auténtico, existió, aun está y estará en muchos lugares de la tierra. "Los desmemoriados" tratan de borrarlo y de evitar que la Prensa lo mencione.

La palabra "tortura" habrá de seguir, y no sólo en las conversaciones cotidianas. Está impresa en las cicatrices, en las mutilaciones y los muñones de la vida. La palabra "tortura" se le dirá siempre a quien que le moleste escucharla.

Sin embargo, aunque haya quien diga que el olvido no existe porque nunca pasó nada; soy un convencido de que hay solamente un antibiótico para el virus de la injusticia, que por supuesto no es el olvido, sino la justicia verdadera, la que cuesta tanto aplicar.

La justa sanción de las torturas y otras violaciones dignificarían a la humanidad. "La tortura no es inhumana -decía Sartre- es simplemente un crimen innoble cometido por hombres y que los demás hombres pueden y deben reprimir".

No debe ser el olvido el que pueda salvar a una comunidad de la bronca y la venganza. Sólo la justicia puede abrirle el camino para que recupere su equilibrio. Y si no se llega a la verdadera justicia -tras tantos simulacros- el pasado seguirá intacto con sus principios y sus riesgos; será siempre una gran morada, que no puede demoler ningún olvido.

Qué triste y lamentable que los sueños se vayan perdiendo y las esperanzas se vayan desvaneciendo. Lo peor -definitivamente- es comprobar que me equivoqué. Y como yo, muchísima gente.

Es muy difícil revertir el camino ya trazado, con el compadre Astori a la cabeza, genio de este gobierno que de socialista no tiene nada. Lo que más me duele y me da mucha bronca, es la gente más humilde que yo, que creyó en ellos y hoy también está decepcionada. Nos curtieron a mentiras y les creímos -ingenuos soñadores- sin pensar por un momento en que ¡ellos también eran políticos!

Todo fue mentira, como aquel pedido del voto prestado. Un préstamo pagadero a corto plazo y avalado por el compromiso de concretar la esperanza, de saldar la añoranza por los familiares perdidos, el dolor de la tortura y la impotencia ante la muerte injusta y desigual.

Arengas totalmente circunstanciales que alentaron ilusiones, nada más. Basura. Y que nadie se sienta mal por lo que digo. Fue basura, porque cuando no hay intención de pagar un préstamo, es más decente pedir una donación. Sólo queda -como siempre- la lucha de muchos compañeros por tratar de sacar adelante una luz, la esencia de la izquierda luchando contra la izquierda en el poder... ¡qué paradoja! Pero así es, así se sufre y también se canta... en una tonada popular que dice más o menos así:

"Al final del arco iris había un ratón

que cambiaba el diente por dinero

y los Reyes regresaban cada enero.

Cuando apenas era un niño

yo soñaba con un mundo muy distinto.

Cuando ya fui adolescente me enseñaron

que mi país era libre y soberano.

Me leyeron mis derechos y me engañaron.

Aunque sé que fui feliz en mi inocencia,

este mundo no es aquél del que me hablaron.

El final del arco iris queda lejos

y los Reyes se marcharon con los años.

Con los años, los ratones resultaron usureros.

Mi país, no es el país que me contaron".

Junio de 2006




06.11.2008 05:41

Víctor Hugo -uno de los genios de la literatura francesa- exaltó al ser humano como creador y destructor. Desde ese punto de vista, lo ubicó en el primer lugar, después de la divinidad suprema. De todas las palancas que posee el tiempo -dijo- la que más trabaja es la del hombre. Merced a esa fuerza, todo se modifica o se altera, sea para bien o sea para mal.

Ese era el pensamiento de Víctor Hugo, con el cual estoy totalmente de acuerdo. Pero sucede que -a pesar de ser el hombre un simple pasajero en esta vida y tener un corto plazo en ella-, trabajando, persigue el infinito en lo íntimo de su ser y tiene una importancia vital.

Este 1ro. de Mayo, recordatorio de las víctimas de la triste jornada ocurrida en Chicago en 1886 y por tanto día simbólico universal de los trabajadores; le ofrezco mi homenaje.

Creo que no importa lo que cada hombre o mujer realice en su diario vivir. Lo valioso es el hecho de estar entregado a una noble tarea, tal vez totalmente diferente a la de otros, pero igualmente sacrificada y digna. Por lo tanto, cualquier trabajo es trascendental si se realiza con la vocación, el entusiasmo y la dedicación que merece cada una de las labores que desempeñemos en nuestra vida.

Una de las felicidades del individuo es el trabajo libremente aceptado, como un deber y una responsabilidad gratificados. Hagamos que ese aporte diario se cumpla con la alegría de construir, crear o mejorar, en cualquier parte del mundo, y por encima de los graves problemas que sacuden a la humanidad.

Que este día sea para todos, una jornada esperanzada en lo que vendrá.




06.11.2008 05:35

En los Estados Unidos, el proyecto de ley promovido por el congresista republicano James Sensenbrenner -aprobado en diciembre por la cámara de Representantes- será debatido en el Senado en los próximos días. Si la Cámara Alta lo aprueba, se podría tipificar como delincuentes a los millones de trabajadores indocumentados y se construiría una muralla de mil kilómetros de longitud a lo largo de toda su frontera con México.

El objetivo sería -desde luego- impedir que esa frontera continúe siendo el flanco débil a través del cual ingresa la mayor cantidad de ilegales. La oposición al proyecto ya lo ha calificado como "el segundo muro de Berlín". Pero las encuestas parecen demostrar que millones de estadounidenses están de acuerdo en detener esa inmigración.

Se argumenta que sellando la frontera con México, no sólo se impediría el paso de los latinos que buscan trabajo, sino que tampoco ingresarían terroristas, armas y material para fabricar bombas o drogas. Desde el 11 de setiembre de 2001 la posibilidad de una acción terrorista de esa naturaleza sigue, sin duda, dominando y atemorizando a un gran número de ciudadanos.

Antes del atentado a las torres gemelas, se decía que la inmigración ilegal provocaba un desequilibrio en el empleo. Sin embargo no era un motivo vital, sobre todo porque esa mano de obra barata se ocupaba de las tareas más pesadas. Ahora esa razón -un tanto hipócrita- ha sido reemplazada por otra más teatral: la supuesta posibilidad de acciones terroristas.

James Sensenbrenner -que preside la Comisión de las Fuerzas Armadas en la Cámara Baja del Congreso- lo ha dicho con total crudeza: "Ya no es un mero asunto migratorio sino de seguridad nacional".

En la Universidad de California un experto en inmigración advirtió que si el muro de Berlín no hubiera tenido guardias con orden de disparar a matar, no habría sido posible detener a los alemanes del Este. Y según los cálculos, una muralla desde el Océano Pacífico hasta el Golfo de México, demandaría una inversión de por lo menos 8.000 millones de dólares... sin contar los gastos de cámaras de video, sensores, camionetas, helicópteros, armas y efectivos de patrulla.


Pero esto trasciende lo interno, porque se agrega un elemento nuevo al debate, que lo está convirtiendo en tema internacional, y podría tensar aún más las relaciones de Washington con América Latina.

El 14 de febrero, los cancilleres de cuatro países latinoamericanos -México, Colombia, Panamá y El Salvador- volaron a Washington para reunirse con su par norteamericana, Condoleezza Rice, y manifestarle su preocupación ante el proyecto a votarse. Son voces sensatas que advierten que esa ley no es la solución: hay que atacar la razón de fondo, las dificultades económicas y sociales de los trabajadores de muchos países latinoamericanos.

Todos los movimientos migratorios encierran razones que deben ser atendidas, muy en especial las que responden a las condiciones de pobreza en que viven las sociedades de los países que los generan, así como al deseo de libertad.

El periodista argentino Andrés Oppenheimer, en una extensa nota reproducida en Buenos Aires por el diario La Nación, ha señalado que en los Estados Unidos viven unos 11 millones de inmigrantes indocumentados, de los cuales dos tercios entraron en los últimos diez años, y la mayoría proviene de países latinoamericanos. La corriente aumenta a razón de medio millón por año.

Oppenheimer habla de una histeria antimigratoria en el estilo de vida norteamericano, que estaría en vías de colapsar por causa de los hispanos.

El presidente Bush, propuso un incremento de 800 millones de dólares anuales para los gastos de vigilancia en las fronteras y la repatriación de los ilegales. También hay otras iniciativas que plantean la militarización fronteriza, abriendo alguna posibilidad de legislación... Pero todas tienen el mismo fin: acrecentar el control. No se detienen a evaluar que si bien esos controles han aumentado enormemente en los últimos diez años, precisamente en ese lapso se elevó también la inmigración ilegal.

El problema no desaparecerá mientras subsistan las causas que lo originan. Si no se combate la terrible miseria y la falta de libertad en que viven muchos países, todo habrá de seguir igual.

A todo esto y cada año, el gobierno norteamericano hace público un informe referente a los derechos humanos en el mundo, criticando y evaluando a otros países. Es importante destacar que nadie -ningún país, ninguna organización internacional- le ha conferido permiso alguno para actuar como juez internacional supremo. Sin embargo -por determinación propia como es su costumbre- lo hace.

¿Pero quién ese gobierno omnipotente, para determinar y juzgar?

Es el gobierno del país que no ha querido firmar el Protocolo de Kyoto para evitar un mayor daño al medio ambiente, porque sus prácticas industriales son tremendamente agresivas y no piensa detenerlas.

Es el gobierno del país que no ratificó el Acuerdo para la creación de un Tribunal Penal Internacional. Muy por el contrario, está presionando a otras naciones para que aprueben acuerdos que permitirían la impunidad de los ciudadanos estadounidenses en el extranjero, en el caso de que sean acusados de violaciones a los derechos humanos.

Es el gobierno del país -el único- que tampoco ratificó la Convención de la ONU sobre los Derechos del Niño, porque hay estados en su territorio, donde se aplica la pena de muerte a menores de 18 años.

Es el gobierno del país que ostenta la más abierta segregación racial del mundo entero.

Es el gobierno del país que debió reconocer el uso de torturas contra prisioneros iraquíes, no sólo en Irak, sino también en su base militar de Guantánamo... Y a pesar de admitirlo, las continúa.

Es el país que envía su ejército a interferir en los asuntos internos de cualquier otro... y estimula a quien quiera escucharlo a que lo acompañe.

Las violaciones a los derechos humanos pueden y deben ser denunciados en cualquier lugar del mundo. Pero Norteamérica critica y evalúa solamente lo que ocurre fuera de su casa. No mira las habas que se cuecen dentro... sino que trata de expandirlas todo lo que puede.

Hoy, la inclemencia del tío Sam apunta hacia el Sur del Río Bravo. Y mientras allí se proyecta la construcción del monumento a la exclusión, en la costa Nordeste se mantiene erguido el coloso de piedra con la antorcha en su mano...

En su placa lucen -irónicos- los últimos cinco versos del soneto "El nuevo coloso", de la poeta Emma Lazarus: "Dame tus fatigadas, indigentes, apretujadas masas ansiosas de respirar libremente, los desdichados descartes de tus atiborradas playas. Manda a aquellos, los sin hogar, arrójalos hacia mí como la tempestad, ¡Yo levantaré mi lámpara junto a la puerta dorada!"

Marzo de 2006




06.11.2008 05:24

Es común que personas que han vivido muchos años, digan que tiempos pasados fueron mejores. Yo creo que -fundamentalmente- en ese pasado éramos jóvenes, y eso hacía que miráramos la vida con más optimismo, más alegría y casi con irresponsabilidad. Por lo tanto, llego a la conclusión que todos los tiempos son lindos, y en especial los de la juventud, porque nuestros mejores recuerdos parten desde esa etapa.

Viví mis primeros Carnavales por la década del 40. Es importante señalar una vez más -aunque sea reiterativo- que el Uruguay y todos los países de la región, vivían una situación económica brillante, consecuencia total y absoluta de la guerra en Europa.

Uruguay era un país de diversión todo el año, pero cuando llegaba el Carnaval era un mes de fiesta contínua. El teatro Solís y el Artigas (estaba en Andes y Colonia, esquina Sureste) dejaban sus espectáculos de teatro para convertirse en hermosas salas de baile.

En el Hotel Casino del Parque Rodó, en el Hotel Carrasco, y en cientos de clubes dispersos por todos los barrios, se bailaba con las mejores orquestas típicas del Río de la Plata. Excelentes conjuntos de Jazz, también llegaban a nuestro país para participar del Carnaval montevideano. Distinto al de Brasil, pero hermoso.

Tuvimos el privilegio de que por muchos años, participara en esta fiesta el famoso y brillante conjunto Los Lecuona Cuban Boys, que por aquel entonces era el mejor en su género a nivel mundial. Esta orquesta espectáculo le daba a nuestro Carnaval un toque distinto de esplendorosa factura musical. Sus coloridas rumbas, Rumba Azul, Rumba Negra... Y de pronto, como si fuera un huracán implacable que irrumpía del trópico, explotaba la conga y era el delirio, la chispa que encendía a la juventud: "La conga de Jaruco viene asomando..."

Y luego el éxtasis, la pegadiza conga que compusieron en homenaje a nuestro país en 1942: Carnaval del Uruguay. Ya nadie se quedaba mirando, todos a bailar, o formar cadenas para cruzar el salón sin dejar títere con cabeza. Y por unos minutos, el olvido del molesto lumbago por parte de los más veteranos.

La alegría estallaba y contagiaba a los más tímidos, valorizada por la rica inspiración de Armando Oréfice -director de los Lecuona- y la excelente voz del Chiquito Alvarado, que era uruguayo y de La Unión. Orquesta y público cantaban las estrofas de Carnaval del Uruguay: "Me voy mi negra con mi alegre conga..." Aquel público se deleitaba bailando a su compás... y el actual sigue disfrutándolo en las permanentes evocaciones que le dedican los conjuntos carnavaleros de hoy.

El prestigio del Carnaval montevideano en toda América, se asentó en varios pivotes fundamentales: troupes, murgas, parodistas, conjuntos lubolos, y los corsos en los distintos barrios, siempre con los hermosos coloridos de disfraces, papelitos de colores y serpentinas.

Uno de los destaques fue sin duda el tablado, que permitía que la risa y la música alegraran la vida tranquila y monótona de nuestras barriadas. Según cuenta la historia, a fines del siglo XIX, en Dieciocho de Julio y Sierra (hoy Fernández Crespo), se construyó el primero. En el correr de los años, el éxito de la iniciativa tuvo tales proyecciones que en 1930 figuraban inscriptos en la Comisión de Fiestas alrededor de 400 tablados.

En los comienzos se trataba de construcciones modestas: un piso que descansaba sobre una docena de bidones o tanques, una baranda de madera y algunos chirimbolos carnavalescos que lo distinguían como tal. Pero el asunto fue tomando vuelo a medida que los años pasaban. La rivalidad de las barriadas para presentar cada vez un tablado mejor, estimulaba a los vecinos y aquellos primeros tablones de madera se fueron transformando poco a poco en obras de alto valor artístico algunas, y otras en verdaderos aciertos de humor.

Para ese entonces la Comisión de Fiestas decidió establecer premios para incentivar la iniciativa popular. Y fue así como surgió el entusiasmo de la gente de los barrios para colaborar con dinero y trabajo, que la Prensa difundió y elogió.

Se cuenta que a principios del siglo pasado en Garibaldi y Gral. Flores se reunió el vecindario en asamblea y decidió levantar un tablado. Pero se presentó un difícil problema a resolver, porque por allí pasaba una línea de tranvía de caballos; por lo tanto, la empresa de transporte opuso tenaz resistencia.

Los vecinos insistían, pero la empresa no cedía. En esa discusión los días iban pasando y había que construir el tablado antes del comienzo del Carnaval. De pronto, un ingenioso vecino encontró una solución salomónica: construir el tablado tendiendo un puente de vereda a vereda, para que por debajo pudiera pasar el tranvía sin dificultades y sin riesgos. Sin duda fue una idea original y que la gente bautizó con el nombre de "Puente de los Suspiros", que se convirtió en la atracción máxima de aquel Carnaval.

Muchos años después, en otro Carnaval famoso -porque pasó prácticamente bajo agua- en San Fructuoso y Gral. Flores, con mucho trabajo y entusiasmo, los vecinos habían levantado un hermoso tablado que era el orgullo de la zona. El mismo día del comienzo del Carnaval, un terrible temporal azotó la ciudad. Al cuarto día había provocado inundaciones y destrozos. A la mañana del quinto día, cuando cesó un poco el aguacero, la sorpresa de los vecinos no tenía límite: ¡el tablado había desaparecido!

Se resistían a creer que lo hubieran robado, aunque comentaban que la audacia de los ladrones no tenía límite; pero eso de robarse un tablado, ya batía todos los récords conocidos de la delincuencia criolla. Pero pronto todo quedó claro. A cuatro cuadras de su construcción original, en San Fructuoso y San Martín, apareció el tablado con algunos deterioros, pero todavía en condiciones de ser reconstruido. Lo había arrastrado el agua. Un camión lo trajo a su esquina y un pícaro ingenioso le puso un ancla, por si la lluvia seguía.

A principios de los 40', al llegar el Carnaval, recorría los tablados con los gurises de mi barrio, en la zona de Larrañaga y Rivera. Al que más íbamos era al que estaba frente al Puertito del Buceo. En ese lugar había una casa de las que los veteranos de aquellos tiempos llamaban "rancho", que comúnmente eran usadas los fines de semana y en el verano. Los dueños eran Víctor Soliño, Ramón Collazo, Pintín Castellanos y otros. Frente mismo a la casa, para el Carnaval, hacían construir un tablado donde ellos también actuaban.

Ese año tenían como invitado muy especial al gran cómico argentino Pepe Arias, que había llegado a pasar unos días. Él también quiso participar del grupo de comediantes con el solo fin de divertirse. El número principal anunciado por el grupo, era la imitación a Pepe Arias... que nadie podía suponer que estaba a cargo de él mismo. Cuando subió al escenario y comenzó, el público, que era mucho, escuchaba y se reía de cómo representaba los populares monólogos tan a la perfección. Pero los comentarios eran diversos. Los más generosos aceptaban que estaba bastante bien, pero que de ahí al verdadero Pepe Arias, había un abismo. Y otros aceptaban que en algunos pasajes, se le parecía bastante. Aun sin que nadie reconociera en el imitador al personaje original, lo aplaudieron a rabiar.

Hoy, a tantos años de esos hechos nos preguntamos hasta qué límites de lo absurdo puede llegar el afán crítico de los humanos... Y en cuanto al espectador uruguayo de toda expresión artística, siempre tuvimos fama de excesivamente exigentes y para los artistas... fuimos un público temible. Creo que actualmente hemos entrado -en ese sentido y en tantos otros- en la etapa de la aceptación y la tolerancia... ¡Feliz Carnaval...!




06.11.2008 05:02

En la ciudad de Viena, Austria, el 20 de setiembre de 2005, falleció a los 97 años de edad Simón Wiesenthal; figura legendaria que dedicó su vida en buscar y llevar a la justicia a los criminales de guerra nazis.

Había nacido en 1908 en Buczacz, Polonia (hoy Buchach en Ucrania). Tras estudiar en Praga y en Lvov, ejercía como arquitecto cuando los alemanes invadieron Polonia en setiembre de 1939.

Cuando estalló la segunda guerra mundial, tuvo que sufrir en 12 campos de concentración. Estuvo confinado desde 1941 hasta 1943 y de nuevo entre los años 1944 y 1945. Ese año, ya casi al final de la guerra, fue liberado por los aliados del campo de concentración de Mauthausen. Con la llegada de los aliados a los campos, comenzó a tenerse conocimiento de la muerte de unos seis millones de judíos y otras miles de víctimas del nazismo.

En los crímenes y el genocidio que fue el holocausto de la segunda guerra mundial, murieron 89 familiares de Wiesenthal. Cuando fue liberado dijo: "No hay libertad sin justicia". Y dedicó el resto de su vida en buscar esa justicia que tanto ansiaba. Durante el medio siglo en que desarrolló lo que llamó su "cacería de nazis", logró que fueran enjuiciados más de 1.500 criminales de guerra por delitos de lesa humanidad y genocidio.

En 1960 es capturado Adolf Eichmann, oficial de la SS, Jefe de la Sección de Asuntos Judíos de la GESTAPO, responsable de implementar la "solución final" que le encomendara Adolfo Hitler. Fue -sin duda- el más espectacular de todos los casos. Este criminal vivía en San Fernando, Argentina, con la identidad de Ricardo Klement. Gracias a la acción de Wiesenthal, fue localizado, secuestrado por un comando de la inteligencia israelí (MOSSAD), y llevado en secreto a Jerusalén, donde fue procesado en público y condenado a muerte en 1961.

En 1963 localiza a Kart Silberbauer (oficial de la GESTAPO), quien confiesa: "Sí, yo arresté a Ana Frank" (joven judía de Ámsterdam asesinada por los nazis luego de haber permanecido escondida durante dos años).

En 1967, durante la gira para promocionar su libro de memorias "Los asesinos entre nosotros" en Estados Unidos; anuncia la localización de Hermine Ryan (cuyo apellido de soltera era Braunsteiner), que se camuflaba como ama de casa y vivía en Queens (New York). Hermine Braunsteiner, quien supervisó el asesinato de cientos de niños en Majdanek, fue extraditada a Alemania en 1973, juzgada y condenada a cadena perpetua.

En 1983 Colabora con la información que posibilita extraditar a Klaus Barbie, "el carnicero de Lyon" a Francia, donde lo condenan a cadena perpetua por crímenes contra la humanidad. Barbie muere en prisión en 1991.

Simón Wiesenthal siempre sostuvo que había que continuar con los procesos judiciales contra los genocidas y los criminales de guerra para recordarle a la humanidad lo que había pasado, para trasmitir un alto significado histórico y educativo:

"He pasado toda mi vida persiguiendo a los perpetradores del mal, no en busca de venganza, sino en busca de justicia y para proteger a las generaciones futuras de los horrores que yo e vivido. Debemos recordar que la libertad no es un regalo del cielo, ¡debemos luchar por ella cada día!"

Dice el Dr. José Carlos Corbatta en su artículo biográfico "Simón Wiesenthal: Una vida motivada por la búsqueda de la justicia", publicado en http://boards1.melodysoft.com/ el 26 de setiembre de 2005:

"Simón Wiesenthal me deja numerosas enseñanzas, es la respuesta humana enmarcada por el poder de la Justicia a la cual se llega por el camino de la Verdad. Le agradezco por demandar:

El respeto a la vida misma.

La permanente búsqueda de la Dignidad de la Persona.

El Amor como base de Felicidad Humana.

Que NO hay que olvidar y no se puede perdonar por otros.

Justicia, que existe. Nada más que hay que vivir para verla.

Porque TODOS tenemos una misión."

Simón Wiesenthal fue definido como "la conciencia del holocausto". Fue un ejemplo, sobre todo para poner evidencia los crímenes del nazismo, las muertes de civiles inocentes por millones, expresión de una barbarie sin límites que llevó adelante un genocidio terrible, infame y cruel.




06.11.2008 04:51

Cuando un amigo le dice a otro: "¡Cómo te envidio!" -porque tiene un buen trabajo, éxito en lo que emprende, o una buena compañera- no le desea que pierda lo que tiene sino que por el contrario, le manifiesta que le gustaría ser como él. La envidia trasmitida de esa forma -generalmente llamada "sana"- no es otra cosa que admiración.

Pero la calificada de "maliciosa" o "patológica" -porque perjudica a quien la cultiva- es la envidia propiamente dicha. El diccionario la define como "desazón y malestar por el bien ajeno" o "tristeza por el bienestar del otro". Es una palabra que proviene de la voz latina "invidia", que significa "mirar con recelo, con rabia o rencor".

Ya mi abuela decía que "el mal de ojo" es un daño que sufren los chicos, cuando alguien los mira con envidia. Yo diría que es parienta lejana de los celos, pero muy cercana de la codicia. Porque se cela por temor a perder algo, en cambio se envidia por haberlo perdido a manos de otro, o por no haber llegado nunca a lo que otro alcanzó.

El envidioso sufre siempre. El éxito ajeno le resulta muy duro de soportar. Si por razones sociales debe felicitar al que ha triunfado en alguna actividad, lo hace tarde y por obligación. No valora ningún favor; está convencido de que no hicieron más que darle lo que le correspondía. Y si se ve obligado a ofrecer un agradecimiento, es totalmente falso. Siente lástima y a la vez simpatía por el fracasado... mientras éste no repunte. No es posible satisfacerlo, porque sólo le gusta la miseria ajena.

Si queremos descubrir a un envidioso sólo tenemos que contarle algo en que nos haya ido muy bien. Su rostro se irá desencajando, en su mirada se notará el disgusto y se pondrá pálido -si le produjo angustia- o rojo -si le causó rabia-. Recibir estas noticias, muchas veces lo hacen retirarse de una reunión antes de tiempo... sin motivos aparentes.

Nunca cuenta sus pesares; cree que eso es demostrar debilidad. Cuando tiene la suerte de hacer fortuna, nadie se entera: tiene miedo que lo envidien. Generalmente no ama ni odia, simplemente sufre.

Es más saludable y más feliz quien puede vivir despojado de tan negativa condición. El que no envidia, vive en paz.



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