Arder en el fuego,

pero devorándolo,

masticándolo,

como la presa que atrapa el cazador

Con la sangre chorreando,

saltando del lomo del toro

hacia la cara sucia del torero,

hacia la arena seca de la plaza.

Aullando como lobo hambriento

con la risa filosa de la hiena

saboreando el veneno del escorpión

que es polen y talco francés.

Pero sobre todo arrasando

llenando cada hueco, cada espacio

como el agua que venciendo el dique,

inunda cada rincón del valle.

Sin luna, sin estrellas,

ciegos, sordos, sin sentidos.

Adueñados de la libertad,

invencibles,

indivisibles.

Los tres principales dioses en la religión hindú son: Brahma (dios de la creación), Visnu (dios protector) y Ganesha (dios destructor de la maldad).  En la foto plegaria en el lago Pushkar, en la ciudad santa del mismo nombre en India.

Bendice Brahma nuevamente lo que ya fue bendecido.

Bendice el despertar que se levanta sigilosamente para no molestar, y el primer mate que espera el sueño remolón.

Bendice el desayuno, el que es y el que se queda en la intención.

Bendice el viaje al trabajo, el directo, el que reparte niños, y el que hace escalas por la ración de bizcochos.

Bendice la tecnología y las llamadas telepáticas.

Bendice el almuerzo que reposa en el tapper, el de la noche anterior, y el que se terminó de completar con el arroz madrugador.

Bendice el trabajo, el que es una carga y el que es un disfrute.

Bendice el retorno, el que transporta chistes hasta las seis y la espera de cinco minutos.

Bendice el hola, el beso y la sonrisa.

Bendice el rencuentro, los mandados, el olor a cebolla y morrón, el limón, el azúcar, la frutilla y el ron.

Bendice las caricias, las bromas, la mesa a medio poner, la música, el cibullete.

Bendice la ducha, el perfume y la velas.

Bendice la piel, el abrazo y el sueño.

Bendice brahma lo que ya fue bendecido.

Bendice el amor.

Como un volcán que nace de las entrañas del mundo abisal,

tu cuerpo se quiebra y se eleva sobre el horizonte.

Tus poros lanzan fumarolas de vapores esteños,

como  lava derramada en el oscuro fondo del océano.

que mezclados con los míos, esparcen delicados inciensos de Cedro.

Con los ojos cerrados y los sentidos sublimados

tu rostro corona el Totem más sagrado.

Ese que es ángel y demonio,

tigresa alerta, leona enjaulada y serpiente encantada.

De colores piel,  pinceladas rojas y collar de fino strass.

Mis infinitos átomos exaltados entonan salmos estremecidos.

Tus brazos alas de plumas dibujadas, tantean en mi cuerpo.

El Totem despierta en celo y se traga tu vida y la mía.

y  vaciados de energía, nos regurgita boquiabiertos.

"Un tótem es un objeto, ser o animal sobrenatural que en las mitologías de algunas culturas se toma como emblema de la tribu o del individuo, y puede incluir una diversidad de atributos y significados.  Por las características duraderas a la intemperie, generalmente han sido hechos de la madera del árbol del cedro.  El tótem se entiende también como el principio u origen de un determinado grupo humano, que se cree descendiente de ese tótem -- animal, vegetal u objeto inanimadas; las cualidades de los animales reflejan ó reflejaban fuerzas sobrenaturales y atribuciones espirituales".

Papelitos y serpentinas vuelan en la noche

entre ruidos de botellas descorchadas

y caricias de copas de ananá.

La brisa apenas calma las gotas en la piel

que se ahoga en  funda de  almohadones

y mezcla mágicas  pociones que transforman el carbón en  hebras de telas doradas.

Son caricias de finas plumas naturales

acrobacias sobre  redes celestiales

almendras en calderos mágicos.

El tiempo que no pasa,

que no alcanza,

que no cansa.

Acorralados entre sueños y risas,

promovidos de humildes diplomados

hoy brindamos por nuestras vidas compartidas.

De tu huerto brotan constelaciones de sensaciones virales,

Margaritas que desojadas terminan en un Te Quiero,

rocíos que en siesta inundan los Cuerpos,

Hierbabuena que abrazada al Limón dispara nuestros encuentros,

armonía de Zorzales escritas en pentagramas de silencios.

De ese huerto transformado en el tiempo.

Que sufrió la crueldad del desierto,

pero no dejó de bailar con el velo.

Que fue aldea en medio del pampero,

y protegió las raíces de tus Casuarinas dedos.

De ese huerto, brotan Flores de Pasión combinados con extracto de Vainilla.

Escarabajos abandonados de su buena suerte, burlan los días de sequía.

Nacen albahacas y romeros que maridan tus caricias.

Diseñan  telas los gusanos de seda,

y pintan de azul las hojas de Añil macerado en tu arcilla.

Tu huerto paraíso,

tu huerto hogar.

tu huerto prohibido,

y tu huerto universo.

Hoy es mi jardín, prado y mi cielo.

Hoy es orgullo, espejo y la causa de mis desvelos.

La noche se cierra en el pequeño pueblo.

Es verano,

Las chicharras ya reventaron de amor.

El silencio escapa de los ronquidos de boliche,

mientras unas  manitos hurgan el bargueño de cármica.

Allá, atrás de las tazas, está las copas de Smack.

Esas copas que fueron torres, y molinos de viento,

esta noche serán un candelabro de duendes.

Al costado de la zanja,

entre el Anacahuita y el Paraíso torcido,

danzan cientos de “bichitos de luz”.

La sonrisa infla los cachetes rojos.

Cinco, seis, siete, ya iluminan la copa roja.

El niño levanta el trofeo y corre por la manzana

Es la serpiente de las festividades chinas,

el faro de la locomotora,

la linterna de la caja de herramientas,

el “Nautilus” de Julio Verne.

Es el cono del silencio de las discusiones,

la alfombra mágica de un mundo sin tecnología.