acerca de patrimonios varios
algunas reflexiones sobre nuestros "lugares de la memoria"

http://blogs.montevideo.com.uy/patrimoniosxng |  Agregar a favoritos  | 
MIS ARTICULOS

11.10.2012 16:05

 

 

Los 19 escalones del acceso fueron una barrera fatigosa para algunos, infranqueable para otros (aquellos con mayor afectación de su capacidad motriz), asumida durante décadas como una situación inamovible. Hoy, por suerte –y por el esfuerzo inteligente de muchos- esa situación ha cambiado, permitiendo superar una solución anterior, más técnica, menos amigable, y abrir el camino al estado actual del sitio, con protagonismo de una extensa rampa, cuya construcción generó el retiro de los dos últimos cedros que parecían como nacidos con el edificio (aunque les llevó buen tiempo crecer).

 

Una rampa, en fin, que modificaba la fachada de un bien patrimonial… a mi criterio con razón fundada y con resultado positivo. Se ha sacado buen partido de una dificultad (la altura a salvar) y a diferencia de otros ejemplos, se ha logrado -excediendo su función específica-, convertirla en una "rampa paseo" y en tanto tal, en un acceso alternativo. Claro que Fresnedo y Muchinelli lo hubieran resuelto con un cuidado de diseño y control de obra alejado de la pobre factura que hoy vemos (un hormigón desprolijo, por decir lo menos)

 

En febrero de este año, Pablo Ross puso a consideración de las autoridades de Facultad un informe sobre la situación de los dos cedros entonces existentes y sobre las posibles soluciones de sustitución. Decía Ross en el párrafo final de su nota:

"Aun valorando el interés de la especie y la edad de los árboles, parecería una medida a considerar, el retiro de ambos ejemplares antes de la construcción de la rampa y su sustitución por una alineación de árboles del grupo de las coníferas, que podrían ser de la misma especie que se retira (inicialmente había 5 ejemplares) o por cinco o seis individuos de ciprés piramidal (Cupressus sempervirens var. stricta)"

 

Siguiendo su consejo, se plantaron 6 ejemplares, creo que de ciprés piramidal. Todo bien, menos la cantidad, porque la intención original de los proyectistas no fue crear una cortina verde sino animar la fachada con una secuencia de unidades recortadas contra el fondo y separada de los bordes. Un tema fácil de solucionar.

 




09.10.2012 18:16

COLONIA DEL SACRAMENTO:

PLAN DE GESTIÓN 2012 (*)

 

PUNTO 2. ATRIBUTOS DEL BIEN PATRIMONIO MUNDIAL

2.2. Evolución del Barrio Histórico

 

“Y yo fui con diez hombres por la tierra adentro en procura de rastros de gente y no hallamos nada, sino rastros de perdices y codornices y mucha caza. La tierra es la más hermosa y apacible que yo jamás pensé ver, no había hombre que no se hartase de mirar los campos y la hermosura dellos”

(Diario de navegación del piloto portugués Pero Lopes de Sousa, 24 de noviembre de 1531, en tierra firme frente a la isla San Gabriel).

 

La isla que en 1527 Gaboto llamaría de San Gabriel, marcaba el límite de las ilusiones de las expediciones de españoles y portugueses que en las primeras décadas del siglo XVI buscaban en el río ancho como mar un paso hacia el oriente o una vía de entrada al Nuevo Mundo, al que imaginativos cartógrafos trataban de dar forma. Apenas nacido el siglo, Amerigo Vespucci llega a estas costas en buques de bandera portuguesa y hacia 1511 otra expedición lusitana sigue sus pasos. Luego, en 1516, en sus cercanías terminará Solís sus días, y cuatro años más tarde será Fernão de Magalhães —luego Magallanes, piloto portugués al servicio de Castilla—, quien clava una cruz de madera en la tierra firme frente a San Gabriel, retomando luego su camino hacia el sur, donde encuentra por fin el paso hacia el inmenso océano que Núñez de Balboa había abierto a los ojos europeos.

 

Se sucedieron las expediciones de exploración y dominio de los dos grandes imperios marítimos de la época, teniendo como referencia la imprecisa línea del acuerdo de Tordesillas, separando las vastas tierras del “Perú” de las entonces marginales del “Brasil”. Pero esa relación pronto empezaría a modificarse. Corrieron los españoles tras el oro y la plata del imperio de los incas y se dejaron tentar por escenarios de maravilla; los portugueses, más pragmáticos, buscaron primero consolidar y luego extender sus dominios. Fueron exitosos en su “conquista del oeste”, donde solo la experiencia guaranítico-misionera pudo ponerle límite, y no tuvieron duda en ver el Plata como anhelada frontera del sur.

 

Cuando la relación de fuerzas les fue propicia, pudieron hacerse fuertes en Maldonado —dominando la llave del estuario—, o en Montevideo, con su bahía protectora, pero prefirieron crear una “cabeza de puente” en las tierras de San Gabriel. En 1680, culminando un largo preparativo, Manuel Lobo se instalaba en la península a la vista de Buenos Aires, asumiendo un doble propósito: dar neta señal de dominio sobre el territorio en disputa y a la vez sentar las bases de un comercio redituable a sus intereses (y a los de Inglaterra, imperio emergente, pronto asociado al empuje lusitano). Desde ese momento y por casi un siglo exacto, la Nova Colonia do Santissimo Sacramento fue escenario de luchas continuas, alternando posesiones casi siempre efímeras para las armas españolas, hasta que los Tratados de San Ildefonso y El Pardo (1777-78) confirmaron un dominio ya prefigurado por los fracasos de la corona portuguesa, en 1723 y 1735, por crear una segunda base en Montevideo.

 

En el largo periplo de esta “guerra de los cien años” en las orillas del mundo, aquella tierra «hermosa y apacible» que en 1531 llamara la atención de un capitán de 20 años, apenas se vio modificada por la presencia de los bandos en lucha, poco afectos a internarse en un territorio hostil —unas tierras «sin ningún valor», hasta que el ganado traído desde Asunción convirtió la pradera en cantera inagotable de cueros y tasajo, avivando el motivo de la disputa—. La plaza amurallada de los portugueses ocupaba poco más de 15 hectáreas en la punta de la península; seguían sus tierras de labranza, siempre acotadas por las fuerzas vigilantes de la Gobernación de Buenos Aires —socias a veces en el comercio a espaldas de las Reales Órdenes—, apostadas en las tierras del Real de Cevallos. Quedaba así configurado un escenario histórico que aún marca la característica dominante del sitio: el arco pronunciado de la bahía, tensado entre la plaza fuerte portuguesa y el enclave militar español, en diálogo con la sucesión de islas que articula el vínculo de ese espejo de agua con el río-mar.

 

En tiempos de paz, gobernadores portugueses, primero Naper de Lencastre (1690-99), luego, y principalmente, Vasconcellos (1722-49), pudieron acondicionar el lugar en correspondencia con su condición de avanzada militar en un territorio en disputa, con perfecta adaptación y sabio aprovechamiento de las condiciones geográficas y los recursos materiales (la piedra gris con la que construyeron murallas, pavimentos, viviendas e iglesias, siendo aún visible en las rocas del borde costero las marcas de la talla). También en sintonía con la herencia de provincias del Portugal lejano, bien diferenciada de la matriz urbana que a partir de Felipe II se impondría en los asentamientos españoles en América, y que luego el período republicano asumiera como propia, con renovado entusiasmo.

 

Cuando a partir de 1777 queda definida la posesión española, el escenario de la que había sido Nova Colonia mantenía con ínfimas variantes la traza, la escala y buena parte de la edificación portuguesa, con huellas fuertes del conflicto pasado, pero casi sin presencia de intervenciones propias de los hasta entonces “sitiadores”. Y así se mantuvo por décadas, en parte como consecuencia de las cláusulas de los tratados, que generaban una situación confusa respecto a la propiedad de los padrones, y en parte por la situación problemática de las autoridades coloniales españolas en el entorno de 1800, jaqueadas por la amenaza de la invasión inglesa y por los prolegómenos de la revolución que estallaría en 1810. En ese contexto, solo la necesidad de ubicar a las familias que regresaban de la fracasada Operación Patagonia generó un moderado impulso de reconstrucción, afirmándose la continuidad del valor estratégico-militar del antiguo enclave lusitano.

 

En 1829, cuando la Asamblea Constituyente del novel Estado Oriental decreta la demolición de las murallas de Montevideo y Colonia, el trabajo se inicia de inmediato en aquella, pero demoraría treinta años en concretarse en esta. Hasta 1859 las históricas fortificaciones seguían separando la todavía modesta «ciudad nueva» (con riguroso trazado en damero) del viejo casco, donde moderadas intervenciones iban generando un nuevo catastro —no muy alejado del heredado— y una primera hibridación de arquitecturas, tal como lo muestra el dibujo acuarelado del francés D’Hastrel de 1845.

 

Las décadas de enfrentamiento que marcaron el perfil de nuestra historia a lo largo del siglo XIX —esa «tierra purpúrea» evocada por W. H. Hudson— no fueron propicias para que esas circunstancias se modificaran y, recién al inicio del siglo XX, ya consolidada la integración social de una poderosa “invasión gringa”, un pacto político implícito de cambiar “balas por votos” y un contexto de inserción mundial excepcionalmente favorable marcaron el arranque de la creación de lo que quiso ser un “país modelo”. En el año 1900 está consolidado el desarrollo de la ciudad moderna con la impronta de la herencia española, de traza regular y cuadrícula. La modernidad y la confianza en el futuro alentaron una notable transformación del escenario urbano, principalmente en Montevideo, pero no menos significativo en las ciudades del interior. Y en particular en Colonia, donde, hacia fines de la primera década, al impulso de Mihanovich, la traza histórica del Real de San Carlos adquiere un nuevo protagonismo, corto en el tiempo pero dejando poderosa huella todavía presente.

 

En el entorno de 1918, con el proyecto de “embellecimiento de ciudades” se efectúan intervenciones urbanas tendientes a “integrar” el Barrio Sur al nuevo centro de la ciudad. Se demuele el tejido urbano del Barrio Histórico en la zona que se extiende desde la avenida General Flores hasta la punta de la península. Es el mismo período en el que se concreta el ajardinado de la antigua plaza de armas, dando por resultado un escenario hasta hoy presente, ajeno a la espacialidad original.

 

Había en Colonia una herencia a atender, progresivamente limitada al mantenimiento de una traza, una escala y “un aire” del lugar, con vestigios escasos y dispersos de las viejas construcciones y con protagonismo de notorios injertos y “reciclajes” (el Faro, la chimenea del bastión del Carmen, el muelle de madera donde estuvo “la puerta del mar” de los portugueses, etc.). En el entorno del 900, siendo todavía difusa una conciencia de “lo patrimonial” y muy fuerte en cambio la llamada del “progreso”, no habría respuesta adecuada. Por el contrario, se demolieron los muros todavía en pie de la Casa del Gobernador, se abandonó la vieja Comandancia y, ya hacia fines de la segunda década, se festejó como señal victoriosa del “espíritu nuevo”, el atravesamiento del viejo casco colonial por la traza principal de la “ciudad nueva” —la avenida General Flores— extendida hasta el borde del río. Y poco tiempo después se afirmaría su papel de centralidad dominante y excluyente, construyendo allí la sede del Banco de la República (pasible de insertar en la perspectiva ya citada de D’Hastrel).

 

Colonia crecía orgullosa de su integración —tren y carreteras mediante— a la trama nacional, de espaldas a una particularísima herencia histórica, apenas rescatada por su pintoresquismo pero curiosamente integrada al escenario urbano global por el trabajo de maestros constructores italianos y españoles, que, operando sobre los vestigios de la vieja traza, fueron generando un escenario típico de esa “arquitectura sin arquitectos”, caracterizadora de los contextos urbanos de nuestros pueblos y ciudades (tan admirada por Le Corbusier cuando su visita al Plata en 1929). Hubo fuertes reacciones “cultas” ante los destrozos de esos “ojos que no ven”, que dieron una batalla inteligente y digna del mayor aprecio, cuyo efecto práctico fue mínimo. Paradójicamente, más que el esfuerzo de intelectuales y políticos, fueron las sucesivas “crisis” económicas las que hicieron más por evitar que las cosas empeoraran, dejando al barrio histórico en un letargo de décadas que solo se modificaría —para bien— cuando una generación que tuvo como referentes principales a Miguel Ángel Odriozola —pionero indiscutido—, Antonio Cravotto y Fernando Assunçao (h), en sintonía con renovadas demandas populares, generó las bases de un proceso nuevo. He aquí una herencia con futuro, asumida como tal y ahora proyectada a mejores tiempos.

 

 

(*) Capítulo que forma parte del documento presentado por el Estado uruguayo en febrero de 2011 relativo al Plan de Gestión de Colonia del Sacramento, documento aprobado en la 36ª reunión del Comité de UNESCO realizado en San Petersburgo (junio-julio 2012)

 

 

IMAGEN DE PORTADA: dibujo acuarelado del francés D´Hastrel, con vista desde la bahía, frente al actual muelle de madera (1845)




08.10.2012 16:38

CUANDO GOLIAT PREMIÓ A DAVID,

O DAVID SE PREMIÓ A SI MISMO

Arq. Ramón Gutiérrez. CEDODAL. Argentina (*)

 

En una curiosa Bienal Internacional de Arquitectura donde la gran mayoría de los pabellones no mostraban contenidos de arquitectura y conformaban “instalaciones” más propias de una Feria de Arte, las autoridades decidieron premiar justamente la falta de una participación protagónica de la arquitectura.

 

El 29 de agosto el Jurado de la Bienal de Venecia otorgó el Primer Premio “El León de Oro” a la reconstrucción de un Bar venezolano que hipotéticamente estaba en la azotea de la Torre David de Caracas un edificio inconcluso invadido por okupas. El Bar era la instalación de un Pabellón del conjunto auspiciado por el curador Mr. David Chipperfield y formado por el llamado Urban-Think Thank integrado por Justin McGuirk de Londres, Alfredo Brillembourg y Hubert Klumpner, junto al fotógrafo holandés Iwan Baan. El proyecto de la torre David inconclusa fue del arquitecto Enrique José Gómez y del constructor David Brillembourg (primo del premiado) con oficinas en Nueva York y Zurich. El Bar, denominado “Gran Horizonte” era considerado como un “pop-up” punto de encuentro informal en la Bienal[1].

 

Cabe aclarar que este stand, ubicado en la zona del Arsenal, no representaba oficialmente a Venezuela, cuyo Pabellón, realizado por Carlo Scarpa hace más de medio siglo en la zona de los jardines, tenía una Exposición denominada “Ciudad Socializante vs. Ciudad Alienante” con un catálogo con textos de Juan Pedro Posani y el Ministro de Vivienda Ricardo Molina acompañado por pinturas de Domenico Silvestre y un audiovisual con los testimonios de María Sojo. Esta era la versión oficial del Gobierno de Hugo Chávez en la Bienal. Las personas que atendían este Pabellón nacional desconocían la existencia del Bar de arepas y parrillada que complementaba el imaginario latinoamericano que Mr. Chipperfield y sus amigos habían montado.

 

El rascacielos inconcluso Torre de David tiene 45 pisos con 190 metros de altura y residen allí cerca de 3000 personas que ocuparon el espacio dentro de las políticas fomentadas por las carencias de vivienda. Carencias estas determinadas por el proceso de urbanización, la pobreza, los avatares de las inundaciones y derrumbes que asolaron la ciudad de Caracas en los últimos años. La reorganización de los modos de vida, la decoración de los ambientes que recoge el fotógrafo y los nuevos hábitos de esta “arquitectura sin arquitectos” es lo que ha terminado siendo curiosamente premiado por una Bienal de Arquitectura.

 

Aunque pueda parecer “políticamente correcto” este rescate de una respuesta ante la crisis de vivienda del continente, lo que se está premiando aquí no era realmente la solución del problema sino una iniciativa de emergencia que termina convirtiéndose en un camino, prestigiado por este Premio, para resolver sin compromiso del Estado ni de la sociedad, mediante la invasión y la ocupación, unas formas de supervivencia carentes de los adecuados servicios y las condiciones mínimas de habitabilidad.

 

“La Torre de David testimonia el fracaso del neoliberalismo y la capacidad de sobreponerse a las situaciones de los más pobres y marginados de la sociedad, de modo que también representa una oportunidad de reconsiderar cómo se crean las comunidades urbanas”, explican los autores del proyecto[2]. Se omite según opina el Diario El Universal de Caracas que la llamada Torre de David “no es precisamente una construcción “abandonada” u “ocupada” -como la llama Brillembourg- sino “invadida”. O que el edificio se ha convertido en una estructura infranqueable hasta para las autoridades policiales”[3]. La Torre, que pasó a manos del estado luego de la crisis económica de 1994 debió haber sido reciclada o terminada para dar solución adecuada a las carencias de vivienda, pero, como señalaba Juan José Pérez Rancel en 2011 con aquella ocupación del edificio, comenzada en el 2007, “la promiscuidad cobró venganza y se instaló en las alturas, para alumbrar como un faro a la ciudad, proclamando el fracaso del populismo, de los falsos redentores, de la planificación, de la modernidad. El triunfo de la modernidad inconclusa sobre la posmodernidad prematura”[4].

 

El Colegio de Arquitectos de Venezuela consideró el Premio como una acción política otorgada a un “sofisticado happening para europeos ociosos” donde el Jurado, integrado por cuatro arquitectos europeos y uno estadounidense hablan de “nueva comunidad”, “nueva identidad” y de un “modelo inspirador” que sin dudas está premiando más a los habitantes que a los arquitectos[5]. Inspirados en la “Civilización del espectáculo” que predominaba claramente en los Pabellones de la Bienal, esta decadente premiación de Goliat al pobre David es claramente una burla que testimonia la caricatura que ciertos sectores de la intelectualidad arquitectónica adjudican a nuestra realidad americana.

 

Esta realidad de postergadas respuestas de calidad hoy celebradas de esta forma insultante requiere entender, como dice claramente Anaxtu Zabalbeascoa, que “no se trata de censurar la intervención ciudadana. Al contrario, se trata de evitar convertirla en una moda que acabe con ella”[6]. En el mismo sentido el arquitecto venezolano Henry Vicente reflexionaba aludiendo a esta admiración por el supuesto éxito de las ocupaciones en momentos en que Europa se sacude en sus propias crisis, parece “que estamos negociando con espejitos al revés, ahora somos nosotros los que los vendemos”[7]. La presencia del Pabellón fue acompañada por un libro (que no estaba accesible a los visitantes) y que se remitió al Jurado. El mismo fue editado por Lars Müller Publishers de Suiza, que también contrató al fotógrafo para comparar Brasilia con Chandigarh (2010).

 

El cineasta Thaelman Urgelles, escribió un artículo donde decía: “El premio ¿es acaso un sarcasmo, una crítica del espanto a través de la ironía? Pues no, el premio se confiere con toda la sinceridad del curador y los jurados europeos, quienes nos miran a los latinoamericanos como especímenes de su particular espeleología social o, peor dicho, no pierden la oportunidad de alimentar su arrogancia al celebrar nuestra miseria y descomposición, elevándola a la categoría de arte”. Para el arquitecto Jimmy Alcock, Urgelles habla de la visión que Europa tiene de nosotros[8].

 

El ex Decano de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Central de Venezuela, Marco Negrón detallaba aspectos de este proceso de ocupación del edificio: "Antes de la invasión, sin que ninguna autoridad interviniera para impedirlo, fue sometido a una intensa depredación por comerciantes informales que cargaron con todo lo que fuera transportable y tuviera valor. Sobre la vida interna del complejo, donde se calcula que habitan unas 700 familias en 28 de sus 45 pisos, se han tejido toda clase de historias difíciles de comprobar debido a la extraterritorialidad de facto de que goza la infraestructura; debe suponerse sin embargo que, como ocurre en toda la ciudad, se trata de una población mayoritariamente trabajadora y de conducta normal, agobiada por necesidades perentorias que, frente a una prolongada crisis, la inoperatividad del Estado y el oportunismo del Gobierno, encontró esa alternativa para resolver sus problemas más esenciales aun de manera extremadamente precaria”.

 

 “La determinación de esas personas, su coraje para no rendirse frente a la adversidad y la incompetencia oficial, son sin duda merecedores de los mayores elogios, no así la solución: los autores del libro sostienen, sin sonrojarse, que la Torre es “un símbolo del fracaso del neoliberalismo” cuando en verdad se trata de la consagración del capitalismo más salvaje: una pequeña oligarquía en la frontera del delito -la que lideró la ocupación- que ejerce su dominio sobre la mayoría en un territorio del que el Estado ha desertado, exactamente igual a como ocurre con los “pranes” en las cárceles o los azotes de “barrio” en muchas zonas populares. En un gesto de chocante demagogia Venecia ha premiado el atraso, la quiebra de la civilización, la miseria transformada en espectáculo al gusto de un público frívolo que ha agotado no sólo la creatividad sino hasta la mínima sensibilidad humana”[9].

 

Cabe señalar que la Torre David, a pesar de la buena voluntad de sus ocupantes que dicen haber expulsado a “los malandros”, tiene sus problemas. Fue recientemente allanada para buscar a un diplomático secuestrado y para decomisar armas. Un testimonio contemporáneo señala que “los malandros circulan en motos por las rampas de los estacionamientos, cobran peaje a toda hora a quien quiere bajar o subir; suceden más de cuatro violaciones diarias a niños y niñas, jóvenes y mujeres; han caído al vacío más de cuarenta niños (de meses y de pocos años de edad); se trafica todo el tiempo con drogas; roban a quienes regresan de sus trabajos, etc”. Lo ratifica también el arquitecto Oscar Tenreiro al decir: “no figuran en el panorama los dramas de niños caídos al vacío, de extorsiones diarias a manos de delincuentes, de venta de espacios, de promiscuidad, de complicidad con autoridades complacientes; más que ignorancia es idiotez”[10].

 

Los méritos de haber logrado un sistema de uso de electricidad y abastecimiento de agua potable, no impiden verificar la odisea de quienes habitan un edificio de esa altura sin ascensores y con carencias de todo tipo, unidas a estas circunstancias de degradación social.

 

Mientras tanto en Venezuela se comienza a poner en tela de juicio la conducta del grupo Urban Think-Thank por actuaciones anteriores. Aparentemente obtuvieron un financiamiento cercano al medio millón de dólares del Kulturstiftung des Bundes (Fundación Cultural de Alemania) para un proyecto llamado Caracas Case: Cultura Urbana Informal. Una manera interesante de estudiar la pobreza con cuantiosos recursos. También se les menciona como utilizando, sin dar el crédito correspondiente, los estudios que sobre la Torre David hicieron Ángela Bonadies y Juan José Olavarría[11].

 

Pero también están presentes las reflexiones sobre el significado de este Premio en la hora actual. Tenreiro acota que: “Se dice que ha premiado la miseria, lo cual en el caso que nos ocupa a los venezolanos no puede ser más cierto. Pero lo más significativo es que ha dejado muy en claro la hipocresía que cunde en estos espacios, la ignorancia, la frivolidad. Pero eso no es nuevo. Lo nuevo, para mí al menos, es verlo tan claro. La historia es la misma de siempre. Somos vistos como casos de estudio. Los europeos cultos se dan el lujo de ignorar o pasar por alto (para eso los ayudan los arribistas de aquí), que no hay posible autopromoción de los pobres que no pase por una búsqueda incesante de perfeccionamiento de la democracia”[12]

 

En definitiva un Premio que muestra más el desconcierto de una Europa que sale de la euforia de la “Arquitectura Milagrosa” de los “lápices de oro” de un Star system que ha saqueado, con la complicidad de los políticos y otros arquitectos protagonistas del arribismo y del doble discurso, la economía pública de varios países de aquel continente[13].

 

El poderoso Goliat europeo premió a David en Venecia o, en realidad, David Chipperfield se premió a sí mismo, usando el imaginario de la pobreza latinoamericana como la nueva excusa vanguardista.

 

NOTAS

[1] Véase Il Giornale dell´Architettura, Venecia, 28 de agosto de 2012.

[2] Bosco, Roberta. “Venecia rompe con la arquitectura espectáculo”. El País. Madrid, 27 de agosto de 2012.

[3] Falcón, Dubraska. “La Torre David fue reconocida con el León de Oro en Venecia”. El Universal. Caracas, 30 de agosto de 2012

[4] Pérez Rancel, Juan José. “Metamorfosis. La venganza en la Torre de David”. Revista Medio Informativo, Facultad de Arquitectura, Universidad Central de Venezuela, Caracas, 24 de junio de 2011.

[5] Colegio de Arquitectos de Venezuela. Declaración sobre la XIII Bienal de Arquitectura de Venecia. Caracas, septiembre de 2012.

[6] Zabalbeascoa, Anatxu. “Frente a la vanidad, latinidad”. El País, Madrid, 12 de septiembre de 2012.

[7] Idem.

[8] Alcock, Jimmy. Croquis CAV. Caracas, 23 de septiembre de 2012.

[9] Negrón, Marco. “Venecia. La miseria como espectáculo”. Croquis CAV, Caracas, 11 de septiembre de 2012.

[10] Tenreiro, Oscar. “El triunfo del Cinismo”. Croquis CAV, Caracas,  2 de septiembre de 2012.

[11] Pintó, Matías y Pintó, Mateo. “LEÓN DE chORO”. En http://latorrededavid.blogspot.com.ar/

[12] Tenreiro, Oscar. El triunfo del cinismo. Op. Cit.

[13] Moix, Llatzer. Arquitectura milagrosa. Hazañas de los arquitectos estrella en la España del Guggenheim. Barcelona, Anagrama, 2010.

 

IMAGEN DE PORTADA, tomada de CITYnews

 

(*) Artículo incorporado al "blog" con autorización de Ramón Gutiérrez. A mi criterio, un aporte imprescindible para entender el estado actual de la "cultura" arquitectónica internacional.




30.08.2012 12:30

 

Es notorio que la avenida Sarmiento consolida su perfil en altura. Aquí el mercado inmobiliario y el plan de ordenamiento territorial van de la mano, sin perjuicio de lo cual quedan situaciones puntuales con resolución a veces problemática. Esas situaciones tienen que ver con la preservación de construcciones a las que se ha asignado un valor patrimonial -o a las que podría asignársele apenas se lograra una mejor coordinación entre distintas escalas de gestión-, y tienen que ver también con los criterios de articulación del vínculo entre la edificación heredada y su entorno próximo. A ambos lados del puente sobre Br. Artigas hay buenos ejemplos: el tramo norte de la calle Mariscal Estigarribia y las casas de los arquitectos Cravotto y Vilamajó.

 

La escala y unidad en la diversidad del tramo en cuestión merece especial consideración y la casa de Vilamajó ha sido felizmente rescatada de un proceso de deterioro que pocos años atrás parecía sin vuelta. En este caso, la prevista anexión de la casa contigua sobre Sarmiento –hoy desocupada- habrá de servir de “área de amortiguación” entre el bien protegido y la edificación en altura del padrón contiguo, pero la enladrillada medianera ciega -portadora de renovados mensajes publicitarios- da buen ejemplo de una oportunidad perdida. Por suerte, no pasó lo mismo en la casa que proyectara Mauricio Cravotto al inicio de los años treinta. Allí la Comisión del Patrimonio Cultural de la Nación, revisando una resolución anterior, admitió la unificación de los predios contiguos, entonces baldíos, y la construcción de un volumen que manteniendo en un tramo de 3 metros la altura del bien protegido, retomaba la altura admitida para el resto del padrón, haciendo posible –en atención a la ordenanza municipal vigente, ya aplicada con éxito en el caso de la escuela Brasil- una apertura total de la fachada oeste.

 

El resultado obtenido, mediando el muy correcto diseño de “Estudio 5”, es un ejemplo de cómo resolver con acierto una articulación de escalas que se presenta como cuestión problemática en múltiples lugares de la ciudad. Ejemplo particularmente importante cuando el país propone a UNESCO la inclusión de la arquitectura renovadora de las décadas del 20 al 40 en el listado del Patrimonio Mundial, siendo la vivienda-estudio de referencia uno de los puntos altos de ese proceso, con el valor agregado del buen manejo de su inserción urbana. Parece razón más que suficiente para tener el mayor cuidado con su mantenimiento decoroso, hasta tanto pueda formalizarse una intervención más ambiciosa de rescate y puesta en valor. Veamos la situación real.

 

En el frente, junto al acceso, luce una clara constancia del carácter del bien (“KALINEN” vivienda-estudio del Arq. Mauricio Cravotto / Monumento histórico”), con el agregado –hoy ilusorio- de “prohibido fijar carteles y pintar inscripciones”. En la imagen de portada se muestra el burlón desparpajo de unos graffiteros agresivos. Seguramente parte de sus colegas –artistas populares estimables- los conocen: ¿no podrán convencerlos de que al actuar así se comportan al margen del más mínimo código de convivencia ciudadana?, ¿o se creerán vanguardia de alguna cosa? Acostumbrarse a estos berrinches “culturales”, y luego resignarse, es la mejor manera de alentar por un lado la “anestesia” que nos va ganando; por otro, la continuación de la frivolidad agresiva de algunos “niños malos”. No debería pasar.

 




03.08.2012 20:03

 

UNA DE  CAL Y DOS DE ARENA

En diciembre de 1995 el Barrio Histórico de Colonia del Sacramento se incorporaba a la lista del Patrimonio Mundial de UNESCO, coronando el trabajo de mucha gente, y en particular de tres pioneros: Odriozola, Cravotto y Assunçao. Curiosamente, el año anterior el Estado uruguayo había formalizado una convocatoria internacional para la construcción de un ambicioso programa de puerto deportivo en su entorno próximo (en el mismo lugar donde hoy a todo el mundo le parece inadmisible…). El llamado -al que se presentaron tres oferentes- es adjudicado a una empresa austríaca que constituye aquí la sociedad “Marinas del Sacramento S.A.” con participación de Buquebús-“Los Cipreses S.A.”, cuyo presidente, Juan Carlos López Mena asumiría también la presidencia de aquella, afirmando luego su posición dominante en el emprendimiento. Exactamente 3 años más tarde, en diciembre de 1998 se suscribía el contrato de concesión de obra en favor de “Marinas del Sacramento S.A.”, abriendo el camino a la elaboración del proyecto ejecutivo, proyecto que estaría en condiciones de concretarse una vez salvadas las observaciones y condicionamientos que pudieran generarse en la órbita de los organismos asesores facultados al efecto (Comisión de seguimiento, DINAMA, etc.)

Esa tramitación tuvo un desarrollo problemático entrando de hecho en receso entre los años 2000 y 2006, cuando volvería a reactivarse, ahora con una propuesta que a la vez que reformulaba el proyecto original, lo vinculaba a otro emprendimiento de Buquebús-“Los Cipreses S.A.”: el hotel-casino proyectado en la que había sido sede de la vieja Prefectura del Puerto de Colonia, enajenada en 1997 en otro llamado público internacional. Adquirido el padrón en esas circunstancias, la empresa presidida por López Mena elabora una propuesta que involucra padrones contiguos en esa manzana y en las dos adyacentes, y hace su presentación pública generando gran expectativa a nivel de prensa y autoridades locales y nacionales (y escasas o nulas observaciones del mundo académico). Se proponía construir un complejo turístico-portuario que incluía un hotel 5 estrellas, casino, centro comercial y otras actividades conexas, todo en un formato “monumental” sin vínculo posible con el entorno histórico. En el correr de 1998, la Comisión del Patrimonio Cultural de la Nación expuso su opinión fuertemente crítica sobre el anteproyecto puesto a su consideración, promoviendo a su vez la intervención del Comité del Patrimonio Mundial a efectos de examinar una segunda propuesta, ahora limitada al área del ex edificio de la Prefectura y los padrones contiguos dentro de la misma manzana.

LLEGA UNESCO, MARCA LA CANCHA Y PIDE RESPUESTAS

Como consecuencia de esas actuaciones se concretan dos misiones de evaluación a cargo de ICOMOS (abril de 2002 y mayo 2004), cuyos informes dan lugar a sucesivas resoluciones del Comité del Patrimonio Mundial, con expresa mención a la necesaria elaboración de un Plan de Gestión. Valgan como ejemplos la RESOLUCIÓN 27 COM 7 B 101  del año 2003 (1) y la RESOLUCIÓN 28 COM 15B.105 del año 2004 (2)

El tema del hotel-casino se mantendría sin resolución hasta la fecha; la propuesta de la “Marina” volvería a replantearse en el año 2006, concentrando la atención preferente de varios actores (Comisión del Patrimonio, Consejo Honorario, Sociedad San Gabriel y otras organizaciones sociales), con la consecuencia de promover el envío de una nueva misión de UNESCO (junio 2008). Esa misión tuvo como resultado un muy documentado informe del técnico de ICOMOS Edgardo J. Venturini, en el que se fundamenta la incompatibilidad del emprendimiento de “Marinas del Sacramento S.A.” con su entorno próximo, sugiriendo la posibilidad de su reubicación, y poniendo énfasis en la necesidad de que el Estado Parte se comprometa en dar continuidad y llevar a su fin el proceso de elaboración del Plan de Gestión -proceso iniciado en octubre de 2003 e interrumpido en setiembre de 2007-, entendido ese plan como instrumento adecuado para la coordinación de acciones e intervenciones de los diversos organismos y actores, públicos y privados, involucrados en la protección y conservación del área.

El avance y conclusión del Plan de Gestión y la necesidad de crear una autoridad del sitio dotada de atribuciones suficientes para el manejo del proceso de conservación, protección y gestión patrimonial, son cuestiones de primera importancia que el informe de Venturini subraya y que debieron abordarse sin más trámite. Eso ocurría a fines de 2008,  pero pasaron los meses y los años sin que los reiterados planteos de UNESCO tuvieran entre nosotros respuesta adecuada. Por fin, la fecha de febrero de 2012 apareció como un “final del juego”, y ante la inminencia de sanciones o reconvenciones, el Ministerio de Educación y Cultura y la Intendencia de Colonia llegaron a un acuerdo realista, dando prioridad absoluta a la elaboración del postergado Plan de Gestión, Ambas instituciones diseñaron una estrategia orientada a cumplir con ese objetivo, contando con un asesoramiento técnico -valioso y específico- facilitado por UNESCO.

DISENSOS A LA URUGUAYA Y UN FINAL ALENTADOR

Dado que tanto la  formulación concreta de esa estrategia como su puesta en práctica estuvieron lejos de lograr consensos, la consecuencia gravosa e indeseada fue que importantes actores potenciales de los trabajos a desarrollar quedaron de hecho marginados, suscitándose además situaciones que agregaron tensiones institucionales de signo negativo. No era ese el mejor contexto para abordar un trabajo de notoria complejidad, pero el resultado obtenido merece una particular consideración, máxime ahora, cuando la propia UNESCO lo ha refrendado. Vale la pena transcribir la resolución adoptada el pasado 6 de julio, en ocasión de la 36 sesión del Comité del Patrimonio Mundial en San Petersburgo. Luego de extenso y detallado análisis de antecedentes y estado de situación, el documento aprobado hace constar sus conclusiones y formaliza el texto de resolución en los términos que siguen (3):

El Centro del Patrimonio Mundial y las organizaciones asesoras aprecian el progreso realizado por el Estado Parte en la elaboración de un Plan de Gestión esencial para el bien. Aún en el caso de que el plan pueda comenzar a ser aplicado gracias a los acuerdos interinstitucionales vigentes, se considera que deben atenderse las medidas a adoptar para finalizar el proceso de aprobación a nivel local y nacional a fin de permitir su puesta en práctica de modo eficaz y asegurar el cumplimiento de las reglamentaciones prescriptas. Se invita al Estado Parte a buscar los modos de obtener los recursos humanos y financieros necesarios para una puesta en práctica plena y sistemática. Es importante enfatizar la necesidad de articular el desarrollo del Plan de Gestión con el Plan Local de Desarrollo y Uso Sustentable del territorio de la Ciudad de Colonia del Sacramento, a fin de armonizar las herramientas de planificación del bien y la puesta en práctica de un enfoque coherente de su conservación y su gestión.

1.  Habiendo examinado el documento WHC-12/36.COM/7B

2.  Tomando en consideración la resolución 35.COM 7B.135, adoptada en su 35º sesión (UNESCO 2011)

3.  Acoge favorablemente el desarrollo del Plan de Gestión relativo al bien, y solicita al Estado Parte la finalización del proceso de su aprobación a nivel nacional y local.

4.  Alienta al Estado Parte a proseguir sus esfuerzos de armonización de las herramientas de gestión del bien, atendiendo en particular la articulación con el Plan Local de Desarrollo y Uso Sustentable del territorio.

5.  Invita nuevamente al Estado Parte a considerar, en el marco del  inventario retrospectivo, la extensión del bien y/o de su área tampón a fin de incluir “la Bahía y las islas de la ciudad de Colonia del Sacramento”, elevando en ese sentido una propuesta al Comité del Patrimonio Mundial para su aprobación.

6. Solicita igualmente al Estado Parte someter a consideración del Centro del Patrimonio Mundial, antes del 1º de febrero de 2014, un informe actualizado sobre el estado de conservación del bien y sobre la puesta en práctica de las referencias que anteceden, para su examen por el  Comité del Patrimonio Mundial en su 38º sesión en 2014

En su más alto nivel de decisión, UNESCO Acoge favorablemente el desarrollo del Plan de Gestión relativo al bien”. He aquí una muy buena noticia para el país. Un documento cuya elaboración fue demandada diez años atrás por su condición irremplazable de marco de referencia de las políticas de protección del área e instrumento esencial para su puesta en práctica, cuenta hoy con aval internacional y abre una nueva etapa de trabajo en la que será necesario recomponer la relación entre todos los actores involucrados, superar situaciones olvidables y asegurar el más amplio aporte a la consolidación y desarrollo del avance realizado.

¿SABREMOS CUMPLIR...?

Un horizonte problemático aparece ahora despejado. ¿Podremos entonces presentar dentro de dos años a UNESCO un documento que refleje el mejor nivel de concreción de los compromisos asumidos y elimine toda duda sobre la posibilidad de que Colonia del Sacramento pierda o comprometa las condiciones que justificaron su inclusión en la Lista del Patrimonio Mundial ? La respuesta parece clara, pero a tres semanas de decisión de tal trascendencia, una situación insólita evoca viejos fantasmas: la poda en clave de “tala” de los paraísos del barrio histórico y su área contigua acaba de generar un nuevo enfrentamiento entre la Comisión Honoraria y la Comisión del Patrimonio, aquella avalando el procedimiento y esta expresándose en oposición radical, determinando la suspensión del operativo en proceso. Seis años atrás, ante una situación similar, las dos instituciones expusieron una visión coincidente; hoy, reiteran los desencuentros que solo aportaron problemas en el proceso de elaboración del Plan de Gestión. Si ese es el escenario del trabajo por venir, ya podemos sacar los signos de interrogación del título. Hablaremos en rigor de Colonia del Sacramento, patrimonio en peligro…y ya no habrá misión de UNESCO que salve lo que los uruguayos de estos tiempos no supimos defender.

NOTAS

(1) RESOLUCIÓN 27 COM 7 B 101  del año 2003 / Punto 3

(El Comité del Patrimonio Mundial) Alienta al Estado Parte a emprender con urgencia la preparación de un Plan Director y de un Plan de Gestión para el área inscripta en la Lista del Patrimonio Mundial, con la participación de todas las instituciones con competencia en el tema, incluyendo las organizaciones de la comunidad local

(2) RESOLUCIÓN 28 COM 15B.105 / año 2004

1.      Tomando nota de las informaciones transmitidas por el Estado Parte (decisión 27 COM 7B.101),

2.      Habiendo recibido igualmente los comentarios de ICOMOS sobre los informes complementarios y los planos de construcción de un hotel-casino que fueron discutidos con las autoridades competentes en Uruguay,

3.      Felicita al Estado Parte por haber seguido las recomendaciones de ICOMOS y del Comité que exigen la preparación de un plan de gestión para la zona así como la revisión del proyecto de construcción del hotel-casino;

4.      Pide al Estado Parte que examine las conclusiones de la misión de ICOMOS y que elabore con esta base el proyecto de construcción del hotel-casino;

5.      Ruega al Estado Parte que confiera urgentemente a la Comisión la facultad de ser operativa en el plan de gestión de Colonia del Sacramento.

6.      Exhorta, por otra parte, al Estado Parte a exponer en un informe los progresos de la puesta en práctica de las mencionadas recomendaciones, desde la fecha al 1º de febrero de 2005, a efectos de que el Comité pueda examinarlo en su 29ª sesión del ese año.

(3) Texto de Conclusiones y Proyecto de resolución: 36.COM  7B.105 en traducción    no oficial. Ver sitio http://whc.unesco.org/archive/2012/whc12-36com-7B-fr.pdf

 

IMAGEN DE PORTADA: tapa del diario "La Colonia" de fecha 24.07.12




07.06.2012 00:14

 

El Cabildo de Montevideo, patrimonio indisociable de nuestra historia y nuestra identidad, es también reconocido como uno de los mejores ejemplos de la presencia en América del neoclasicismo impulsado como política de Estado en tiempos de Carlos III, comparable -y tal vez con ventaja- con los palacios contemporáneos “de la Moneda” en Chile y “de la Minería” en México, obras respectivas de Joaquín Toesca y Manuel Tolsá, formados en la misma escuela. Cuatro generaciones lo han visto como hoy lo vemos, o en realidad, como lo veíamos, porque desde hace varios meses andamios y telas negras nos ocultan la mayor parte de la fachada sobre Sarandí. Pero la razón de ese ocultamiento es estrictamente funcional y está harto justificada. El 30 de octubre de 2011, bajo el título “Tras años de estudios  empezó la obra de recuperación del Cabildo”, un artículo del diario El País exponía esos motivos, subrayando la urgente necesidad de intervención para controlar y revertir las afectaciones detectadas, haciendo constar que a esos efectos "el Ministerio de Obras Públicas aportará mano de obra y dirección de obra, y la Intendencia los materiales y el proyecto de investigación, que tiene el aval del Ministerio de Educación y Cultura". Proyecto desarrollado en la órbita municipal por el arquitecto Daniel de León con un nivel de análisis que ya había tenido justo reconocimiento en oportunidad de su presentación en el “II Congreso Iberoamericano y X Jornadas Técnicas de Restauración y Conservación del Patrimonio” (La Plata, Argentina, setiembre 2011).

¿Todo bien entonces? Eso parecía, vistas las garantías de enfoque profesional de la intervención proyectada, y la intención de que ella fuera “respetuosa del proyecto original de Tomás Toribio”, pero una primera duda surgió al tomar conocimiento de la “imagen final” de la propuesta de De León. Duda que adquirió carácter de polémica pública cuando el semanario BRECHA dedicó el pasado 4 de abril dos páginas al tema (“Intríngulis Patrimonial / Polémica por la restauración de la fachada del Cabildo”) recogiendo un amplio espectro de opiniones, algunas con especial peso institucional, expresando “matices” de diferencia con el proyecto “oficial”. Quedó abierta -allí dice- la posibilidad de una ronda de análisis que permitiera generar una mejor perspectiva sobre las decisiones adoptadas, eventualmente revisables, pero hasta la fecha -dos meses más tarde-, nada nuevo se sabe. Mientras, los trabajos continúan a buen ritmo y puede suponerse que en pocas semanas ya tengamos las respuestas que buscamos. Por vía de los hechos, claro.

Sería una pena que ello ocurriera, porque empedrado el camino elegido con las mejores intenciones y con un apoyo técnico de primerísimo nivel, la propuesta final de intervención no queda alineada con Toribio sino que en rigor, le enmienda la plana de mala manera. Creo que son fuertes las razones de alarma, pero mucho celebraría que al final de este “intríngulis” pudiera decir que esa alarma era infundada. La alarma, no sus fundamentos, que paso a exponer.

 

Un arquitecto académico en las orillas del mundo 

 

En la precaria plaza fuerte de Montevideo corría el año 1804 en apacible calma, ajenos sus habitantes a las peripecias que a poco habrían de afrontar y muy motivados por un “boom de la construcción” que empezaba a cambiar el escenario aldeano con un componente, hoy todavía vivo, de cierta desmesura. Ya estaban avanzados los trabajos de la capilla Maciel y en octubre se inauguraba la Catedral, al tiempo que se demolía el ruinoso edificio de la Casa Capitular y Reales Cárceles -tétricas cárceles-, para edificar en el mismo lugar la obra proyectada por Tomás Toribio, el único arquitecto de formación académica hasta entonces llegado al Plata. Desde el momento en que se decidió su venida a estas tierras, había pasado años duros, pero ahora todo marchaba sobre ruedas. Había terminado su casa -claro que estrechísima y montada sobre una fuente pública-, se le reconocía como Maestro Mayor de las obras de la ciudad, liberándolo de la tutela de los ingenieros militares de quienes hasta ese momento dependía y con los que poco congeniaba, y se le encargaba una obra de gran porte, la mejor oportunidad que había tenido en su vida, que bien aprovecha.

.

El 27 de junio de 1804, ya aprobado el proyecto presentado por Toribio a requerimiento del Gobernador y del Cabildo, éste habilita el inicio de la obras contando “en caja” con 13.372 pesos y confiando en que los recursos previstos permitieran cubrir el costo total, estimado con envidiable precisión en 83.491 pesos con 6 reales.  Se confiaba además en  lograr una reducción de ese monto, mediando un estricto control de obra… y el trabajo de los presos. En ese contexto de proyectos ambiciosos y  recursos  escasos, no es de extrañar que la propuesta original de Toribio -de la que no ha llegado hasta nosotros ningún recaudo gráfico, pero sí un minucioso presupuesto- se cuidara de introducir soluciones ambiciosas que pudieran alarmar a los cabildantes, ateniéndose con prudencia al modo de construcción tradicional en nuestras obras civiles o religiosas, esto es, fábrica de ladrillo y revoque de cal y arena. Luego, el Cabildo luciría igual que la Matriz.

 

Como bien lo expone Pérez Montero, es casi seguro que no había en la ciudad ningún constructor que pudiera asumir un trabajo de esa escala a precio fijo, por lo que la previsión de que pudiera concretarse en régimen de “obra por administración” bajo control de Toribio, se convertiría en opción sin alternativa, cosa que aumentó la capacidad de decisión del arquitecto y que éste aprovechó para privilegiar el uso de piedra granítica, aunque el costo aumentara (como de hecho aumentó, pasando los 100.000 pesos ya en 1812). Curiosa paradoja, resuelta en su favor contra todo pronóstico razonable.

No estaba ese material noble, garantía de larga presencia, en el presupuesto ni en el proyecto original de la obra, pero sí en el imaginario de Toribio, que por algo había tenido el cuidado de llegar a Montevideo acompañado por dos maestros canteros. Mediando la buena sintonía entre arquitecto y cabildantes, la piedra proveniente de una cantera próxima a la ubicación actual del Templo Inglés pasaría a jugar un papel principal en la composición de las fachadas, y apenas cinco meses después del arranque de los trabajos se formalizaba el contrato con Fulgencio Abril por “la saca, conducción y labra de cantería” a utilizar en la obra.

 

Un riguroso ejercicio de composición se impone y toma forma

 

Los cabildantes, que ejercían sus funciones durante un año y tenían que aprovechar bien ese tiempo, podían ceder a veces a la tentación de embarcarse en  emprendimientos especulativos en provecho propio (caso de las “recobas” también proyectadas por Toribio para la Plaza Mayor, cuya construcción frustró el recurso interpuesto por ochenta vecinos ante la autoridad virreinal), pero lonormal es que alentaran proyectos bien fundados y “avancistas”, aunque también habitualmente, con financiación problemática. El Cabildo no fue excepción, pero los problemas previsibles se fueron agravando en un contexto político que terminaría, apenas 10 años más tarde, con el poder español en el Río de la Plata. Claro que la alarma no fue inmediata y a inicios de 1805 el horizonte aparecía despejado, sin ingleses a la vista. Ya en febrero se iniciaba el montaje de las primeras piedras talladas por Fulgencio Abril y dos meses más tarde se empezaba a armar la cabriada que permitiría ir elevando esas piezas a medida que la obra fuera avanzando. Un sabio equilibrio de fajas horizontales y verticales generaba la trama-base de ordenamiento de la fachada principal, cuya simetría quedaba afirmada por un sutil avance de los tramos extremos y daba pie al recurso monumental del tramo central, aquí en línea con los mejores ejemplos de sus maestros. Nunca por estas tierras se había visto cosa igual.

 

Definida esa poderosa estructura, el tratamiento de los entrepaños abría opciones con antecedentes de prestigio en la península. Pero aquí no todas eran viables. El ladrillo, irregular en calidad y dimensión, provisto en principio por cuatro hornos y en algún momento por diez, era perfectamente adecuado para utilizar en la elevación de muros, pero nunca como material de terminación. No existiendo en plaza materiales cerámicos de calidad adecuada, ni costumbre de utilizarlos “a la vista”, no quedaba otra alternativa que el revoque para el tratamiento de los paños entre fajas de piedra. Y esa fue la decisión que entonces se adoptó, tomando las previsiones que la experiencia imponía para asegurar que la distancia entre el plano exterior de la piedra granítica y el del rústico de ladrillo -y puntualmente de piedra, como ahora ha quedado en evidencia- fuera la adecuada para recibir la capa final de revoque. Y para recibirla, como esa misma experiencia impone, cuando los trabajos de mampostería estuvieran terminados.

 SIGUE EN PARTE (ii)  http://blogs.montevideo.com.uy/blognoticia_55517_1.html



<< Anterior  [4]  5  6  7  8  9  Siguiente >>
Inicio

Buscar
Buscar en acerca de patrimonios varios

Sobre mí


Categorías

Mis Links

Archivo


Contacto

¿Qué es RSS?