opiniones variadas. M da Fonte
sociedad, educación, política, economía y ciudades

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22.04.2020 08:11

La paradoja de lo pre-delictivo

Me encontré sorpresivamente con la expresión “pre-delictivo”, le seguí el rastro y llegué hasta el código de Justiniano (529, 534) y su máxima: “Princeps legibus solutus est” (el príncipe no está obligado a las leyes). Uno de los ejemplos, seguramente más celebres, de esa justificación jurídica es la “Lettre de Cachet” que para Michelet representaba “la esencia y la vida misma del Antiguo Régimen” y la mecha de la Revolución.

Originalmente se trataba de órdenes de prisión destinadas a quienes eran considerados como peligrosos para la seguridad del reino. Más tarde los particulares también pudieron elevar pedidos de “lettre de cachet”. Voltaire, entre otros célebres escritores, las sufrió pero también las pidió para una vecina incómoda. La monarquía española utilizaba el mismo procedimiento con el nombre de Orden reservada. Ambos tienen en común que el Estado se salteaba los procedimientos judiciales y la persona quedaba en una condición que con frecuencia era semejante al detenido desaparecido de las dictaduras contemporáneas.

El concepto de peligrosidad se mantuvo aun en los regimenes liberales mediante las leyes de “vagos y malentretenidos”, utilizadas tanto en Europa como en Iberoamérica durante los siglos XIX y XX. Las teorías de la Escuela positiva o positivismo criminológico italiano fueron su sustento teórico.

Los vagos eran individuos “que sin tener una propiedad, profesión, arte u oficio de que vivir honradamente, tampoco se hallen conchabados…” mientas que los malentretenidos agregaban a su peligrosidad el hecho de “frecuentar los cafés, las tabernas, y los lugares sospechosos, contrayéndose únicamente al juego, a la bebida y a otros actos de disipación y mala vida.” Los vagos y malentretenidos solían ser, sin orden de juez alguno, material para la leva forzosa de los ejércitos. El dictador Latorre la utilizó para enviar vagos, malentretenidos y por supuesto adversarios políticos a picar piedras o a la Escuela de Artes y Oficios.

Modernamente el problema del discutido “estado peligroso” toma dos caminos: uno cuando la ley prevé estas formas de conducta y pasan por las instancias judiciales, en sociedades democráticas. En el Uruguay como en muchos países aun existe la “ley de Vagancia, Mendicidad y Estados Afines” (10.071, del año 1941) aplicada durante el verano de 2009 por una jueza del departamento Maldonado. Por otro lado bajo regimenes totalitarios o meramente autoritarios es una herramienta preciosa contra los disidentes políticos o los inconformistas.

La Ley española de vagos y maleantes (4 de agosto de 1933), aplica a ambos casos. La instituyó la segunda República, bajo el primer gobierno de izquierdas; el siguiente gobierno de derechas la puso en práctica. El fundamento de la norma era el artículo 1º de la Constitución de la República de 1931 que decía: “España es una República de trabajadores de toda clase…” Conocida popularmente como la Gandula, la ley estaba destinada principalmente al control de mendigos, rufianes sin oficio conocido, proxenetas, nómadas y cualquier otro elemento considerado antisocial. La Gandula aplicaba medidas de seguridad que oscilaban desde el internamiento en centros de “reeducación” por tiempo no superior a cinco años, o la expulsión de los extranjeros, el “asilamiento curativo en casos de templanza por tiempo absolutamente indeterminado” o el destierro indefinido. En 1934 se inauguró en Alcalá de Henares el “El primer campo de concentración de vagos y maleantes”, según titulaba una revista de la época, denominado “Casa de Trabajo.”

La dictadura de Francisco Franco la recibió de mil amores y la aplicó con entusiasmo sin introducirle modificaciones hasta 1954, cuando le agregó un ítem que, en realidad, era una mera precisión para dejar claro que los homosexuales también estaban incluidos. En 1970 sufrió otras modificaciones y pasó a llamarse Ley sobre peligrosidad y rehabilitación social. Luego de la muerte de Franco fue desmontada lentamente hasta derogarla en 1995.

Una ley similar está vigente en Cuba; Franco debiera sentirse orgulloso de su aplicado alumno y paisano, Fidel Castro. El código penal cubano incorpora la figura de “Peligrosidad social pre-delictiva” (he aquí la palabra del inicio). En el artículo 72 se define como la “proclividad” a tener conductas reñidas con “las normas de la moral socialista.” En los artículos 73 y 74 recurre a la categorización tradicional de estas leyes: a) la embriaguez habitual y la dipsomanía, b) la narcomanía, c) la conducta antisocial, y d) la enajenación mental o desarrollo mental retardado […]siempre que éstas representen una amenaza para la seguridad de las personas o del orden social. Por si hubiese dudas, el artículo 75 abre las puertas a todas las arbitrariedades al incluir a quien, “sin estar comprendido en alguno de los estados peligrosos a que se refiere el artículo 73, [tenga] vínculos o relaciones con personas potencialmente peligrosas para la sociedad, las demás personas y el orden social, económico y político del Estado socialista.” El artículo 78 establece las medidas a) terapéuticas; b) reeducativas; c) de vigilancia por los órganos de la Policía Nacional Revolucionaria.

Es claro que la palabra clave es “moral socialista”. Las páginas de Internet ofrecen varios estudios de juristas cubanos que justifican esta norma, aunque podrían resolverla mediante el antiguo argumento: los Castro o el Partido, como el príncipe, “no están obligado a las leyes”, aunque las fabriquen a medida. Su aplicación es permanente y variada. Los homosexuales estuvieron, y aun están, entre sus preferidos junto a los disidentes políticos, por supuesto. Sobran ejemplos. En octubre de 2008, veinticinco personas fueron condenadas a cuatro años de cárcel en la ciudad de Holguin. El semanario oficialista ¡Ahora! informó que “no habían cometido delitos, pero que por su proceder antisocial podían llegar a cometerlos en cualquier momento”. Parece ser que en Cuba los hechos hacen el delito y la condición, el pre-delito. “Se’ igual”, dijera Minguito y canta Melingo: “Se’ igual, siempre el horizonte en falsa escuadra.”




02.08.2018 15:48

 

Daniel Mascort

EL OASIS DEL FA SIEMPRE FUE UN ESPEJISMO

En una de las décadas de mayor crecimiento económico de toda la historia del Uruguay, y también de mayor recaudación, en lugar de CRECER, lo único que se hizo fue maquillar todo a base de DEUDA para parecer que Uruguay volvía a ser la Suiza de América.

La pobreza se eliminó, el desempleo casi no existía, los sueldos subían cada 6 meses, ..., todos eramos más ricos, casi los más ricos de Sudamérica de acuerdo al PIB per cápita.

Pero todo fue un gran ESPEJISMO, o si lo prefiere el lector, una gran MENTIRA.

La pobreza nunca desapareció, simplemente se tapó a base de subsidios. Se considera pobre a quién tiene ingresos por debajo de los $ 8.500 por mes en la capital, y menos de $ 6.000 en el interior. Sólo es necesario que le den una canasta, una tarjeta del mides, asignación familiar y algún pesito más por hijo que estudia, para que toda una familia con 3 o 4 hijos quede fuera del humbral de la pobreza. Y con los jubilados los mismo.

Pero lo que no se dice es que la canasta básica para un hogar de 2 adultos + 2 menores supera los 70.000 pesos, y muy pocos son los que realmente pueden decir que ganan tanto o más que la canasta básica.

Mientras el Gobierno sigue diciendo que el ingreso real sigue subiendo año tras año, la realidad es que mientras los sueldos se triplicaron, la canasta básica se quintuplicó. 

Pero claro ellos usan los parámetros de sueldo mínimo e IPC (indice de inflación maquillado al antojo del Gobierno en base a apenas 80 artículos, bienes o servicios).

Lo peor de todo, es que toda esa gente que durante años vienen subdidisndo, hoy están peor que en el 2002, porque aunque con subsidios los borraron de la pobreza, los enterraron por completo intelectualmente, condenándolos a la dependencia asistencial o a la delicuencia.

La tasa de exclusión (gente que no puede valerse ni progresar por si misma en la sociedad, por falta de estudios suficientes) es mayor hoy que en el 2002. Toda esta gente NUNCA salió de la pobreza, incluso aumentó el número de marginados sociales. 

De hecho, mientras dicen que la pobreza disminuye año tras año, la cantidad de gente alcanzada por subsidios aumenta también año tras años. Un poco contradictorio!!!! No creen???

El desempleo tampoco nunca disminuyó, se enchufaron 70.000 empleados públicos más, muchos de ellos inútiles e incapaces por completo, más otros 50.000 o más empleados de ONG y Cooperativas que trabajan directo para el Estado.

Y aún así, no disminuye el empleo, ya estamos cerca del 10%, siguen cerrando empresas. Si a la tasa de desempleo actual le sumaramos sólo los 70.000 funcionarios públicos de más creados en este Gobierno, tenemos igual o más desempleo que en el 2002.

La gran TRAMPA del PIB per cápita de Uruguay, es que uno de los componentes del PIB de Uruguay es la riqueza generada por las papeleras, Zona Franca y otras actividades off-shore, pero resulta que esta riqueza en su mayoría no queda en el país. Si restaramos todas estas actividades del PIB de uruguay, estaríamos a un nivel de PIB per cápita muy inferior.

Eso sí, gracias a todo este PIB inflado a base de actividad de papeleras, es lo que ha permitido a este Gobierno endeudarse más y más.

Cómo no va a ser preocupante la situación del Uruguay???? Dicen que el déficit fiscal es preocupante por que se encuentra al 4% del PIB. 

Es más que preocupante, es ALARMANTE, porque si lo calculáramos en base a la riqueza real generada en el país y se queda en el país, o sea descontando las actividades de las papeleras y otras actividades de zonas franca, en realidad, el déficit fiscal superaría el 10%, que en términos ecónomicos significa que estamos en DEFAULT por completo.

El único interés del FA para la nueva papelera, que no deja ninguna ganancia económica para Uruguay, es simplemente catapultar más aún artificialmente el PIB del Uruguay, y así el porcentaje del déficit fiscal disminuiría, pero NO la deuda, la cual seguiría siendo impagable.

El FA quería tapar su gran ESPEJISMO o MENTIRA con la nueva papelera, para poder pedir más DEUDA, para pagar los intereses de la DEUDA actual.

Estamos refundidos, y me alegro que la nueva papelera no haya salido aún, porque eso ha permitido que se sepa que todo es una gran MENTIRA, ni la pobreza disminuyó, ni la economía creció, ni el desempleo mejoró, la educación cada vez está peor, y revertir todo ello, conllevará ajustes muy fuertes y dolorosos para muchos, a parte algunos de los problemas actuales demandarán una década o más solucionarlos.

Sólo un comentario final: En cualquier momento de la historia y en cualquier parte del mundo, el nivel de inseguridad o delincuencia, SIEMPRE estuvo ligado a la situación económica del país o región. A mayor pobreza, mayor delincuencia. Y viceversa.

Cómo estamos en SEGURIDAD hoy en Uruguay???? Eso es un reflejo de nuestra situación económica.



04.04.2017 17:16

PABLO DA SILVEIRA
PROFESOR UNIVERSITARIO, INVESTIGADOR
Pablo Da Silveira

Narcisismo moral

El Frente Amplio viene de pasar unos días de tensión interna como pocas veces había vivido.

Primero fue la aprobación de una comisión parlamentaria para investigar los vínculos entre empresas privadas y partidos políticos, incluyendo casos muy oscuros como el de Aire Fresco. Luego fue el golpe de Estado en Venezuela y la consiguiente necesidad de pronunciarse sobre esos hechos. Ambos episodios pusieron en evidencia fracturas muy profundas, que van mucho más allá de lo táctico y aun de lo estratégico. La tibia condena al golpe de Maduro que emitió la Mesa Política del Frente Amplio fue aprobada por un voto de diferencia.

Algunas figuras del oficialismo salieron a minimizar los hechos y hablaron de “circo político”. Pero la verdad es que esos cimbronazos los sacudieron. No sólo está en juego el espíritu de unidad entre las diversas fuerzas que conforman la izquierda, sino algo todavía más profundo: estos episodios suponen un duro golpe al narcisismo moral que, desde hace muchos años, ha sido uno de los rasgos distintivos del frenteamplismo. 

El narcicismo moral es una actitud resumible en una única frase que se da por autoevidente: nosotros somos los buenos. Todo lo que hacemos está bien por definición, porque lo hacemos nosotros. Todo lo que hacen los otros está mal, porque lo hacen ellos. No hay nada que evaluar ni nada que vigilar respecto de nuestro propio comportamiento. Tampoco hay ningún mérito a reconocer en el comportamiento ajeno.

Un corolario político de esta visión es que lo mejor que puede ocurrir es que gobernemos nosotros. También por definición, nuestro gobierno será el gobierno de los buenos. En consecuencia, cualquier método que se utilice para llegar al gobierno es válido, como también es válido cualquier método para mantenernos en él. También es legítimo todo procedimiento que se utilice para impedir que gobiernen otros. Todo esto se justifica porque, nuevamente por definición, que ellos gobiernen es malo y que vuelvan a gobernar es un retroceso. En cambio, que lo hagamos nosotros es bueno para el mundo y supone un progreso en la historia.

Esta visión simplista y autocomplaciente es un pasaporte hacia la degradación moral. Dado que ya no hay cosas que estén bien o mal independientemente de quién las haga, todo se vuelve relativo: si lo hago yo es porque era necesario para asegurar el mejor resultado posible, que es, casualmente, que yo gane. Así es como uno termina permitiéndose mentir de manera descarada durante una campaña electoral (por ejemplo, prometiendo que no va a aumentar los impuestos aunque sepa que va a hacerlo), dar apoyo a un vicepresidente que engaña a un país entero acerca de sus títulos académicos o escandalizarse ante el ejercicio de una forma elemental de control democrático como son las comisiones investigadoras.

También por esta vía uno se autoriza a no considerarse responsable de nada. Uno no es responsable de las familias que sufren como consecuencia del delito, ni de los miles de “ni-ni” que se están quedando sin futuro, ni de las empresas que cierran porque no pueden con el costo del Estado, ni del despilfarro de centenares de millones de dólares en Ancap. Nada de eso es grave porque lo hice yo. Si lo hubiera hecho otro, sería escandaloso.

El narcisismo moral es una enfermedad infantil de la izquierda que nos gobierna. Felizmente, cada día es menos sostenible.

 NOTICIAS DE HOY 



09.03.2016 23:44

INDISCIPLINA PARTIDARIA, la columna de Hoenir Sarthou: 
LA VIOLENCIA
Una mujer asesinada durante un intento de asalto al almacén en que trabajaba, un guardia de seguridad ejecutado de un balazo en la cabeza durante el asalto a un supermercado, una abogada asesinada en la calle, delante de sus hijas, por resistirse a que le robaran la cartera, una pareja de paraguayos ametrallados, en un aparente ajuste de cuentas, cuando viajaban en auto con su hijo de siete años, una adolescente atropellada por el descontrolado auto de la pareja paraguaya, un niño de un año, y su tío, muertos a balazos ante la puerta de su casa en el barrio Casabó…
Ocho muertes violentas en menos de un mes. Y hablamos de los casos más espectaculares, los que la prensa destaca por su crueldad o sinsentido. Sin mencionar el goteo constante de otras muertes casi anónimas, que, hasta hace muy poco, el Ministerio del Interior se contentaba con clasificar como “ajustes de cuentas”, dando a entender que no merecían aclaración ni investigación. 
Lo que está pasando no puede ser ignorado. Porque no se trata del nivel de violencia regular, inevitable en toda sociedad. Para que ocurran hechos como los reseñados, en la cantidad y con la violencia con que están ocurriendo, es necesario que amplios sectores sociales se rijan por otras reglas, desconocidas para la población integrada y “bienpensante”. Hablamos de barrios enteros regidos por códigos que dictan el narcotráfico, el robo, el sicariato y la venganza, y de una población que acepta o se adapta por temor a esos códigos.
¿Cómo llegamos a esa situación?
Las causas son muchas. Tantas que, a veces, uno puede sentir que no hay nada para hacer, que todo está perdido. Veamos al menos dos de las principales.
Una de las causas es la estúpida prohibición de las drogas, preconizada e impuesta desde hace años por los EEUU. La prohibición les da a los grandes delincuentes los medios para enriquecerse, y a los delincuentes chicos los motivos para delinquir. A estas alturas, ningún daño que cause el consumo de drogas –aún de las más duras- es comparable a los estragos que causa la prohibición. Allí están, para probarlo, los EEUU durante la “Ley seca”, o Colombia y ahora México en “guerra contra las drogas”. Decenas de miles de muertos, la policía más corrupta y las mafias más poderosas son el resultado invariable de la prohibición.
La otra causa es un error conceptual que ha cometido el Frente Amplio y en el que ha sido acompañado por cierta “sensibilidad de izquierda”.
La izquierda ideológica ha sostenido, tradicionalmente, que las causas del delito son sociales, básicamente la pobreza y la exclusión, y quela represión no es el camino adecuado para prevenir el delito. Y en eso sigue teniendo razón.
El derecho penal y la policía pueden controlar al delito cuando quienes delinquen son una excepción, jóvencitos inadaptados a los que hay que reeducar, personas con trastornos psicológicos a las que hay que someter a tratamiento, y un número reducido de delincuentes profesionales a los que hay que controlar, reprimir y mantener a raya. En cambio, cuando la actitud infractora deja de ser una excepción y se transforma en regla para un sector considerable de la población, el derecho penal y la policía se vuelven impotentes, por un lado, porque los niveles de violencia que deberían desarrollar para cumplir su tarea exceden de los admisibles en una sociedad democrática, y, por otro, porque la lógica delictiva y la corrupción que la acompaña también permean a quienes deberían combatirlas.
La cuestión, entonces, es cómo llegamos a esta situación en que el número de personas que viven fuera de las reglas formales de convivencia están a punto de exceder –si no las exceden ya- las posibilidades de control.
Una de las claves está en las políticas sociales con las que los gobiernos del Frente Amplio –y algunas sensibilidades de izquierda que no son estrictamente el Frente Amplio- pretendieron actuar sobre las causas del delito. 
El razonamiento acertado de que la pobreza está en el origen del delito llevó a una conclusión mecánica errónea: se creyó que la transferencia de dinero y otros beneficios materiales haría retroceder a las prácticas delictivas. Grave error, porque ciertos daños del tejido social, una vez que se producen, no se reparan por la simple distribución de recursos materiales. La pobreza es una cosa, y la marginalidad cultural es otra. La pobreza se supera con recursos materiales; la marginalidad cultural no.
El error fue no entender que la gran batalla por la inclusión social se jugaba en el campo educativo y en el laboral. Un país en que casi tres cuartas partes de la población abandona el sistema de enseñanza en los primeros años del nivel secundario no puede aspirar a la inclusión social. Es así de sencillo. 
Hay otros aspectos en los que esa cierta sensibilidad pretendidamente “de izquierda” ha tenido un papel significativo. Por ejemplo, desde hace años se tratan los problemas sociales como reivindicaciones de ciertos colectivos particulares (las mujeres, los “afrodescendientes”, los homosexuales). El resultado es la desatención de las políticas sociales universales (básicamente el sistema de enseñanza público y la promoción del trabajo), en aras de situaciones parciales, que a menudo se presentan como si fueran las únicas dignas de atención. Así, la enorme publicidad y atención pública que recibió la llamada “nueva agenda de derechos”, con causas como la legalización del aborto, el matrimonio “igualitario”, la violencia “de género” y las reivindicaciones de grupos raciales o sexuales, invisibilizaron otros problemas estructurales, como el de la enseñanza y el trabajo, que afectan a los sectores sociales más vulnerables, en especial los jóvenes de bajos recursos, y repercuten luego en la vida de toda la sociedad.
Capítulo aparte merecen las erráticas políticas de promoción del trabajo y el criterio politizado con que desde el gobierno se asignan los empleos públicos. Son señales que inspiran desconfianza y desaliento en quienes más necesitan tener esperanza en un acceso equitativo y transparente al trabajo.
Para terminar, los hechos demuestran lo erróneo de haber admitido que el Ministerio del Interior minimizara la importancia de los “ajustes de cuentas”, sin advertir que la impunidad de los ajustes de cuentas equivale a concederles a las organizaciones delictivas el poder de “legislar, juzgar y ejecutar” en sus zonas de influencia. De alguna manera, el “enano fascista” que muchos llevamos dentro quería creer que eso era algo que ocurría sólo entre delincuentes y que no afectaba a las personas honestas. Hoy, tristemente, descubrimos que la ruptura de las normas jurídicas que regulan la convivencia no respeta a ninguna clase social. Las balas y los autos descontrolados pueden golpear a cualquiera.
El conflicto con las organizaciones delictivas y con las estructuras sociales que las rodean y sustentan ya no es un problema policial. Es un problema político, en el que está en duda la hegemonía cultural y la capacidad del Estado para seguir regulando a ciertas zonas del país. Por eso, la magnitud del daño que ha recibido y está recibiendo la sociedad uruguaya es incalculable y es difícil saber si será reversible. 
Si se quiere hacer algo, parece indispensable un cambio en las prioridades y en los objetivos de las políticas sociales. Un cambio que coloque a la educación (recordemos que es obligatoria) y al trabajo como punta de lanza y objetivo central de las políticas públicas. Sin eso, de nada servirán la policía y su “guardia republicana”, ni los patrulleros, ni los chalecos antibalas, ni los autoritarios “pick nics” policiales en los barrios “de contexto crítico”, ni tampoco los cambios legislativos o las intervenciones militares.
Insisto: es un problema de hegemonía cultural y política, no ya un problema policial.




13.09.2015 10:07

Comparto carta publicada en Ecos de El Pais por Gustavo Rivero:

Vázquez, usted se debe al pueblo, no al Frente Amplio

@| Vázquez, que ha accedido por segunda vez al poder gracias a los beneficios de la democracia y de la libertad, ahora hace un giro radical de 180 grados y le da la espalda al pueblo para hacer lo que quieren los radicales de siempre, actuando de manera antidemocrática y perdiendo libertad. Así como en su primer mandato Tabaré Vázquez, el histriónico ídolo de las masas frenteamplistas, claudicó ante el Frente Amplio no aceptando un tratado de libre comercio con EE.UU. invocando meros motivos ideológicos, ahora nuevamente sucumbe ante las minorías partidarias de la izquierda retirando al Uruguay del TISA a pesar de las gestiones de sus ministros y de los beneficios que significarían para el país en el intercambio de servicios con países industrializados.

El presidente ha caído ante los sindicatos de la educación que él mismo legitimó hace 10 años, otorgándoles poder y cogobierno. Ahora sucumbe ante sus propios pares de la coalición. Vázquez se ha transformado en un vulgar delivery de la Mesa Ejecutiva del Frente Amplio y de los sindicatos, quedando expuesto y a merced de las decisiones y caprichos marxistas de las minorías políticas, renunciando a estar a la orden del soberano. Esta nueva versión biológicamente deteriorada del presidente está haciendo que el FA se transforme en el neogabinete, destruyendo el poder de los secretarios de Estado. Para tomar decisiones respecto del TISA, Vázquez no consideró en absoluto ni en su mínima expresión la existencia de la oposición, que representa legítimamente a casi la mitad de los uruguayos.

Estas no son prácticas democráticas, sino refritadas versiones de populismo que muestran y exhiben una actitud de sumisión al dañino poder político de la coalición y le da la espalda a la democracia y al pueblo. Vázquez nuevamente acaba de entregar la soberanía del pueblo a manos de los radicales y anarcos. Vázquez le ha asestado a la democracia otra herida profunda y dolorosa, dejando al país sin acceso a nuevas y productivas oportunidades de crecimiento económico y humano, no ha respetado las decisiones del pueblo, no ha honrado al soberano y ha demostrado una de las mayores deslealtades que un pueblo haya podido sufrir.

El Presidente de la República que los frentistas votaron con algarabía como una hinchada festeja un gol los fines de semana, ahora, ese presidente es más sensible a 100 frenteamplistas anclados en la guerra fría de los ‘60 que al pueblo en su conjunto. Vázquez, usted es el presidente de todos, no del Frente Amplio, usted ha establecido por sumisión una relación de agencia con el Frente Amplio en lugar de hacerlo por mandato democrático con el Soberano.

Usted se debe al pueblo, no a un puñado de paralíticos paradigmáticos que a usted lo mandonean a su gusto, antojo y placer. Vázquez, ahora es usted quien aplica el “así como te digo una cosa decido la otra”.




19.04.2015 11:22

¿Estafa por decreto?

@|Como es sabido, a partir del 1° de enero de 2015 aumentaron las tarifas públicas. Todos sabemos que se trató, además, de un ajuste fiscal encubierto dado que el directorio de UTE, por ejemplo, pretendía subir menos y desde el gobierno llegó la orden de aumentar más.

En el caso de OSE lo que se comunicó a la población fue un aumento del 9,2%, un incremento significativo, pero que además, y por decreto del Poder Ejecutivo y la firma de Mujica, trajo cambios en la tarifa que hicieron que a 283.000 clientes del interior del país que tienen servicio de saneamiento la tarifa le aumentara entre un 25 y un 30%, siendo una verdadera estafa que permitirá a esta empresa pública recaudar más de 20 millones de dólares extras por año, hecho que en ningún momento el lamentable Directorio que tiene OSE salió a comunicar a la población.

A la ya perversa tarifa de OSE que utiliza franjas de consumo para el cobro de 1 a 5 m3 y de 6 a 10 m3, en donde si el cliente consume 3 m3 paga 5 y si consume 7 m3 paga 10, la OSE, en una maniobra vergonzosa y a espaldas de la gente, modificó el cobro del alcantarillado variable pasando del 60% del consumo de agua al 100%. En palabras que se entiendan: a partir del 1° de enero del 2015, los clientes de OSE del interior que consumimos 7 m3 de agua pagamos 10 m3 y además pagamos el 100% de esos 10 m3 que nos llevan; en definitiva nos cobran por agua que no consumimos y nos cobran por el agua que no nos llevan, una verdadera estafa.

Quiero aclarar que intenté comunicarme con el Directorio de OSE, intenté hacer una denuncia en Defensa del Consumidor que no me fue aceptada y denuncié vía telefónica en la Ursec este hecho, en donde me fue comunicado que era un decreto del Poder Ejecutivo.

También quiero aclarar que denuncié esto ante los dos representantes nacionales de Lavalleja, Javier Umpiérrez del Frente Amplio y Mario García del Partido Nacional, sin que hasta el momento hayan hecho ninguna denuncia pública sobre este verdadero despojo a los clientes de OSE.

La última duda que me queda es si la Dirección Nacional de Estadística habrá tomado el índice del 9,2% para el cálculo de la inflación, o también toma en cuenta esta maniobra puramente recaudadora que quiero creer que al Sr. José Mujica se la pasaron por el costado y él tampoco se enteró de la basura que estaba firmando.



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