Versos...
22.08.2010 03:57
El autor de estos versos es el escritor Bartolomé José Hidalgo, nacido en Montevideo, Uruguay, en 1788 y fallecido en Morón, Argentina, en 1822. Fue el iniciador de la poesía gauchesca en las Provincias Unidas del Río de la Plata.
Parece mentira que algo escrito a principios del siglo XIX esté tan vigente en el XXI, ¿no?
"La ley es tela de araña" es una expresión popular que compara a la Justicia con una tela de araña, donde sólo quedan atrapados los insectos pequeños, mientras los grandes la rompen fácilmente y consiguen su libertad.
Siempre había oído mentar
que ante la ley era yo,
igual a todo mortal.
Pero hay su dificultad
en cuanto a su ejecución.
Roba un gaucho unas espuelas,
o quitó algún mancarrón;
lo prenden, me lo enchalecan,
y de malo y salteador,
lo tratan y hasta el presidio
lo mandan con calzador.
Vamos pues a un señorón:
Tiene una casualidad;
ya se ve, se remedió,
un descuido
que a cualquiera le sucede,
sí señor.
Al principio mucha bulla,
embargos, causa, prisión;
van y vienen, van y vienen,
secretos, admiración.
¿Qué declara? Que es mentira,
que él es un hombre de honor.
¿Y la mosca? No se sabe,
el Estado la perdió;
el preso sale a la calle
y se acabó la función.
Y esto se llama igualdad,
¡la perra que los tiró!
Porque siempre oí mentar
que ante la ley era yo,
igual a todo mortal.
Pero hay su dificultad
en cuanto a su ejecución.
Bartolomé Hidalgo
09.08.2010 21:54
Me fascina tu forma, tu tamaño,
tu contorno, tu aroma, tu tibieza.
Me seduce explorarte, descubrirte,
disfrutar lo acogedor de tu belleza.
Cómo me eriza la luz de tus mañanas,
cuando me invita a recorrerte sin descanso,
para saberte…
porque lo que de tí conozco… nunca alcanza.
Me atrapa tu cadencia,
así en tu hacer o en tu dejarte estar.
Mi ritmo fluye de tu ritmo
dando a mi paso la estrechez de tu distancia.
Sumergida en lo profundo de tus noches,
nada es mejor que saber mi pequeñez
protegida en tu grandeza.
Tu brisa juguetona me despeina,
tu sol entibia mi piel complacida.
Envuelta en la espuma de tu mar
que me hace libre
quiero rendirme, entregarme,
ser cautiva de tu arena.
Entonces,
tu suelo me consiente y me retiene,
me domina, me sujeta.
Tú limitas el todo,
pequeño punto en el planeta,
tan grande para mí que nada existe.
Nada hay después, nada que importe.
Minúscula frontera que custodia mis deseos,
todo está en tí, lo que yo quiero.
Me desgarra la idea de no tenerte,
recordar cómo sufrí cuando no estabas,
añorando tu color en el otoño,
tu tibia caricia en primavera,
tu abrazo ardiente de verano
y en el invierno tu pálida tristeza.
Jamás me iré de tí.
Otra vez lejos ¡no!, ¡ya nunca!
Tan profundas en tí están mis raíces
que no puedo imaginarme en otra ausencia.
Tanto te quiero, que habré de estar contigo
hasta agotar el último soplo de mi aliento.
Y así feliz, en paz, tranquila...
moriré en tí, Uruguay, bajo tu cielo.
Eliza
03.08.2010 15:39
Lo que hoy dibujo en el papel, es para aquel niño que fui.
Abriendo camino a una esperanza
abstracta y efímera,
mientras el sol caía sobre la tarde
que moría lentamente;
alcé mis manos extendidas
hacia esa luminosidad,
en busca de una explicación
ante tanta soledad.
Entonces,
sentí la brisa fresca de la noche
estrujándome el pecho,
ahogándome en un grito
sordo y silencioso
que se perdió en el espacio.
Busqué mi nombre...
que se quedó sin pronunciar
en la palabra muerta.
Después... mis ojos vieron,
turbios de miseria,
los jirones de mis sueños de niño
dispersos por las calles.
Miguel
03.01.2010 03:46
La juventud no es una época de la vida
sino un estado del alma y de la mente,
un temple de la voluntad,
una cualidad de la imaginación,
un vigor de las emociones
y un frescor de las fuentes profundas de la existencia.
La juventud en todo momento significa
el predominio del valor y de la decisión sobre la timidez,
el impulso por la aventura y la alegría de vivir.
No es, por lo tanto, cuestión de mejillas sonrosadas
ni de labios rojos o rodillas flexibles.
Nadie se pone viejo por haber vivido cierto número de años,
la gente envejece cuando abandona sus ideales.
Los años arrugan la piel
pero la falta de entusiasmo arruga el alma.
Las preocupaciones, las dudas,
la desconfianza en sí mismo,
el miedo, la desesperación...
son cual años muy largos que inclinan la cabeza
y deprimen el espíritu.
Téngase setenta o veinte años,
hay en el alma de cada ser humano el amor por el misterio,
la dulce admiración por las estrellas,
el indomable desafío a los acontecimientos
y el infalible entusiasmo juvenil por el goce de la vida.
Se es tan joven como su fe,
tan viejo como sus dudas,
tan joven como la confianza que en sí mismo,
tan viejo como sus temores,
tan joven como sus esperanzas
y tan viejo como su escepticismo.
Mientras el corazón y el espíritu
sigan recibiendo mensajes de belleza,
de alegría, de valor y de grandeza,
se seguirá siendo joven.
Pero cuando esos resortes estén gastados,
la cabeza cubierta con las nieves del pesimismo
y el corazón endurecido por el hielo de la indiferencia,
se estará verdaderamente viejo.
Esperemos entonces que el destino
tenga piedad de nuestra alma.
Miguel
19.05.2007 02:44
III
Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
que es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
e consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
e más chicos;
i llegados, son iguales
los que viven por sus manos
e los ricos.
JORGE MANRIQUE
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