Peces Voladores
vagar sin meta, pero no sin rumbo

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Mis artículos

22.11.2012 12:06

 

Los gobiernos se enfrentan cada vez más a nuevos retos. Son las redes sociales las que están forzando un repensar de las formas de gobernar. Cuando ni siquiera hemos logrado aprovechar todo el potencial que nos ofrecen las nuevas tecnologías para las administraciones públicas, ha surgido un nuevo protagonismo de la gente, son necesarios nuevos acuerdos y nuevas responsabilidades. La velocidad con la cual se están sucediendo los acontecimientos es un hecho, velocidad que no necesariamente está asociada a un creciente protagonismo gubernamental. Estudios señalan que más del 90% de los internautas brasileros acceden diariamente a redes sociales. Un 60% de estos usuarios se han registrado a alguna red social en los pasados 3 meses. El 80% de los 80 millones de internautas de Brasil consideran a Internet el medio de comunicación más importante, por encima de las TV (50%) y de los periódicos (37%).  Hoy en día los datos no estructurados, es decir aquellos que circulan a través de las redes sociales en Internet, ya son tres veces los datos estructurados (las tradicionales bases de datos de empresas y gobiernos). La información se reproduce a velocidades inimaginables. Se estima que en 2012 ya hay en la red circulando el equivalente a 200 mil millones de Ipads de 16 gigas. Esta cifra llegará en 2015 a los 600 mil millones.

Cifras que, más allá de la velocidad de propagación, impresionan por su tamaño, y cada vez más por su potencial económico. Son cada vez más las aplicaciones que devienen del dominio de estos inmensos volúmenes de datos. Hay empresas que le compran la información a las grandes redes sociales y luego de estructurarla vuelven a venderla para que otros desarrollen diferentes tipos de actividades: negocios, investigaciones, nuevos servicios, formas de entretenimiento, etcétera. A este inmenso volumen de datos se lo conoce como BigData. Se está generando un nuevo activo económico que marcará en gran medida a quienes estarán mejor posicionados para competir en un mundo en plena transformación. La velocidad y las oportunidades hacen que no sea un tiempo para la cautela. Para los gobiernos llegó el momento de actuar, muchas de las cosas que suceden ocurren porque existe la audacia de algunos. El creador de Facebook o de Yahoo, por ejemplo, no fueron conscientes de lo que estaban inventando hasta ver el impacto masivo que lograron sus propuestas. Lo mismo vale para los gobiernos, hay que involucrarse cada vez más pero teniendo cuidado con no confundir que participar de las redes sociales no supone una nueva forma de marketing público, sino que se trata de construir nuevas formas de hacer gobierno y de vincularse con los ciudadanos.

Ya van apareciendo nuevas definiciones que permitan definir estos retos. Se habla de gobiernos abiertos, gobiernos colaborativos, gobiernos en red, gobiernos plataforma. Llámese como se llame una cosa parece clara, los nuevos éxitos en gestión pública dependerán fuertemente de cómo valoramos e interactuamos con los ciudadanos. Las redes sociales no hacen más que revalorar el potencial de los individuos actuando colectivamente. La gestión pública deja de ser unidireccional y pasa a ser de doble sentido. Una nueva forma de hacer gobierno obligada a incorporar y a desarrollar la transparencia y la confianza, la rendición de cuentas, una gestión compartida y una mayor participación ciudadana.

El sueño que tuvieron algunos de construir una nueva democracia que supiera aprovechar el potencial de las tecnologías de la información y comunicación podría hacerse realidad. Pero esto solo será posible si las estructuras políticas saben adaptarse. En esa fase del camino estamos. Ante un nuevo escenario para construir una nueva forma de relacionamiento con los ciudadanos. En 10 años hemos pasado de una brecha digital a una brecha de oportunidades. La gestión del cambio a nivel gubernamental tiene poco que ver con la definición de Planes que sepan aprovechar el potencial de las redes sociales. Supone incorporar nuevas aptitudes y actitudes hacia la población. Lo primordial pasa a ser el saber reconocer un nuevo protagonismo de los individuos, es central respetar el poder que representan las opiniones individuales y la inteligencia colectiva que deviene de saber escuchar. Aprender a “escuchar” será el verbo más importante del recorrido. Las herramientas tecnológicas tendrán una importancia relativa. Será preciso concentrarse en los objetivos de siempre, en la transparencia, en la capacidad de colaboración y de participación ciudadana. Conceptos familiares en materia de gestión pública pero que no hemos sido capaces hasta ahora de aplicar en su justa medida. Las redes sociales nos ofrecen una nueva e inmejorable oportunidad. Como señaló alguien alguna vez, Manejar gente en Twitter y Facebook es como arrear gatos”. Así de complejo es esto. Lo peor de participar en redes sociales es pensar que se puede manipular el flujo de la información. Involucrarse desde los gobiernos es estar dispuesto a escuchar cosas malas sobre la administración. Si no se está listos para aceptar las críticas no habría que involucrase.

De los gobiernos hasta hace poco se esperaba que ofrecieran soluciones, y dependiendo de la calidad de las mismas eran ratificados o no en sus cargos en cada proceso electoral. Eso está cambiando. Gobierno que no escuche quedará excluido de las nuevas formas de gobernar. La transformación empieza por asumir que la gente se hace más organizada e inteligente actuando colectivamente. El nuevo poder radica en una inteligencia colectiva que está ahí, funcionando, diciéndonos cosas, exigiéndonos y queriendo participar. Comienza por aceptar que cada internauta se convierte en una fuente valiosa de opinión, y como decía alguien, más importante que Internet son las comunidades que Internet ayuda a estructurar, las “Multitudes inteligentes” (Howard Rheingold, 2002, promotor de The Well, considerada la primera red social de Internet). Este mismo investigador de fenómenos asociados a Internet ya decía en 1993 que: “En el uso que hagamos de estas tecnologías nos jugamos el futuro de la democracia. El problema es cómo conseguir que estos recursos sean accesibles a la mayoría de la población y den la oportunidad de cambiar las reglas del juego democrático”. Ya son accesibles para las mayorías, y de nosotros depende que creemos las oportunidades para adaptarnos a una nueva sociedad. De no ser así será la gente, con nuevas armas sociales, la que nos forzará, tarde o temprano, a que nos adaptemos.

El poder de las redes pondrá en su justo lugar a las nuevas tecnologías. Estimo que en los próximos meses desaparecerá el concepto de “gobierno electrónico”, pues en él implícitamente estábamos defendiendo un rol central de lo tecnológico en el que hacer público. Ese rol lo pasan a ocupar los ciudadanos usando el medio. Lo que cuenta de aquí en más es qué hacemos y cómo aprovechamos como naciones la opinión casi instantánea de nuestros ciudadanos sobre una multiplicidad de temas. El poder de las redes sociales se traduce en el poder de una inteligencia colectiva que cada nación dispone,  saberla encauzar y aprovechar es lo que nos hará más desarrollados y nos permitirá vivir mejor.




19.11.2012 10:03

La libre es un animal que últimamente me da mucho miedo. La información circula a tan altas velocidades, los volúmenes que soy capaz de consumir diariamente son tales que reconozco que algunos hechos son tan complejos que me siento saltando de una noticia a otra sin tener tiempo como para terminar de entender el contexto. La información salta de un lado al otro como una liebre escurridiza y casi sin dejar rastro. Siento que me he convertido en un consumidor compulsivo de información, un ciudadano atento a lo que sucede a mí alrededor, pero sin el tiempo o la capacidad para saber en profundidad de todos los temas que llaman mi atención. Con cierta preocupación, y cada vez con más frecuencia, veo diferentes mensajes que me recuerdan que debo estar muy atento con la calidad de la información que consumo.

 

Ayer por ejemplo, reproducían en el programa de Bill Mayer de HBO, y haciendo eco de una noticia que dio la cadena FOX, ambas de los Estados Unidos, de como se sacaba de contexto unas declaraciones del Presidente Obama y que eran utilizadas para asustar a los votantes en las recientes elecciones en ese país. En la Argentina de estos tiempos existe una constante prédica sobre la calidad de la información, con calificativos tan fuertes como la “mentira”, tema que se ha convertido en un importante debate a escala nacional. Observo cosas similares en Ecuador, en Venezuela, y hasta en Uruguay. No se si tengo mala memoria, pero tengo la sensación que son muchas más las voces que se quejan de cómo las cosas se comunican que en el pasado.

 

Que paradoja verdad!!!! En los tiempos que corren donde parece que finalmente los receptores de la información hemos comenzado a asumir un protagonismos diferente, mucho más activos, con menos intermediarios entre quienes gestan la información y quienes la recibimos. Se escucha cada vez más hablar de transparencia, incluso en algunos ámbitos se menciona la posibilidad de construir gobiernos colaborativos, gobiernos abiertos, datos abiertos (open data), donde ciudadanos y gobernantes gestionan juntos. ¿Pero a quién creerle? El miedo a la liebre me proviene de tener la sensación de que ni siquiera quería comprar a la liebre, consumo y digiero información que ni siquiera quería comprar. ¿Qué me importa que me vendan gato por liebre si el bombardeo mediático es tal que ni siquiera logro distinguir si hay más animales en el medio? Consumimos información y punto, queramos o no queramos. Llegué al punto de que me cuestiono muchas cosas porque escucho por otros medios a diversos llamados de alerta. ¿Pero qué sucedía cuando no teníamos a tantos medios y era difícil acceder a las advertencias sobre posibles mentiras mediatizadas? Eso es lo que me da miedo, mi ignorancia de no darme cuenta por mis propios medios. A estas alturas comencé a tenerle un profundo miedo a la mismísima liebre, que al final no se si es finalmente es lo que se suponía que debería ser.

 

¿Qué sucederá con todas esas personas que solo reciben noticias sin mayores cuestionamientos, es decir, que solo les interesa estar enterados? La inmensa mayoría. ¿No será que en realidad estamos construyendo en lugar de la sociedad de la información y el conocimiento a la sociedad de los enterados? El problema no es que te vendan a gato por liebre, el problema siempre fue y será el comprador. En este caso el consumidor de noticias , el espectador, el ciudadaiano de apié, y su poca capacidad de análisis y activismo para saber desentrañar la información y construir conocimiento y criterios propios. Y sino no dejen de observar como cada vez más un cuerpo de periodistas hacen periodismo del periodismo, como si se necesitara de un periodismo que analice las veracidad de las noticias. Fuentes de información no nos faltan, tenemos miles de opciones entre medios globales, masivos, blogeros, facebook, youtube o twitters. ¿No será que el problema viene justamente de la abundancia? ¿O será que la revolución digital y la llamada sociedad de la información nos agarró aún con poca capacidad analítica para entender lo que sucede a nuestro alrededor? Creo más en la amenaza que supone esta última hipótesis.

 

Yo hasta hace poco era de los que creían que la verdad informativa, el buen periodismo, construyen sus noticias a partir de información chequeada y“rechequeada”. Por algo, me decía, existen profesionales de la información. Y vaya si existen .Pero también existen intereses económico, político y culturales, y vaya si existen. Hoy todo deberíía ser mucho más evidente, pero la sobreabundancia de medios y de información vuelven todo mucho más confuso. El buen periodista es como el gato, debería caer siempre parado, la información bien entendida sobrevive en el tiempo y es incuestionable, puede tener hasta más de siete vidas. Pero esta era nos desnudó que en realidad no todo poder informativo está construido sobre bases sólidas que hacen a la calidad de la información y a la independencia. Casi a diario me encuentro cuestionándome sobre un sospechoso gato que al final puede resultar siendo una escurridiza liebre en el laberinto que supone estar bien informados.

 

Mi problema personal y actual radica en la cantidad de veces que me termino cuestionando sobre estos potenciales engaños o sobre una mal entendida función del periodismo. Lo medios se presentan en muchas ocasiones como informantes independientes, vigilantes atentos frente a los mal entendidos ejercicios del poder, testigos del acontecer diario de una nación, constructores desinteresados de una agenda para el debate público. ¿O no será que no eran tan independientes de como los creíamos o nos querían hacernos creer? ¿Qué es ser independientes en esta época, realmente se puede? Hemos entrado en una dinámica cada vez más confusa de la verdad y de las intenciones que persiguen los medios masivos de comunicación. Lo único bueno que rescato en todo este proceso de autocuestionamiento es que he incorporado como nunca en mi vida una altísima dosis de suspicacia y desconfianza sobre la información que recibo. No sabría decir si esas dosis se deben más a la abundancia de medios de la época en la cual me toca vivir o a las campanas de alerta que han aparecido recientemente. Lo que si sé, es que las dudas me han hecho un poco más independiente. Ni gato, ni liebre, quizás hasta debería haber sido un conejo.




15.11.2012 13:47

Hace tiempo que estaba buscando una noticia así. Una investigación y la comprobación de que si invertimos en veredas u otras pequeñas obras de infraestructura mejoraremos nuestras condiciones de vida, y estaríamos haciendo una gran contribución a la salud de la población. Acaba de aparecer una investigación en San Pablo que señala que las veredas (calçadas) son responsables de una caída de cada cinco y de los lesionados que son atendidos en el Hospital de Clínicas de esa ciudad. Este estudio fue realizado por el Instituto de Ortopedia e Traumatologia do Hospital das Clínicas (HC) y señaló que el 18% de las víctimas atendidas en dicha unidad se tropezaron en la vereda.

 

El estudio incluso analizó la composición de este 18% y señala que un 40% de las caídas se debieron a pozos. El 77% correspondía a mujeres pero de estas tan solo el 8,5% usaban tacos altos. El 45% de los accidentados usaba zapatillas. El otro dato llamativo de esta muestra de 197 pacientes resultó de la edad de los transeúntes accidentados, la edad que prevalece está entre 36 y 50 años. Las torceduras representaron el 45%, las contusiones el 35% y las fracturas el 8,5%. Tomemos en consideración que estos datos se basan exclusivamente en una muestra de pacientes que debieron concurrir a un Hospital debido a las lesiones. Por lo tanto es fácil imaginarse la cantidad de hechos similares que ocurren a diario en las vías públicas latinoamericanas que no requieren tratamiento pero que causan lesiones leves.

 

El mismo estudio se encarga de recordarnos que una persona internada debido a un accidente en una vereda le cuesta al sistema de salud una media de 40.000 reales, aproximadamente unos 20.000 USD. Si uno camina las calles latinoamericanas es frecuente ver el lamentable estado de la mayoría de las veredas. Al desgaste constante que son sometidas hay que agregar que desde los gobiernos municipales no hay planes o una capacidad que de respuestas efectivas al mantenimiento de esta infraestructura básica. A mi me causa mucha gracia, aunque debería decir lastima, el esfuerzo que hacen algunos gobiernos municipales para instalar las rampas para sillas de rueda o cochecitos en las esquinas de nuestras ciudades. Lo gracioso, o lamentable, es ver que cuando la rampa queda terminada, nuevita y flamante, el resto de la vereda es más apta para una competencia de bici-cros que para la circulación humana. Buenos Aires y Montevideo están llenas de estos ejemplos.

 

Muchas veces la gestión pública se pierde en grandes cosas, la mayoría de las veces muy complicadas y de largo aliento, cuando pueden existir soluciones complementarias a pequeña escala que logran hacer un aporte importante a la calidad de vida. Tomo a las veredas como un ejemplo de esto, pero hay otras iniciativas que pueden suponer una gran contribución a la salud y el bienestar público. Soy de los que creen que una mejora en nuestra calidad de vida dependerá en gran medida de como logremos integrar en nuestras ciudades a las bicicletas. Con cada vez menos tiempo para realizar todo lo que queremos hacer, con cada vez más stress, con cada vez más contaminación y una vida acelerada casi hasta el extremo, siento que la bicicleta nos devuelve algunas cosas que mejorarán la vida y la convivencia cotidiana. Además de hacer ejercicio nos permite volver a cosas más naturales, a velocidades diferentes, a poder compartir un medio de transporte sumamente democrático y respetuoso con el resto de mis conciudadanos. Mejora la salud física y psíquica. Invertir en bici-sendas es invertir en salud, en protección del medio ambiente, en calidad de vida e incluso en la estética de nuestras urbes modernas.

 

Para que tengamos una idea de lo que algunas ciudades están logrando basta con mencionar que en Copenhague más del 50% de sus ciudadanos van a trabajar en bicicleta. Cuentan con cerca de 400 kilómetros de ciclovías. Las autoridades se proponen convertir a Copenhague en la primera capital del mundo con emisiones neutras de dióxido de carbono en 2025. Algunos datos sobre el ciclismo en Copenhague señalan:

 

Un 50% de todos los ciudadanos van a trabajar o a estudiar en bicicleta. 

 

Un 35% de la gente que trabaja en Copenhague (incluidos aquellos que viven en las afueras y en poblaciones vecinas) va a trabajar en bicicleta.

 

Un 25% de todas las familias con dos hijos de Copenhague tienen una bicicleta de transporte para llevar a los niños a la guardería, ir de compras, etc.

 

En total, los ciudadanos de Copenhague recorren en bicicleta 1,2 millones de kilómetros al año, lo que equivale a dos viajes de ida y vuelta a la luna. En contraste, solo recorren 660.000 kilómetros en metro.

 

En el centro de Copenhague, hay más bicicletas que ciudadanos: 520.000 habitantes y 560.000 bicicletas.

 

El carril bici más utilizado del mundo es Dronning Louises bro en Copenhague, recorrido por unos 36.000 ciclistas cada día.

 

Un 63% de los miembros del Parlamento danés, situado en el centro de Copenhague, van a trabajar en bicicleta cada día.

 

Las veredas mejoradas, las ciclovías, una buena iluminación que mejore la seguridad y que le permita por ejemplo a niños y jóvenes extender sus actividades en la calle (canchas de fútbol iluminadas, parques de juegos, pistas de skate, etcétera), plazas seguras, rampas, obras de construcción que garanticen una circulación segura para los peatones, mobiliario urbano bien cuidado y otro sinnúmero de pequeñas obras serán una buena contribución a la salud de los vecinos.  




09.11.2012 15:56

En Rio de Janeiro los domingos queda cerrada al tránsito automotor la mitad de la calle que bordea las playas de Ipanema y Leblón. De esta forma los habitantes y visitantes pueden disfrutar de un paseo marítimo mucho más amplio, ya sea para caminar o correr, para andar en bicicleta, en skate o patinando. La costa se convierte de esta manera en un paseo para el disfrute de miles de personas. El tránsito por esa zona es desviado y el pedazo de calle que de lunes a sábados se ve atestado de autos, buses y motos, queda por unas horas atestado por un tránsito humano y por diversas actividades recreativas. Debido al incesante aumento de los vehículos, las ciudades modernas se ven cada vez más necesitadas de saber aprovechar su espacio en la búsqueda de un justo equilibrio entre maquinas y humanos. Es así como los bienes urbanos se vuelven cada vez más fungibles.

 

Las ferias vecinales son un ejemplo de la fungibilidad del espacio urbano. En calles donde por lo general circulan automóviles o en plazas se terminan montando ferias de alimentos o de artesanías que modifican el uso primario de esas zonas de la ciudad. En otros casos hay áreas urbanas que modifican su función dependiendo del calendario cultural o por la necesidad de un importante acontecimiento. La época del carnaval, o de las fiestas nacionales o locales, supone en muchos casos el tener que destinar espacios enteros de la ciudad para el desarrollo de actividades artísticas y recreativas. Todos estos casos son regulados, como debe ser, por las autoridades municipales.

 

Frente a mi casa en Montevideo comienza una calle con una leve pendiente de aproximadamente unos 100 metros. Por esa calle el tránsito es bastante limitado a lo largo de toda la semana. Un grupo de jóvenes se agrupan por las tardes en la cima de la calle con sus tablas de skate y sus cascos para deslizarse por la pendiente natural que le ofrece la topografía de esa parte de la ciudad. Alternan sus descensos dependiendo de la cercanía de los pocos vehículos que  por ahí circulan. En otras partes de la ciudad es frecuente ver durante los fines de semana a improvisadas canchas de fútbol donde los niños del barrio organizan verdaderos campeonatos callejeros. En mi barrio los domingos por las noches, al igual que en otros barrios de Montevideo, un grupo de personas toman dos cuadras enteras para ensayar el desfile de llamadas del carnaval. Junto a los músicos y bailarines se juntan amigos y curiosos. Desfilan unas dos cuadras durante unas dos o tres horas y terminan cortando el tránsito de una parte del barrio.

 

Experiencias como estas hay miles en todas las ciudades latinoamericanas. Las actividades y la vida en la calle es una parte fundamental de nuestra identidad cultural. No deberíamos perder este signo continental, por el contrario, las autoridades municipales de nuestras ciudades deberían destinar esfuerzos y profesionales a cuidar y gestionar mejor estas espontáneas organizaciones vecinales. La rambla de Montevideo por ejemplo podría imitar la experiencia carioca y cerrar una parte de su trazado todos los domingos para un más amplio disfrute del espacio costero. Desde la Intendencia Municipal de Montevideo se podría lanzar y publicitar una iniciativa para que los vecinos que necesitan de ciertos espacios urbanos los registren en la página web municipal para que las autoridades municipales y los vecinos estudien su viabilidad y factibilidad. Como vecino no tengo ningún inconveniente con que los jóvenes, que hasta ahora han improvisado una pista de skate en la puerta de mi casa, tengan un día a la semana a esa calle quede cerrada para que la puedan disfrutar seguros. Eso sí les reclamaría y les exigiría el uso obligatorio del casco, la necesidad de mantener el espacio limpio y cuidado de graffitis. Destinaría un inspector municipal para controlar el tránsito y para garantizar un buen uso de un espacio público que nos pertenece a todos.

 

Las ciudades necesitan desarrollar nuevos y más eficientes mecanismos que permitan hacer un mejor uso de los espacios urbanos. Donde las calles puedan convertirse de a ratos en hermosos paseos urbanos, las plazas transformarse en improvisados escenarios al aire libre, una vereda nos invite a un campeonato barrial de ajedrez, o la topografía urbana sea una esporádica pista de skate, una pared abandonada se convierta en un mural vivo de arte urbano, un rincón de la ciudad pueda servir para unas clases de tai chi o de yoga, y unas pocas cuadras sean el local de ensayo para algún grupo carnavalero.

 

Las ciudades no son solo la planificación del espacio urbano, son ante todo la planificación del espacio humano, la gestión eficiente de las motivaciones sociales y de sus necesidades territoriales. Una ciudad es en primer lugar un espacio físico donde las personas conviven y donde pueden compartir sus actividades. A las ciudades por lo general las medimos, entre otras cosas, en función de su densidad demográfica. Se las caracteriza dependiendo de las actividades que en ellas se desarrollan (económicas, culturales, recreativas, turísticas, otras) y por una serie de características arquitectónicas y estéticas que la definen. Deberíamos comenzar a medirlas y caracterizarlas en función de la densidad de espacios cada vez más abiertos y habilitados al disfrute de diversos colectivos vecinales.  




05.11.2012 10:49

Un beso bien romántico no dura más que algunos segundos. Un abrazo puede ser cuestión de minutos. Un largo paseo, tomados de la mano, es probable que no dure más de una hora. Un buen sexo, difícilmente, pase de dos horas. El contacto físico entre las parejas que se aman se limita a esporádicos y relativamente cortos momentos. La cucharita es, sin embargo, el contacto físico más prolongado que puede alcanzar la pareja. Esa “S” que forman dos cuerpos adosados, uno al lado del otro, en una cama, es el momento de contacto más sostenido entre los amantes. ¿Quién no ha practicado una larga y confortable cucharita?

 

La cucharita puede comenzar de diversas formas, ya sea por un simple impulso por todo aquello que sentimos hacia el otro, o por simpe necesidad, por ejemplo la de calentar rápidamente a nuestros cuerpos en una noche de invierno. Es la posición por excelencia de los enamorados cuando duermen. Las parejas no se duermen de la mano, no duermen uno encima del otro, sería muy incomodo, tampoco se duermen besándose. La posición de la cucharita es la solución anatómica que nuestros cuerpos han encontrado para poder compartir las horas de sueño.

 

La posición además no hace distinción de sexos, es indistinto quien está delante o quien está detrás. A la mujer que ocupa la posición delantera se le exige eso si que acomode su cabellera para permitirle a su pareja el poder soportar la posible mata de pelos. El hombre en esta posición trasera resuelve muy fácilmente qué hacer con ese brazo que nunca sabe muy bien dónde colocar. En mi caso el brazo y mano que pasa por encima de ella sale automáticamente a buscar un seno, un pequeño cojín natural que lo soporte, una especie de amansa-loco de última hora. La cucharita invertida le ofrece a la mujer un punto de apoyo para uno de sus brazos y poco más. Algunas damas quedan tentadas por recurrir al amansa-loco masculino. Quien está de espalda al otro experimenta la sensación de estar en un pequeño refugio natural, en un lugar seguro donde acobijarse y protegerse.

 

Además la cucharita puede cumplir una importante función familiar. Los dos cuerpos así adosados permiten liberar una parte importante de la cama matrimonial, es decir deja espacio para las visitas de los más pequeños de la casa. La cucharita es la única solución si se tiene una medida de cama inferior a la queen. Esta posición es tan versátil que incluso practicando sexo es muy útil. Es ideal para esas noches en las cuales ambos estamos cansados pero las ganas ganan, y nos animamos a algo rapidito, un sexo sin demasiadas exigencias, esta es la posición ideal. Es sumamente justa, pues nadie realmente debe esforzarse más que el otro.

 

La cucharita incluso no ofrece problemas serios por diferencias de altura en la pareja, si uno es gordo siempre le queda la chance de ponerse al frente, y si se es ancho de hombros podemos ser quien refugia. Permite hablar cómodamente, libera una mano para las caricias, y muchas veces se convierte en el primer paso para otras posiciones más comprometidas. Esta posición sí limita los besos de boca, a menos que se termine con una tortícolis, es muy difícil congeniar ambas cosas. No se registran mayores problemas para conjugar cucharita y caricias, cucharita y manitos, cucharita y sexo.

 

Me ha pasado en reiteradas ocasiones el despertarme por las mañanas y encontrarme en la misma posición que había asumido antes de dormirme. También me ha pasado, gracias a la cucharita, el poder aprovecharme de la inercia que trae una calentura mañanera. Todos estos relevantes hallazgos relacionados con quien es nuestra forma de contacto físico más duradero me llevaron a dedicarle esta nota.  




01.11.2012 17:31

"Guardo dentro de mim um museu de tudo que vi e amei na vida". Oscar Niemeyer

 

La contemplación del arte va mucho más allá de un “me gusta” y tiene más que ver con las emociones que cualquier expresión artística nos puede provocar.  Yo vivo arte casi a diario y no sabría explicar cuáles son las razones que me llevan a experimentar tantas y a veces contradictorias sensaciones. Una simple imagen estática en la vía pública se convierte en una fotografía digna de una exposición. Una escena cualquiera bien podría nutrir la trama de un gran film que aún no ha sido filmado. Una pared intervenida o casual se convierte en un cuadro de un gran museo callejero. Hay seres que transmiten arte, personas cuyos rasgos merecerían ser retratados e inmortalizados. A diario nos cruzamos o interactuamos con personas que bien podrían ser el personaje de una novela que busca salir de la mente de algún escritor. La extrovertida puesta en escena de un vendedor ambulante puede representar una gran actuación. Estamos rodeados a diario de innumerables expresiones artísticas. En nuestras sensibilidades está el poder reconocerlas.

 

No necesito ir a un museo o a una exposición para encontrarme con el arte de la contemplación. En esos espacios se concentran otras formas de estímulo, en ellos puedo profundizar mis percepciones, aprendo sobre mis expectativas artísticas, me cuestiono y gozo, consigo reservar un mejor tiempo y espacio para el disfrute, se me permite ordenar los sentidos. En la calle es bien diferente. No salimos a la vía pública buscando arte, pero sí voy a un museo con ese objetivo. El arte callejero nos aparece así de repente, en gran medida depende de las sensibilidades individuales con las cuales cargamos cada uno de nosotros.  

 

El arte callejero va mucho más allá de las paredes y de vagones del metro pintarrajeados. Esas representan miradas acotadas de hasta donde podemos llevar nuestras percepciones y formas de contemplar el espacio que nos rodea. El arte, o ciertas expresiones artísticas, están obviamente en la naturaleza, por ejemplo, en la porfiada forma de crecer de un árbol que fue moldeado por el viento y por su entorno. Está en múltiples escenas de la vida cotidiana que logran conmovernos o enfurecernos por su intensidad y carga involuntariamente emotiva. Me resulta profundamente artística la vendedora de cuadros que por las tardes se instala a los pies de una farola de la Avenida El Prado en la ciudad de La Paz. Logra conmoverme como me podría emocionar una gran producción cinematográfica o el estar frente a la obra de Amedeo Modigliani. Las ventanas de las casa, e incluso de las oficinas, están llenas de arte. Un arte en vivo y enmarcado, como cuadros vivientes de las cosas que nos suceden a diario. Consigo ver arte en las macetas que decoran un balcón, en la audacia de una vidriera, en un automóvil recién salido al mercado y que dibuja líneas de una estética singular, veo arte en los personajes de la calle, en la cotidianeidad de aquellos hechos que resultan escenas vivas de una gran potencialidad artística.

 

A veces me pregunto si el arte tiene más que ver con el Realizador que con el Receptor. Una cosa sí me parece clara, no habrá arte sin receptores pero sí sería posible imaginarse un arte sin realizadores, un arte que esté alimentado exclusivamente por nuestras necesidades y percepciones artísticas. ¿Hace arte el que lo realiza o hace arte el que necesita del arte? Caminando por la playa podría encontrar un tronco de madera trabajado por el desgaste del tiempo que provoca el mar, ese tronco maltratado y convertido en otra cosa, en mi percepción y sensibilidades puede representar una obra de arte digna de contemplación y de expresividad artística. En síntesis el arte nos llega como una necesidad de nuestros sentidos. Algunos individuos son los que tienen el don de la creación. Al final de cuentas el arte es lo que cada uno de nosotros quiere que sea. He visto mucho valor artístico en casas humildes que ni siquiera tienen un cuadro colgado en sus paredes, lo he visto en objetos antiguos reciclados, en una selección de dibujos infantiles colgados ordenadamente en la pared de la cocina, lo he visto en un jardín a través del esmero en combinar formas y colores, lo he visto en algunas fotos enmarcadas, lo he visto en innumerables artesanías domésticas, creadas por apasionados de todo lo que se puede obtener a partir de dos manos inquietas.

 

Cada uno de nosotros no tiene tan solo la potencialidad de convertirse en un artista, sino también, y quizás más importante aún, el poder convertirnos en conductores artísticos, un canal abierto al disfrute de todo aquello que consideremos arte, para que a través de este conducto, que somos los seres humanos, circulen percepciones y emociones que nos vienen del entorno que nos rodea. Un buen conductor es más factible que se convierta en un artista, alguien con la capacidad de crear. Yo no sé si algún día lograré alcanzar eso, pero lo que si sé es que no podría vivir sin mi capacidad de que el arte me atraviese casi a diario.    



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En mi sala hay un cuadro que se llama "Rescate". En él aparece una multitud llegando a lo que sería la costa de una ciudad grande y moderna, esta gente se amontona y queda atrapada entre el cemento a sus espaldas y el mar. Una civilización moderna que parece empujarnos hasta los límites. La gente va saltando al mar y es rescatada por "peces voladores". Venimos de seres marinos que se animaron a volar. El progreso está lleno de contradicciones.

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