Eliza y Miguel
Si te gusta lo variado, buscá en nuestras categorías: hay para elegir.

http://blogs.montevideo.com.uy/elizaymiguel |  Agregar a favoritos  | 
Lecturas amenas

18.05.2012 03:40

Escrito el 18 de julio de 2007 por Hernán Casciari http://orsai.es/

Leí una vez que la Argentina no es mejor ni peor que España, sólo más joven. Me gustó esa teoría y entonces inventé un truco para descubrir la edad de los países basándome en el "sistema perro".

Desde chicos nos explicaron que para saber si un perro era joven o viejo había que multiplicar su edad biológica por 7. En el caso de los países hay que dividir su edad histórica entre 14 para saber su correspondencia humana.

¿Confuso? En este artículo pongo algunos ejemplos reveladores. Argentina nació en 1816, por lo tanto ya tiene 190 años. Si lo dividimos entre 14, Argentina tiene "humanamente" alrededor de 13 años y medio, o sea, está en la edad del pavo. Es rebelde, pajera, no tiene memoria, contesta sin pensar y está llena de acné (¿será por eso que le dicen el granero del mundo?

Casi todos los países de América Latina tienen la misma edad y, como pasa siempre en esos casos, forman pandillas. La pandilla del MERCOSUR son cuatro adolescentes que tienen un conjunto de rock. Ensayan en un garaje, hacen mucho ruido y jamás han sacado un disco.

Venezuela, que ya tiene tetitas, está a punto de unirse a ellos para hacer los coros. En realidad, como la mayoría de las chicas de su edad, quiere tener sexo, en este caso con Brasil, que tiene 14 años y el miembro grande.

México también es adolescente, pero con ascendente indígena. Por eso se ríe poco y no fuma ni un inofensivo porro, como el resto de sus amiguitos, sino que mastica peyote, y se junta con Estados Unidos, un retrasado mental de 17, que se dedica a atacar a los chicos hambrientos de 6 añitos en otros continentes.

En el otro extremo está la China milenaria. Si dividimos sus 1,200 años por 14 obtenemos una señora de 85, conservadora, con olor a pipí de gato, que se la pasa comiendo arroz porque no tiene -por ahora- para comprarse una dentadura postiza. La China tiene un nieto de 8 años, Taiwán, que le hace la vida imposible. Está divorciada desde hace rato de Japón, un viejo cascarrabias, que se juntó con Filipinas, una jovencita pendeja, que siempre está dispuesta a cualquier aberración a cambio de dinero.

Después, están los países que acaban de cumplir la mayoría de edad y salen a pasear en el BMW del padre. Por ejemplo, Australia y Canadá, típicos países que crecieron al amparo de papá Inglaterra y mamá Francia, con una educación estricta y concheta, y que ahora se hacen los locos. Australia es una pendeja de poco más de 18 años, que hace topless y tiene sexo con Sudáfrica; mientras que Canadá es un chico gay emancipado, que en cualquier momento adopta al bebé Groenlandia para formar una de esas familias alternativas que están de moda.

Francia es una separada de 36 años, más puta que las gallinas, pero muy respetada en el ámbito profesional. Tiene un hijo de apenas 6 años: Mónaco, que va camino de ser puto o bailarín... o ambas cosas. Es amante esporádica de Alemania, camionero rico que está casado con Austria, que sabe que es cornuda, pero no le importa.

Italia es viuda desde hace mucho tiempo. Vive cuidando a San Marino y al Vaticano, dos hijos católicos idénticos a los mellizos de los Flanders. Estuvo casada en segundas nupcias con Alemania (duraron poco: tuvieron a Suiza), pero ahora no quiere saber nada con los hombres. A Italia le gustaría ser una mujer como Bélgica: abogada, independiente, que usa pantalón y habla de política de tú a tú con los hombres (Bélgica también fantasea a veces con saber preparar spaguettis).

España es la mujer más linda de Europa (posiblemente Francia le haga sombra, pero pierde espontaneidad por usar tanto perfume). Anda mucho en tetas y va casi siempre borracha. Generalmente se deja follar por Inglaterra y después hace la denuncia.

España tiene hijos por todas partes (casi todos de 13 años), que viven lejos. Los quiere mucho, pero le molesta que, cuando tienen hambre, pasen una temporada en su casa y le abran la nevera.

Otro que tiene hijos desperdigados es Inglaterra. Sale en barco por la noche, se tira a las pendejas y a los nueve meses aparece una isla nueva en alguna parte del mundo. Pero no se desentiende de ella. En general las islas viven con la madre, pero Inglaterra les da de comer.

Escocia e Irlanda, los hermanos de Inglaterra que viven en el piso de arriba, se pasan la vida borrachos y ni siquiera saben jugar al fútbol. Son la vergüenza de la familia.

Suecia y Noruega son dos lesbianas de casi 40 años, que están buenas de cuerpo, a pesar de la edad, pero no le dan bola a nadie. Cojen y trabajan, pues son licenciadas en algo. A veces hacen trío con Holanda (cuando necesitan porro); otras, le histeriquean a Finlandia, que es un tipo medio andrógino de 30 años, que vive solo en un ático sin amueblar y se la pasa hablando por el móvil con Corea.

Corea (la del sur) vive pendiente de su hermana esquizoide. Son mellizas, pero la del norte tomó líquido amniótico cuando salió del útero y quedó estúpida. Se pasó la infancia usando pistolas y ahora, que vive sola, es capaz de cualquier cosa.

Estados Unidos, el retrasadito de 17, la vigila mucho, no por miedo, sino porque le quiere quitar sus pistolas.

Israel es un intelectual de 62 años que tuvo una vida de mierda. Hace unos años, Alemania, el camionero, no lo vio y se lo llevó por delante. Desde ese día Israel se puso como loco. Ahora, en vez de leer libros, se lo pasa en la terraza tirándole piedras a Palestina, que es una chica que está lavando la ropa en la casa de al lado.

Irán e Irak eran dos primos de 16 que robaban motos y vendían los repuestos, hasta que un día le robaron un repuesto a la motoneta de Estados Unidos y se les acabó el negocio. Ahora se están comiendo los mocos.

El mundo estaba bien así, hasta que un día Rusia se juntó (sin casarse) con la Perestroika y tuvieron como docena y media de hijos. Todos raros, algunos mongólicos, otros esquizofrénicos.

Hace una semana, y gracias a un despelote con tiros y muertos, los habitantes serios del mundo descubrimos que hay un país que se llama Kabardino-Balkaria. Un país con bandera, presidente, himno, flora, fauna...y ¡hasta gente!

A mí me da un poco de miedo que aparezcan países de corta edad, así, de repente. Que nos enteremos de costado y que, incluso, tengamos que poner cara de que ya sabíamos, para no quedar como ignorantes. Y yo me pregunto: ¿Por qué siguen naciendo países, si los que hay todavía no funcionan?

Escrito el 18 de julio de 2007 por Hernán Casciari http://orsai.es/

Hernán Casciari nació en Mercedes, Provincia de Buenos Aires, Argentina, el 16 de marzo de 1971. Está radicado en España, donde es escritor y periodista.

Se le conoce por el trabajo ficcional en Internet en su bitácora “Orsai” http://orsai.es/ donde ha trabajado en la unión entre literatura y weblog, destacado en la blogonovela.

Su obra más conocida en la red, “Weblog de una mujer gorda”, ha sido editada en papel, con el título "Más respeto, que soy tu madre".




11.01.2012 02:44

Esta simpática nota pertenece a Zé Augusto Aguiar, Periodista, Profesor de Redacción y Escritor brasileño. Pueden leer la versión original en portugués a continuación de esta traducción, que es mía. Eliza

Sábado o domingo temprano. Mientras subo a pie la avenida, armado con mi tabla de skate, siento nuevamente la fuente inagotable de sentimientos y significados que me proporciona mi juguete urbano único pero poderoso.

Siento el arma de jugar como mi violón o guitarra, instrumento musical que cargo con mis manos hasta el pico, antes de descargarlo y tocarlo con los pies. Pero no es cualquier guitarra, porque la electricidad de una caída de tabla de skate es tan grande y intensa que me siento como el pistolero mariachi de la película de Robert Rodríguez, interpretado por Banderas.

Sí, un pistolero mariachi bien, caminando tranquilamente, alma lavada y listo para otro duelo ladera abajo. Sólo que este duelo es asociación, porque el duro terreno de descenso es suave y por lo tanto es ola perfecta. Y volar hacia abajo es música y baile.

Vuelo. Mientras desciendo la suave y larga montaña de asfalto oigo la canción del viento, compongo mi propia música. Cada acorde, un movimiento. Movimientos que son baile. Apenas desciendo y hago curvas abiertas, amplias, el cuerpo jugando con estilo.

Sí, a veces es preciso volverse mariachi pistolero al desafiar los coches que vienen atrás. En general hay respeto, pero siempre hay una bestia que se lleva mal con la vida, o que todavía trae el viejo y estúpido prejuicio de que el skate es cosa de vagabundo. Pero un infeliz va a tener que esperar, saco la mano, "espera", no cambio mi camino, él que espere algunos segundos (¿es pedir mucho?) antes que yo finalice el descenso y desaparezca entrando en la Avenida de al lado.

Mi rabia contra la estupidez humana termina pronto. Pero un idiota se aleja acelerando mientras bajo de mi guitarra mágica y camino de nuevo, subiendo la tranquila avenida paralela. Un último pensamiento para el imbécil sobre ruedas: ¿Quién es más rápido? ¿Un automovilista escondido dentro de una máquina o un hombre volando en plena Avenida que para la mayoría es sólo una vía de paso? Sólo sé que mi pasaje es gratis. No gasto gasolina. No voy preso. Y además bebo viento, adrenalina y libertad.

Subo tranquilo, hay verde, pajaritos de todo tipo y autos raros donde subo. Hay algunas personas que saludo, como el profesor, el paseador de perros, el barrendero, el empleado de una mansión que llega a la casona y el perro explota de alegría al verlo. Hay perros a quienes doy los buenos días. Hay uno que siempre está sentado con cara brava y triste, ¿será que el dueño pasea con él? Hay un perro loco que hace las mayores fiestas, ése sé que pasea, ya lo vi felicísimo andando con el dueño.

Sí, esta subida es larga y cansa, pero prefiero el esfuerzo que pedir que me lleven. Debe ser mi aversión a la máquina y sus conductores. Debe ser esta gran subida a pie, dura pero relajante espiritualmente. Toda subida es un ascenso. Es necesario tener fe. Fe en el juego que debemos inyectar en nuestras vidas. Fe en la libertad de caminar con los propios pies. Fe en la vida. Fe en la canción del viento que anima a los mariachis del asfalto, los patinadores de tabla skate.

Zé Augusto Aguiar

A CANÇÃO DO VENTO

Sábado ou domingo cedo. Enquanto subo a pé a avenida, armado com meu skate longboard, sinto mais uma vez a inesgotável fonte de sentimentos e significados que meu único mas poderoso brinquedo urbano me proporciona.

Sinto a arma de brincar como meu violão ou guitarra, meu instrumento musical que carrego com as mãos até o pico, antes de descarregá-lo e tocá-lo com os pés. Mas não é qualquer violão, pois a eletricidade de uma queda de longboard é tão grande e intensa que me sinto como aquele mariachi pistoleiro do filme de Robert Rodriguez, interpretado pelo Banderas.

Sim, um mariachi pistoleiro do bem, caminhando tranquilo, alma lavada, e pronto para mais um duelo ladeira abaixa. Só que esse duelo é na verdade parceria, pois o chão duro da descida é liso e, portanto, é onda perfeita. E voar ladeira abaixo é música e dança.

Voo. Enquanto desço a suave e longa montanha de asfalto, ouço a canção do vento, componho minha própria música. Cada acorde, um movimento. Movimentos que são dança. Apeno desço e faço curvas abertas, amplas, o corpo brincando de estilo.

Sim, às vezes é preciso virar mariachi pistoleiro ao desafiar os carros que vem de trás. Em geral há respeito, mas sempre há uma besta de mal com a vida ou que ainda traz o velho e estúpido preconceito de que skate é coisa de vagabundo. Mais um infeliz vai ter que esperar, coloco a mão, “espera”, não mudo meu caminho, ele que espere alguns segundos (¿é pedir muito?) antes de eu terminar a descida e desaparecer entrando na avenida ao lado.

Minha raiva contra a estupidez humana termina logo. Mais um idiota vai embora acelerando enquanto eu desço de meu violão mágico e caminho de novo, subindo a tranquila avenida paralela. Um último pensamento para o imbecil sobre rodas: ¿Quem é mais rápido? ¿Um motorista escondido dentro de uma máquina ou um homem voando em plena avenida que para a maioria é apenas uma via de passagem? Só sei que minha passagem é grátis. Não gasto gasolina. Não fico preso. E ainda bebo vento, adrenalina e liberdade.

Subo tranquilo, há verde, passarinhos de todos os tipos e raros carros por onde subo. Há algumas pessoas que cumprimento, como o professor, o passeador de cães, os garis, o empregado de uma mansão que chega no casão e o cão explode de alegria ao vê-lo. Há os cães a quem dou bom dia. Tem um que tá sempre sentado com cara brava e triste, ¿será que o dono passeia com ele? Há o cão malucão que faz a maior festa, esse eu sei que passeia, já o vi felizão andando com o dono.

Sim, essa subida é longa e cansa, mas prefiro o esforço do que pedir carona na outra avenida que desço. Deve ser minha aversão à máquina e seus motoristas. Deve ser essa subidona a pé dura mas relaxante espiritualmente. Toda subida é uma ascensão. É preciso ter fé. Fé na brincadeira que devemos injetar em nossas vidas. Fé na liberdade de caminhar com os próprios pés. Fé na vida. Fé na canção do vento que anima os mariacchis do asfalto, os longboarders. Zé Augusto Aguiar

IMPORTANTE. Estimados lectores: Si quieren comentar aquí y no están registrados, si se les presentan problemas al intentar el registro o, simplemente, no quieren registrarse, pueden comentar directamente por el correo electrónico laquincena@montevideo.com.uy. Les responderemos de inmediato por la misma vía, y además, publicaremos sus comentarios al pie del post correspondiente, con un Nick vuestro y/o los datos que ustedes nos autoricen a agregar. Su opinión nos importa y queremos ofrecerles la libertad de expresarla y compartirla. Eliza y Miguel




10.03.2011 17:23

Navegar por Internet es fantástico, se descubren bellezas literarias como ésta que hoy comparto. No quise opacarla con alguna imagen de crepúsculo... se puede "ver" la mejor leyendo el texto. Preferí mostrarles la foto del autor, quien dice humildemente:

"...aunque nunca alcance la categoría de arte, voy a liberar mis sentimientos ante una hoja de papel, aun a riesgo de que no se tomen en serio, éstos mis intentos..."

Visiten su blog: es un descanso para el alma.

VOLANDO A MEDIA ALTURA - PUESTA DE SOL

Alberto Boutellier

http://blogs.ideal.es/miscelanea-de-cosas-que-se-me-ocurren-/posts

Los años me están enseñando a volar a media altura. No muy alto para evitar un golpe del que es difícil reponerse, ni muy bajo porque casi llegué donde quería. Volar a media altura te permite abrir el ángulo de observación. Puedes mirar directamente a los ojos. Puedes tener perspectiva si lo haces desde arriba y puedes ganar en empatía si es desde abajo.

Nueve de la tarde. Hoy hace más calor dentro de mi casa que fuera. La voracidad recaudadora de Endesa, se ha aliado al declive de las economías domésticas en general y la mía en particular. Obliga a la alternancia de acondicionador y ventilador.

Salgo a mi jardín. La maravillosa orquesta floral de la primavera, que huyó despavorida al sentir las primeras heridas del Inti de julio, (así llaman los quechuas al dios sol), se llevaba mis geranios reales, que son los que tienen hojas y pétalos rizados de encajes, que ahora sólo se mantienen en los viveros, y que se mueren de envidia al ver las gitanillas resistir los calores, y los geranios zonales de hojas redondas y menos aristocráticas… Sólo las buganvillas le plantan cara, y cuanto más sol, más color y más exuberancia.

Salgo a la calle, cruzo a la acera de enfrente, y me sorprendo con una imagen en la que nunca reparé. Siempre volando alto… La puesta de sol que en ese momento se está produciendo. Sobre el horizonte se recorta mi casa y sobre ésta, se yergue majestuosa mi palmera. Hasta doce metros de altura y acaba de cumplir treinta y siete años. Los gorriones aterrizan en bandadas para utilizarla como dormitorio.

En la casa de al lado se eleva hacia el cielo una maravillosa araucaria, mucho más joven y sin embargo, ya alcanza los veinte metros. Perfecta la simetría de su ramaje que crece por pisos, configurando un cono que termina en cinco ramitas sobre las que indefectiblemente, una tórtola con su monótono pupuu-pú, pupuu-pú, envía mensajes de amor a su sempiterna pareja.

Las estratificaciones de los tonos pastel azules, blancos y anaranjados, enmarcan a ese sol que se acuesta bajo el hechizo rutinario de cada día, dejando nuestro pensamiento sumido en la metafísica, que alcanzará su culmen mañana al contemplar de luna más bella del año, la luna llena de agosto.

Alberto Boutellier

http://blogs.ideal.es/miscelanea-de-cosas-que-se-me-ocurren-/posts



12.02.2011 15:34

Esta es una lectura más que amena para mí. Surgió de las cartas por mail intercambiadas con S. C., "mi negrito de a la vuelta", como le llamé desde que era chico. No le gusta identificarse, pero no importa, ¡yo sé quién es!

A veces me pelea, y otras veces... me alimenta el ego, como hoy, con este homenaje al que llamó "Artesanías en el siglo XXI", que así empezó:

Alguien tiene que escribir un artículo o publicar un reportaje, sobre tus hazañas con el Windows 98. ¡Es que es para enmarcarlo!

Sobre mis hazañas con el Sr. W'98, nadie mejor informado que usté. No suelo contar mis acrobacias a otros amigos, porque se ríen y me caliento... Así que cuando estés boludeando, prendele cartucho y escribilas... :) :) :)

Sé que a tu manera, sutil a veces, me la dejaste picando ahí… en la puertita del arco para que yo, con ganas de gol me soltase en unos cuántos párrafos, patease la pelota para reventarla en el fondo de la red y allí dejarla para que, cuando fueses a recogerla, te encontrases desflecados trocitos para un artículo. Bueno, le he prendido cartucho y te he escrito mi sencillo homenaje de admiración por tus hazañas con el Sr. W’98 como lo llamas. Espero que te guste:

Hoy por hoy, el nivel de industrialización, consumismo y constante modernización en casi todos los ámbitos de la sociedad en la que vivimos, hace de la artesanía, lo hecho a mano y el empleo de los métodos tradicionales, el mejor reclamo que han encontrado los publicistas, tanto para vender desde yogures hasta pizzas, como para promocionar las bondades de algún apartado paraíso donde el tiempo se ha detenido y todo allí se hace como en siglos anteriores.

Pues bien, eso no tiene mérito porque hacer artesanalmente el pan, ordeñar vacas ó tallar una figura en madera, es algo que se hizo siempre antes de las máquinas y se continúa haciendo cuando éstas se rompen.

Mientras quede alguien con maña y ganas de meterle mano a las cosas, las máquinas, los sistemas y dispositivos siempre podrán ser sustituidos por quien los hace posibles: el humano.

Pero, ¿y qué hay de esas máquinas y esos sistemas condenados al efímero uso que les permita el avance continuo y la actualización obligada? ¿En qué olvidado rincón se abandonan? ¿En qué chatarrería se reciclan?

¿Reciclar? ¿Por qué, para qué?

¿Funciona? Sí, funciona.

¿Sirve, se puede seguir usando? Sí sirve y se puede seguir usando.

¿Y qué es? ¿Un coche antiguo? ¿Un modelo emblemático?

No, nada de eso, es una computadora.

¿Una computadora? Será entonces de las primeras, aquellas del siglo pasado que funcionaban con tarjetas perforadas. Una pieza de museo, e inservible claro.

No, no es de museo ni está inservible. Es una computadora funcionando con sistema operativo Windows 98 y ¡trabajando por obra y gracia de su dueña! que la usa a diario para –entre otras cosa– mantener y actualizar su blog, con todo primor y esmero sin más ayuda que su experiencia, ni más recursos que su voluntad e infinita paciencia.

Mientras todo el universo tecnológico cambia a velocidad de vértigo, haciendo más vigentes si cabe aquella letra de Serrat:

"Que el mundo es de peaje y experimental,

que todo es desechable y provisional"

Esa computadora debe su vida útil, el continuar en servicio –desafiando las leyes de la evolución informática dictadas por un Darwin cibernético– a la tenacidad de su dueña quien, impertérrita, la cuida, la mima como nuestros antepasados guardaban el fuego para no perder el rescoldo con el que iniciar la nueva hoguera.

¡Cuántas veces su dueña la ha devuelto a la vida después de cada colapso que parecía ya el último! ¡Cuántas veces buceó ella en sus tripas buscando el origen de su mal! Y todas ellas reapareció triunfante, reinstalación tras reinstalación, una copia respaldo tras otra.

¡Da igual la cantidad de nuevos soportes en el mercado que han relegado al olvido las disqueteras! ¡Da igual, ella sigue utilizando disquetes! Seguramente nadie le ha sacado tanto partido al W’98. Con toda seguridad nadie conoce tan bien como ella todos los trucos que aquella versión tenía.

¿Por qué? Porque ella se propuso hacerse con él, dominarlo y poder manejarlo como una extensión de su cuerpo obedeciendo a su pensamiento, plasmándolo en texto, en imágenes, en elaboradas composiciones que recuerdan al producto artesanal y con el toque de vida de los dibujos de Walt Disney, cuando la animación se conseguía trabajando viñeta a viñeta decenas de ellas para lograr que Pluto hiciese un mínimo movimiento.

Ya nadie trabaja así, no hay artesanos y menos en la informática.

Sin embargo, ahí sigue, calladita y sin alharacas, dedicándole horas y horas de trabajo a piezas únicas precisamente por eso: porque no se hacen con programas, las hace ella con su inventiva, sus ganas y su dominio del W’98.

¡Salud artesana! S.C.

laquincena@montevideo.com.uy




24.01.2011 05:00

El distraído tropezó con ella.

El violento la usó como proyectil.

El emprendedor la utilizó para construir.

Al campesino cansado le sirvió de asiento.

Para los niños fue un juguete.

Drummond la poetizó.

David mató con ella a Goliat.

Michelangelo le sacó la más bella escultura.

En todos estos casos, la diferencia ¡no estuvo en la piedra sino en el hombre!

No existe "piedra" en tu camino que no puedas aprovechar para tu propio crecimiento.

Autor anónimo




19.01.2011 13:26

Alfredo Zitarrosa, reconocido intérprete y compositor uruguayo (1936 -1989), nació en Montevideo el 10 de marzo de 1936 y se destacó como locutor, actor, periodista y animador de televisión. Comprometido con las luchas y anhelos del pueblo, sus canciones, de objetividad descarnada, incluyeron su poesía tan particular. También su prosa identificó su enorme sensibilidad:

Aquí son verde esmeralda. Los llamamos colibríes, picaflores, pájaros-mosca, tente-en-el-aire, o pájaros-joya. Son los enanos del mundo de las aves, apodiformes (clasificados sistemáticamente en esa forma, justamente porque reciben toda clase de apodos: joya-mosca-flor) y pertenecen a la familia de los troquílidos, que apenas alcanzan el tamaño de un abejón. Sus alitas vibran de setenta y cinco a cien veces por segundo, de modo que pueden permanecer inmóviles, si eso necesitan, aguardando la apertura de una flor o para capturar un pequeñísimo insecto.

Curiosamente, los nuestros responden por sus características a los pigmeos entre los pigmeos de esta especie, casi idénticos a los llamados "sunsún de Cuba", que miden menos de seis centímetros, de los cuales más de dos y medio corresponden al delgado pico y a la pequeña cola, formada por doce timoneras. En Cuba tienen la garganta carmesí: aquí no; su garganta es de un gris oscuro; pero por todo lo demás, por su pico negro, la parte superior del cuerpo y la cola azul-verde, son iguales, estas criaturas primaverales, a los colibríes cubanos, de verano eterno.

Me jacto de conocerlos mejor que muchos a estos animalitos y voy a decir por qué.

El jardincito era interior. Yo había alquilado el apartamento del fondo de una casona, donde vivía, solitario, no sólo porque el dóberman era temible, sino porque, después de una segunda separación de mi mujer fabuladora -dicen que la tercera es la vencida- quería tomarme mi tiempo para razonar, elaborar el porqué de nuestras desdichas padecidas.

Exiliados, desexiliados, amándonos, necesitándonos, mi mujer y yo habíamos sido compañeros a pesar de carecer, ambos, de una familia sólida. Yo también fabulaba a veces, en particular cuando se trataba de hablar de mi pasado. Era como si ambos fuésemos pájaros pigmeos desde nacidos.

Los colibríes tienen un tronco minúsculo, pero, sin embargo muy fuerte: las patitas cortas, provistas con uñas idóneas, son capaces de agarrarse a las más pequeñas rugosidades. Creo que así vivimos, mi ex mujer y yo, durante años, posándonos cada uno en el otro, alternativamente, en las finas grietas de nuestras almas respectivas que se amaron entre remotos dolores durante casi veinte años.

El apartamento que yo alquilaba, mientras aguardaba una tercera oportunidad -ella tal vez ya no- tenía una puerta de hierro con doble traba, porque había sido depósito de zapatos. Caros, zapatos caros, de artesanía. Y tenía un porchecito recubierto, como forrado finamente por una santarrita bermeja.

Ese setiembre, yo había descubierto, colgando brevemente de un gajo grueso, cierto nido minúsculo del tamaño de una ciruela, al que acudían, zumbando, y en horas desparejas, colibríes. Estaba frente a la puerta el pequeño nido, que los primeros días me parecía ser algo así como un fruto de enredadera. Hasta que comprendí que era un nido escondido, disimulado, inverosímil, comparado con los de cualquier otro pájaro.

María Jimena y yo, una noche, después de analizar nuestras vidas durante tres horas o más, decidimos que no había una vencida, una tercera oportunidad. Nuestras hijas iban a quedar a su cargo, yo me comprometía a pasarle una pensión alimenticia, la casa adquirida iba a quedar a su nombre, yo resignaba mi parte asumiéndome como arrendatario, ella a su vez dijo quererme bien, desearme lo mejor, etc. Pero el caso es que allí, esa madrugada, yo comprendí que la santarrita no fructifica en nidos, sino que es una planta trepadora, que se adorna a sí misma, con flores carmesí.

Esa noche de nuestra despedida con María Jimena, no pude dormir. A las seis de la mañana preparé el mate, abrí la puerta de hierro, encendí la grabadora para escuchar ciertos sonidos previos al hundimiento definitivo de mis mejores recuerdos, y mientras en la grabadora sonaban aquellas cosas registradas la víspera, escuché "zzzzzz", "zzzzzz"... Eran los colibríes. Octubre. Iban y venían y eran dos. Por aquella capsulita torda, mimetizada con la enredadera, asomaban dos piquitos negros que nunca había visto. Macho y hembra, padre y madre, iban y venían de las flores al nidito, deteniéndose incomprensibles para inyectar néctar en aquellos piquitos minúsculos.

Suspendí a Erik Satie, que sonaba a mi gusto esa mañana, me bañé, me vestí y salí en la bicicleta, encargándole al dóberman, como si pudiera entenderme, que cuidase aquel nido. Había dejado abierta la puerta de hierro, y la radio encendida.

No podía sacarme a mi mujer de la cabeza. Pedaleé toda la mañana, hasta agotarme. Almorcé en un pequeño balneario de la costa de Canelones y emprendí el regreso.

Con muy bajo volumen en la radio sonaba la "Patética" y en la habitación contigua a la salita un zumbido estridente, como el de un abejorro se interrumpía, sonaban los cristales de la ventana cerrada como si alguien arrojase piedrecitas, y recomenzaba, penetrante, acompañado de un "¡¡zzzzzz!!""¡¡zzzzzz!!", yo diría de desesperación.

Era uno de los colibríes, que sin duda había entrado por la puerta y no acertaba a encontrar la salida. Por lo demás, los techos muy altos quedaban por lo menos a un metro y medio de los dinteles y el animalito sólo atinaba a subir, volar en círculos y estrellarse contra la claridad de la ventana.

¿Qué podía hacer yo por él? Pensé en esos embudos de tul para cazar mariposas. Pero ¿dónde hallar semejante cosa antes de que el pajarito se matara?

Se me ocurrió arrimar un taburete a la puerta de entrada y desde allí, trepado de modo que mi cabeza quedaba un poco más arriba del marco de la puerta, más o menos a la altura por la que volaba el picaflor, con la mano derecha cerrada a la altura del pecho de modo que sólo quedaba extendido el dedo índice, empecé a imitar sus "¡¡zzzzzz!!", agregándoles breves íes que sólo expresaban mi propia angustia.

Fueron apenas unos segundos. El pajarito voló hacia mí, bajó, se posó en mi dedo índice y salió disparado por la puerta, chillando de alegría. Su pareja acudió de inmediato y sosteniéndose, quietos, vibrando en el aire bajo el tibio sol, los vi besarse.

Y digo que sé de colibríes más que muchos, porque no creo que mucha gente haya tenido a uno de ellos, posado en su dedo índice, siquiera por un brevísimo instante.

Su peso era el de un alma.

Alfredo Zitarrosa



<< Anterior  1  2  [3]  4  5  Siguiente >>
Inicio

Buscar
Buscar en Eliza y Miguel

Sobre mí
Más vale perder el tiempo con amigos, que perder amigos con el tiempo. contador de visitas

Categorías

Mis Links

Archivo


Contacto

¿Qué es RSS?