En Calesita alrededor del Sol
Fuerzas centrípetas y centrífugas nos gobiernan ...

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15.12.2011 10:14 / Micro Cosmos

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En el sector inferior de la foto que acompaña este post, se puede observar la mano de Abin Sur en el momento en que ofrece a Hal Jordan la sortija de poder. En esta foto en particular, aparecen varios modelos de anillos de LINTERNA VERDE, los cuales son sólo algunos de los que se pueden encontrar por internet, ya que hay una amplia variedad de los mismos. Estos son los elegidos porque son los que más se parecen a las versiones de los comics.

Todos menos uno.

El que se encuentra abajo a la derecha, es un aporte personal.

Es un anillo ornamental  de oro, con un incruste de piedra preciosa tipo “solitaire”, que en este caso es una esmeralda.

El de la foto es un modelo que encontré  gugleando, pues el que verdaderamente debería estar allí, el original que era casi exactamente igual  a este, hace mucho, pero mucho tiempo que lo perdí de vista.

Era el anillo de mi padre.

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Poco después de aquel despertar de una siestita de cinco días, cuando tenía 9 años, todo volvió a la normalidad. O por lo menos lo que yo interpretaba como “normalidad” en aquellos tiempos.

La vida era mis dos hermanos y yo viviendo con nuestra madre en el pequeñísimo apartamento del “conventillo” (así le decía ella, que nadie se ofenda) de la calle Dr. Decroly, padeciendo un poco de hambruna y necesidades varias. Íbamos a la escuela y volvíamos cada uno a lo suyo. Mis hermanos a jugar a la calle y yo a leer o a dibujar historietas. Mi padre lejos, en la que debe haber sido una de las épocas más prósperas de su vida. Era joven, con facha, libre y solvente, así que estaba dedicado a la “vida loca”. Como vivía con su madre, es decir, mi abuela paterna, y esta nos tenía una dosis de cariño suficiente como para tenernos en cuenta algún fin de semana que otro en vacaciones de julio, setiembre y en las de verano, nosotros teníamos la oportunidad de verlo.

A veces llegaba del trabajo, se bañaba, se afeitaba y se iba, y entonces apenas  intercambiábamos saludos. Otras veces, los domingos de tarde, estaba más relajado y teníamos oportunidad de compartir alguna charla más profunda, dónde yo hacía preguntas sobre la vida y él me preguntaba cosas sobre la casa que había abandonado. En otras ocasiones íbamos al cine, o a pasear por los bares en los que era habitué. A mí me gustaba estar cerca de él, porque había visto que,  más o menos al año de haberme recuperado de aquella afección febril y virósica, él había aparecido con una joya deslumbrante. Un anillo de oro con una enorme piedra verde, oval y brillante, incrustada en el centro. Él se sentía orgulloso de su anillo, el cual mostraba al mundo, no sólo su elegancia, sino su avance en la vida. NO tenía casa, ni auto, ni matrimonio ya, porque todo lo bien que le iba en sus actividades económicas, él lo dejaba en noches de farra corrida, con alcohol y con mujeres. Yo no sabía eso entonces y pensaba que él, por las noches, salía a defender a los débiles y que a nosotros nos había abandonado para que sus archi-enemigos no nos hicieran daño.

Yo creía firmemente que aquel anillo era, obviamente, un anillo de LINTERNA VERDE.

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Durante mucho tiempo busqué la famosa Linterna dónde él debía cargar el anillo, pues aunque sabía que la misma no es visible si no para los Linterna Verde, me empecinaba en creer que como yo era su hijo, algún vínculo o conexión podría haber. Total, no se pierde nada con probar.  Pero al pasar el tiempo y no lograrlo, y por la misma razón ir creciendo y cambiando algunos credos, desistí de buscar. Por otro lado dadas las crecientes pruebas que tenía de la verdadera vida nocturna de mi padre,  empecé a creer que  él tenía el anillo pero no sabía que lo tenía, y no lo podía activar porque no cumplía con los requisitos morales pertinentes. Quizá alguna vez fue un buen prospecto, pero no se supo sostener y cayó fuera del círculo. Pero, si esto era así, ¿Por qué seguía teniendo el anillo?

Había una sola respuesta posible…el anillo estaba esperándome.

Cuando el anillo quisiera o fuera el momento adecuado, vendría a mí y juntos activaríamos sus poderes y juntos cruzaríamos el cielo como un rayo esmeralda. Era tal mi convicción de que aquella preciosa joya era lo yo que imaginaba que era, que cuando estaba cerca de mi padre, recitaba en voz baja:

“En el día más brillante o en la noche más oscura,

el mal no prevalecerá en su postura.

Aquellos que al mal confían su suerte

Caerán ante del poder de mi Linterna Verde”

Y esperaba en silencio que el proceso se iniciara….

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El tiempo pasó,  inmutable, como siempre.

Crecí, conseguí trabajo, esposa, hijos, deudas y de a poco, me fui convirtiendo “un ladrillo más en la pared.”

Mi padre y yo fuimos cada vez más extraños el uno al otro.  Hubo algunos picos de acercamiento, como cuando tuve a mi primer hija, por ejemplo, pero el abismo triunfó y un día dejamos de vernos. Tanto, que me enteré que había muerto por un compañero de trabajo.

Todo el proceso de separación final fue  bastante dramático y no viene al caso. Lo cierto es que pasados algunos meses después de su muerte,  estaba yo esperando en una esquina del Centro, para encontrarme con la que sería finalmente mi segunda esposa y se me dio por entrar en una galería y así matar un poco el tiempo. Descubrí  algo sorprendente.

Una tienda de COMICS.

Entré y de pronto me pareció estar viajando en el tiempo y en el espacio. Aquello era un lugar como sólo había oído hablar en las películas. Había comics por doquier, de todos, toditos los superhéroes y había posters y había figuritas de acción y muchas cosas más.  Me entretuve tanto que me olvidé de mi novia. Me había encontrado nada más y nada menos con la colección de “Crisis en tierras INFINITAS”, que era una colección sacada por DC a principios de los 80 para reordenar el caos en el que se habían convertido 40 años de escribir y re-escribir a los mismos personajes.

Me gasté una plata que no tenía y me fui para mi apartamento, dónde vivía solo y en un formato muy austero. El plan a mis 31 años, era muy sencillo; comprarme un pizza, una coca, y amanecer leyendo “revistitas”.

Y mientras iba en el ómnibus, abrazado al paquete que acaba de adquirir (y que sería el comienzo de un nuevo tiempo de coleccionista de tebeos, que sería corto pero intenso), a mi mente volvió aquel anillo de poder que nunca llegué a calzar en mi dedo, y que el destino lo había alejado de mí para siempre,  yendo a parar a las manos de  quién sabe quién.  ¿El nuevo novio de su viuda esposa?, ¿El novio de alguna de mis medio hermanas?, ¿la casa de empeño?, ¿una joyería dedicada?.

Lo busqué por años en todas las joyerías por las que me crucé, pero no. No hay ni parecidos.

Sólo espero que en las nuevas manos que se luzca, haya encontrado por fin, su verdadero destino.

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P.D. – El recitado de juramento que utiliza Hal Jordan para cargar el anillo en la batería, tiene varias versiones en español. La que aparece en este artículo, es una versión personal, acuñada y memorizada en aquellos años.

LINTERNA VERDE (HAL JORDAN) – Creado por John Broome y Gil Kane. Hizo su aparición estelar  en octubre de 1959, en el Nº 22 de la colección SHOWCASE de la editorial DC COMICS.




08.12.2011 12:46 / Micro Cosmos

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No me acuerdo ni del día ni del mes, y creo que en rigor, nunca  lo supe con certeza, solo sé que sucedió en el año de 1968.

Cuando desperté aquella tarde de lo que yo creía que  había sido una noche como cualquiera, lo que más me sorprendió fue ver a mi madre,  sentada a mi lado,  leyendo una revista de actualidad.  Esta no era una imagen que yo estuviera acostumbrado a ver.

Inmediatamente, aumentó el sentimiento de extrañeza el hecho de percatarme que me encontraba en una habitación muy pequeña, completamente rodeada de vidrios, en la que apenas entraban la cama, una mesita con una jarra de vidrio con agua, un vaso, y la silla en la que estaba mi madre.

-          ¿Dónde estamos?  - le pregunté.

Mi madre sufrió un sobresalto al escuchar mi voz, y repentinamente largó la revista de actualidad y se lanzó sobre mí. Me besaba y me tocaba la cabeza y me preguntaba si estaba bien. Intercalaba las preguntas entre gritos de ¡doctor, doctor! .

-               ¿Dónde estamos?  - le pregunté nuevamente

-          En el hospital – me dijo, sollozando - ¿no te acordás de nada?.

-        No, de nada – le contesté mientras me dormía otra vez.

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Cuando volví a despertar, recordaba apenas estar en un hospital  pero no recordaba cómo había llegado hasta allí. Un poco más atrás en la memoria, tenía presente un leve recuerdo de haberme acostado en mi casa, sintiéndome enfermo y mi madre disponiéndose a tomarme la fiebre.

Ahora, junto a mí, además de mi madre estaba también mi padre.  Al parecer se había enterado de mi reciente reacción y había venido a verme.

-          ¿Qué pasó? – pregunté -  ¿Porqué estamos acá?, ¿Porqué están juntos? –

-          ¿Te acordás de que te sentiste mal, de que tenías fiebre? – dijo mi madre.

-          Sí , un poco  –

-     Bueno, eso fue hace algunos días. Estuviste todo este tiempo durmiendo.  Te tuvimos que traer al hospital porque tenías mucha fiebre y no te la podíamos bajar. Ahora ya estás bien. Bueno, casi bien.

-          ¿pero me voy a curar?

-       Sí m’hijito,  te vas a curar, todavía te tenés que quedar unos días más pero ahora va a estar todo bien, ya verás…

-          Ahhh – dije sin tener claro, obviamente, de qué corchos me estaban hablando, dado que por ese entonces tenía yo tan solo 9 años.

Miré a mi padre que estaba cejijunto, sentado un poco más atrás, sin tampoco entender demasiado que era los que sucedía, pero en cierto modo aliviado de que su hijo, que había dormido durante 5 días de corrido, estuviera aparentemente sano, o mejor dicho, normalizado, porque en rigor nunca había gozado de buena salud.

-                    Hola papá! – dije - ¿Cómo te va?

-      Bien, Milito, yo bien, y ¿y vos?..¡qué susto nos pegaste!

-          Fue sin querer…yo no sabía…

-          Si, claro, ¡andá a saber quién tiene la culpa!...¿querés que te traiga algo? ¿bizcochos, helados, autitos?¿qué querés?

-          ¡Quiero revistas!

-          ¡Pero qué se yo de revistas! ¿Cómo voy a saber cual traerte?, pedime otra cosa y dejate de joder….

-          No importa que no sepas, traeme cualquiera.  Andá al kiosko de “Tarzán” y pedile de superhéroes, él sabe.

Mi padre miró a mi madre y le dijo,  - Andá y decile al Dr. que puede darle el alta nomás, ya está como siempre, jodiendo con las revistitas.

 

Según supe mucho después, había despertado en la sala de internación  de “Infecto-contagioso” del antiguo Hospital pediátrico Pedro Visca.

La afección; una varicela que no evolucionó normalmente y se complicó con meningoencefalitis y cerebelitis aguda.

Las crónicas de la época establecen que estuve 5 días en estado de coma, con altísimas fiebres de hasta 42º, y que luego, cuando recuperé la conciencia, tenía un cuadro de parálisis de los miembros inferiores. Recuerdo perfectamente el porrazo que me di al intentar pararme para hacer pipí, así como la segunda punción lumbar (la primera había sido a las pocas horas de la internación y obviamente, no tenía conciencia de ella) y el desorden que supuestamente había en mi casa, donde mi padre, separado de nosotros desde hacía tres años, intentaba cuidar de mis hermanos más chicos mientras mi madre estaba apostada en el hospital junto a mí y a unos cuántos niños más de los que se hizo enfermera asistente por iniciativa propia. El alta, finalmente, se tardó como una semana más a partir de mi pedido de “revistitas”, dado que me costó entre 3 o 4 días recuperar la completa motricidad de mis piernas.

Durante muchos años después mi madre recordaba con aprensión aquellos aciagos días en que su hijo estaba en manos de la fiebre y la fortuna, y los médicos no hacían más que decir que “la cosa es muy brava, de estas situaciones se sale muerto o retardado” (no olvidar que estábamos en 1968).

Morir, evidentemente no morí, así que cada uno saque sus conclusiones.

Por suerte, todo pasó, pero en el interín, además del susto, el increíble dolor de la punción lumbar, la novedad casi de “C.F.” de ser sometido a un electroencefalograma, utilizando algo que parecía yeso para la adhesión de los sensores y la preocupación de los mayores de tener que lidiar el resto de sus vidas con un lisiado, yo me llené de revistitas ( hoy más comúnmente conocidos como COMICS).

Entre los comics que ligué en aquella ocasión, cantidad nunca antes y nunca después repetida sino hasta cuando, un par de décadas después, yo mismo me dediqué a conseguirlos, estaban unos cuantos de Supermán, otro tanto de Batman, y seguramente alguno que otro salpicado de personajes comunes de aquel entonces, como Turok, o El Llanero Solitario o Tarzán.  Pero, a pesar de que mi corazoncito siempre fue bati-maníaco, allí había un comic en particular que además de ser novedoso, ( nunca antes había tenido contacto con el personaje), resultaba ser la historia inicial ( la historia con la cual lo presentaban).

¡ Eso nunca antes me había sucedido!.

 En este país y por aquellas épocas, lo que leíamos de comics era lo que sobraba de las ediciones de Editorial Novaro en México. Eran traídos aquí  en compras por lote de oferta y llegaban, por supuesto, sin solución de continuidad y con un retraso bastante importante.

Así que conseguir la historia inicial de un personaje desconocido creaba esa ilusión de “estar allí”, en aquel país maravilloso y lejano donde las cosas buenas realmente sucedían.

Este personaje era, ni más ni menos, que el mismísimo LINTERNA VERDE, en su encarnación como “Hal Jordan” o “Raúl Jordán”, como lo conocíamos los hispano-parlantes.

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Como ya dije, además del hecho fortuito de encontrarme con un personaje de estreno en su historia de presentación, LINTERNA VERDE me cautivó por varias otras razones.

En principio, su elegancia. Tenía una forma de volar distinta, propia de quien lo hace aparentemente sin esfuerzo, como un Fred Astaire de los cielos. Su cuerpo era estilizado y no presentaba el hiper-desarrollo de Supermán  o Batman, algo que quizá uno podía sentir más alcanzable. Su traje era sobrio, una rara mezcla de super-traje con uniforme militar que imprimía respeto.

Por otro lado, el anillo. Una magnífica pieza de utilidad, que siendo fácilmente portable, tenía todo un arsenal guardado en él, y cuya única fuente de energía y toda su logística e ingeniería provenían del corazón de este hombre, de pelo castaño y ojos marrones, como uno. Es fácil de entender lo que para un niño enfermo de 9 años puede ser imaginar tener un anillo con ese poder. Creo que para muchos de nosotros se debe de haber convertido en uno de los pasatiempos ideales (recuérdese que no teníamos ipods o playgames) imaginar las cosas que haríamos para nosotros mismos, para nuestras familia y para el mundo entero si tuviéramos ESE anillo de poder, en nuestro poder.

¡Guau! Su recuerdo me trae nostalgias de tiempos de sueños sin límites…

Y finalmente, algo que por aquel entonces percibí y que muchos años después lo vi escrito en algún lugar.

Mientras que Supermán o J'onn J'onzz tienen sus poderes por su condición de alienígenas, Batman y Flecha Verde ser procuran un ingenioso arsenal y se entrenan dedicadamente, Flash y SpiderMan obtienen sus capacidades extraordinarias por accidente y El Capitán Marvel a través de la magia, sólo un LINTERNA VERDE es ELEGIDO para portar tan grandes poderes, gracias a su naturaleza noble, perseverante y dedicada.

Ser un LINTERNA VERDE, pues, implicaba el honor de un compromiso y la responsabilidad de un Don. De alguna forma y por alguna extraña razón, en la escala de valores que yo atesoraba en aquella edad, estas cosas parecían ser sumamente importantes. Eran una forma de vida, una definición.  Parecía ser ese tipo de heroísmo con el que uno puede sentirse identificado.

Obviamente que después, el mundo, me daría una lección.

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P.D. – En la imagen aparece, en forma resaltada a la izquierda de la misma, el facsímil de la carátula de aquel legendario número de “EN” (editorial Novaro) en el que se presenta a nuestro Héroe. Es el Nº 402 de la serie "Batman" de 1967.

LINTERNA VERDE (HAL JORDAN) – Creado por John Broome y Gil Kane. Hizo su aparición estelar  en octubre de 1959, en el Nº 22 de la colección "SHOWCASE" de la editorial DC COMICS.




20.05.2011 20:35 / Comunidad

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DIECINUEVE DE MAYO DEL DOSMILONCE.

 

El día de ayer, identificado para el resto del tiempo del que se tenga en disponibilidad la lectura de este artículo por el subtítulo del mismo, es un día que debido a los acontecimientos de notoria publicidad (*) me inspira, desde el punto de vista filosófico (en el acto de “filosofar” y no en el de “hacer filosofía” que para eso no tengo credenciales), algunas reflexiones que se me ocurren interesantes. Claro, son propias, así que eso de interesante es obvio y no porque me crea un pensador interesante en el amplio sentido de la expresión, sino por una cuestión mas bien solidaria. Si no se me aparecen interesantes a mí mis propios pensamientos, sería un desperdicio de tiempo el mismo hecho de que los tuviera. Aunque probablemente lo es, como casi todo lo que sucede desde hace unos 10,000 años a esta parte, pero se me hace que rendirse a priori es tremendamente aburrido.

 En primera instancia, me llega a la testa pensar en un Uruguay que hoy por hoy se encuentra dividido en cuatro grupos de opinión, dicho esto a muy groso modo, obviamente. Pero por lo groso es por donde siempre se empieza, dado que esto es lo primero que captan nuestros ojos, los cuales funcionan de grande a chico y así seguramente deberá ser la forma en la que  funciona nuestra mente.

 Yendo al punto.

 Uno de los grupos sería el “menos-menos”, es decir, aquel grupo que aglutina a la gente que en el día de referencia sufrió reveses en los temas que en el día de referencia se hicieron relevantes ante la opinión pública (*). O sea, sería un partidario de la militancia por los derechos humanos de los que piensa que ese tema estaba en tratamiento en el parlamento y además sería un simpatizante del Club Nacional de Fútbol de esos que más que ser simpatizante de un cuadro es “antipatizante” de su clásico rival, al punto de considerarlo un Némesis, un archi-enemigo, un engendro demoníaco del noble arte del balón-pie.

 Este grupo está claramente identificado con un sentimiento de angustia y desazón, con el que seguramente ha de ser difícil por demás enfrentar el nuevo día, o sea hoy. El gentilicio con el que se sentía tan identificado cuando la selección nacional accedía al 4º podio del mundial de fútbol 2010 en una campaña vibrante de emoción y cosas raras, hoy debe avergonzarlo y hacerlo sentir como un apátrida, como un bastardo de la edad media, “como un paria que el destino se empeñó en deshacer…”

 Otro grupo sería el “menos-más”, considerando siempre, y en forma subjetiva pero convencionalmente aceptada como válida a los efectos de este trabajo, que el asunto que se trataba en el parlamento fuere de mayor importancia emocional que el que se trataba, más o menos a la misma hora, en la canchita de Universidad Católica, en Chile. Por lo tanto, estamos hablando de alguien que, siendo partidario de los derechos humanos y pensando que un tema relacionado con ellos se discutía con vehemencia en el Palacio Legislativo, su simpatía futboleras, independientemente de la intensidad con que las viva, deberían estar asociadas al Club Atlético Peñarol, cuadro extravagante si los hay, que parece no poder concretar el imprescindible gol con el que se logran victorias cuando juega de moderada a aceptablemente bien, y que sin embargo saca triunfos de obvias derrotas cuando le sacan la pelota y juegan al monito con todos los miembros de su equipo.

 En este grupo, la angustia y desazón se mezclan o por lo menos se mitigan un poco con aquella derrota con sabor a victoria con la que la susodicha empresa futbolera se alzó en el país trasandino. Deben tener un aspecto bastante tragicómico, seguramente, al pasar de un tema a otro en las conversaciones pertinentes, denotando pesadumbres cuando la charla se orienta a diseccionar la resultante del asunto legal, y esbozando una satisfacción totalmente comprensible al saltar, como debe ser en un coloquio que se respete, al asunto de la clasificación a las semifinales de club de sus amores, tras veintitantos años de ausencia. Ser uruguayo para el integrante de este grupo es un asunto que va de complejo a angustiante, si se repasa un poco todo lo previo, lo que hay en derredor, y lo que habría que esperar de mañana…

 El siguiente grupo sería el  “más-menos”, acatando, obviamente, la convención que dio permiso de existir al grupo anterior. En este caso estamos ante un individuo que entiende por un lado, que el tema tratado por los miembros de la cámara baja de la legislatura 2010-2014 no tenía que ver con los asuntos de derechos humanos directamente, sino que estábamos ante asuntos puramente legales ya zanjados y que su reiteración podría estar indicando, o bien una dificultad de entendimiento entre las partes de cuáles son las reglas de juego que nuestra constitución nos da, o estamos otra vez ante un intento desestabilizador de vaya uno a saber quién, pero que seguramente son los mismos de siempre, y que por otro lado, siendo bolso, le corresponden las generales de la ley al del grupo “menos-menos” ya desglosado, en lo referente al tema futbolero que la jornada de ayer nos obsequió.

 El individuo que se identificare con este grupo, no sentirá en el día de hoy ninguna resaca demasiado pesada para enfrentar la jornada. En asuntos de presunta importancia en lo referente a lo constitutivo de nuestra sociedad, todo quedaría como está, por lo menos por otro par de añitos y en cuanto al fútbol, todavía existe la esperanza de que el equipo de la “V”, que juega como el Barza pero vive cruzando el charco, de cuenta de los carboneros y los ponga en el humilde lugar que les corresponde, por uruguayos atrevidos. La uruguayés de este sujeto está asegurada, y no será por estos temas que ponga su conciencia o su pertenencia geopolítica en cuestionamientos, ya que cada día tiene su propia carga, el pasado pisado y la vista puesta en el mañana, el cual hay que construir para que nuestros hijos blablabla…

 Finalmente, queda el cuarto y último grupo, por lo menos hasta donde lo he pensado yo, que está constituido por los “más-más”, es decir, por aquellos que entienden que lo que pasó en el parlamento terminó bien en relación a los interesas de la mayoría que en el pasado ya se habían expresado sobre este tema (obviamente está un poco desinformado, ¿pero quién no?, hace poco me enteré que el plebiscito del 2009 NO era por la Ley de caducidad ¿¿??), y que también sienten que lo que pasó en Chile fue una hazaña, al más rancio y venerado estilo de la garra Charrúa. (Siempre me pregunté cómo hacían los europizoides que habitan estas tierras para tener “garra charrúa”, ya que es biológicamente imposible, pero asumí finalmente que es otra de esas convenciones masificantes que todos aceptamos, compartimos y hasta entendemos, aunque no tengan el más mínimo asidero en la realidad).

 Para el individuo que compone este grupo, ser uruguayo hoy es un poquitín más satisfactorio que ayer, y reivindica las emociones otrora sentidas y tan apañadas como han sido los resultados de los plebiscitos cuando se le dijo NO a la dictadura y se le dijo NO a la venta de las empresas públicas y como cuando Uruguay llegó al podio de 4º puesto en el mundial de fútbol profesional próximo pasado con gusto a campeones…después de todo somos un país pobre, chico, joven e inexperiente, que anda por el mundo haciendo roncha contra todo pronóstico y cálculo estadístico.

 Ahora bien, cada uno de los individuos de estos cuatro grupos, con sus matices y bemoles, anda en el día de hoy por ahí, compartiendo ciudad, calles, transportes colectivos, comercios, trabajos, y hasta hogares. Cada uno de ellos es padre o madre de algún chico que va a la misma escuela o colegio (esta oración, antes del 2º gobierno de Sanguinetti no hubiera tenido sentido) que otro chico cuyo padre está en otro grupo, y cada uno es hija o hijo de un adulto mayor que, justificadamente o no, está involucrado con uno y otro grupo. Son muchas las diferencias que nos caracterizan, algunas grandes, la mayoría muy pequeñas, pero pocas las cosas que nos unen, la mayoría grandes, algunas muy pequeñas.

 Dado esto, es permitido pensar que el día de hoy, el 20 de mayo del 2011 es pues , un día MUY SINGULAR, ya que sin duda alguna, es el día que le dará la tónica a la clase de sociedad que estamos construyendo aquí y ahora…

 Cómo dijo el antiguo sabio: "La verdad es una construcción humana, como los puentes, como las fuentes, por eso hay que tratarla como tal, es decir, hay que poner manos a la obra”.

 

(*) NOTAS:

1 – “La Cámara de Diputados rechazó el proyecto interpretativo de la Ley de Caducidad, al registrarse 49 votos por cada postura.”

2 – “Peñarol perdió 2-1 con Universidad Católica pero se metió en las semifinales de la Libertadores.”


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El sentido común me indica que debería callar y seguir. Pero eso sería tan aburrido como todo lo demás...

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