Eliza y Miguel
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Notas de Eliza

12.03.2015 03:44

El 8 de marzo fue el Día Internacional de la Mujer y sentí la necesidad de homenajear a una de ellas. Mi elegida es Susana Ma. Ferreiro Jewkes, simplemente, una mujer. Pero una mujer que reúne, como muy pocas, los más preciados valores. Y tengo el orgullo de que sea mi amiga, desde que éramos niñas... y hasta siempre.

SUSANA

Nunca la vi llorar… aunque muchas veces lloré por ella. Detrás del conocido entrecerrar de sus ojos y ese tono en la voz presumiblemente despreocupado… estaba oculto  –estuvo, está–  un sufrimiento viejo, eterno… para mí tan conocido.

A ninguna de las dos, la vida nos fue fácil… cierto. Pero los golpes recibidos fueron distintos, tan diferentes como nuestro entorno, como nuestros destinos.

Yo me defendía, en aquella impotencia de la juventud  –y aún lo hago–  exteriorizando una irascible bronca… o ahogando penas en lágrimas, tan saladas como auténticas.

Tal vez pretendí  –no sé–  que al llorar sus penas podría mitigárselas un poco.

La vida continuó y la subsistimos. Las dos fuertes… pero ella estoica.

El destino, como niño malcriado, se entretuvo con el juego caprichoso de unirnos y separarnos una y mil veces… sin conseguir más que eso… jugar con ella y conmigo.

Entonces hoy –cuando la oportunidad de vernos se hizo realidad– hoy que fuimos capaces de lograrlo ganándole la partida a las estúpidas responsabilidades autoimpuestas que tantas veces nos detuvieron… ella me regala otras lágrimas. Éstas que brotan de lo más profundo de la emoción y caen sin que me de cuenta, sin que pueda evitarlo, sobre la pequeña hoja de papel donde está plasmada, en unas pocas líneas manuscritas, la inmensa sensibilidad tantas veces escondida, la que siempre percibí, la que ha marcado a fuego la grandeza de nuestra amistad:

“Las hojas en blanco son un llamador. La tarde tan gris hace sombras y la radio recuerda una ausencia: Alfredo (1) nació en este mes de Piscis. Todo invita a ese espacio de ternura creado por los recuerdos.

El parque fue coreografía de nuestros paseos, aquellos lejanos del Parque Rodó, otros más acá del Parque de los Aliados. El barrio nos dejaba hacer; tanto allá como acá nos miraba pasar creando historias y viviendo nuestros tiempos, cada una a su manera, pero las dos precisando la vivencia contigua. Tan necesitadas de vernos y hablarnos cada día.

Al llegar de clase o del cine los fines de semana levantábamos el tubo y dale a la charla. O corríamos a la puerta porque hasta el sonido del timbre era reconocido.

Siempre había que negociar la salida y realmente eran brillantes los argumentos: ‘es necesario sacar apuntes’; ‘la mamá está  enferma y ella no puede venir’; ‘sólo un ratito, ya hice los deberes’. Brillantes, porque si no, hubieran desaparecido y hasta el día de hoy los usan todos los amigos del mundo a cargo de sus mayores; había que ir al encuentro del otro. Juntarse era todo. El costo no importaba, ya se vería el pago.

Juntarse era enterarse con lujo de detalles de todo lo que pasaba a nuestro alrededor, aunque geográficamente pequeño, el mundo estaba abarrotado de cosas interesantes, hechos notables y amores inconmensurables. Odios totales y de rápido pasaje. Amistades fuertes que iban a sobrevivir períodos largos y duros de lejanía.

El barrio no sabía, en su tranquilo andar, todo lo que pasaría en esas pequeñas vidas, cómo cambiaría casi totalmente el sonido, el tiempo, las voces; cómo las miradas se iban a endurecer y los odios no serían olvidados; juntarse sería una palabra difícil de hacer realidad.

Aunque en los barrios, y en los corazones quedaría siempre, el deseo de volver a ser felices como antes”.

Al pie de la hojita no hay firma… no es necesario. Ella “es” cada una de esas palabras… Susana… mi amiga.

Eliza

(1) Alfredo Mario Ferreiro(1/3/1889 – 24/6/1959). Uruguayo, escritor, poeta, periodista, conferencista radial... y padre de mi amiga




22.06.2014 19:19

El ser humano apegado a lo que sea (belleza, religión, dinero, amor, política, suficiencia, poder, deporte, etc.), cuando se vuelve fanático deja de ser normal. Porque lo anormal es el fanatismo y quien lo padece se convierte en un monstruo sin cabeza. Monstruo por su personalidad deforme; sin cabeza por lo irracional.

El fanático no es idiota, ni tonto ni torpe: posee todas las condiciones necesarias para usar el raciocinio como cualquiera... pero la ceguera que se ejerce en él, le impide ver la realidad, llevándolo a actuar como un opa, muchas veces bruto y otras tantas peligroso para sí mismo y/o para los demás.

EL FANÁTICO DE LA BELLEZA sólo piensa en que su aspecto debe ser perfecto y se somete a cualquier sacrificio para lograrlo. No le importa lo que gaste ni en dinero ni en salud.

Es más notorio en las mujeres, pero no privativo; muchos actores, cantantes y presentadores también se fanatizan por su figura. No tienen paz, porque el tiempo pasa para todos, y sólo se sienten bien frente al espejo mientras la imagen reflejada no les muestre imperfecciones.

La consecuencia puede ser la de Narciso, Michael Jackson, las Nymphas o Isabelle Caro.

EL FANÁTICO RELIGIOSO se despega de este mundo atribuyéndolo todo a la voluntad de su deidad. A lo bueno que le pasa le niega mérito propio y asume lo malo sin rebelarse ni luchar: sólo reza.

Entre ellos están los que se inmolan para alcanzar la plenitud de su alma en el otro mundo en que creen; los que entregan sus bienes a sectas prometedoras de milagros; los que dejan morir a sus seres más queridos o a sí mismos rechazando una transfusión.

Padece de resignación y conformismo. El resultado es la pérdida de la vida, el dinero... y algún familiar por el que puedan decidir. 

EL FANÁTICO DEL DINERO no piensa más que en obtenerlo. No lo disfruta, su placer es acumularlo. Se priva de los pequeños gustos en que invierte cualquier proletario y restringe al máximo los gastos de su familia.

Vive estresado por el temor de perder su capital y desatiende las normas más simples del relacionamiento con su entorno. La consecuencia es una enfermedad limitante, y muchas veces la muerte... para que luego de una u otra, sus parientes desbaraten su fortuna con el mayor desparpajo.

EL FANÁTICO DEL AMOR acepta, justifica y perdona cualquier falta, maldad o injusticia realizada por las personas que ama. Consiente a sus hijos sin ponerles límite y tolera malos tratos de su pareja. Se adjudica culpas de sus seres amados para librarlos de afrontar el precio de sus faltas, incluida la privación de libertad.

Vive para servir a los que ama, alimentándoles la idea de que ésa es su obligación. Sufre, porque no recibe lo mismo que da. Son las víctimas de abuso y violencia doméstica, y los que  –cuando dejan de ser útiles para asistir a los suyos–, obtienen el abandono, encerrados de por vida en un geriátrico de mala muerte.

EL FANÁTICO DE LA POLÍTICA elige un líder y/o un partido y lo condecora con su fidelidad incondicional. No pone en tela de juicio nada de lo que su elegido diga o haga, por más aberrante que sea. Al contrario, lo defiende y justifica, atacando a quienes lo contradigan.

Deplora toda buena intención o actitud de sus contrarios y los ofende aun valiéndose de la difamación. Nadie es superior a su paladín o grupo, los opositores son veneno.

Es el monstruo sin cabeza que cuando prolifera, arrastra consigo a todos los demás y sufre con ellos –aunque no lo admita–, la misma frustración.

EL FANÁTICO DE LA SUFICIENCIA cree que nadie hace nada mejor que él. El convencimiento de su idoneidad lo hace petulante e insolente.

En los médicos se llama "complejo de dios". Son peligrosos, sus damnificados son los que padecen las consecuencias más graves y la muerte no es la peor.

Cuando el fanático suficiente es un magistrado se siente soberano, y va a procesar al que le parezca culpable, fundado sólo en la creencia de su infalibilidad.

EL FANÁTICO DEL PODER es uno de los más comunes y abunda por doquier. No hace falta más que un carguito para que muestre las uñas con soberbia y arrogancia  –a falta de aptitudes y talento–, menospreciando siempre a sus subalternos con prepotencia.

Todos conocemos unos cuántos, así que prefiero mencionar a los déspotas que tuvieron títulos encumbrados y pasaron a la historia, como Atila, los Inquisidores y Hitler.

EL FANÁTICO DEL DEPORTE es aquél que transforma su afición en una adicción patológica. Hay en todos los deportes, y suelen ser hinchas que se gastan lo que no tienen para asistir a un campeonato en el exterior, y si no da para tanto, comprándose un TV Led y asociándose a una red de cable... o colgándose de la del vecino. Ése sólo daña su propio presupuesto.

Pero en el básquet y en el fútbol son mucho más notorios los que se autodenominan "barras bravas" y por cierto que lo son... si usamos el adjetivo "bravo" como sinónimo de "violento", "provocador", "agresor" o "patotero".

Los más "famosos" fueron los hooligans de Heysel, aunque todos los países tienen los suyos. En Inglaterra los contuvieron a rigor... y funcionó. En estas latitudes es distinto: los protegen los dirigentes de los clubes y tienen madrinas con altos cargos públicos...

Ocupan los titulares de la crónica roja muy a menudo y aunque dejan un tendal de víctimas inocentes, la ineficacia en el control los mantiene impunes. Aunque algunas veces sucumben, a mano de otros como ellos.

EL SER HUMANO con tendencias fanáticas debería –si después de esta lectura sigue con ganas de caer en alguna–, apuntar hacia la AUTOESTIMA, que es inocua. Le aportaría coherencia, sensatez, y por sobre todas las cosas, dignidad. Lo libraría de caer en la tentación de los fanatismos nocivos, le daría paz, y haría muchísimo más fácil y agradable la convivencia de toda la especie.   

Eliza




01.03.2014 14:10

El escritor uruguayo Bartolomé Hidalgo, fallecido a los 34 años en 1822, en su poema gauchesco "La ley es tela de araña" la pintó como era (y sigue siendo), porque la desigualdad entre el grande y el chico no es ningún invento del tiempo actual.

Lo nuevo es la "evolución" que ha tenido en nuestro país (siempre corriendo atrás de la globalización para copiar lo peor de donde lo encuentre), hasta llegar a que la ley y la justicia sean herramientas "chicludas", sobadas y ensalivadas hasta rayar con la inmundicia.

Ya no es sólo entre "el gaucho y el señorón" que se aplica distinta vara; también ocurre en "estirpes" del mismo palo, sobre todo cuando se trata de minoridad.

En los titulares recientes, sin ir más lejos, tenemos una prueba de irracionalidad total, donde se aplican (o se amenaza con aplicar), conceptos similares de forma antagónica.

Con el título de "Animaladas", Montevideo Portal informa: «La Justicia entregó a sus responsables a los dos adolescentes que robaron y mutilaron una perra Pitbull en Paysandú». No repetiré los detalles de la atrocidad, ahí está la nota completa para el que los quiera. Sólo destacaré que los ladrones y agresores tienen 14 y 17 años de edad, y que llevado el caso a la justicia, el juez los dejó libres, a cargo de sus "responsables".

No sólo a mí me pareció un fallo negligente y desacertado: también a los vecinos, que quisieron agredir a los menores y debieron ser controlados por la policía. No es que justifique la agresión, pero comprendo que la gente entendió que esos muchachos merecían un castigo por lo que hicieron y no una lavada de manos por parte de la justicia como si hubieran roto un vidrio de un pelotazo.

El juez aplicó la Constitución... muy livianamente. Se redujo al Artículo 40: «La familia es la base de nuestra sociedad. El Estado velará por su estabilidad moral y material, para la mejor formación de los hijos dentro de la sociedad», y al primer párrafo del 41: «El cuidado y educación de los hijos para que éstos alcancen su plena capacidad corporal, intelectual y social, es un deber y un derecho de los padres». Pero se olvidó del último: «La ley dispondrá las medidas necesarias para que la infancia y juventud sean protegidas contra el abandono corporal, intelectual o moral de sus padres o tutores, así como contra la explotación y el abuso».

Y digo livianamente, porque si bien la Constitución sublima la familia, son los jueces y fiscales los que deben discernir qué familias pueden ser sublimadas y cuáles no.

Para hacerlo, las medidas necesarias están dispuestas en el Capítulo XV del  Código de la Niñez y la Adolescencia, que en su Artículo 207 reza: «Cuando el Juez de Familia reciba información fehaciente que aconseje la separación de un niño o adolescente de su familia de origen, previo asesoramiento técnico, deberá dar cuenta al Ministerio Público a fin de que éste determine si ejerce la facultad conferida en el inciso anterior.», que dice: «Artículo 207. (Responsabilidad del Ministerio Público).- La demanda deberá ser deducida por el Ministerio Público siempre que tenga conocimiento de alguno de los hechos que puedan dar lugar a la pérdida, limitación o suspensión de la patria potestad.)»

La información fehaciente a que se refiere el Código estuvo en manos del magistrado actuante aportada por la policía, por el denunciante, por los testigos y por la notoria mutilación de la perra. El conocimiento que requiere el fiscal para actuar, debió surgir de autos, y serle aportado oportunamente.

En este caso, se cae de maduro que una familia cuyos hijos adolescentes son capaces de torturar un animal (ya ni menciono lo de robarlo), no ha cumplido con el aleccionamiento moral que les compete como deber. Dejar a los menores en esas manos es lo mismo que aplaudir la fechoría sádica que cometieron y garantizar que la repitan, igual o peor.

Pero al letrado lo que hicieron los pibes le pareció una travesura sin importancia y no se detuvo a pensar que el sadismo en dos menores que habitan bajo el mismo techo no es producto de la posible insanía mental de uno, sino del ambiente en que se criaron los dos.

Considero que ciertas normas de conducta son incorregibles pasada la primera etapa de la infancia, pero de todos modos, una estadía en el rigor del INAME como castigo, les podría servir para no volver a las andadas, al menos para no perder de nuevo la libertad. Pero está visto que a ese magistrado no le preocupa la reincidencia, porque cada uno mastica a su antojo el chicle de la ley.

Y se confirman mis dichos con esta otra noticia, que El Observador titula "Quieren educar a sus hijos en casa; ANEP les dice que pueden perder patria potestad".

Un grupo de padres considera que la educación escolar tiene carencias que le impiden a los niños instruirse debidamente porque los maestros están obligados a mantener un nivel que alcance a todos los alumnos, y por lo tanto, empareja para abajo... lo que lamentablemente, es muy cierto.

El tipo de educación que pretenden se conoce mundialmente como "método homeschooling", y consiste en que los niños aprenden en su casa en vez de asistir a la escuela. A fin de año, "oficializan" sus conocimientos rindiendo un examen de egreso, de la misma forma que tienen que hacerlo los alumnos de los colegios no habilitados por la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP).

Se desprende de su intención, que son padres que se preocupan por sus hijos, y asumen su rol tal cual lo manda nuestra Constitución: «Artículo 41.- El cuidado y educación de los hijos para que éstos alcancen su plena capacidad corporal, intelectual y social, es un deber y un derecho de los padres». Lo dice bien claro: también es un derecho.

Pero cuando plantearon ante la ANEP educar a sus hijos en el hogar, recibieron del organismo la prohibición de hacerlo, con la advertencia de que pueden perder la patria potestad. El texto, más que advertir, amenaza: «Al ser la enseñanza inicial, primaria y secundaria obligatoria, al no respetar el mandato constitucional pueden verse los padres denunciados por no cumplir con los deberes inherentes a la patria potestad y perder la misma».

Si bien la obligatoriedad está clara en la Constitución: «Artículo 70.- Son obligatorias la enseñanza primaria y la enseñanza media, agraria o industrial», no se especifica el lugar físico donde deba ser impartida.

Pero sí lo especifica la Ley General de Educación (No. 18.437 de 16/1/2009): «Título I, Capítulo II, Artículo 7º. (De la obligatoriedad).- Es obligatoria la educación inicial para los niños y niñas de cuatro y cinco años de edad, la educación primaria y la educación media básica y superior. A tales efectos, se asegurará la extensión del tiempo pedagógico y la actividad curricular a los alumnos de educación primaria y media básica.

Los padres, madres, o responsables legales de niños, niñas y adolescentes, tienen la obligación de inscribirlos en un centro de enseñanza y observar su asistencia y aprendizaje».

Estos padres, entonces, se enfrentan a tremendo obstáculo legal que podrán salvar... según el criterio del juez que actúe. Si es como el que dejó en manos de sus "responsables" a los sádicos brutales de Paysandú, le alcanzará con que sean familia y no tendrán problema. Si piensa como el director general de ANEP (1), no tendrán suerte.

Las leyes están, y el gran tema es a quién se le aplican y con qué criterio. Para Bartolomé Hidalgo "la ley es tela de araña". Yo... reafirmo lo del título: la ley es un chicle inmundo.

Eliza

(1) De este señor (firmante de la prohibición coercitiva), me sorprende que alegara en su discurso, entre otras cosas, que la ANEP no tiene personal para inspeccionar que las familias cumplan con la higiene adecuada... ¿Será posible que sospeche que las familias interesadas en este método tengan los baños tapados, los vidrios rotos y las cañerías con pérdidas que ingresan en la instalación eléctrica como en algunas escuelas que mostró la televisión...?




25.02.2014 00:40

Con noventa años de vida plena, dejó este mundo físicamente... porque Carlos Páez Vilaró es de los pocos que no se irán nunca. No solamente nos deja su vasta obra pictórica, literaria y arquitectónica, sino lo más grande de su ser: un ejemplo de amor, respeto y convivencia sin engaños ni hipocresía, con entrega humilde y total. Un inmortal, un grande.

No contaré su biografía... el mundo entero la conoce. Transcribiré un fragmento de uno de sus libros, el que dedicó a ese conventillo donde se instaló desde muy joven para conocer de cerca a sus habitantes, integrarse a ellos y mostrarlos en sus lienzos, enalteciendo sus costumbres y sus vidas:

Fragmento de "MEDIOMUNDO":

«Había una vez, un viejo caserón café con leche, que como buen café que era, estaba acompañado por una medialuna. Golero de la calle Cuareim, su arco nació en un campito de la época y un número, 1080, lo identificabas como a los presos.

Era un poco rosado, un poco azulado en las cicatrices. Era una vieja casa montevideana donde por sus muchas puertas corría el viento más rápido que la botijada y por sus ventanas entraban y salían los pájaros libres a sorprender los tramperos sin caer en ellos.

Era una casa bien diferente a todas, porque tenía cuerpo de pueblo. Colgada en la percha del siglo, abrigaba una familia formada de cien familias, que bajo su calor se fundían en una forma única, más allá de la jurisdicción del apellido.

Tenía dos madreselvas de hierro que a manera de escaleras crecían justito en la mitad del patio y se deshojaban en escalones de chapa a medida que el tiempo subía por ellas, para alcanzar el piso alto, antesala de la luna que Figari tocó tantas veces. O esa medialuna a que me refería al principio, siempre colgada en el cielo del candombe, como una escarapela, para invitar al diálogo. La misma, que cabeceando al braceo del lubolo cuando llega el carnaval, pasa a ser el estandarte jefe y bailotea en lo alto haciéndole cosquillas al balcón. Sólo que ésta es de trapo desflecado y proviene de la constelación del Nyanza, cumpliendo su itinerario en la mano de negros históricos.

En este patio se desarrollaba la vida de la casa. Era un tablado privado en el que todos actuábamos. Una vereda común. Todas las puertas de abajo daban sobre él. Por eso, cuando los vecinos lo barrían o lavaban, aquello se transformaba en la coreografía de un ballet de escobas.

En un tarro de bleque se guardaba la basura. La que no se quemaba, esperaba en la puerta el paso del carro del corralón tirado por las mulas cascabeleras que era tan viejo como la casa. ...»

Y también transcribiré completo su hermoso homenaje al Sol, rito cotidiano desde Casapueblo:

CEREMONIA DEL SOL

«¡Hola Sol…! Otra vez sin anunciarte llegas a visitarnos. Otra vez en tu larga caminata desde el comienzo de la vida.

¡Hola Sol…! Con tu panza cargada de oro hirviendo para repartirlo generoso por villas y caseríos, capillas campesinas, valles, bosques, ríos o pueblitos olvidados.

¡Hola Sol…! Nadie ignora que perteneces a todos, pero que prefieres dar tu calor a los más necesitados, los que precisan de tu luz para iluminar sus casitas de chapa, los que reciben de ti la energía para afrontar el trabajo, los que piden a Dios que nunca les faltes, para enriquecer sus plantíos, y lograr sus cosechas.

Es que vos, Sol, sos el pan dorado de la mesa de los pobres. Desde mis terrazas te veo llegar cada tarde como un aro de fuego rodando a través de los años, puntual, infaltable, animando mi filosofía desde el día que soñé con levantar Casapueblo y puse entre las rocas mi primer ladrillo.

Recuerdo que era un día inflamado de tormenta, el mar había sustituido el azul por un color grisáceo empavonado, en el horizonte un velero escorado afinaba el rumbo para saltear la tempestad, el cielo se llenaba de graznidos de cuervos en huida, la sierra se peinaba con la ventolera alborotando a la comadreja y al conejo.

Pero de golpe como un anuncio sobrenatural, el cielo se perforó y apareciste vos. Eras un Sol nítido y redondo, perfecto y delineado, puesto sobre el escenario de mi iniciación con la fuerza sagrada de un vitreaux de iglesia.

Desde ese instante sentí que Dios habitaba en ti, que en tu fragua derretía la fe y que por medio de tus rayos la transmitía por todos los sitios donde transitabas. Los mismos brazos de oro que al desperezarte iluminan el cielo, al estirarse a los costados entibian las sierras, o apuntando hacia abajo laminan el mar.

¡Hola Sol…! Cómo me gustaría haber compartido tu largo trayecto regalando luz, porque a tu paso acariciaste la vida de mil pueblos, compartiste sus alegrías y tristezas, conociste la guerra y la paz, impulsaste la oración y el trabajo, acompañaste la libertad e hiciste menos dura la oscuridad de los presidios.

A tu paso Sol, se adormecen los lagartos, despiertan los girasoles y los gallos cacarean. Se relamen los gatos vagabundos, los perros guitarrean, y el topo se encandila al salir de la cueva. A tu paso Sol, hay sudor en la frente del obrero y en los cuerpos de las mujeres cobrizas que alcanzan el cántaro de la favela. Con tus latidos conmueves el mar, das música a la siembra, la usina y el mercado. A tu paso corrieron en estampida búfalos y antílopes, desperezó el león, se asombró la jirafa, se deslizó la serpiente y voló la mariposa. A tu paso cantó la calandria, despegó el aguilucho, despertó el murciélago y emigró el albatros.

¡Hola Sol…! Gracias por volver a animar mi vida de artista. Porque hiciste menos sola mi soledad. Es que me he acostumbrado a tu compañía y si no te tengo, te busco por donde quiera que estés. Por eso te reencontré en la Polinesia, cuando te coronaron rey de los archipiélagos de nácar y los arrecifes dentellados de coral, o también en África, cuando dabas impulso a sus revoluciones libertarias y te reflejabas en el espejo de sus escudos tribales para inyectarles coraje.

Te estoy mirando y veo que no has cambiado, que sos el mismo sol que reverenciaron los aztecas, el mismo de mi peregrinaje pintando por América, el que envolvió la Amazonia misteriosa y secreta, el que me alumbró los caminos al Machupichu sagrado del Perú, el de los valles patagónicos o los territorios del sioux o del comanche. El mismo Sol que me llevó a Borneo, Sumatra, Bali, las islas musicales o los quemantes arenales del Sahara.

A diferencia del relámpago que apenas proyecta en la noche latigazos de luz, desde tu reinado planetario, tus destellos continúan activos, permanentes. Alguna vez la travesura de las nubes oculta tu esplendor, pero cuando ello ocurre, sabemos que estás ahí, jugando a las escondidas. Otras veces, en cambio, te vemos sonreír cuando las golondrinas o las gaviotas te usan de papel para escribir las frases de su vuelo.

Gracias Sol, por invadir la intimidad de mi atardecer y zambullirte en mis aguas. Ahora serás la luz de los peces y su secreto universo submarino. También de los fantasmas que habitan en el vientre de los barcos hundidos en trágicos naufragios.

¡Gracias Sol…! Por regalarnos esta ceremonia amarilla. Gracias por dejar mis paredes blancas impregnadas de tu fosforescencia. Entre ventoleras y borrascas, cruzando ciclones y tempestades, lluvias o tornados, pudiste llegar hasta aquí para irte silenciosamente frente a nuestros ojos. Porque tu misión es partir a iluminar otros sitios. Labradores, estibadores, pescadores te esperan en otras regiones donde la noche desaparecerá con tu llegada.

Y como respondiendo a un timbre mágico despertarás las ciudades, irás junto a los niños a la escuela, pondrás en vuelo la felicidad de los pájaros, llamarás a misa.

A tu llegada Sol, se animará el andamio con sus obreros, cantarán los pregoneros en las ferias, la orilla del río se llenará de lavanderas y entrará la alegría por la banderola de los hospitales.

¡Chau Sol…! Cuando en un instante te vayas del todo, morirá la tarde. La nostalgia se apoderará de mí y la oscuridad entrará en Casapueblo. La oscuridad, con su apetito insaciable penetrando por debajo de mis puertas, a través de las ventanas o por cuanta rendija encuentre para filtrarse en mi atelier, abriéndole cancha a las mariposas nocturnas.

¡Chau Sol…! Te quiero mucho…Cuando era niño quería alcanzarte con mi barrilete. Ahora que soy viejo, sólo me resigno a saludarte mientras la tarde bosteza por tu boca de mimbre.

¡Chau Sol…! Gracias por provocarnos una lágrima, al pensar que iluminaste también la vida de nuestros abuelos, de nuestros padres y la de todos los seres queridos que ya no están junto a nosotros, pero que te siguen disfrutando desde otra altura.

¡Adiós Sol…! Mañana te espero otra vez. Casapueblo es tu casa, por eso todos la llaman la casa del Sol. El sol de mi vida de artista. El sol de mi soledad. Es que me siento millonario en soles, que guardo en la alcancía del horizonte.»

Sólo me queda dar las gracias al gran hombre que estuvo entre nosotros, y siempre estará.

Eliza

Blog de Páez Vilaró

Video de YouTube "Ceremonia del Sol"




16.12.2013 10:50

Dos noticias recientes me llamaron la atención. Aunque ambas se refieren a jubilados que siguen trabajando, las encontré paradójicas y tuve ganas de analizarlas un poco.

Ésta es la primera:

Jubilados alemanes expertos y voluntarios asesoran a empresas trabajando en forma honoraria.

El programa de la fundación alemana Senior Exporten Service (SES) ofrece 10 mil profesionales retirados para brindar capacitación a trabajadores y técnicos.

SES aporta misiones honorarias que se extienden por un plazo de hasta dos meses; se encarga de los costos de pasajes, seguros y preparación técnica en caso de que sea necesaria. Las empresas interesadas deben costear los traslados dentro del país, la alimentación y el hospedaje.

La fundación no brinda apoyo económico, sino preparación técnica. Ninguno de los enviados puede realizar actividades en la compañía que le asignen que supongan un rédito económico.

Según ha trascendido, el presidente José Mujica le pidió cooperación a la canciller de Alemania, Angela Merkel, en “inteligencia” y “capacitación” para Uruguay. El programa SES fue la respuesta alemana a su requerimiento y en Uruguay ya se han realizado 35 experiencias en diferentes rubros, desde veterinarias a fábricas de muebles.

Ésta es la segunda:

Sólo tres jubilados iniciaron el trámite para volver a trabajar. La ley que los habilita está vigente desde hace seis meses pero permanece desconocida.

Por la Encuesta Contínua de Hogares del Instituto Nacional de Estadística (INE), el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social está al tanto de los 40.000 jubilados que trabajan "en negro" en distintos rubros. Sin embargo, sólo tres jubilados iniciaron el trámite para reingresar al mercado laboral, una posibilidad que se habilitó hace seis meses a través de la ley Nº 19.006.

El secretario general de la Organización Nacional de Asociaciones de Jubilados y Pensionistas del Uruguay, Waldemar González opinó sobre la ley: “La empresa tiene que tomar a un joven como contrapartida y el jubilado hacer docencia, la empresa tiene que hacer trámites, pedir autorizaciones; no es de fácil instrumentación”.

El ministro de Trabajo, Eduardo Brenta, expresó que la ley “es bastante desconocida” y no descarta que pueda tener modificaciones en el futuro que apunten a su flexibilización.

En mi opinión personal puedo decir que González y Brenta tienen razón, pero se quedaron cortos. La instrumentación de la ley es engorrosa y tremendamente burocrática, pero además tiene otra contrita: su redacción es poco clara (por no decir entreverada y confusa), y tal vez sea eso lo que la hace "desconocida"... aunque no se puede negar que la difusión que se le ha dado es lo suficientemente escasa como para que muchos interesados ni sepan que existe.

Y ésta es mi reflexión, que como de costumbre... incluye las malditas preguntas que me formulo y trato de responderme de puro porfiada que soy:

¿Por qué traer jubilados alemanes si acá tenemos 40.000 que siguen trabajando "en negro"? Y que me disculpe el INE que le cuestione la cifra, pero el dato que informa se reduce a los "declarados"; en realidad son muchísimos más. ¿No existen entre ese montón 10.000 personas que puedan brindar capacitación a trabajadores y técnicos "desde veterinarias a fábricas de muebles" para formar una fundación como el SES, pero de uruguayos?

Por supuesto que hay. Y no sólo jubilados, sumémosle los desempleados mayores de 35 años, que por más experiencia y referencias que tengan no consiguen trabajo por estar "pasados de edad"... y no tienen más remedio, también ellos, que trabajar "en negro" por un salario inferior al mínimo nacional que por supuesto no alcanza par solventar "traslados, alimentación y hospedaje".

¿Qué diferencia hay entre los "seniors" alemanes y los nuestros? Bueno, sí, diferencias hay: Una en contra de los extranjeros es que para aprender de ellos se necesitan traductores con conocimiento del lenguaje técnico de cada uno de los rubros a los que se les destine y eso le suma pesitos al coste de las empresas. Otra es que darles de comer, pagar su hospedaje y su traslado es muchísimo más caro que hacer lo mismo con los de acá. Pero tienen una a favor, que tal vez sea la decisiva: Ni las empresas ni los alemanes tienen que sacar permisos, ni hacer trámites, ni gastar tiempo en burocracias ridículas como las que se siguen utilizando acá.

Se suele decir que por estos lares el personal capacitado no existe... y eso es porque a la juventud se la capacita poco y mal. Pero ese problema NO INCLUYE a los jubilados, que fueron capacitados en una época diferente, cuando tanto en profesiones como en oficios los egresados eran capaces de verdad. Y justamente de esa población estamos hablando, de personas que tienen, además, 30 o más años de experiencia laboral y hoy sobreviven con una jubilación vergonzosa que los obliga a trabajar "en negro", así sea trillando al sol alguna playa elegante para vender gorritos con visera.

Habría que averiguar cómo es posible que haya en Alemania una fundación como el SES, a donde acude una clase de adultos mayores que acá no creo que exista: gente que dejó de trabajar porque pasó los 60 años, se dio cuenta que la inactividad no le gustaba y decidió seguir en la misma que antes de jubilarse. Una clase de personas que pueden ofrecer sus servicios como voluntarios, sin cobrar.

¿Cómo es que pueden? ¿Cuál es el monto de sus jubilaciones? ¿Hay acá alguien en condiciones de hacer esa clase de "beneficencia"? Sí, claro que hay, y muchos más de lo que nos gustaría... pero esos privilegiados ni sueñan con ir a enseñarle a nadie lo que se supone que saben... ésos disfrutan su jubilación en verano en Punta del Este y en invierno en algún balneario europeo.

Y habría que valorar lo que hay "en casa", remunerarlo como es debido, "traducir" la ley Nº 19.006, quitarle las trancaderas inútiles, promocionarla... y dejarse de joder con "importar cerebros" del primer mundo, que tienen la misma cantidad de neuronas que los nuestros.

Eliza




27.11.2013 16:55

El ocultamiento de datos sobre ausentismo y deserción de estudiantes causaba malestar y al fin se logró que fueran publicados. Conseguido, las declaraciones de las autoridades crearon otros malestares.

No gustó que se dijera que conocer los datos no cambiaría las cosas. Tampoco resultó feliz haber explicado que la flexibilización de la exigencia (bajando el nivel), permite a los muchachos pasar de año, seguir estudiando y así obtener los certificados requeridos para obtener trabajo.

Aquí acotemos que siempre que se empareja para abajo, los resultados son nefastos. No es cuestión de que todos tengan un certificado, sino de qué bien o mal capacitados puedan estar. Por más diploma que tenga, el que esté bien preparado obtendrá un trabajo digno, y el que no, barrerá el piso de un supermercado por un sueldo infame que a gatas alcanza para el transporte.

Se habló del ausentismo y la deserción como único factor de las carencias de nuestros jóvenes sin mencionar lo poco y mal que se les enseña. Pero, en virtud de los datos alarmantes dados a conocer, las autoridades propusieron medidas para corregirlos. Y estas medidas... también causaron malestar. Aquí hay un ejemplo:

«El País, 26/11/2013. Sindicato rechaza amenaza a padres. Las medidas que ANEP prepara para asegurar la obligatoriedad de la educación, como la quita de beneficios sociales a las familias que no manden a sus hijos al centro de estudio y hasta una denuncia penal si no responden a las advertencias previas, tuvieron repercusiones.

Luis Martínez, dirigente de la Asociación de Docentes de Educación Secundaria, dijo a El País que en su opinión las "medidas represivas, coactivas y las amenazas perjudican a los chiquilines".» Leer toda la nota

Hasta aquí con las noticias; lo que sigue, es reflexión. Y la primera que se me ocurre es preguntarme por qué se insiste en hacer cambios cuando las cosas andan bien. Me lo pregunto a mí misma, porque las respuestas de los impulsores de los cambios no me convencen en absoluto. Son frases como "el mundo evoluciona y la educación le debe seguir los pasos", etc., etc.. Muy bien... si lo hubieran hecho sumando conocimientos y no sustituyéndolos, para lo cual hubo que suprimir enseñanzas esenciales.

Los que fuimos a la escuela (pública) en vigencia del llamado "Plan 41" tuvimos la suerte de haber sido formados por maestros que dominaban la pedagogía: habían aprendido a educar. Las reglas de conducta y valores como el respeto y la responsabilidad se enseñaban en la escuela, en la etapa del crecimiento, única edad en que es posible adquirirlos para ir convirtiéndolos en propios. Después se pueden aprender muchas otras cosas, a cualquier edad, pero si faltaron ésas a su tiempo, se carecerá de ellas para el resto de la vida.

En aquella escuela, existía solaz y esparcimiento solamente en el recreo. Las horas de clase eran cosa seria y no juguete. Sin pegarnos ni tirarnos de las orejas, se nos inculcó la obligación de portarnos con juicio y entender que lo que hacíamos era formarnos para ser los adultos del futuro, no niños grandes a los que hay que incentivar con chiches para que estudien, trabajen, y tengan un criterio correcto de lo que es la vida.

Viejazo y obsoleto el plan del que estoy hablando, pero si el sistema actual es mejor... ¿cómo es posible que un joven salga del liceo sin cultura general, horrores de ortografía, mala construcción, incapacidad de síntesis y dificultades para leer y para expresarse? ¿Cómo es posible que ignoren las normas básicas de higiene para evitar cualquier contagio? ¿Cómo es posible que precisen una calculadora para efectuar operaciones básicas pero se vean en figurillas para ubicar la coma en el resultado? ¿No será que salieron de la escuela con conocimientos insuficientes y por eso el liceo les resulta tan difícil y poco atractivo?

Los cambios acordes a la modernización del mundo no ayudaron mucho, lo comprendo. Nuestros entretenimientos se basaban en la lectura de libros, la solución de crucigramas, los deportes y esas cosas... no habían distracciones anti-didácticas. No había televisión mostrando agresividad a diario como si fuera lo más natural.

Todo ese "progreso" los enfrenta a desventajas que nosotros no tuvimos. El estudiante actual está solo frente al mundo de verdad, un mundo exigente que lo discrimina. Un mundo injusto que lo culpa y lo rechaza por carecer de lo que no le dio. Eso trajeron los cambios.

Entonces, si tanto tiempo atrás la educación estaba bien rumbeada, ¿por qué romperse la cabeza pensando cómo seguirla modificando con medidas nuevas? ¿No sería más sensato utilizar las medidas antiguas, las que daban resultado?

Tal vez esa idea no sea sólo mía, por lo menos en lo referente a la noticia que cité más arriba... porque esa medida "represiva, coactiva y amenazante" que tanto deplora el gremio docente ¡¡¡se aplicó a rajatabla en la época del "Plan 41"!!!

Muchos padres pasaron 48 horas en una comisaría ante la comprobación de la denuncia de inasistencia de sus hijos efectuada por un inspector escolar. Y esos padres (que no tenían subsidios de ninguna clase), sólo por la vergüenza de haber sido detenidos, optaban por cumplir con la obligatoriedad de enviar los niños a clase.

A veces es necesario revisar la historia reciente para evaluar la conveniencia o no de los cambios que implica el modernismo... si es que la idea es mejorar las cosas.

Eliza



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