Eliza y Miguel
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Versos...

11.01.2013 01:23

Alfredo Zitarrosa

(10 de marzo de 1936 - 17 de enero de 1989)

Milonga de pelo largo de ojos oscuros

como la noche

como la noche.

Historias de penas grandes de gente joven

de penas viejas

de veinte años.

Consuelo de los que viven siempre arrastrados

por la rutina

que es cosa seria.

Memoria de los ausentes de nuestra tierra

de la violencia

de la miseria.

Te ofrezco mis margaritas que están marchitas

que están vacías

que ya están secas.

Te doy todas las renuncias de cosas simples

que llevo hechas

que llevo hechas.

Milonga mi compañera que me comprende

que me protege

y que me abriga.

Frazada del pobre hombre que siente frío

y no se queja...

ya no se queja... ya no se queja... ya no se queja...

Alfredo Zitarrosa

CLIC PARA VER EL VIDEO: http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=fBmIrnpbAXU




25.09.2012 01:32

Leo diariamente las contratapas del diario argentino Pagina/12. La mayoría de ellas me atrapa, escriben allí personas que se toman el periodismo en serio. Esta vez, además, me llevé una gran sorpresa. El firmante, periodista, guionista de historietas, escritor y conductor de TV argentino Juan Sasturain, publica un verso hermoso, como homenaje al intérprete y compositor uruguayo Alfredo Zitarrosa en el aniversario de una de sus más valiosas composiciones: "Guitarra negra".

Fue una sorpresa con dos sabores en contraste. Agradable, por el orgullo que se siente cuando un periodista extranjero de esa talla destaca a un valor de los nuestros. Triste, porque aquí en la tierra de Don Alfredo, nadie menciona que "Guitarra negra" nació un 24 de setiembre... y si alguien lo sabe, ni lo festeja ni escribe unas líneas en un diario.

Aquí está el verso que mucho agradecemos a Juan Sasturain, y al final les aporto el texto completo de "Guitarra negra". Eliza

ZITARROSA

Por Juan Sasturain

En el aniversario de Guitarra negra, terrible maravilla.

Flaco y de negro, el cantor engominado,

–la guitarra cruzada sobre el pecho–

canta con voz de otro, tan derecho

y formal como el verso bien rimado.

Puntean ligerito, a su costado

violas conversadoras. Cuentan hechos

y deshechos de Stefanie, de Becho,

del fluvial loco Antonio, desvelado.

Y si le crece una dulce amargura,

al trovar por milonga el inventario

de males de amor y dictadura,

su negra bordona copa el escenario.

La voz de Zitarrosa: llama oscura

del canto verdadero y necesario.

Por Juan Sasturain - Contratapa Página/12

GUITARRA NEGRA

I

¿Cómo haré para tomarte en mis adentros, guitarra...? ¿Cómo haré para que sientas mi torpe amor, mis ganas de sonarte entera y mía...? ¿Cómo se toca tu carne de aire, tu oloroso tacto, tu corazón sin hambre, tu silencio en el puente, tu cuerda quinta, tu bordón macho y oscuro, tus parientes cantores, tus tres almas, conversadoras como niñas...? ¿Cómo se puede amarte sin dolor, sin apuro, sin testigos, sin manos que te ofendan...? ¿Cómo traspasarte mis hombres y mujeres bien queridos, guitarra; mis amores ajenos, mi certeza de amarte como pocos...? ¿Cómo entregarte todos esos nombres y esa sangre, sin inundar tu corazón de sombras, de temblores y muerte, de ceniza, de soledad y rabia, de silencio, de lágrimas idiotas...?

Hoy anduvo la muerte buscando entre mis libros alguna cosa... Hoy por la tarde anduvo, entre papeles, averiguando cómo he sido, cómo ha sido mi vida, cuánto tiempo perdí, cómo escribía cuando había verduleros que venían de las quintas, cuando tenía dos novias, un lindo jopo, dos pares de zapatos, cuando no había televisión, ese mundo a los pies, violento, imbécil, abrumador, esa novela canallesca escrita por un loco... Hoy anduvo la muerte entre mis libros buscando mi pasado, buscando los veranos del 40, los muchachitos bajo la manguera, las siestas clandestinas, los plátanos del barrio, asesinados, tallados en el alma...

Hoy anduvo la muerte revisando mi abono del tranvía, mis amigos, sus nombres, las noches del café Montevideo, las encomiendas por la Onda con olor a estofado, revisando a mi padre, su Berreta, su Baldomir, revisando a mi madre, su hemiplejia, al Uruguay batllista, a Arístides querido, a mis anarcos queridos bajo bandera, bajo mortaja, bajo vinos y versos interminables... Hoy anduvo la muerte revisando los ruidos del teléfono, distintos bajo los dedos índices, las fotos, el termómetro, los muertos y los vivos, los pálidos fantasmas que me habitan, sus pies y manos múltiples, sus ojos y sus dientes, bajo sospecha de subversión...

Y no halló nada... No pudo hallar a Batlle, ni a mi padre ni a mi madre, ni a Marx, ni a Arístides, ni a Lenin, ni al Príncipe Kropotkin, ni al Uruguay ni a nadie. Ni a los muertos Fernández más recientes... A mí tampoco me encontró... Yo había tomado un ómnibus al Cerro e iba sentado al lado de la vida... Pasé frente al Nocturno y la vida había pintado unos carteles... Pregunté en una esquina por la hora, y en la bolsa del hombre que me dijo la hora iba la vida, junto con su almuerzo...

Hoy dejaré las puertas y las ventanas de mi casa, abiertas... Y la noche entrará por todas las ventanas de mi casa, por todas las ventanas de todo el barrio, por todas las ventanas de todos los cuarteles y de todas las cárceles, por todas las ventanas de los hospitales... La noche entrará, cabeceando, saltará para adentro, sombra a sombra a la luz del farol... Y se echará en el piso como un perro... Y aguardará hasta la madrugada...

Hoy... Dejaré las puertas y las ventanas de mi casa, abiertas, para siempre... Mi corazón está mejor sitiado que mi casa... Mi casa, más cercada que mi barrio... Mi barrio, cercado por mi pueblo... En mi barrio vive el Presidente, cercado por un muro casi derrumbado...

II

Temblando, con el frontal partido por el marrón, por el marronero, cae sobre sus costillas, pesada como un mundo, la res... Cae con estrépito, de bruces sobre el cemento... Balando al descuajarse su osamenta, ya sólo un pobre costillar enorme, ya sólo un pobre cuero y sangre, media tonelada de huesos astillados, hincados en toda esa vida temblorosa y atónita...

Ahí se va alzando, como un pesado pingajo, atrapada por la pata por un gancho que le salta arriba, que la alza por un ojal abierto en el garrón de un cuchillazo en plena estupidez sentimental, en plena media tonelada de monstruoso dolor, incomprensible, absurdo, balando, plañidera y tonta, como un escarabajo que no piensa, mientras medita lentamente por qué duele tanto y por qué duele qué parte de quien que es ella misma, la res, abierta al descuartizamiento atroz por todas partes, que nunca habían dolido y que eran tantas partes, tan extensas...

Y que pastando nunca había dolido... Haciendo leche, esperma, músculos, crin y cuero y cornamenta viva, que eran la vida misma manando hacia sus adentros, vibrando tiernamente como un sol cálido hacia sus adentros... Y nunca habían dolido... Ya está colgada... Las patas delanteras se enderezan, se endurecen y avanzan hacia adelante y hacia arriba, implorantes y fatalmente rígidas, rematadas en cortas pezuñas que hace un instante amasaban el barro del corral, el estiércol de otros cien balidos, Dinosaurios del siglo de las máquinas, nacidos para morir de un marronazo...

Ahora ya es carne azul colgada en la heladera: "Uruguay for export"... Aquella res, que murió de un marronazo, cayó y tembló todo el frigorífico... Aquella otra res que recibió el marronazo en plena frente, de dos dedos de espesor, mientras entraba al tubo desconfiando porque allí no había pasto, alcanzó a comprender que había otra res delante, balando, que ya se la llevaba el gancho... Y cayó detrás, también, y el cemento tembló bajo esos huesos... Aquella otra res, que esquivó el marronazo y que cayó también, con un ojo reventado y una guampa partida, deshecha también cayó y tembló la tierra, tembló el marrón, tembló el marronero; la res, murió temblando de dolor y de miedo... De un marronazo en plena frente "for export" del Uruguay...

III

En la punta del agua..., una flor blanca, luminosa, de quince dólares, se hace chispa, se abulta, se diluye, chorrea entre otras flores más pequeñas, llora, se agita, la catapulta el chorro de agua y sube como bola en el aire... Está naciendo siempre, mientras el agua canta en esa fuente de la boite... Entre aplausitos, al compás de la orquesta, blanda flor blanca, acuosa, nostalgiosa en el aire... Subida en los aplausos como espitada, hendida, empitonada... Gime y llora en la noche, tira estrellas bailando bajo el humo, renace, llora por el chorro azul–blanco de la fuente como si fuera planta que la cría ?y que no es?... y sin embargo, así seguirá abriéndose, muriendo, hinchándose y flotando, mientras dure en la noche, su belleza infantil de ingeniería, su blando corazón bajo el foquillo fijo y lechoso... El gringo, el chorro de agua a precio, el aire de importación, esas hembras, el mozo, esos señores...

IV

...Hace un buen rato ya que doy trabajo y vengo acostumbrándome al desuso de mi alma, a la razón del enemigo, a mis sesenta cigarrillos diarios, a las malas costumbres de mis canciones, que de algún modo siempre fueron nuestras, vos lo sabés, guitarra negra... Hoy reanudo en un cómico enderezo la hora de ayer parada en su nostalgia. Me hacen sufrir las alas que me puse para volar, más grito y se alzan, gimo y me acompañan, río y baten de a dos, como que están amándose y se odian, sin embargo mis dos alas, se odian, se enderezan, se hacen amigas mías para llevarme por todas partes: allá está la canción, aquí la nada...

Más allá el pueblo y más acá el amor... Pero el pueblo está también más acá... Y antes estaba allá también, detrás del pueblo el pueblo... Hemos viajado por todos mis caprichos y el pueblo hozando el piso, amándose con alas como las mías... Odiando su destino, odiándome y amándome sin alas, con millones de pies, con manos y cabezas y lenguas... Y sus mil bocas dicen: "Ahora, la suerte ya está echada..."

La mariposa viene hacia mí en la calle, en el aire húmedo, por el aire húmedo bailando, por el aire agobiante, ominoso, bailando en el aire caliente... Y yo vi que no era a mí a quien buscaba sino a la muerte... Y que no buscaba la muerte también vi, porque no era mariposa de la ciudad de hierro, ni nacida para eso... Sino que era mariposa nada más, en la ciudad, presa y ya muerta de antemano, fatalmente... buscando en ese bailar loco y frágil un ala, un grano, una pizca de polen en el cemento... Porque la mariposa nace y no aprende nada hasta que muere en cualquier sitio, herida de muerte por su semana justa, por su tiempo preciso, por su sorbito de vida ya bebida... Eso no es tan triste... Triste es ver su cadena de huevos en el hollín, depositados junto a un río de aceite, a la sombra de las altas paredes de cemento... Su cadena de huevos de seda...

Hago falta... Yo siento que la vida se agita nerviosa si no comparezco, si no estoy... Siento que hay un sitio para mí en la fila, que se ve ese vacío, que hay una respiración que falta, que defraudo una espera... Siento la tristeza o la ira inexpresada del compañero, el amor del que me aguarda lastimado... Falta mi cara en la gráfica del pueblo, mi voz en la consigna, en el canto, en la pasión de andar, mis piernas en la marcha, mis zapatos hollando el polvo... Los siete ojos míos en la contemplación del mañana... Mis manos en la bandera, en el martillo, en la guitarra, mi lengua en el idioma de todos, el gesto de mi cara en la honda preocupación de mis hermanos.

¿Cómo haré para tomarte en mis adentros, guitarra, guitarra negra...? Dice Enrique, mi hermano, que hay cierto perro hundido que se lame mansamente y nos lame, lamiéndose, una herida quieta allá al fondo, sentado en su escalón... Y dice más mi hermano el otro Enrique, en Praga: Dice que amarte con certeza, hacerte enteramente hembra, darte lo que de vida tengan mis urgencias será amar más y más a Jaime; amarlo, más de veras... Por su alma, su propio perro mordedor bajo el garrote, el cable, el puñetazo, la bolsa de arpillera, el plantón y el insulto... La olvidada mejilla que no ponen ni él ni nadie a golpear... Sino con hambre y Rita y José Luis, con Gerardo y Raúl y Rosa y Sara y Mauricio... Y por todos nuestros muertos...

Y he sabido, guitarra, que este otro perro que criaste, ladrador, campesino, a veces manso o vigilante, que roe su propio hueso en la penumbra y gruñe... cual casi todo perro popular, vagará por tus anchas veredas, tus milongas sangrantes... hasta morir también... Tal vez un día... De soledad y rabia... De ternura... O de algún violento amor: de amor... sin duda.

Alfredo Zitarrosa




01.05.2012 17:33

El abuelo gringo que vino en un barco

de velas de fuego con mástiles blancos

brújula embrujada mendrugos y endriagos.

El abuelo gringo dijo por lo bajo:

Primero de Mayo

 

Recorrió la América numerando andamios.

Coloreó arrabales y fue, palmo a palmo,

corazones, tierras ganado. Ganando

mujer, casa y huerto para su descanso.

Primero de Mayo

 

Y encendió la pipa en medio del patio.

Hojas otoñales siguieron sus pasos.

Por la calle sola se alejó cantando,

con un libro viejo cerrando las manos.

Primero de Mayo

 

¿Los hombres temieron al fuego del canto?

¿Daban miedo entonces las voces en alto?

Hubo atardeceres de sangre y espanto.

Muros de ignominia y enlutado asfalto.

Primero de Mayo

 

La plaza cercada de sables y cascos.

El rencor roncaba su sordo fracaso.

El grito en el puño y el puño en lo alto.

Un clarín de muerte deshojó el espacio.

Primero de Mayo

 

Rosas renovadas en ocasos bravos.

Noches de la imprenta sudores lunados.

Rojos fueron siempre la aurora y el parto.

El nieto ya lee el viejo libraco.

Primero de mayo

 

Se abrieron las calles a punta de canto.

Las heroicas madres los hijos en brazos.

Vendaval de gritos, del grito sangrado.

Gargantas de acero: ¡Libertad hermanos!

Primero de Mayo

 

Banderas al viento tus fechas flamearon

por calles y plazas y sierras y campos

y montes y surcos y ríos y llanos.

¡Espigas y estrellas colmaron los labios!

Primero de Mayo

 

Ya nadie podría la fiesta quitarnos

¿Quién puede a los yunques? ¿Quién puede al arado?

¡Que claro es el día, qué día más claro!

Está amaneciendo

¡Primero de Mayo!

Enrique Amorim

ENRIQUE AMORIM (Salto, 25 de julio de 1900 - Buenos Aires, 28 de julio de 1960) fue un escritor uruguayo, con importante aporte a la literatura argentina, al haber alternado su residencia entre Salto y Montevideo.

Sus progenitores eran ganaderos adinerados, su padre de ascendencia portuguesa, y su madre, vasca. Amorim viajó mucho por Europa y Latinoamérica y se asentó en Salto, su ciudad natal, en una casa diseñada por él mismo.

Su obra ahonda en la vida rural con sentido intensamente humano, en contraposición frecuente con la vida ciudadana. Durante la década del 20', escribió para la revista izquierdista Los Pensadores y publicó con la imprenta Claridad, ambas argentinas, asociadas con el grupo izquierdista Boedo. En 1947, Amorim se unió al Partido Comunista de Uruguay.

NOVELAS

Eva Burgos (1960)

Feria de farsantes (1952)

El asesino desvelado (1946)

La luna se hizo con agua (1944)

El caballo y su sombra (1941)

La edad despareja (1938)

El paisano Aguilar (1934)

La carreta (1929)

LIBROS DE CUENTOS

Después del temporal (1953)

La plaza de las carretas (1937)

Del 1 al 6 (1932)

La trampa del pajonal (1928)

Tráfico (1927)

Horizontes y bocacalles (1926)

Amorim (1923)

POEMARIOS

Sonetos de amor en verano (1958)

Quiero (1954)

Primero de Mayo (1949)

Dos poemas (1940)

Poemas uruguayos (1935)

Visitas al cielo (1929)

Veinte años (1920)

OBRAS TEATRALES

Don Juan 38 (1958)

La segunda sangre (1950)

GUIONES CINEMATOGRÁFICOS

Yo quiero vivir contigo (1960)

Cuando la primavera se equivoca (1944)

Casi un sueño (1943)

Capitán Veneno (1943)

Incertidumbre (1942)

Vacaciones en el otro mundo (1942)

Su primer baile (1942)

Canción de cuna (1941)

Yo quiero morir contigo (1941)

Cita en la frontera (1940)

El viejo doctor (1939)

Kilómetro 111 (1938)




12.03.2012 16:39

La canción más bonita de Luis Alberto Spinetta

Muchacha ojos de papel, ¿adónde vas?

quédate hasta el alba.

Muchacha pequeños pies, no corras más,

quédate hasta el alba.

 

Sueña un sueño despacito, entre mi manos,

hasta que por la ventana suba el sol.

Muchacha piel de rayón, no corras más,

tu tiempo es hoy...

 

Y no hables más, muchacha, corazón de tiza,

cuando todo duerma te robaré un color. (bis)

 

Muchacha voz de gorrión, ¿adónde vas?

quédate hasta el día.

Muchacha pechos de miel, no corras más,

quédate hasta el día.

 

Duerme un poco y yo, entre tanto, construiré

un castillo con tu vientre,

hasta que el sol, muchacha, te haga reír,

hasta llorar, hasta llorar.

 

Y no hables más, muchacha, corazón de tiza,

cuando todo duerma te robaré un color. (bis).

Clic en los títulos para escuchar la canción:

Muchacha ojos de papel - interpreta Luis Alberto Spinetta como vocalista del grupo Almendra

Muchacha ojos de papel - interpreta Luis Alberto Spinetta como solista

Luis Alberto Spinetta (Buenos Aires, 23 de enero de 1950 - 8 de febrero de 2012), también conocido como El Flaco, fue un cantante, guitarrista, poeta y compositor argentino de rock, considerado como uno de los más importantes de su país. La gran complejidad de sus obras, tanto en lo instrumental, como en lo lírico y poético, le valió el reconocimiento en Latinoamérica y el resto del mundo.

Es considerado uno de los padres del rock argentino junto con Lito Nebbia, Javier Martínez, Moris, Pappo y Tanguito entre otros. Fue líder del grupo Almendra, considerada como una de las bandas fundadoras del rock nacional argentino, así como de Pescado Rabioso, Invisible, Spinetta Jade y Spinetta y los Socios del Desierto.

En sus letras hay influencia de escritores, poetas, artistas y pensadores como Rimbaud, Vincent Van Gogh, Carl Gustav Jung, Sigmund Freud, Friedrich Nietzsche, Foucault, Deleuze, Carlos Castaneda y Artaud, del cual incluso lleva su nombre uno de sus discos.

En 2009 fue galardonado con el Premio Gardel de Oro, el premio musical más importante de ese país. Su álbum Artaud, fue considerado por la revista Rolling Stone como el mejor de la historia del rock argentino. Además, otros ocho de sus álbumes fueron incluidos también en la lista de los 100 mejores (Almendra I, Pescado 2, Kamikaze, El jardín de los presentes, Almendra II, La la la con Páez, Invisible, Bajo Belgrano).

Su tema "Muchacha (Ojos de papel)", clásico de la música popular argentina, fue considerado en 2002 por la revista Rolling Stone y la cadena MTV como la segunda mejor canción de todos los tiempos del rock argentino y la 28ª del rock hispanoamericano. Otras canciones destacadas de su cancionero son "El anillo del Capitán Beto", "Maribel se durmió", "Rezo por vos" (escrita con Charly García), "Durazno sangrado" "Ana no duerme", "Plegaria para un niño dormido", "Fermín", "Todas las hojas son del viento", "Seguir viviendo sin tu amor", "La Bengala Perdida", "Barro Tal Vez".

El 4 de diciembre de 2009 festejó sus 40 años de trayectoria con un recital bajo el título de Spinetta y sus Bandas Eternas, que duró cinco horas y media y que convocó a 40 mil personas en el estadio de Vélez Sarsfield, en el que el músico reunió a todas las bandas de su carrera y a los principales músicos de rock de la Argentina.

El 23 de diciembre de 2011 publicó en la cuenta de Twitter de su hijo Dante una carta en la que manifestaba que estaba enfrentando un cáncer de pulmón. Por esa enfermedad, falleció el 8 de febrero de 2012. Sus cenizas fueron arrojadas al Río de la Plata, siguiendo la última voluntad del músico, al lado del Parque de la Memoria construido para recordar a los desaparecidos en la última dictadura militar.

Wikipedia




26.02.2012 01:26

Lo mejor de Quique Villanueva

Quédate aquí... un poco más

no ves que así... te puedo hablar.

Te quiero cada día

y sueño que eres mía

espero que decidas

amor... Quédate aquí...

Quédate aquí...un poco más

no importa ya... si debes ir.

Te quiero cada día

y sueño que eres mía

por eso tengo miedo

espero que decidas...

Si te quedas vida mía

no importa como sea

será como tu quieras

no importa los demás.

Quédate aquí... un poco más

no ves que así... te puedo hablar.

Te quiero cada día

y sueño que eres mía

por eso tengo miedo

espero que decidas.

Si te quedas vida mía

no importa como sea.

será como tu quieras

no importa los demás.

CLIC en el título para escuchar la canción:

Quédate aquí - interpreta Quique Villanueva

Enrique "Quique" Sappia Villanueva, nacido el 29 de setiembre de 1942 en Buenos Aires, creador de varios temas muy populares en la década del setenta, como De boliche en boliche y Zapatos rotos, saltó a la fama a fines de los 60 junto a su banda Los Naúfragos que estaba integrada por el organista Gustavo Alessio, el bajista Guillermo Cimadevilla, el cantante y guitarrista Rocky Nilson y el baterista Jimmy Arce.

Sus canciones más conocidas, recordadas en los años 90 a través de reediciones y nuevas versiones, fueron Vuelvo a naufragar, Otra vez en la vía, Yo en mi casa y ella en el bar (su versión del tema de Francis Smith), Quédate aquí y Zapatos rotos.

Después del éxito de los años setenta, el cantante comenzó una carrera solista. Villanueva consiguió una considerable difusión en algunos países europeos y en las comunidades latinas de los Estados Unidos, por donde emprendió una serie importante de giras. "Es habitual que durante mis giras se me acerquen personas que recuerdan una determinada canción, o que me hablen de los textos o me propongan ejemplos que se les ocurren a ellos", solía recordar el cantante.

En los últimos años, Villanueva dirigía una fábrica textil y era dueño de un pequeño club de fútbol, Atlético Q.V. Villanueva

Villanueva, que formó parte de la música argentina que en los setenta navegó entre el rock y la música melódica, fue uno de los fundadores del grupo Los Náufragos. Murió el 4 de noviembre de 1997 en el hospital Pirovano de la Capital, a los 55 años, después de una larga enfermedad y fue sepultado en el Panteón de Sadaic de la Chacarita.

Eliza




15.02.2012 04:00

Dice el Juan Disante (Buenos Aires), autor de este poema: "Desde mediados de diciembre que no puedo escribir... Nada surge... Creo que el sol es el gran culpable... Un asolanado bloqueo carpeano, febóstico y caldoso... O también tal vez, el engolondrinarse y no tener hechura. Vaya esto como recomienzo, como nuevo destete". Verdaderamente, valió la pena esperar. Eliza

LA PLAYA

El verano se ha ido con tus cosas a cuesta.

Sólo me queda barrer las arenas

con un paso enlutado

y encontrar las sombras

de tus perdidos clamores,

tu lápiz labial,

una horquilla,

tus preguntas,

el anillo,

tu esencia preferida,

la discusión sobre el desarreglo.

Tu acaracolada huella mutará mi forma.

Sólo me queda

pedirle al mar que no se la lleve

con la última ola,

hasta algún otro cierto

destonado verano.

Juan Disante - Verbosa mudez



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