¿ Libertad de expresión ?
Anna Donner Rybak. Compañeros; hasta la victoria.

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Un hombre llamado Nerón

08.11.2012 13:41

II

Degollado es  un pueblo caído del mapa. No en sentido metafórico sino en el mismísimo y literal sentido del concepto.

Para llegar a Degollado vivito y coleando y no perecer en el intento, resulta imprescindible aceptar el apoyo de Gran T'Phon, Tubul, Berilia o Jerakeen,  los cuatro  elefantes  irresponsables que no dejan que el mundo se venga abajo.

Un valiosísimo monumento destacado por su valor teológico que realizara  un artista de renombre (y no era coreano)  preside la Plaza de Degollado, la efigie de la tortuga asexuada Gran A'Tuin.

El misterio del sexo de Gran A’Tuin es para los habitantes de Degollado un dilema existencial muchísimo más inquietante que la existencia de Dios o la existencia de vida interplanetaria.

Uno de los temas más frecuentes en la mesa del boliche de Degollado es el debate acerca de qué posición ocupará  Gran A’Tuin en su viaje interplanetario cuando haga el amor con otra tortuga de distinto sexo.

Decenas, centenas, miles, millones de plegarias  (bueno, millones no porque dista mucho de un millón la cantidad de habitantes de Degollado) le son dedicadas a Gran A’Tuin, para que se  niegue rotundamente a la posición del misionero,  suceso que significaría el apocalipsis de Degollado.

Se podría decir que la estatua de la tortuga Gran A’Tuin es el lugar más sagrado de Degollado. El monumento es un santuario.

El feriado más importante en Degollado es el Día de la Peregrinación a Gran A’Tuin.  Más importante que la mismísima Navidad, más importante que el mismísimo año nuevo, más importante que el mismísimo 1 de mayo. El “Día de la Peregrinación a la Tortuga” es un feriado marcado en rojo. Un feriado no laborable. Menos laborable que el 1 de mayo.

Si algún infortunado tiene la desgracia de enfermarse el día de la Peregrinación a la Tortuga, morirá irremediablemente en el seno de su hogar. No trabaja el Doctor, no trabaja la enfermera, no trabaja el chofer de la ambulancia y el Hospital de Degollado cierra. Con los enfermos y todo.

Ese día, Degollado recibe a miles y miles de hombres y a miles y miles de mujeres que vienen andando desde todos los lugares del mundo y Gran T'Phon, Tubul, Berilia y Jerakeen terminan con la lengua afuera necesitando luego una semana de licencia por estrés.

¿Qué tiene  ese pueblo de… que atrae a todos tan profundamente? ¿Qué motiva a los peregrinos a venir a Degollado?

La respuesta es muy simple: la Tortuga Sagrada Gran A’Tuin, patrona de solos y solas, patrona de enfermos y enfermas, todos vienen a pedirle a La Tortuga fundamentalmente no quedarse para vestir santos.

Ese día, el pueblo es un jolgorio. A la noche, el boliche de Degollado no da abasto. El barman está a cuatro manos preparando medio y medios. Hay baile de solos y solas en la Plaza, y recientemente se decretó también feriado el día siguiente al Día de la Peregrinación a la Tortuga, con el cometido de que todos puedan descansar para volver al yugo del trabajo esclavo.

Sin embargo, el día que Nerón García debería de estar más que feliz, saltando en una pata, está tan deprimido, que se da la biaba con Novoprén. Pero no siempre fue así.

Cuando Nerón García era chiquito, efectivamente el Día de la Peregrinación a la Tortuga era el día más feliz de su vida. Jugaba con todos los otros niños de Degollado, a las escondidas, al rayo mortífero, al pato-ganso, a la pelota…

Nerón García siente que la Tortuga Sagrada lo traicionó.  Lo estafó, vilipendió, engañó y decepcionó. La Tortuga Sagrada le mintió.

Nerón García jamás hubiera imaginado que una Tortuga Sacerdotisa sería una embaucadora. Una Tortuga Santa. Una deidad. ¡Qué vergüenza!

La Tortuga Sagrada le había prometido a Nerón García que no se iba a quedar a vestir santos pero le mintió.

Dice la tía-abuela Edmunda que desde ese día Nerón García se hizo drogadicto. Y dice la tía-abuela Edmunda que la droga le comió el cerebro a Nerón García.

El Día de la Peregrinación a la Tortuga, Nerón García cierra todas las puertas y ventanas de su casa. Permanece sumido en la oscuridad. Y en los vapores del cemento. Se viste de negro de pies a cabeza o de cabeza a pies. También compra en la ferretería de Degollado los días previos al feriado, esmalte Inca negro, y se embadurna todo, todito el cuerpo. Y ese día se convierte, por un solo día claro está, que la fama dura poco, en el hombre más negro del mundo y del universo entero.

El día siguiente, feriado también, Nerón García se pasa de sol a sol metido en la bañera llena de kerosén.

Sucedió un año que Nerón García tuvo tan mala fortuna que se le tapó el inodoro y como ya se sabe, el sanitario de Degollado, no trabajaba el Día de la Peregrinación a la Tortuga. Y para colmo,  su aparato digestivo se encontraba anómalo: tenía la necesidad urgente de evacuar constantemente.

Y trató de resistir. Y resistir. Y resistir. Y al final tuvo que poner el calzoncillo a lavar. Y otra vez… Fue entonces que Nerón García se armó de valor para salir a la calle. Cuando le pareció que no había transeúntes en la vereda, sigilosamente Nerón García abrió la puerta. Entonces se dirigió hacia el plátano ubicado frente a la puerta del vecino. Con tan mala fortuna, que cuando estaba en medio del operativo, salió del interior de la vivienda la hija en edad de merecer. Al ver tamaño espectáculo la señorita se puso a gritar desesperada, y, como ese día el Comisario Eusebio Pérez no trabajaba, todas las vecinas decentes de Degollado violaron el domicilio de Nerón García al día siguiente, que también era feriado.

Tras persignarse y pedir perdón a la Tortuga Sagrada por no poder evitar ver las partes no pudientes del susodicho, todas sacaron al unísono una cajita de fósforos “Victoria” y en menos que canta un gallo Nerón García ardía en su bañera.

La señorita en edad de merecer quedó tan traumada que meses después ingresó al Convento de Degollado, y hoy es la Madre Superiora de Degollado.

No se sabe gracias a qué milagro Nerón García juntó fuerzas y salió de la bañera.

Cada vez que se aproxima el feriado del Día de la Peregrinación a la Tortuga, los  compañeros del Ayuntamiento de Degollado de Nerón García se divierten cantando: “Encendese encendese llama crece llama crece

Ya los quemará vivos algún día, malnacidos.

Anna Donner Rybak ©2012




07.11.2012 15:10

Érase un hombre como cualquier hombre. Ni relevante, ni eximio, ni magnífico, ni notable, ni destacado, ni eminente, ni superior, ni ilustre. Un hombre insignificante, mínimo, insustancial, ínfimo.

Sus padres lo habían bautizado como “Nerón”; aunque de fuerte e intrépido, no tenía nada. Quizá, como una suerte de devoción hacia el hombre que  tuvo el coraje, la decisión, la valentía, el ímpetu, la cólera, la rabia, la furia, la irritación, la insolencia de incendiar Roma, sin que ningún carro del cuartel de bomberos de la Plaza de los 33 pudiera haber acudido a tiempo y apagarlo a fuerza de manguera.

Al despuntar el día siguiente al de ayer, el astro rey interrumpió el sueño de los que dormían, y en ese sublime momento, fue que Nerón García se despertó.

Abrió los ojos como trayendo a la memoria una cosa olvidada: ir a trabajar. Ir a ganarse el pan de cada día.

Ir a cumplir con su deber de funcionario estatal en el Ayuntamiento de  Degollado, pueblo que lo vio nacer, pueblo que lo vio crecer, pueblo que lo vio todos y cada uno de los días de su existencia, puesto que Nerón García nunca había salido de los confines de la villa.

La salida del pájaro autómata gritando “cucú” devolvió a Nerón García de su letargo. – ¡Te voy a matar; pajarraco!- pronunció exultante, eufórico, alborozado, refiriéndose a ese pajarito de madera que sale cantando por la ventana de una casita también de madera, exactamente cada media hora.

Como impelido por el demonio, Nerón García reclinó el cuerpo echado en el mueble que usaba para el reposo nocturno, acondicionado precariamente con dos piezas de tela entre las cuales dormía, agujereadas por tanto uso, después de haber devuelto el inconveniente ajuar de sábanas que la tía-abuela Edmunda le había regalado para el casamiento, bordadas con sus iniciales y las de la desgraciada que tuvo la osadía de dejarlo plantado en el altar de la Iglesia de Degollado.  Aferrado a la ferviente negativa de comprar sábanas nuevas y con cara de pocos amigos, Nerón García se levantó.

El espejo del baño le devolvió la imagen de una persona que posee una escasa inteligencia, dice la tía-abuela Edmunda que el pobrecito nunca fue capaz de superar el trance de la boda frustrada y jamás pudo llegar al desarrollo normal de su edad.

Nerón García se cepilló los dientes por espacio de una hora. Había visto el reclame de “Kolynos” y de cómo el tener los dientes blancos atraía a mujeres hermosas, y desde aquel día el cepillado se había trasformado en un ritual.

Depositó cuidadosamente su piyama rayado en la cama y se dirigió al perchero, donde descansaban, como todas las noches desde el día que ingresó en el Ayuntamiento de Degollado, una camisa celeste, una corbata roja, un pantalón y un saco gris de lo que alguna vez supo ser un traje. Casi con adoración, se podría decir que acariciaba cada una de las prendas mientras se vestía.

Luego, nuevamente ingresó al baño y se puso gomina;  dice la tía-abuela Edmunda que de chiquito le gustaba vestirse de Gardel. Unas gotas de colonia barata, y a cumplir, como todos los días, desde que había ingresado en el Ayuntamiento de Degollado,  con sus deberes de funcionario estatal.

Era un día como cualquier otro día. Los pajaritos no volaban. Nadie se había muerto. Nadie se había casado. Nadie se había arreglado con nadie. Nadie se había peleado con nadie. Nadie había engañado a nadie. Nadie había matado a nadie. Ni siquiera a un pajarito. Menos aún a un pajarón.

Qué pena, pensó Nerón García. No contaría con las eximias palabras de Katty, la secretaria del Alcalde de Degollado.

Como aquel día en encontraron muerta a la novia del “Nene” Pelayo.  La conmoción en Degollado fue tal, que había venido un cúmulo de periodistas; “para el informativo” habían dicho, y el Comisario Eusebio Pérez había vestido sus mejores galas para la “ntrevista para la tele”.

Luego de una ardua investigación, el Comisario Eusebio Pérez y su ayudante habrían descubierto una mancha de sangre en el vaquero del “Nene” Pelayo. Con la “pista” en mano, se fueron a buscar al Nene: “¡Arriba las manos!”.

La señorita Mabel le tomó el testimonio en la máquina de escribir “Olivetti”:  - Me metió los cuernos cuando vino el “mionca” del brasilero. - El caso se cerró como “Crimen Pasional”, y desde entonces el”Nene” Pelayo pasa sus días en el penal de Libertad.

Y el hombre insignificante, mínimo, insustancial, ínfimo, entra al Ayuntamiento a cumplir, como todos los días, desde que ha ingresado en el Ayuntamiento de Degollado,  con sus deberes de funcionario estatal.

Anna Donner Rybak ©2012
Continuará...



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Sobre mí
Anna Donner Rybak nace en Montevideo el 21 de setiembre de 1966.Desde 1989 hasta 1996 es docente en UTU de Programación de Sistemas y de Lógica.En 1993 se recibe de Analista de Sistemas.Escribe desde 2000, diversos géneros: Cuentos históricos, cuentos de humor, Columnas de actualidad, Ensayos, Poesía y fantástico.

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