Conciencia Interior
¿Qué pasa en el interior uruguayo?

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Ciencia a conciencia

15.02.2013 19:10

La relación del hombre con los árboles no siempre es alentadora. Cuando se observan cifras sobre la deforestación en la Amazonia, o cuando se repara en la desaparición de los bosques del Chaco a lo largo del último siglo, hay razones para preocuparse por el papel depredador del hombre y ante el futuro que le espera a un planeta cuya devastación acompaña la estampida demográfica de estos tiempos. Sin embargo la vecindad de los árboles es un privilegio que se comparte no solamente en las zonas rurales o las regiones salvajes, sino también en las ciudades, o por lo menos en las que cuentan con el beneficio de una presencia vegetal, como la verde Montevideo. Pocos habitantes, empero, son conscientes de que la masa humana no es la única población viva de la ciudad.

Los árboles son la otra parte que también nace, respira, crece, enferma y muere en medio de un tejido urbano. Como señaló atinadamente un especialista, la presencia del árbol en la ciudad es provechosa no solo porque su follaje ayuda a regular las temperaturas y su silueta embellece el paisaje, sino además porque disimula la fealdad de algunos ejemplos arquitectónicos que pueden desmerecer ese paisaje. Las copas frondosas que se unen en lo alto desde ambos lados de una calle, forman una bóveda encantadora y convierten la perspectiva de algunas cuadras en un placer visual, que mucha gente mira sin ver (y sin disfrutar), mientras el perfil boscoso de ciertos barrios les confiere un carácter inconfundible que los valoriza desde todo punto de vista, constituyendo un aporte inseparable de su imagen, una hermosura identificatoria en la que pocos reparan, quizá porque siempre estuvo allí.

Imaginar a Montevideo sin un solo árbol, es una idea deprimente que casi nadie se plantea como ejercicio útil para reforzar la estima que merece ese marco de vegetación que ampara a la ciudad y en medio del cual una gran cantidad de nativos ha vivido sin mirarlo (ni admirarlo). Más permeables a esa belleza son los visitantes de paso, que a menudo se maravillan ante el copioso arbolado montevideano, con la capacidad de reconocimiento que solo tienen los que miran las cosas desde afuera. Eso explica la indiferencia de numerosos criollos ante sus árboles, la ligereza con que a veces piden -y obtienen- el retiro de un ejemplar que se levantaba ante la puerta de su casa, la violencia con que tajean la corteza para matar el árbol que no les gusta, o la desaprensión con que cubren de cemento su cuadrilátero de tierra.

A pesar de ese maltrato, de las talas injustificadas, del menosprecio popular o del descuido con que muchos árboles muertos siguen en pie sobre las veredas. A pesar de la insuficiencia con que el servicio de Acondicionamiento Urbano de la Intendencia Municipal renueva los ejemplares envejecidos o en peligro de caer, y a pesar de la decrepitud de una parte de esa población vegetal, Montevideo sigue teniendo una envidiable mancha verde bastante única en el mapa urbano de Latinoamérica, un bosque habitado que alberga 400.000 árboles sobre calles, plazas y parques, tantos como la Capital Federal argentina, que es más grande y más poblada. La compañía de los fresnos, paraísos, tipas, plátanos, olmos, jacarandaes, eucaliptos y palmeras, a los que se agregan los ombúes (que no son árboles sino hierbas gigantes), es la mejor vecindad que tienen los montevideanos, aunque a veces lo ignoren.

 

Esa proximidad es también un patrimonio que pertenece a todos, incluso a quienes no han tomado conciencia de él, aunque por ser un bien común es algo que genera derechos y sobre todo obligaciones, para custodiar debidamente lo que se ha heredado y poder transmitirlo a los que vendrán. Eso sucede igualmente con ciertas edificaciones valiosas que han enjoyado la ciudad y que no siempre han sido salvadas en tiempo y forma por los organismos encargados de su defensa, su mantenimiento y su conservación. Con los árboles montevideanos ocurre lo mismo, y por eso existe una ordenanza municipal que respalda la categoría patrimonial de ciertos ejemplares extraordinarios, cuya preservación y cuidado son obligatorios. No harían falta esas disposiciones si toda la gente aprendiera a solidarizarse con los árboles que se alzan a su alrededor, una tarea sensibilizadora que debería emprenderse desde la escuela. En una civilización arrasadora como la de hoy, eso sería algo urgente.

El País Digital

 




05.07.2012 10:42

 “¡Oh, ya sé cómo hacerlo!”



Este hombre de gran modestia, ahora de 83 años, exclamó esto cuando intuyó un “campo” que se asemejaría a una especie de pegamento en el que las partículas estarían más o menos atrapadas, relató su excolega Alan Walker.

 
Higgs publicó un documento sobre su teoría, convirtiéndose en el portaestandarte de una escuela científica, a la que muchos físicos han contribuido a lo largo de los años.

Tímido y discreto, Higgs lleva ahora una apacible vida en Edimburgo, en Escocia, donde fue profesor.

Estaba presente el miércoles en Ginebra, cuando la Organización Europea de Investigación Nuclear (CERN) anunció haber hallado una partícula “compatible” con el bosón que lleva su nombre, objeto de intensas búsquedas desde hace décadas.

Ataviado con traje gris y camisa blanca, Higgs fue recibido con una ovación entusiasta al ingresar en el auditorio donde los físicos del CERN se aprestaban a anunciar que posiblemente tenían al alcance la cadena que faltaba en la física de las partículas.

“Nunca pensé que ello ocurriría estando yo vivo”, declaró Higgs en un video divulgado tras el anuncio.

Considerado como “una persona muy inteligente” por todos cuantos trabajaron con él, Higgs vio cómo su primer artículo sobre el bosón era rechazado por la revista Physics Letters, editada en la época por el CERN, la propia organización que luego iba a intentar hallar la partícula.

Una segunda versión más elaborada del documento fue finalmente publicada en Estados Unidos.

“Es un hombre dulce y educado, pero que se vuelve tenaz cuando se le dicen falsedades” en el ámbito de la física, explica a la AFP Alan Walker, también jubilado tras haber colaborado con Higgs.

Nacido el 29 de mayo en Newcastle, en el norte de Inglaterra, Higgs es titular de un doctorado en el King’s College de Londres y tiene varios diplomas honoríficos y recompensas (Royal Society, Institute of Physics, etc). Fue designado como posible candidato al premio Nobel.

Dada su modestia, a Higgs le molesta que se aluda al término “bosón de Higgs”. Al ser ateo, tampoco le gusta que se conozca a este bosón como “la partícula de Dios”.

El eminente astrofísico Stephen Hawking afirmó hoy que debe concedérsele el premio Nobel a Higgs por su monumental aporte científico.

 

GRÁFICO DEL EXPERIMENTO


Los científicos buscan desde hace 48 años el bosón de Higgs, un elemento clave de la estructura fundamental de la materia conocido como la “partícula de Dios”.

En el “modelo estándar” (teoría de la estructura fundamental de la materia elaborada en los años 60 para describir a todas las partículas y fuerzas del universo), el bosón de Higgs es considerado la partícula que brinda su masa a todas las demás.

Al intentar aislar los más pequeños componentes de la materia, los físicos descubrieron varias series de partículas elementales.

Seis tipos de quarks: “up” (del inglés, significa “arriba”), “down” (abajo), “charm” (encanto), “strange” (extraño), “top” (cima) y “bottom” (fondo) forman parte de los componentes básicos o “ladrillos elementales” de la materia.

El electrón y sus hermanos mayores, el muon y el tau, y tres tipos de neutrinos.

Estas 12 partículas interactúan entre ellas, por intermedio de mensajeros, llamados “bosones”:

Gluon, que brinda cohesión a los núcleos atómicos.

Fotón, que porta la radiación electromagnética, viaja a la velocidad de la luz y no tiene masa.

No obstante, nuestra experiencia nos hace sentir la presencia de la materia, compuesta por átomos y, por lo tanto, también quarks y electrones.

¿DE DÓNDE VIENE ESA MASA?


Los científicos explican que no proviene de las partículas mismas. En 1964, por deducción, el físico británico Peter Higgs postuló que existía el bosón que debía dar su masa a otras partículas. Ese bosón hoy lleva su nombre.

“La idea es que hay partículas que chocan permanentemente con bosones de Higgs. Estos choques frenan su movimiento, que se vuelve más lento, y le dan la apariencia de una masa”, explica el físico y filósofo Etienne Klein.

Klein compara este fenómeno con un hombre que intenta pasar corriendo en medio de una multitud que “frena su carrera” y le hace aminorar su velocidad.

También compara al campo de Higgs con una especie de pegamento en medio del cual se encontrarían relativamente adheridas las partículas, lo cual se percibiría como una masa. Al bosón de Higgs se le llama “partícula de Dios”, como consecuencia de un libro al que se le cambió el título.

 

SI NO ES EL BOSÓN DE HIGGS “al menos se le parece mucho”


Según la física Pauline Gagnon hay que verificar todas las propiedades de la nueva partícula de aquí a final de año antes de poder pronunciarse con certeza.

“Nunca pensé que asistiría a algo así en vida y voy a pedir a mi familia que ponga el champán en la nevera”, dijo Peter Higgs, el científico de 83 años que en 1964, junto a sus sus colegas Robert Brout (fallecido en 2011) y François Englert, postuló por deducción la existencia del bosón que lleva su nombre.


LA MATERIA DEL PRINCIPIO  

Las investigaciones se llevan a cabo en el Gran Colisionador de Hadrones (LHC), el acelerador de partículas más grande del mundo, situado bajo la sede del CERN en Ginebra.
En este túnel de 27 kilómetros de circunferencia, instalado a 100 metros bajo tierra, los físicos provocan el choque de miles de millones de protones con la esperanza de encontrar, con la ayuda de todo tipo de detectores, el rastro del bosón entre los restos (cascadas de partículas).
El anuncio de este miércoles llega después de que el pasado mes de diciembre el misterio sobre el bosón de Higgs se redujera sensiblemente cuando los dos experimentos independientes que se están llevando a cabo en el LHC (llamados ATLAS y CMS) limitaron una región situada entre 124 y 126 giga electrón voltios (1 GeV equivale a la masa de un protón).

UNA REGIÓN   CONFIRMADA  

Pero hasta ahora el principal obstáculo era el margen de error de los dos experimentos, todavía demasiado grande a pesar del gran número de datos acumulados, y que obligaba a los científicos a hablar de “indicaciones” y no de “descubrimiento” del bosón.
El LHC, tras un pausa en invierno, volvió a ponerse en marcha en abril a pleno rendimiento y generó en tres meses más datos que en todo 2011, que permitieron el anuncio de este miércoles.
“Quizás es el bosón de Higgs lo que hemos encontrado, quizás hoy hemos comprendido cómo se organizó la materia al principio del Universo, una milésima de milmillonésima de segundo después del el Big Bang”, explicó a la AFP Yves Sirois, uno de los portavoces del CMS.
“Quizás es el bosón de Higgs, quizás otra cosa mucho más grande que abre la puerta a una nueva teoría más allá del modelo estándar”, añadió.
Según la física Pauline Gagnon hay que verificar todas las propiedades de la nueva partícula de aquí a final de año antes de poder pronunciarse con certeza.
Pero según la científica, si no es el bosón de Higgs “al menos se le parece mucho”, dijo a la AFP.

Clickea para ver el video.



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Sobre mí
Prof. Graciela Slekis Riffel. Docente de Filosofía del Instituto de Profesores Artigas. Ejercicio docente de materias relacionadas y labor periodística en prensa radial y escrita desde 1985. Directora en La Academia de Paso de los Toros.

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