Los siete sentidos.
El espacio de Gustavo Escanlar

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01.05.2007 16:51 / Mis artículos

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 Me voy. Es una pena, pero me voy. Trabajamos más de un año en este portal y esta columna y, bueno, todo termina. Estuvo bueno. Aprendí, dialogué, calenté, me calenté, ofendí, puteé, me putearon, me zarpé, me pasé de rosca, recomendé, conocí gente interesante, me persiguió gente al pedo, discutí, hubo quien pidió que me echaran, hubo hasta quien pidió que me mandaran preso, hubo quien se sorprendió de que alguien como yo escribiera en un sitio como este. Termina este ciclo de Los siete sentidos, pero la vida es circular, y esto no se termina así nomás. Estoy seguro que nos vamos a volver a encontrar, y a seguir alimentándonos y puteándonos. Me di cuenta que la comunicación del futuro es bastante parecida a esto que está generándose en Montevideo.comm. No me queda más que agradecer. Al portal, a los editores que se volvían locos con mis retrasos, y a los lectores. A todos. A los que van a festejar que ya no esté más esta columna y, también, a los que la vayan a extrañar. El blog, de todos modos, lo voy a mantener. Cada tanto voy a postear alguna cosa. Y cada tanto, también, voy a pelear con alguien. Hasta la vista, baby.


20.04.2007 17:19 / Mis artículos

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Leo Charles Bukowski, la biografía del gran escritor estadounidense escrita por Barry Miles. Y si Bukowski es un grande para las letras, Miles es un grande de las biografías de gente interesante. Escribió libros sobre Bob Dylan (Bob Dylan visto por sí mismo), sobre los poetas beatniks, sobre los Beatles (Los Beatles día a día) y sobre Paul McCartney (Many Years From Now). Esta biografía de Bukowski, si bien es completa y exhaustiva, no agrega demasiado a lo que ya se conoce como el más punk, el más borracho, el más indecente, el más zarpado, el más buchón, el más inconsciente, el más copión, el más copiado, el más libre de los escritores estadounidenses. Es que casi todo lo que escribió Bukowski fue autoreferencial, autobiográfico, real. A lo máximo que podría aspirar una biografía de Bukowski sería a comprobar cuánto de realidad había en sus escritos. Y es lo que hace Miles: a través de cientos de testimonios y entrevistas se demuestra que Bukowski apelaba muy pocas veces a la imaginación. Que casi todos sus cuentos son anécdotas corregidas y aumentadas de su vida, sus mujeres, sus trabajos, sus pensiones, sus encierros, sus borracheras y sus noches. Que usaba más la crónica y el periodismo que la ficción. Que para conocer su vida alcanza con leer sus cuentos y sus poemas. Que fue un genio. Que lo reconocieron tarde.

(Charles Bukowski, de Barry Miles. 790 mangos)

Iba a escribir una entrada que comenzara diciendo "Murió Maradona", tomando en cuenta sus últimos estados de salud o enfermedad. Pero Diego murió y resucitó ya tantas veces que no sería bueno darlo por fallecido antes de que fallezca de verdad. Murió de sobredosis, del corazón, de pancreatitis. Y siempre resucitó. Así que mejor no darla por perdida.

(Hay un libro, Cosecharás tu siembra, que recopila las ofrendas que le fueron a dejar los fieles a San Diego las veces anteriores que estuvo internado. Ahora parece que no va tanta gente. Es que la internación de Maradona ya perdió el factor sorpresa)

Veo un libro llamado "Mujica Recargado", que recopila mil frases del Ministro de Participación Popular. Que el Pepe es un genio del marketing y un gran creador de aforismos es algo que todo el mundo sabe. Pero de ahí a juntar mil (¡mil!) frases del tipo hay una gran distancia. Entre otras cosas porque muchos de esos aforismos son incomprensibles. Además, no se trata de elevarlo a la categoría de genio de la sabiduría popular, de mito, de inventor de verdades absolutas. Mujica estuvo recargado en su juventud. Ahora es un ministro anciano y, a veces, ingenioso. Nada más.

(Mujica recargado ya está en las librerías. Es cortito y grueso. Y dice, entre otras cosas: "Escribir libros sobre nosotros es un negocio bárbaro". De acuerdo con el Ministro Pepe)

Escucho Grinderman, el nuevo grupo (y el nuevo disco) de Nick Cave. Más de lo mismo, se podría decir, pero qué bueno que resulta. La voz y la poesía atormentadas del australiano son ideales para noches sin estrellas. Como la de hoy.

(Pedile a alguien que te lo traiga del mundo civilizado. Acá todavía no llegó. Podés espiar las canciones en www.grinderman.com)

Miro Azoteas, el nuevo programa de Televisión Nacional conducido por Iván K. Está bueno: es buena la idea, es buena la estética, son buenos los grupos elegidos. Y es una vuelta de tuerca interesante a los programas televisivos musicales, que entre videoclips y entrevistas ya están como cansando.

(Los viernes a las 23 y los domingos a las 15 por canal 5. Son 13 programas con, entre otros, el Cuarteto de Nos y los grupos que hacen hip hop en Uruguay. El primero fue un excelente recital de los Buenos Muchachos en una azotea del Parque Rodó)

Debería hablar sobre el conflicto entre AGADU y los canales de televisión abierta, que dejaron -por ahora- de pasar música en los informativos. Pero me da taaaaaaaaaaaanta pereeeeeeeeeeeeeeeeza. También debería hablar sobre Gabito y su despido-renuncia de Estadio Uno, y sobre cómo los paladines de la libertad tampoco son tipos que uno pueda calificar como del todo transparentes. Está el ñoqui pasado en comisión después de haber sido secretario de un diputado no reelecto. Está también el funcionario eterno del Ministerio de Educación que graba sus columnas en horas de trabajo, que usa los materiales y las computadoras de su oficina para sus tareas periodísticas. Qué pereeeeeeeeeeeeeeza: otra vez darse cuenta que no existe la pureza.

(La música a los informativos va a volver muy pronto -aunque uno se acostumbra enseguida a escucharlos sin música, vio?-. Y Gabito ya no está más en Estadio Uno -aunque muy pronto lo podremos ver en algún programa de TV Libre, qué apostamos)

Voy a ver a Jethro Tull. Eso. Está bueno que un tipo que ya está demasiado viejo para el rock and roll pueda reirse de sí mismo y de sus propios tics y de su reumatismo y de su voz cascada, y que derribe el mito del músico eternamente joven.

(Tocó el jueves en el Velódromo. La violinista china estuvo bárbara. Y Ian Anderson también)

Leo El Código Blanes. Tenía prejuicios respecto a ese librito excelentemente presentado de Marciano Durán, con CD Rom incluido. Que se colgaba del éxito de El Código Da Vinci, pensaba negándome a leerlo. Pero debo reconocer que el libro engancha, que uno no lo deja de leer, que hace verosímil lo inverosímil, que encadena la Bandera de los Treinta y Tres del cuadro de Blanes con la que robó el OPR33 con el Perro Vázquez con Torres García. Que está bueno. Y que es de lo poco entretenido de la literatura uruguaya reciente. Y no tan reciente.

(Ya va por la quinta edición. Sale 350 pesos)

Murió Kurt Vonnegut. Un minuto de silencio. Y la lectura de Matadero Cinco.

(Entrá en http://www.alohacriticon.com/viajeliterario/article1144.html y leete alguna de sus frases. Por ejemplo, la que dice que "si mueres en televisión no morirás en vano. Habrás entretenido a mucha gente". O la otra: "nosotros estamos en la Tierra para tirarnos pedos y no dejes que nadie te diga lo contrario")



08.04.2007 21:44 / Mis artículos

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 Leo Cuestión de énfasis, el libro póstumo de Susan Sontag. Se trata de una recopilación de artículos escritos en los últimos años de su vida, donde una vez más demuestra su erudición y su lucidez implacable. Llama, eso sí, la atención, una cierta mirada atrás algo lacrimógena, un cierto lamento sobre el estado actual de las cosas en la “cultura posmoderna”. Llama la atención, digo, porque Sontag fue, en los años 60, una de las pioneras en “abrir” las artes y las cabezas a manifestaciones nuevas y fuera de lo convencional. Lo dice claramente en Treinta años después, uno de los textos de Cuestión de énfasis: “Estaba –estoy- a favor de una cultura plural, polimorfa. Entonces, ¿no hay jerarquía? Por supuesto que hay una jerarquía. Si debiera elegir entre The Doors y Dostoievski, entonces –desde luego- elegiría a Dostoievski. Pero ¿tengo que elegir?”. Parece una tontería, leída treinta años después. Pero ella fue la primer intelectual que se hizo esa pregunta: ¿tengo que elegir? El problema es que, con los años, la Sontag, convertida casi en una estrella pop, no se bancó esa pregunta y, con la invasión posmoderna, se puso a elegir. De última, de eso se trata la crítica literaria, o de danza, o de teatro. De eso se trata la vida: ¿qué disco escuchás ahora, Estelares o Tchaicovski? ¿ves Gran Hermano o leés a Susan Sontag? Yo sigo prefiriendo no tener que elegir.  Ella misma señala su contradicción esencial: “Acaso los juicios del gusto expresados en estos ensayos hayan prevalecido. Los valores que subyacen a estos juicios no”.

(Cuestión de énfasis, de Susan Sontag. En todas las librerías) 

Sigo recorriendo 1001 libros que hay que leer antes de morir. Antes de decir nada –antes de morir- debo reconocer que este tipo de libros excita, apasiona, erotiza a sus lectores. Es lo primero que provoca, antes de la valoración intelectual o racional. Es algo más que un libro, es algo menos que una enciclopedia, es un juego, es un canon, es una colección de sugerencias, es una invitación a crear una biblioteca personal. Yo quiero leer todos esos libros. Aunque en realidad, lo que quiero es tener todos esos libros. Lo mismo me pasa con los 1001 discos, o las 1001 películas que hay que escuchar/ver antes de morir. Se trata de la excitación de los coleccionistas, de las ganas del niño de llenar el álbum de figuritas. Ustedes me preguntarán qué tiene que ver esto con la cultura. Bueno, nada. Y todo. Es que, como señala la Sonag, la cultura en los últimos años ha tenido más que ver con el entretenimiento. Y estos libros/listas no son otra cosa: entretenimiento.

(1.800 mangos cada uno en todas las librerías) 

Ganan en el ranking Graham Greene y Emile Zola, con cinco apariciones. Con cuatro, un pelotón integrado por Dostoievski, Tolstoi, Jane Austen, Benito Pérez Galdós, Virginia Woolf, Nabokov, André Gide, Charles Dickens, George Eliot, Hemingway, Ishiguro, Italo Calvino e Iris Murdoch.

(Los de Greene son: El americano impasible; Brighton, parque de atracciones; El cónsul honorario; El fin de la aventura y El poder de la gloria. Los de Zola son: La bestia humana; Germinal; Nana; La taberna y Teresa Raquin. Te apuesto que leíste menos del 80%)

Siguen en la tabla, con tres: Cervantes, Goethe, Herman Hesse, Kafka, Joseph Conrad, Henry James, D. H. Lawrence, Philip Roth, Paul Auster y  Milan Kundera. Subvalora a los autores de Ciencia Ficción. Aparecen, con dos menciones, Julio Verne, Kurt Vonnegut e Isaac Asimov. Con tres, Aldous Huxley. Con una, Philip Dick y William Gibson. Y poco más. Es raro el ranking entre los ingleses contemporáneos: primero Ian Mc Ewan con tres, después Martin Amis con dos y con uno Julian Barnes y Kureishi. 

(Mis favoritos serían Dick, Amis y Kureishi. Pero, se sabe, sobre gustos...)

Hay varios escritores argentinos en el canon de los 1001 libros. Están Sarmiento, Roberto Arlt, César Aira, Leopoldo Marechal, Bioy Casares, Borges (primero en el ranking argentino con tres libros), Mujica Lainez, Sábato (dos sobrevaloradas inclusiones), Cortázar (dos), Manuel Puig (dos), Osvaldo Soriano, Tomás Eloy Martínez, Ricardo Piglia (dos, uno de ellos el polémico Plata Quemada), Saer y Fresán.  (La inclusión de Fresán solo podría obedecer a criterios editoriales –es autor de Grijalbo. Antes que él habría unos cien o doscientos. Jorge Asís, Fogwill, Alan Pauls, por citar solo tres) Hay, eso sí, demasiados escritores españoles. Que haya tres libros de Javier Marías incluidos entre los 1001 parece una exageración, más allá de que Marías es un grande. ¡Pero más inclusiones en el ranking que Cortázar!). También están Juan Marsé (¡dos!¡demasiado!), Carmen Martín Gaite, Ana María Matute, Eduardo Mendoza, Antonio Muñoz Molina, Juan José Millás, Terenci Moix, Alvaro Mutis, Pérez Reverte y Manuel Vázquez Montalbán.

(Acá el criterio puede haber sido editorial-geográfico-etnocéntrico. Vázquez Montalbán, Muñoz Molina y Pérez Reverte están bien... Pero Martín Gaite!!!! Ana María Matute!!! Por favor, tíos!!!!)

Están incluidos los autores del boom latinoamericano. Hay empate en el primer puesto entre los obvios García Márquez y Vargas Llosa (tres cada uno). Con dos sigue Juan Rulfo. Y con uno, Lezama Lima, Cabrera Infante, Octavio Paz y Roa Bastos. Incluye best sellers más recientes como Saramago (tres), Coetzee, Roberto Bolaño (dos), Pedro Juan Gutiérrez, Mankell y Sandor Marai (uno cada uno). Incluye, también, otros best sellers más berretas, incomprensibles, como Como agua para chocolate, La casa de los espíritus, Miedo a volar y Paulo Coelho.

(No sé si leer Verónika decide morir o si morirme directamente. En tren de poner un brasileño, bien podrían haber puesto a Rubem Fonseca. Y en tren de poner best-sellers, bien podrían haber haber puesto a Harry Potter o El Código Da Vinci)

Hay cuatro uruguayos. Dice de Los cantos de Maldoror, del Conde de Lautreamont, que “conserva su capacidad de escandalizar y aturdir, pero tal vez su rasgo más interesante es el poder lírico de la prosa de Lautreamont, quien consigue en convertir lo repelente en algo hermoso y cautivador”. Habla de los Cuentos, de Horacio Quiroga, quien “con un ojo sobre Poe, inventa el cuento moderno en lengua española”. Dice que El astillero, de Juan Carlos Onetti, “albergaba en su seno audacias que solo más tarde explotaría la narrativa en español”. Incluye Gracias por el fuego, de Mario Benedetti, de la que “quizá lo más notable” sea “su compendio de indicios epocales (en lo erótico, en lo ideológico) y un lenguaje a veces poético que, en su momento, parecía abrir la puerta a una cierta renovación narrativa”.

(La selección oriental no está del todo mal. Yo le hubiera agregado un Felisberto)

 Voy a Blockbusters y compro un montón de DVDs en liquidación, baratísimos, a 99 mangos, a 79, a 149. Es la oportunidad ideal para los coleccionistas. Vayan ya y cómprense un Batman, un Superman, un Charlie y la fábrica de chocolate, un Harry Potter, un Whisky, Romeo, Zulú.

(O una Pantera Rosa, o una vida de Peter Sellers, o –valga la redundancia- un Código Da Vinci, unos Cars)

 Cumplimos un año. Qué país generoso, dirán algunos. Otros dirán otras cosas. Yo no voy a decir nada. Solo agradecer el pluralismo bien entendido de montevideo.comm. En casi ningún otro sitio –en ningún otro sitio- podrían coexistir Urruzola y Escanlar, Tetes y Sotelo, Figares y Valenti, y más recientemente Mieres y Hierro López, Fernández Huidobro y Sergio Abreu. Ejemplo de pluralismo y de periodismo democrático, montevideo.comm no le pide a sus colaboradores –ni a sus lectores- uniformidad de pensamiento. Elige la discusión, la apertura mental, la multiplicidad de verdades y opiniones. No se embandera, no se alista, no se limita, no limita. Un agradecimiento de este humilde colaborador.

(montevideo.com. no es como yo, que no acepto comentarios) 

  


30.03.2007 13:43 / Mis artículos

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Voya ver"La tierra vista desde el cielo", una exposición de fotos en la rambla de Pocitos. Las hizo el francés Jeann Arthus-Bertrand, un tipo que recorrió el mundo arriba de un avioncito a baja altura sacando fotos. El resultado impresiona un poco: siempre es bueno mirar el mundo desde otra perspectiva. Lo que rompe las bolas, y de una manera soberana, es el agregado a esas fotos. Con las fotos, el tipo da datos y tira línea ecologista y vegetariana que arruina una exposición que de otro modo hubiera sido mucho más interesante. Qué manía que tienen algunos de contaminar su arte con estupideces marginales, como la cantidad de papel que se saca de un àrbol o la cantidad de personas que vive en cantegriles. Es como cuando Sting va a joder al Amazonas o Maná va a hacerle campaña a Hillary Clinton con la excusa del calentamiento global. O como cuando Coldplay habla de los emigrantes. Todas boludeces. Sting merece que lo cuelguen de un árbol amazónico. Y los de Maná, que los achicharren en una cama solar. Que se callen y canten. No, mejor, tampoco canten.

(El fotógrafo militante expone sus fotos en la rambla de Pocitos, pero además tiene su sitio en Internet, jeannarthusbertrand.com, y además editó un libro, y además curra a los gobiernos y a las instituciones para que le presten aviones y le financien el currito)

Leo el libro "Budapest", de Chico Buarque. Uno podría pensar que los talentos de las personas son únicos, y que si alguien es bueno para la música no puede ser bueno para la literatura. Pero el caso de Chico es increíble: no solo es un gran músico sino que también escribe grandes novelas. La primera que escribió se llamaba Estorbo, y era un gran relato de realismo sucio, una especie de Bukowsky carioca. En Budapest relata la historia de un escritor fantasma (de esos que escriben discursos para políticos y libros para notables que no saben escribir) que vive una doble vida entre Río y Budapest, con dos familias paralelas y dos idiomas diferentes. Es una reflexión sobre idioma e identidad: uno es lo que habla, parece decir el autor. Divertida y fácil de leer, Budapest es una de las mejores cosas que ha hecho Chico Buarque. Y mirá que hizo canciones interesantes, eh.

(Está en todas las librerías a 390 pesos)

Es un poco tarde, pero quiero dar cuenta de la muerte, el 6 de marzo, del francés Jean Baudrillard. No voy a mencionar las palabras posmodernidad ni simulación ni simulacro ni seducción ni fatalidad. Solo voy a abrir un link que nos lleve a un párrafo de uno de sus libros, América, el mejor junto con Cool Memories. La década de los 90 va, poco a poco, terminándose. Ahí va:

"Aquí nadie mira a los demás. Se tiene demasiado miedo a que se nos arrojen encima con una petición insoportable, sexual, de dinero o de afecto. Todo está cargado de una violencia sonambúlica, y es preciso evitar el contacto para eludir esa descarga potencial... todo el mundo es para el otro un posible loco... Por todos lados, las fachadas de cristal ahumado semejan rostros: superficies esmeriladas. Es como si no hubiera nadie en el interior, o nadie detrás de los rostros. Y realmente no hay nadie. Así funciona la ciudad ideal"

(El País Cultural publicó más textos de Baudrillard en http://www.elpais.com.uy/Suple/Cultural/07/03/16/cultural_269631.asp.
Miralos. Además, andan en la vuelta casi todos los libros de Baudrillard. Leelos)

Adoro las listas. Por eso me encantan los libros que elaboran listas de libros, o de discos, o de películas, o de canciones, que uno no puede, no debe dejar de leer. Acaba de aparecer 1001 libros que hay que leer antes de morir. Hacerte la biblioteca con los libros recomendados sería genial. Un libro-guía, que además serviría como libro-objeto en sí mismo. El problema es que siempre, siempre que uno trata de elaborar un canon el resultado termina siendo muy, muy discutible. Hay libros que están obvia y justificadamente incluidos (Don Quijote, Cándido, Los miserables, Crimen y castigo, American Psycho), pero hay otros que, inexplicablemente, no están incluídos (¡la Biblia!, ¡La Ilíada!, ¡La Divina Comedia!, ¡los sonetos de Shakespeare!, ¡ningún libro de Agatha Christie, de Roald Dahl, de Carver, de Bukowsky, de Mankell, de Camilieri!). También uno puede ponerse a hacer comparaciones (¿por qué está Rodrigo Fresán y no están Alberto Fuguet o Jaime Bayly? ¿por qué Mario Benedetti y no Felisberto Hernández?). Por qué, me pregunto? Bueno, justamente, porque todo es discutible. Y es por eso por lo que uno termina adorando las listas. Porque con ellas uno se pelea, dialoga, se calienta. Por eso este libro es adorable, como los otros dos que aparecieron en la misma colección, sobre películas y discos. Hay que tenerlo. Y, mucho mejor, armarse una biblioteca con todo lo que recomienda. Yo voy a seguir vichándolo -tiene casi 1.000 páginas- y seguir hablando de este libraco durante tres o cuatro columnas.

(Sale 1.800 mangos. Ahorrá un mes o dos y compratelo)



23.03.2007 13:28 / Mis artículos

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Leo el libro 'Yo fui un porno star y otras crónicas de lujuria y demencia', del periodista argentino que se hace llamar Cicco. Se trata de un estilo de reportaje muy particular, que el tipo describe y define como "periodismo border", un abordaje a las historias desde técnicas "que no pertenecían al periodismo". De este modo, Cicco cuenta que para eso "asistí a autopsias forenses, a orgías, me empleé como enterrador, como asistente de boxeo, fui catador sexual, cazador, anfitrión de tangos, nudista". Como consecuencia, "me peleé con infinidad de gente, me llamaron gay, antisemita, drogón, inútil, nos dejaron fuera de fiestas y eventos, y en mi revista empezaron a mirarme como al unicornio". Los pasos para hacer periodismo border, según Cicco, "no lo llevarán al estrellato, ni a la dirección de un medio. Más bien, lo llevarán en dirección al baño y a la ruina". No sorprenden, entonces, los comentarios sobre Cicco y su trabajo seleccionadas en la contratapa. Bernardo Neustadt, por ejemplo, le escribió: "Le podría decir: malvado, inmundo, pero me quedo con la palabra: estafador". Mirtha Legrand lo definió como "horrible". Pepe Eliaschev confesó no entender "cómo le dejan espacio en los medios a un tipo así". La entrevista a Neustadt -que Cicco publicó en la revista Noticias- se titula "¿Sabe con quién se acuesta Bernardo Neustadt?". Y el periodista escribe: "Bernardo Neustadt se acuesta con una de quince años: Mía, pequeña, bonita, con los rasgos tirantes y el pelo recogido en una colita". Y continúa: "Sea verano o invierno, Bernardo toma a Mía en sus brazos y van juntos a tostarse a la terraza. Terminada esta nota, subirán las escaleras, se recostarán y mientras él mira partidos de fútbol de la liga europea, Mía lo besará y lo besará". Pero, continúa Cicco en el prólogo de la entrevista, Mía "tiene los días contados. Los perros yorshire viven un promedio de 12 años". Neustadt se indignó y le envió una carta aconsejándole: "Mírese al espejo y pregúntese '¿quién soy yo? ¿Ese miserable que escribió el introito del reportaje? ¿Ese vulgar perforador de intimidades que inventa? ¿O ese personaje que hasta el diablo lo rechazaría en el infierno?". Tanto se mete Cicco que hasta llegó a un club nocturno, un sitio "donde se consumen 100 botellas de champán y se celebran 20 despedidas de soltero al mes", donde "hay rubias vertiginosas como montañas rusas, pelirrojas demoledoras como martillos, y un puñado de morochas espectrales como trenes fantasma", además de "unas maduras redondas como vuelta al mundo". Pero afuera de esos clubes, cuenta Cicco, aparece "el mundo real de las mujeres-calesita, que viven dando rodeos y cobrando la vuelta hasta que, cuando uno menos lo espera, nos meten la sortija en el dedo".

(Yo fui un porno star y otras crónicas de lujuria y demencia, de Cicco. 390 pesos, en cualquier librería)

Investigo la mentalidad femenina en los libros de Isabella Santo Domingo. Es colombiana, hermosísima y asalariada. Y escribió dos libros totalmente antifeministas, el primero llamado 'Los caballeros las prefieren brutas', y el segundo, del 2006, que lleva como título 'AM/FM. ¿Felizmente Mantenida o Asalariada de Mierda?'. Allí cuenta que "ninguna mujer está contenta con lo que tiene", porque "la que trabaja quiere ser ama de casa, la ama de casa quiere montar su propio negocio y mandar al carajo al esposo bonachón. La que tiene novio quiere marido y la que lo tiene quiere un amante. La que es curvilínea quiere ser anoréxica y la que por desgracia ya lo es quiere convencernos de que es gorda". Expresa verdades grandes pero calladas, como que "la diferencia entre un matrimonio funcional y feliz de uno que no lo es consiste en callarse una que otra cosa". Dice otras verdades inquietantes, como que los maridos no saben que "muchas esposas, a sabiendas de que el marido anda con otra (casi todas lo saben o al menos lo intuyen), en secreto hasta le agradecen el gesto a la otra, pues esto les deja tiempo y hasta el camino libre para salir ellas también con otro. Preferiblemente uno que sea más agraciado, joven y mejor amante que ellos". Y, como más o menos todo el mundo, termina culpando de todo a la educación: "las mujeres modernas, si no nacemos, nos crían para ser unas verdaderas traumatizadas. En algunos casos, unas agresivas, posesivas, envidiosas e intolerantes féminas que vivimos a la defensiva y que lamentablemente casi nunca lograremos hallarnos dentro de nuestro propio contexto".

(También están en las librerías locales. Miren la foto de la autora, periodista y heroína de telenovelas: está muy bien, no les parece?)

Pregunta Bruno, un lector que se ve que me conoce desde hace muchos años qué opino, retrospectivamente, de la experiencia artística que se llamó 'Arte en la Lona'. Literalmente, escribe: "¿Te imaginás 'Arte en la lona' en estos tiempos? ¿Cómo sería? Dale, escribite algo para el jueves". La verdad es que no me gusta demasiado escribir a pedido, pero el mail me trajo dos o tres recuerdos. Arte en la Lona fue una experiencia artística que produjimos en 1988 Carlos Muñoz, Rosario González y yo. Paralelamente a la Muestra Internacional de Teatro, intentamos promover y difundir la producción artística montevideana de aquel momento. Tanto en el rock como en el teatro como en las artes plásticas como en el periodismo y en la literatura comenzaban a surgir propuestas que no se encasillaban en las corrientes culturales dominantes. Arte en la Lona significó mi tercer o cuarto choque con el stablishment cultural de izquierda (¡cómo se les ocurre hacer una muestra paralela a la muestra de teatro!) y mi primer choque con el lumpenaje anarco, ese plancherío que hoy es el dominante cultural y que en aquel entonces era un fenómeno emergente que podía enamorar a tres o cuatro intelectuales compatriotas. Ese planchismo al que no le importaba la propuesta artística, lo que le importaba era que la cosa fuera gratis y que hubiera un buen pasador de fumo. Ese planchismo capaz de afanarse el sombrero con el que recogíamos la recaudación del día. Ese planchismo que le gritaba a Mateo 'salí del escenario, viejo' o a Cerminara 'y vos quién sos, viejo trolo' (y el Bebe se les plantó inolvidablemente e hizo una función inolvidable de Haciendo Capote). Así que hoy Arte en la Lona sería igual a como fue, pero peor. En aquel momento -repito, 1988- los planchas eran minoría. Hoy, lamentablemente, todos somos planchas. Nada más que eso.

(De todos modos, el año que viene, cuando se cumplan 20 años de Arte en la Lona, vamos a ver si armamos algún curro para homenajearla)

Leo en la revista La Mano de enero del 2007 una entrevista de Mariana Enríquez a Andy Adler en la que habla de su historia musical y las bandas en las que participó. Solo quiero citar el fragmento en que menciona su pasaje por la Tabaré, cuyos métodos califica como "bien estalinistas". Resulta que Andy fue uno de los fundadores de la banda, pero no duró mucho tiempo. Tiempo después, según Adler, "en una recopilación, me borraron de la foto y pusieron un árbol". Sin palabras.

(Eso. Sin palabras. La Mano no se consigue en Uruguay. Las de enero, febrero y marzo me las trajo Martín Pérez. Si no sos amigo de él, pedíselas a algún tío que tengas en la gran ciudad, que te las traiga cuando venga)

Fue Z.

(Leete en Plan B del viernes la columna de Leonardo Haberkorn sobre el tema)

Van a vivirse lejos David, Jacky y familia. Los voy a extrañar, che. Sobre todo a David, las tardes de spa y las noches viendo a Atenas. Vo, en serio, que sean felices allá. Una vez más, compruebo que el nomadismo es una característica esencial de los humanos, y a la vez un signo de sabiduría. Cuantas más vidas somos capaces de vivir, mejores tipos somos. Y más somos capaces de aprender. Y más cosas distintas a nosotros somos capaces de aceptar.

(Después de casi un año de escribir esta columna, creo tener derecho a un aviso clasificado personal, no?)

Apareció 1001 libros que hay que leer antes de morir. Una gran enciclopedia. Se merece más de una columna. Seguiremos informando.

(Ya habían hecho lo mismo, con grandes resultados, con las 1001 películas y los 1001 discos. Gran idea)

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Sobre mí
Gustavo Escanlar nació en Montevideo, Uruguay, el 18 de mayo de 1962. Estudió medicina y literatura. No concluyó ninguna de las dos carreras. Desde 1988 trabaja en prensa escrita, radio, televisión y en montevideo.com. Publicó cinco libros. Vive con Eleonora (esposa), Gaspar (hijastro) y Violeta (hija). Es hincha de Atenas, Central y Palermo Boxing Club.

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