Vinculos
Poesía, notas, artículos y reflexiones.

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Ella

27.08.2009 11:57

Todos los niños odiaban la siesta. Bueno, no todos, para Ella era el mejor momento. El silencio se apoderaba de la casa, desaparecían los gritos, y los llantos y la briza de primavera entraba lenta, acogedora y protectora por la ventana.

Ahora sí, Ella sacaba debajo de su almohada un ejemplar de Selecciones del Reader's Digest que su abuela conservaba en un biblioteca semidestruída por no por eso menos mágica.

Era la puerta de escape por un lado, pero la puerta de entrada a un mundo desconocido, encantador, por momentos abrumador.

Todo estaba programado y nada tenía desperdicio. Primero un artículo sobre el asesinato de Kennedy, "es tan claro todo, como no lo quieren admitir", pensaba. Luego otro sobre los Osos Pandas, que le sacó una lagrimita, y que la obligó a buscar algún chiste en "La risa, remedio infalible". Claro, lo mejor lo dejaba para el final, los test, en este caso: "Soy un buen amigo", "si., el puntaje máximo!". Y por últimos un repaso a las propagandas, especialmente los zapatos, como le gustaban los zapatos, sobre todo los de tacos de punta fina, "que elegantes", y "ese perfume, mmmm que rico debe ser".

Estaba tan feliz en ese mundo que apenas sintió los primeros ruidos de la casa. La puerta oxidada del dormitorio principal, los resortes de la cama, los pasos secos sobre el piso de hormigón. Por unas horas la placidez continuaría, su mente estaba un poco acá y un poco allá, la siesta había limpiado la resaca del mediodía y una precaria paz inundaba el aire.

"¿Vamos hacer unos buñelitos de banana m'hija?"," ¿te acordarás?, doscientos gramos de harina, medio kilo de grasa, cien gramos de azúcar y tres bananas", "decile al Oscar que lo anote que le pagamos sin falta el lunes que papá dijo que tendría plata".

Que mágicas esas dos cuadras hasta el almacén, "adiós Doña Coca, si, voy hacer mandados solita, ya estoy grande". Ella saludaba a todos y todos eran amigos, incluso Odiosa, la vecina de trenzas que siempre se burlaba.

Volvió tan rápido, que no pudo evitar rodar justo delante de la casa de Odiosa, que bronca, el dolor en la rodilla no era nada comparado con el orgullo herido, y sería aun menos comparado con el cuadro de insultos y gritos que encontraría al llegar.

Dejó la bolsa y se metió en el baño, luego del portazo vino nuevamente la calma. "Venga m'hija, venga, ayúdeme con las bananas". Ella se puso el delantal que le llegaba hasta al piso y mientras las pisaba con el tenedor, soñaba con ese postre de banana y caramelo que vio en la página cuarenta de las Selecciones.



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Del 69, de cabeza abierta y convencido que es posible hacer al menos en nuestro entorno, un mundo mejor.

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