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El cine es verdad a 24 cuadros por segundo, dijo Godard. Si nos miente, mejor
Comedia

07.01.2012 13:12

Todos los veranos lo mismo. Ni bien este redactor paladea la sensación de alejarse de la ciudad unos días, empieza el ritual: qué películas llevar para los -presuntamente- interminables momentos de solaz y esparcimiento. Una valijita cargó 60 dvd minuciosamente elegidos mientras que un compartimento de mochila albergó 4 Pen Drive(s) conteniendo archivos de video alojados allí con un criterio por demás inclusivo y sin reparar mucho en la calidad de las películas (estamos en vacaciones, qué demonios). Resultado: estamos a 7 de Enero y hay tres películas empezadas, dos por la mitad y una que no llegó a los 10 minutos. Los demás menesteres estivales se llevan casi todo el tiempo y, cuando el visionado parece cercano, aparece el sueño reparador y chau cine.

De las tres películas, dos las vi un par de veces. Ambas son dirigidas por Adam Mc.Kay y tienen como protagonista a Will Ferrell: Talladega Nights: The Ballad Of Ricky Bobby (2006) y The Other Guys (2010). Además de justificar la elección en el disfrute pleno hay otro aspecto con el que renovar la capacidad de asombro: Mc.Kay tuvo su pasado como monologuista e improvisador y es fundador de la troupe Upright Citizens Brigade de Nueva York, por tanto deja que sus actores jueguen con la estructura del guión librando buena parte de los dialogos a las ocurrencias de sus dirigidos. Los cortes de montaje son abruptos y es de suponer que eso se debe, en parte, a la tentación de los demás actores ante alguna salida ocurrente de quien pronuncia el parlamento. Claro, la asociación con el jazz del título no parece muy pertinente si concluimos que la improvisación está acotada a recursos de narración cinematográfica. Quizá lo más parecido al diálogo en la instrumentación jazzística sea el dúo Olmedo-Portales como "Álvarez y Borges" (con plano abierto y dos cambios de cámara) cuyas líneas surgían de la sinergia de ambos actores en un sketch que podía durar hasta 10 minutos. Ahí la tentación de los actores no arruinaba la escena sino que la enriquecía. En la televisión actual eso no es imaginable siquiera. Si tomamos las tiras o series producidas en la región ni actores ni directores parecieran muy dispuestos a dejar nada librado a la imporvisación. Prefieren después armar un programa especial con bloopers en formato "lo que no viste" o "detrás de cámaras". En ese panorama tan rígiido, ver una películaa de McKay es un soplo de aire fresco.

El director cuenta con un socio ideal. Improvisador formado en The Groundlings (escuela de comedia e improviación situada en Los Angeles), el propio Ferrell está en su salsa ya sea interpretando al descerebrado piloto white trash de NASCAR Ricky Bobby o a Allan, el policía que ama hacer tareas administrativas y le saca fotos con su cámara a los super policías que resuelven casos espectaculares. No ha estado mal acompañado. Paul Rudd, John C.Reily, Mark Walhberg y Steve Carrell han compartido escenas con él y se sacan chispas a la hora de las salidas inesperadas. Fuera de guión, claro, aunque con consentimiento expreso del director.

Lo notable del caso, edición mediante, es como las escenas no pierden coherencia aunque sus protagonistas probablemente estén pensando con qué descolgarse ni bien llegue el turno. El punto de partida de esta sociedad en la pantalla es The Anchorman: The Legend Of Ron Burgundy (2004), conocida por aquí como "El reportero". No encontramos una versión decente en la red del estupendo momento en que el equipo de reporteros de Canal 4 de San Diego le pregunta a Ron (Ferrell) qué es el amor y terminan cantando una versión a cappella de "Afternoon Delight" (un eufemismo precioso para "polvo de siesta"), pero la versión ameritó que se hiciera un clip con sus protagonistas. No tendrá el encanto de lo inesperado pero es realmente hilarante.

Avancemos a toda velocidad por las pistas de NASCAR hasta llegar a ese gran momento que es la oración de gracias de Ricky Bobby en una mesa regada de comida chatarra. Su rezo al "Jesús bebé" (porque a Ricky le gusta imaginarlo así) es un gran momento, especialmente por las salidas de Cal (John C.Reilly) a quien le gusta imaginar a Jesús como un angel que es voz líder de Lynyrd Skynyrd (los de "Sweet Home Alabama", cultores del rock sureño y patriota) o como un tipo que usa remeras con un smoking dibujado como diciendo "estoy aquí para divertirme". Toda la escena es un gran juego e improvisación entre Ferrell y Reilly. (NdeR: quizá moleste a algún lector este agregado pero ésta película debe ser la única en la que Sacha Baron Cohen, interpretando a un piloto francés gay, hace reir sin valerse de facilismos asusta-viejas como en sus caracterizaciones de Borat o Brüno).

Me salteo a propósito Stepbrothers (Hermanastros) de 2008. Nunca la pude terminar porque, a priori, no detecté esa intención de tensar la piola y dejar jugar a los actores que tenían las dos anteriores. Quizá deba darle una nueva oportunidad. Paso directamente a Policías de Repuesto (The Other Guys), película que inexplicablemente estuvo dos semanas en cines locales y en horarios imposibles (los dos primeros de la tarde) para su público cautivo. Y digo "inexplicablemente" porque la película es realmente buena más allá de la gracia y el absurdo de algunas secuencias puntuales. Leyendo la letra chica hay una crítica a esos financistas que hacen todo tipo de manejos con la complicidad de la ley y la pasividad de la ciudadanía. Pero si hablamos de momentos inmortales y de improvisación (por más tomas que pueda haber llevado la escena original) vayamos a la escena en que Terry (Walhberg) amenaza a Allan (Ferrell). "Soy como un león y vos sos un atún y voy a destruirte". La conversación sobe las posibilidades de cada uno (¿un león en el agua? ¿un atún de 385 kg. rodeado de atunes amigos que acudirán en su ayuda?) es sencillamente genial.

Por más que eventualmente se repita en su fórmula y utilice su troupe habitual (vamos, que cada director tiene sus preferidos, vaya novedad!) el cine de Mc.Kay es mucho más que comedia pasatista, entretenimiento superficial o cualquier otro tipo de rótulos aplicables al género más difícil de abordar. La comedia se vale de múltiples recursos para tocar nuestro resorte afectivo. Para -como dijo alguna vez Alfredo Casero- meterse en nuestro banco de datos y desordenarlo. Un director que permite que sus actores se distiendan, crean y busquen cual puede ser la mejor salida fuera de guión es una rara avis y como tal deberíamos prestarle especial atención y no solo ver "la nueva de Will Ferrell" o "la del tipo alto gracioso". Los ejecutantes son virtuosos casi todos y dialogan maravillosamente entre sí sin respetar a rajatabla la partitura original. Ahí está el jazz. Ahí está Adam Mc.Kay

@christianfont

Corre video: Aparentemente, hay unos cuantos momentos más y varios de ellos quedaron para la mejor historia del cine. Repasemos 25 escenas fuera de guión y démosle gracias a Jesús Bebé por los actores con inventiva y agallas para expandir sus personajes




30.12.2011 20:27

...y desde ya no nos referimos a la película de Roland Emmerich que lleva como título el año que comienza. Contra todos los pronósticos (en este caso los que tienen en vilo a la humanidad, por ejemplo) La Lata A Cuadritos le abre una carta de crédito enorme a 2012 en materia de cine. Si, es verdad, tuvimos el mismo optimismo para 2011, año que casi todo cinéfilo apunta como flojo para la cartelera. No es que no amerite hacer el tradicional balance de cierre de temporada. De hecho, basta recorrer post cuadriláteros anteriores para detectar donde estuvo, a nuestro juicio, lo que realmente valió la pena de lo estrenado este año. Ok, simplificando, fue ésto:

1) Another Year (Mike Leigh) 2) Habemus Papam (Nanni Moretti) 3) Amateur (Néstor Frenkel) 4) Super 8 (J.J.Abrams) 5) Midnight in Paris (Woody Allen) 6) Los Marziano (Ana Katz) 7) I Love You Phillip Morris (Glen Ficarra & John Recqua) 8) Whatever Works (Woody Allen) 9) True Grit (Joel & Ethan Coen) 10) Rango (Gore Verbinski) y 11) R.E.D. (Robert Schwentke) - en un año en el que se vio algo de balonpié en pantalla grande podríamos nombrarlas como "el once inicial" en vez de caer en la tentación de los números redondos.

Hay buenos motivos para pensar que la próxima lista findeañera puede tomar más tiempo en confeccionarse. Los pocos títulos a los que pudimos acceder por múltiples vías demuestran que la civilización maya no contaba con la invención de los Lumiere. Quizá el cambio del que hablan los agoreros es un año inolvidable para las películas. Repasemos

En los foros se debate sobre los méritos y defectos de The Artist (Dir: Michael Hazanavicious) de la que extrajimos la foto que ilustra la última lata de 2011. Uno de sus protagonistas, Jean Dujardin, se hizo con la Palma a Mejor Actor en el último Cannes. Parece que este viaje hacia la era del cine mudo viene con polémica y posibles nominaciones: la estamos esperando. 

De lo que se estrenará en próximos días, Historias Cruzadas (The Help, Dir: Tate Taylor) juega entre la comedia y el melodrama incluyendo la casi siempre efectiva fórmula "oprimidos se imponen a poderosos". En este caso, la historia de varias criadas negras al servicio de pálidas blanquitas ricachonas en el Mississipi de los años 60' y, en el medio, una aspirante a periodista que decide recabar la voz de quienes no tienen voz. A decir verdad, la película tenía todo para detestarla incluyendo la amenaza de un shock moraliníco sobrevolando todo el metraje. Y no. Estupendas actuaciones (Viola Davis, Bryce Dallas Howard y Emma Stone particularmente) y un guión que camina en la cornisa todo el tiempo (pareciera cuestión de minutos toparse con el precipicio del melodrama pringoso y la lección de vida) logrando varias secuencias inspiradas. Sólida y disfrutable. Un buen comienzo.

Moneyball (El juego de la fortuna), el doble programa Spielberg (Las Aventuras de Tintin y Caballo de Guerra), el primer Scorsese animado (Hugo), el regreso de Clooney (un estupendo director) detrás de cámaras (Secretos de estado), el de Alexander Payne (Los Descendientes) y, más adelante, qué puede ofrecer Christopher Nolan (después de ese sobreexplicado mamotreto llamado Inception) con Batman-The Dark Knight Rises. Todo va a justificar mandarse a la sala en penumbras.

De movida, hay dos películas excelentes camino a Uruguay para Enero. The Muppets (James Bobin, 2011) es una celebración de la troupe creada por Jim Henson, respetando la esencia de sus películas (grandes números musicales, guiños cinéfilos, decenas de invitados) y sumando una dosis de humor absurdo y feliz. Quienes estén reñidos con su espectador más aniñado y menos prejuicioso se la van a ver en figurillas. Es una película que, después de verse, uno se pregunta cuando le queda bien volver a verla. Una película feliz con uno de los mejores actores -no solo comediante- del mundo. No, ni Jason Segel ni Jim Parsons: Kermit, René, Gustavo o cualquiera de los nombres con los que se conoce a la rana más famosa del mundo.

Y Clint, claro. Eastwood se mandó otra película sublime. Será objeto de un próximo post sin duda. Incómoda, densa, visceral (y brillantemente actuada) ahí está J.Edgar para  demostrar que detrás del supuesto tema principal de la película se esconden otras películas y que el día que falte el viejo, no tendrá reemplazo. 81 años y filmando cada vez mejor.

En fin, una excusa para seguir en contacto el próximo año. Vaya un cálido saludo para todos los lectores cuadriláteros, los que comentan, los que no, los que la comparten de acuerdo o en desacuerdo. Los que nos encontramos en otros sitios y foros, los que nos encontramos fila de butacas por medio, todos los que amamos el cine. Eso que hace del mundo un sitio más habitable hasta el fin.

¡Feliz año, mucho y buen cine para todos!

@christianfont

Corre video: Adelanto de la gran "Life's A Happy Song" de Los Muppets. Como para ir haciendo pupila.




09.12.2011 19:43

Algo que seguramente tengamos en común con varios de los lectores de La Lata: hay un niño en el hogar. Eso nos convierte a los adultos en seres más permeables a la hora de compartir, inevitablemente, butaca y control remoto. También nos lleva a clasificar qué puede ser mejor para que vea el pequeño/pequeña del hogar. Ésto que pareciera algo así como un manual de supervivencia tiene un par de ventajas apreciables. Una es que nos conecta con el espectador ingenuo que alguna vez, felizmente, fuimos. Otra es poder descubrir que la programación dedicada a los críos (animaciones, micro clases de manualidades, jovenzuelos saltarines que cantan y bailan al son de pegadizos temas dedicados, pongamos, a la naturaleza) tiene unos cuantos aciertos. De eso se trata hoy La Lata A Cuadritos, queridos padres.

Personalmente hacía tiempo que no disfrutaba tanto de un dibujo animado. Claro, éste tiene un montón de atractivos. Para empezar hace un culto de las vacaciones,el tiempo libre y el no tener de qué aburrirse. Los hermanos (de hecho son medio hermanos) Phineas (el más locuaz, inventor, músico, 9 años bien aprovechados) y Ferb (británico, callado, 13 años según aporta su biografía, músico y científico) se preguntan qué hacer cada día. A partir de esa premisa simple (descripta en la canción de presentación, un punk rock californiano combinado con ska a lá Reel Big Fish) los hermanos Flynn no saben qué hacer con tanto tiempo libre. "¿Verano? Vaya ¿por dónde hay que empezar?" - dice Phineas previo a una de las mejores canciones de Phineas y Ferb a través de la 2nda.Dimensión (2011) , película que se emite por la señal de Disney XD y que circula por nuestro medio en DVD. Así los hermanos llevan a cabo empresas tan divertidas como hacer volar a los dondolinos (esa especie de atracción mecánica a ficha que se mece a un lado y al otro, seguro habrá descripción mejor), construir robots o una montaña rusa y dejar -siempre- algún número musical. La gracia es que mientras arman todo su operativo sin ningún disimulo, su hermana mayor Candace no puede atraparlos con las manos en la masa para acusarlos con su madre. 

Pero Phineas y Ferb no sería tan brilante de no ser por su pata (literalmente) en el mundo del espionaje: su mascota, Perry el Ornitorrinco, un agente secreto que escapa por ductos insólitos con su sombrero de ala y recibe instrucciones de su jefe, Francis Monograma y su ayudante Carl (quien siempre hace alusión a su condición de "honorario"). En tal sentido, cada episodio tiene dos aventuras corriendo en paralelo ya que Perry debe enfrentar a su némesis, el malvado Doctor Doofenshmirtz: un científico chalado que habla con acento germánico y malévolo y que aplica a todos sus inventos algún detalle que hace que fallan (como el botón de "autodestrucción" puesto sobre la planta del pié de un robot). Todo esto ocurre en Danville, ciudad descripta por todos los personajes como "área limítrofe" (una delicia de absurdo).

El éxito de la serie con pequeños y adultos (olvidaba que aquí puede verse por Canal 12 los domingos de 9 a 9:30 am) se refuerza con los números musicales. Mientras seguimos procesando la información que llega a nuestra sala de redacción, vaya la canción himno "Regresa Perry" evocando también el recital en la azotea de Savile Row que dieran Los Beatles para la película "Let It Be". Corre video!




18.11.2011 22:35

 

"Ya está, olvidate", me dice un productor y colega, "no tiene más sentido la lata, tiene las horas contadas".

Afortunadamente no se refería al blog, sino a la practicidad y al bajo costo de la proyección digital respecto al traslado -trámites aduaneros incluídos- de las latas de 35 mm.

Si bien quien esto escribe se aferra románticamente al celuloide, es inevitable concluir que incluso, a la hora de hacer más accesible y viable una proyección, la suma de disco rígido+cañón proyector+scaler+pantalla es imprescindible. Habrá que cambiarle el nombre a este blog dentro de unos años. Si es que se sigue denominando "blog" que ya suena algo antiguo. Sí, Como "celuloide".

Pero la lata se aferra a quedarse y aparece, rebelde, entre la montonera de avances tecnológicos. Cuando lo hace es noticia. Ocurre que en los albores del cine, luego que una película era exhibida, se enviaba al resto del mundo. Eso generaba un costo. Al distribuidor, más allá que su paso fuera de fronteras haya tenido mucho, moderado o escaso éxito, muchas veces no le interesaba invertir en recuperarla. Ya bastante guita le salía mandarla como para mandar traerla de vuelta.Algunos distribuidores directamente ordenaron destruir las copias seguramente pensando en su próxima película. Por suerte hubo quien no hizo caso.

De ahí que, solo en el último año, haya aparecido algo de el primer Hitchcock (The White Shadow de 1924, de la que se encontró 3 de 6 rollos en Nueva Zelanda) o un John Ford con status de "oculto" o perdido (Upstream de 1927, ya restaurada y reestrenada. También en el territorio de los "All Blacks") y hasta un Chaplin previo a que el maestro usase bombín, bastón y bigotito (A Thief Catcher de 1914, comprado por un coleccionista en una casa de antigüedades de Michigan). Las nuevas tecnologías se ponen a disposición de estos hallazgos enlatados. El celuloide se emperra en resurgir desde los lugares más insólitos.

Quizá ni siquiera haya que esgrimir una defensa encendida: a lo mejor el cine mudo se está viendo ahora más que nunca. Las ideas e invenciones surgidas en ese período tienen un alcance que llega hasta nuestros días. Tomemos solamente una película que en una escena puntual pone en pantalla una idea tan transgresora que quedó resonando en artistas experimentales como Man Ray o cineastas emergentes como el surrealista Buñuel. En Sherlock Jr. (1924) Buster Keaton, un creador mayor que -como Chaplin- escribía, dirigía, actuaba y hasta componía las partituras de piano que acompañaban la proyección.

¿Qué hizo Keaton? Creó una secuencia "onírica" en la que el protagonista (un proyeccionista de cine que fantasea con encarnar los personajes que ve a diario en la gran pantalla) baja de su cabina y corre desde la platea hasta la pantalla para saltar dentro de cuadro. Una vez allí, hay otra secuencia magistral en la que el montaje lo va llevando de un lugar al otro y de un tiempo a otro. Si: ahí está la referencia inequívoca de "La Rosa Púrpura del Cairo" de Woody Allen. Ni hablar de la cantidad de situaciones humorísticas sublimes que tiene la película como la que figura en la foto que ilustra éste post. Una escena en la que, sin doble de riesgo, Keaton escapa en motocicleta subido al manubrio y a toda velocidad. Primero con conductor y luego sin el mismo. Como podrán ver en el video que cierra el post, la escena es para exhibirse en el Louvre. Por lo menos.

El cine mudo, encarnado en las comedias de Keaton, Chaplin, en el cine de Fritz Lang y Murnau, en los primeros ejemplos del género terror, renueva nuestra capacidad de asombro.

Pero "Sherlock Jr." es apenas una de esas razones. Una vez que se entra a ese universo no hay vuelta arás. Y no es necesario llegar hasta un galpón en una granja neocelandesa, ni a una feria en Michigan

@christianfont

 




28.10.2011 18:57

Contemplando el reclamo de algunos lectores, aclaramos: se revelan detalles de la trama. 

Nanni Moretti ha dejado algunas cosas claras en treinta y pocos años de filmografía. Una de ellas pasa por una mirada impiadosa hacia las instituciones. Se trate del discurso anquilosado del Partido Comunista (al que alguna vez suscribió) en Pallombella Rosa (1989), del poder político (particularmente de Silvo Berlusconi de quien es férreo opositor) en El Caimán (2006) y, en éste caso, con el pontificado y su entorno en la película que hoy extraemos de nuestra Lata.

Para brindar su mirada más mordaz e irónica el director podría tomar dos caminos para no mostrarse como un radical obtuso que pega por pegar. Uno de ellos es más espinoso e intrincado y supone su mayor acierto: el contexto en que ubica la trama y cómo pone a sus personajes en escena. Ahí está el Cardenal Melville (un magistral Michel Piccoli), elegido en un cónclave por lo menos dudoso, que quedará instituido como pontífice lo que le provoca la más humana y descarnada crisis de pánico. Crisis que desembocará en una renuncia y en la intervención -nada menos- de la ciencia en la Santa Sede. Un psicoanalista (Moretti) es convocado para intentar profundizar en ese revés anímico de un hombre que deja de ser un hombre "porque lo ha elegido Dios". Todo ese primer escenario, incluyendo una memorable escena de un intento de sesión terapéutica rodeados -paciente y terapeuta- por todos los cardenales, resulta una inmejorable introducción a la historia.

Lo que Moretti hará después con los personajes pasa más por el atajo. No por facilista, sino porque es lo que sabe que le queda mejor: la especialidad de la casa. Los cardenales, llegados de todas partes del mundo, no pueden abandonar la sede hasta que el nuevo Papa se dirija a sus fieles. Melville, entretanto, quiere seguir siendo Melville sin saber muy bien cómo ni a quien acudir. Un personaje, vocero del cónclave ante la prensa, funciona como intermediario ante la prensa y como nexo entre el Papa electo y el resto del clero. Pero el hombre ("no el Papa, el hombre" - aclara el psiconalista) se evade por la ciudad para ser -como dice el gran blues de Manal- un hombre más. El universo dramático queda deambulando por las calles del Vaticano y el absurdo se traslada, naturalmente, a aquello que no vemos: la Guardia Suiza, las comidas de los clérigos, o como éstos matan las horas.

Los días van pasando en el claustro ya que ningún cardenal puede abandonar el lugar hasta que el Papa se dirija a sus fieles. El plan es simular que el Sumo Pontífice está en sus aposentos y, durante esa espera, el Psicoanalista/Moretti (también "raptado" por las instituciones) abre su abanico de situaciones absurdas. Algunos le han cuestionado un tono condescendiente con la Iglesia, cierta empatía con sus personajes. Es que Moretti no olvida que está haciendo comedia y de ahí a que esa convivencia resulte pródiga en situaciones absurdas. Algunas resultan más impostadas aunque tienen su gracia (el torneo de volley continental), otras, como la del video incluido al cierre de este artículo, son pequeños momentos de magia.

Un segundo visionado, más minucioso, nos reposiciona frente a varias referencias al último cónclave, en el que el "Habemus Papam" nos presentó en 2005 a Joseph Ratzinger. La fuerte presencia de cardenales provenientes de Africa recuerda que se especuló con el primer "Papa negro". Hay una alusión también en la escena donde el psiconalista repasa las apuestas. La posibilidad de que el el Arzobispo argentino Monseñor Bergoglio fuese el elegido también está sugerida en la presencia de los representantes latinoamericanos (la "escuadra revelación" del volley). Pero, especialmente, presten atención a la votación en la que los cardenales deciden cómo resolver la situación ante la ausencia de Melville. Mientras uno vota solitaria y alegremente por la negativa, entre la muchedumbre surge un segundo brazo: una diestra no alzada sino extendida. Pequeño guiño al pasado de Ratzinger. Tiempos en el que el pontífice ingresó como seminarista a un grupo de jóvenes afines al Tercer Reich.

Moretti cumple su cometido de burlarse de la institución, aunque sin tanta saña. Es cierto que no es pareja, pero el conjunto es encantador. Estamos ante un director con mayúsculas, un tipo inquieto que a sus 58 años gusta de seguir creando y provocando. "Habemus Papam" sigue siendo un Nanni Moretti auténtico. Y eso ya son buenas noticias. 

 




21.10.2011 20:13

La inmortal frase que sirve de título a éste artículo aplica para hablar de nuestras expectativas y prejuicios a la hora de ocupar nuestra butaca para ver una película.

Frase que, de paso, es el "Play it again, Sam" del Cono Sur: un parlamento atribuido a una actriz que jamás lo pronunció en película alguna pero que quedó en el imaginario colectivo por alguna extraña razón.

Así como Ingrid Bergman jamás le pidió al pianista Sam que repitiese una canción en Casablanca (Michael Curtiz, 1942), en Carne (Armando Bo,1968) Isabel Sarli jamás le espetó "¿Qué pretende usted de mi, canalla?" a los obreros del frigorífico que lo que pretendían, justamente, era homenajear el título del film. Siete años atrás, la "Coca" sí grabó el parlamento para un doblaje incluido en el videoclip del tema "La argentinidad al palo" de Bersuit (dirigido por Jorge Lanata). Igual, es divertido perpetuar mitos, de ahí a que rescatemos la frase para el título. 

"A film by Almodóvar". Uno sabe qué esperar. O, al menos, el apellido devenido sello del director manchego (que parece que ya no usa su nombre de pila en los créditos) sugiere que pretenderemos algo de él. Sugiere un universo provocativo de fuerte connotación sexual con una cuota de perversión, humor oscuro y drama cotidiano, todo en uno. De ahí parte mi incomprensión absoluta cuando se habla de Vicky Cristina Barcelona (Woody Allen) como una película "a lo Almodóvar"  salvo que el elemento crucial para la comparación sea la presencia de Penélope Cruz. 

Desde Hable con ella (2002) su línea ha sido el melodrama con eventuales pases de comedia, reminiscencia de los tiempos de Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988) y Átame! (1999), entre otras. Sin embargo hace tiempo que su cine me parece de una prolijidad alarmante aunque se imponga con potentes melodramas a rajatabla (creo que Volver y Los abrazos rotos son estupendas). Ésta vez me parece que se lo devoró el sello. No esperaba maestría y menos mal: me topé con la eficacia de siempre pero con una historia sin gracia cuyo desenlace se ve venir desde el Palacio Salvo al Obelisco. No hay casi morbo y el suspenso es de corto vuelo. Y de aquel humor, ni rastros. Salvo que la secuencia en la que un actor disfrazado de tigre (y hablando un portuñol similar al de los pastores televisivos de la madrugada) sea considerada humorística. No son malas noticias: para la próxima no sé bien qué esperar, si es que debemos esperar o pretender algo de alguien.

Mucho menos esperaba de Steven Soderbergh, un tipo que tiene un promedio asombroso de películas aceptables, una -o dos- buenas de verdad y sus buenos bodrios también. Dice que tras Contagio se retira del cine. Si le tomamos la palabra, es un retiro digno. Nunca se pudo sacar la mochila de haber hecho una primera gran película (aunque debería revisar Sexo, mentiras y video a ver cómo se conserva) pero si bien no pretendemos de él que sea un autor, sí un noble proveedor de entretenimiento. Acá cumple sin despeinarse. Tomando elementos del cine catástrofe de los 70' y con un elenco atractivo (Gwyneth Paltrow, Jude Law, Marion Cotillard, Lawrence Fishburne...ninguno descolla, están todos bien, posiblemente Matt Damon un escaloncito más arriba) hace un retrato de la paranoia mediatizada de hoy: una película sobre un virus que es, más que nada, una película sobre el miedo. Si bien recorre todos los caminos posibles (los intereses económicos, el oportunismo político, la tragedia de un padre y también la de una población entera afectada, los científicos salvadores y los que buscan como salvarse) todo va a parar a mostrar cómo nadie sabe bien qué los ataca ni cual es la solución pero todos tememos. Tememos y miramos al de al lado con total desconfianza. Si usted estornudó en un 121 lleno en el invierno de 2009 sabe de qué hablo. Suerte Steven, perdoná que no te hayamos festejado mucho ni Traffic ni Erin Brockovich: en La Lata A Cuadritos nos quedamos con The Informant! y Romance peligroso. En una le robaste piques a Blake Edwards y en la otra calcaste Para atrapar al ladrón de Hitchcock, pero te quedaron bien. Te esperamos.

¿Qué pretendemos de Ana Katz, directora de Los Marziano? Nada grandilocuente, más bien sencillo, con momentos conmovedores como en Una novia errante (2007). Ah, y sacarle partido a un elenco que parece salido de lo más encumbrado de la industria del cine argentino. Nombres aparte, no pierde su aire independiente. Una comedia agridulce, con unas cuantas secuencias memorables y actuaciones a la altura del compromiso. Guillermo Francella es Juan, un tipo algo bohemio y errante que hace radio por vocación y está buscando trabajo en la provincia donde vive. Va en una motito (al mejor estilo Nanni Moretti de Caro Diario o Aprile) y se da cuenta que no puede leer. No se profundiza en su problema neurológico ni en cuales puedan ser las consecuencias. La historia se mete con algo más complicado: desandar el camino de pequeñeces que han separado a dos hermanos (el otro es Luis, un notable Arturo Puig) y que, a la distancia, son vistos como problemas insalvables. Ahí está el rol articulador de dos mujeres. Rita Cortese, la otra hermana Marziano, y Mercedes Morán como la esposa de Luis, comprendiendo la ironía de vivir en un country ultra vigilado y ver como su marido igual imagina toda clase de peligros, amenazas e intentos de complot por parte de la vigilancia del lugar. Mientras dejo el cine reconfortado (tras las experiencias de Almodóvar y Steven) veo caras de incredulidad.

"¿Así termina?"- dice una espectadora- "Esperaba otra cosa"

"¿Otra cosa como qué?", pregunté curioso.

"Esperaba otro final"- fue la respuesta tajante.

Es lógico. La película, la historia, no tiene final. Ni tiene porqué tenerlo. 

Ese final que nos reconforta habrá que esperarlo sentados.

Entre tanto, vaya éste adelanto y después me cuentan. Aquí los espero.



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Sobre mí
Montevideo, 1978. Periodista y crítico cinematográfico de vocación y profesión, en ése orden. Responsable de la sección Cultura y Espectáculos de Telemundo (La Tele).Ha publicado notas en Brecha, La Diaria, El Observador y Revista Socio Espectacular. Docente de Historia del Cine en la Universidad Católica del Uruguay. Actualmente integra la murga Los Diablos Verdes

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