¿ Libertad de expresión ?
Anna Donner Rybak. Compañeros; hasta la victoria.

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Cine, libros y afines.

29.05.2014 09:17

Presentación de la propuesta

20 días y 416 mensajes después de la creación del foro, Pluma Múltiple pone en marcha su primer proyecto de escritura colectiva: Viajes. Sobre una idea de pocas líneas de Asura H, desde México, con colaboraciones y aportes de todos y un argumento finalmente organizado y definido por Enrique Gutiérrez y Simón, en Madrid. La novela Viajes nos contará la historia de amores, encuentros y desencuentros de Juan y Carmen en el espacio de 31 años y miles de miles de kilómetros, entre 1973 y 2004.

Todos los miembros de Pluma Múltiple participarán en este proyecto, donde los cambios de escenario brindan al grupo una excelente excusa para desarrollar parte de la historia en los lugares en donde cada uno juega de local.

El sistema de escritura propuesto para este proyecto en concreto será el de desarrollo simultáneo de cada una de las partes. Definidos los puntos de partida de cada aporte, la libertad es absoluta en el control de los eventos que cada escritor desee narrar, hasta llegar al punto donde la historia prosigue en la pluma del siguiente participante.

La coordinación general del proyecto Viajes estará a cargo de la escritora uruguaya Anna Donner Rybak, encargada de la difícil tarea de dar cohesión, coherencia y armonía a las variadas participaciones de todos nosotros.

Luego de que ésta primera experiencia alcance la velocidad crucero, alguno de los otros proyectos secundarios se podrán activar, de entre las numerosas e imaginativas propuestas generadas por los participantes. En estos trabajos secundarios participaremos los escritores más afines a cada género, en un número mínimo de tres por proyecto, para tratar de generar escritos que desarrollen nuestros particulares puntos de vista y temas de interés.

Grupo Pluma Múltiple #mce_temp_url#

El proyecto que nos hemos propuesto no concluye cuando cada uno ha terminado de escribir su capítulo, solo se concluye la primer etapa. En esta primer etapa, cuando cada uno está creando, es preciso hacerlo sin presiones, dejarse volar, como lo hemos acordado entre todos. Luego, se recopilará el todo, y nuevamente habrá que reescribir para ensamblar, tarea que no solo se remitirá a una  persona, sino que nuevamente se hará otra distribución grupal, y luego, concluida esa etapa, nuevamente seguiremos puliendo, releyendo, agregando, ensamblando hasta culminar. Por eso es que como estamos comenzando, debemos de dejar que todos se vayan soltando y animando a escribir lo que sientan, salga, en su espacio, que en esta etapa es su capítulo. Los grupos van evolucionando en la medida que las etapas van siendo sorteadas, todas con constancia y discrepancias, y acordando o discrepando.

El desarrollo de este proyecto es largo y complejo, como también vasto y rico, ha sido armado para que cada uno encuentre su impronta pero luego se conjugará colectivamente, al día de hoy no sabemos cómo sigue, todo se va ir dibujando a partir de que se produzca escritura, es un modo dinámico el de trabajo.

Todos y cada uno de los integrantes de Pluma Múltiple se ha planteado las siguientes inquietudes y se espera que este gran experimento colectivo, como lo es nada más ni nada menos que escribir una novela nos enriquezca a todos como personas y como individuos que viven en sociedad, quizá como modo de trascender, quizá...

Anna Donner Rybak

1.- ¿Qué te impulsó a formar parte de este grupo?

2.- ¿Qué esperas obtener con tu participación?

3.- ¿Qué puedes aportar al proyecto?

4.- ¿Cuánto tiempo calculas que podremos tardar en completar una novela?

5.- Una vez terminada la novela, ¿Qué sugieres que podríamos hacer con ella?

6.- Se ha dicho que, cada uno de nosotros deberemos escribir unas 6.000 palabras. ¿Tú las escribirías todas de una vez, o prefieres hacerlo por fracciones?

7.- ¿Prefieres que otros escriban su capítulo antes de empezar el tuyo?

8.- ¿Prefieres que, una vez determinados los personajes y la línea argumental, escribir tu capítulo a tu aire?

Grupo Pluma Múltiple




15.04.2014 14:11

"Libros para mujeres". Este rótulo cada vez está cobrando más vida en referencia a determinadas lecturas y a mi se me enciende un inmenso alerta rojo. 

La imagen que elegí para ilustrar esta nota no es casual, según este exiguo de John Gray las mujeres son DISTINTAS a los hombres (no hace referencia a lo físico sino a lo comportamental). 

Mi alerta rojo se enciende porque luego de que muchas lucharon  a muerte por la IGUALDAD, luego de que con mucho sacrificio se han derribado algunos muros, es que me resulta INVOLUTIVO el rótulo "Para mujeres".

Según Gray y muchos machistas más, los hombres son acción, los hombres no lloran y hablan poco, mientras que las mujeres son pasión, hablan mucho y lloran. 

Vamos que a estas alturas ya está bien clarito que todos somos acción, todos lloramos, todos hablamos, todos callamos. ¿Por qué entonces volver a DIVIDIR lo que tanto cuesta JUNTAR?

Yendo ahora a la cuestión que nos ocupa, los "libros para mujeres", creo que existe un gran malentendido y confusión respecto al tema. 

¿Acaso a alguien se le puede ocurrir que La Náusea (pongo este ejemplo) es un libro o para mujeres o para hombres? ¿Rayuela? ¿Cuentos de amor, locura y muerte? NO.

Y es un NO en negritas porque a estas alturas suena tan ridículo como falaz clasificar una obra literaria de ese modo. 

Hace unos minutos, cuando buscaba en google una imagen para ilustrar esta nota y escribí "libros para mujeres" me aparecieron un sinfín de tapas rosadas, que correspondían a títulos como "Mujeres que aman demasiado" o "Cómo enamorarse de un boludo", etc. El primero que nombro es de AUTOAYUDA, el segundo de HUMOR

Se preguntarán de qué va esta nota. 

En muchos portales, a las novelas románticas (o románticas con erotismo) se las clasifica como "libros para mujeres". Más en desacuerdo yo no podría estar, dijera Groucho Marx.

Antes de seguir, otras consideraciones. 

Antes del fenómeno de "50 sombras de Grey", saga que origina el rótulo "porno para mamis",(y después también), el género NOVELA incluye en muchísimos títulos o best sellers tanto el amor como el romance como el erotismo. Y a nadie se le ocurre decir que por los precedentes motivos, son libros para mujeres. 

¿Entonces?

Se trata de otra cuestión. Se trata del ALCANCE de la obra literaria en cuestión. Pero es un disparate decir que ese alcance sea medido por la condición sexual del lector. Podemos medir el alcance por un sinfín de características que nada tienen que ver con la sexualidad. 

El ALCANCE tiene que ver con preferencias, con el tipo de libro, con la temática, y con COMO ES uno o dicho de otro modo con qué se identifica más.

A modo de ejemplo, y saliendo de los libros, yo amo el cine, pero no me gustan ni un poquito las películas de ACCIÓN. No me conmueven, no me llegan. 

Volviendo al romance y al erotismo, tanto hombres como mujeres leemos novelas que incluyen ambas componentes. 

En definitiva, yo elijo leer una novela que se sitúe en un contexto social, histórico y geográfico,y  que tenga un argumento sólido. 

Claro, que el significado de "argumento sólido" para mi, no es el mismo que para mi vecino. Lo que es seguro es que el significado de "argumento sólido" para mi o para mi vecino tendrán que ver con miles de cosas distintas, pero en absoluto con si somos hombres o mujeres.

Anna Donner Rybak ©2014




07.04.2014 15:00

Malala Yusufzai, de 14 años, fue atacada por los talibán en su localidad natal de Mingora -en el valle del Swat- tras haber sido amenazada por los insurgentes a raíz de su defensa pública de la educación de las niñas en contra de los postulados integristas.

La niña recibió dos disparos el pasado día 9 de octubre de 2012, cuando volvía de la escuela, y actualmente se encuentra ingresada en un hospital de Birmingham, en el Reino Unido, donde se recupera de sus graves heridas.

Fazlullah, llamado también "mulá FM" por su propensión a las arengas radiofónicas, huyó de Swat tras la ofensiva militar de 2009 y buscó cobijo junto a un millar de seguidores en suelo afgano, desde donde sigue hostigando a las fuerzas paquistaníes.

En el valle donde el 'mulá FM' siembra el terror

Los islamistas convierten el paraíso de Swat en un frente de su guerra contra Pakistán. El joven mulá Fazlullah ha impuesto la interpretación más radical del islam. Se han cerrado las escuelas para niñas y las barberías y el burka es obligatorio. 

Fazlullah dijo que la televisión era un ejemplo de la decadencia moral de Occidente y, poco después, columnas de humo dibujaban el horizonte de Swat. Los aparatos de las gentes del valle ardían en piras.  

Fazlullah exigió el fin de las vacunaciones contra la polio, asegurando que provocan impotencia, y las madres dejaron de dársela a sus bebés. Y cuando Fazlullah ordenó que todas las niñas mayores de ocho años llevaran burka, incluso las menores de esa edad lo hicieron por miedo a represalias. 

Resulta muy peligroso que el poder esté en manos de individuos a quienes nada importa acerca del prójimo.

Alarmante destrucción vandálica de estatua del Buda en Paquistán

Emulando los horribles actos de vandalismo que aniquilaron las estatuas gigantescas de Buda en Bamiyán, Afganistán, un grupo de rebeldes talibanes llevaron a cabo un segundo ataque contra una estatua colosal de 40m del Buda de Jehanabad, en el Valle del Swat, destruyendo la cabeza, los hombros y los píes.

El Valle del Swat posee una herencia histórica budista invaluable. Las estupas de Harmarajika, en Taxila, y de Butkaha, en Swat, se encuentran entre los monumentos budistas más antiguos de Gandhara, un antiguo reino que abarcaba lo que hoy es Peshawar, Taxila, Swat e, incluso, partes de Cachemira.

En un valle sin ley, donde el río escupe cadáveres decapitados con mensajes que los identifican como “espías de América”, el mulá Fazlullah ha impuesto la suya. Tiene 32 años y 4.500 muyahidin a su servicio.

Es difícil imaginar que este paisaje de montañas imponentes y ríos plateados fuera hasta hace un año la joya turística de Pakistán. Los carteles describiendo el lugar como la Suiza de Oriente chirrían ahora sarcasmo. La única estación de esquí del país sigue en su sitio, pero en sus laderas es más fácil encontrarse a guerrilleros armados con AK-47 que a aficionados deslizándose por la nieve.

El relato de Malala (Fuente: “Yo soy Malala” Libro)

Yo tenía diez años cuando los talibanes llegaron a nuestro valle. Moniba y yo habíamos empezado a leer los libros de Crepúsculo y deseábamos ser vampiros.

Nos parecía que los talibanes habían llegado por la noche, igual que los vampiros. Aparecieron en grupos, armados con cuchillos y kalashnikovs. Primero llegaron al Alto Swat, a la montañosa zona de Matta. Al principio no se autodenominaban talibanes y no se parecían a los talibanes afganos con turbantes y de párpados pintados de negro que habíamos visto en las fotos.

Éstos eran hombres de aspecto extraño, con barbas y pelo largo y enmarañado, y chalecos de camuflaje sobre el shalwar kamiz, que llevaban con los pantalones enrollados muy por encima de los tobillos. Llevaban zapatillas deportivas o sandalias de plástico baratas, y a veces se cubrían la cabeza con calcetines en los que habían hecho agujeros para los ojos y se sonaban los mocos ruidosamente con el extremo de sus turbantes. Llevaban insignias negras en las que ponían SHARIAT YA SHAHADAT, sharía o martirio, y veces turbantes negros, por lo que la gente los llamaba Tor Patki, o Brigada del Turbante Negro. Tenían un aspecto tan sombrío y sucio que un amigo de mi padre los describió como “gente sin baños ni barberos”.

Su líder era el maulana Fazlullah, un hombre de veintiocho años que había operado el telesilla para cruzar el río Swat y que arrastraba la pierna derecha porque de niño había tenido poliomielitis. Había estudiado en la madrasa del maulana Sufi Mohammad, el fundador del TNSM, y se había casado con su hija. Cuando Sufi Mohammad fue encarcelado en una redada de líderes militantes en 2002, Fazlullah se había hecho cargo de la dirección del movimiento. Poco antes del terremoto, Fazlullah apareció en Imam Dheri, una pequeña aldea a unos kilómetros de Mingora, al otro lado del río Swat, e instaló allí su emisora de radio ilegal.

En nuestro valle recibíamos la mayor parte de la información por radio, pues mucha gente no tenía televisor o era analfabeta. Pronto todo el mundo estaba hablando de la emisora de Fazlullah, que empezó a conocerse como Mulá FM y a Fazlullah como el Mulá de la Radio. Transmitía cada noche, de 8 a 10, y por la mañana de 7 a 9.

Al principio, Fazlullah era muy prudente. Se presentaba como reformador islámico e intérprete del Corán. Mi madre es muy devota y al principio le parecía bien.

Fazlullah utilizaba su emisora para animar a la gente a adoptar buenos hábitos y abandonar las prácticas que él calificaba de deleznables. Decía que los hombres debían dejarse barba y dejar el tabaco que fumaban o mascaban. Decía que la gente debía abandonar la heroína y el chars, que es como nosotros llamamos al hachís. Decía cuál era la forma correcta de hacer las abluciones para rezar, qué parte del cuerpo había que lavarse primero. Incluso decía cómo había que lavarse las partes íntimas.

A veces su voz sonaba razonable, como cuando los adultos tratan de convencerte de que hagas algo que no quieres hacer, y a veces sonaba llena de vehemencia y daba miedo. Con frecuencia lloraba mientras describía su amor por el islam. Normalmente hablaba un rato y después continuaba su lugarteniente, Shah Douran, un hombre que solía vender chucherías en un triciclo en el mercado. Había que dejar de escuchar música, ver películas y bailar. Actos pecaminosos como ésos eran los que habían causado el terremoto, atronaba Fazlullah, y si la gente no cambiaba esos hábitos volvería a provocar la ira de Dios. Los mulás con frecuencia interpretan equivocadamente el Corán y los hadices cuando los enseñan en nuestro país, pues pocas personas comprenden el original árabe. Fazlullah explotaba esta ignorancia.

¿Tiene razón, Aba?”, pregunté a mi padre. Recordaba lo terrible que había sido el terremoto.

No, jani —repuso—. Sólo está engañando a la gente”. Mi padre decía que la emisora de radio era la comidilla de la sala de profesores. Para entonces nuestros colegios tenían unos setenta profesores, más o menos cuarenta hombres y treinta mujeres. Algunos eran contrarios a Fazlullah, pero muchos le apoyaban. La gente pensaba que era un buen intérprete del Corán y admiraba su carisma. Les parecía bien lo de volver a implantar la ley islámica, pues todo el mundo estaba decepcionado con el sistema judicial pakistaní, que había sustituido al nuestro cuando nos integramos en el país. Casos como las disputas sobre tierras, frecuentes en nuestra zona, que solían resolverse rápidamente ahora tardaban diez años en llegar a juicio. Todo el mundo estaba harto de los funcionarios corruptos que el gobierno había enviado a nuestro valle. Casi era como si pensaran que Fazlullah iba a recrear nuestro antiguo principado de la época del valí.

Seis meses después la gente estaba desprendiéndose de sus televisores, dvds y cds. Los hombres de Fazlullah los reunían en grandes montones en la calle y los prendían fuego, creando nubes de espeso humo negro que se alevaban muy alto. Cientos de tiendas de cds y dvds cerraron voluntariamente y sus propietarios recibieron una compensación de los talibanes. Mis hermanos y yo estábamos preocupados, pues nos gustaba mucho ver la televisión, pero mi padre nos tranquilizó diciendo que la conservaríamos. De todas formas, para estar seguros, la metimos en un armario y la veíamos con el volumen muy bajo. Se sabía que los talibanes escuchaban detrás de las puertas y después entraban por la fuerza, cogían los televisores y los hacían añicos en la calle. Fazlullah odiaba las películas de Bollywood que a nosotros nos gustaban tanto y las tachaba de antiislámicas. Sólo estaba permitida la radio y toda la música, excepto las canciones talibanes, fue declarada haram.

Un día mi padre fue a visitar a un amigo que estaba en el hospital y encontró a numerosos pacientes escuchando cintas de sermones de Fazlullah. “Tiene que conocer al maulana Fazlullah —le dijeron—. Es un gran sabio”.

En realidad no ha logrado terminar la educación secundaria y su verdadero nombre ni siquiera es Fazlullah”, repuso mi padre, pero no estaban dispuestos a escucharle. A mi padre le deprimía que la gente hubiera empezado a creerse las palabras de Fazlullah y su romanticismo religioso. “Es ridículo —decía— que este presunto sabio esté sembrando la ignorancia”.

Fazlullah era especialmente popular en las zonas remotas en las que la gente recordaba cómo los voluntarios del TNSM habían ido a ayudar durante el terremoto cuando el gobierno no se había dejado ver. En algunas mezquitas conectaron altavoces a la radio de forma que sus charlas pudieran ser oídas por todo el mundo en la aldea y en los campos. El momento más popular de su emisión llegaba cada tarde, cuando mencionaba nombres de personas. Decía: “El señor tal fumaba chars, pero lo ha dejado porque era pecaminoso” o “El señor tal se ha dejado barba y le felicito” o “El señor tal ha cerrado por voluntad propia su tienda de cds”. A la gente le gustaba oír su nombre por la radio. También le gustaba enterarse de quiénes de sus vecinos eran pecadores para poder chismorrear: “¿Has oído lo de fulanito?”.

Mulá FM hacía bromas sobre el ejército. Fazlullah denunció por “infieles” a varios cargos del gobierno pakistaní y dijo que se oponían a implantar la sharía.

Declaró que, si no lo hacían, sus hombres “la aplicarán y los harán pedazos”. Uno de sus temas favoritos era la injusticia del sistema feudal de los khans. A los pobres les alegraba ver cómo cambiaban las tornas para los khans. Fazlullah les parecía una especie de Robin Hood y creían que cuando llegara al poder distribuiría entre ellos las tierras de los khans. Algunos khans huyeron. Mi padre estaba contra el “khanismo”, pero decía que los talibanes eran peores.

Su amigo Hidayatullah ahora era funcionario gubernamental en Peshawar y nos advirtió: “Así es como operan estos militantes. Quieren ganarse el corazón y la mente de la gente, así que primero miran cuáles son los problemas locales y centran sus denuncias en los responsables; de esta forma obtienen el apoyo de la mayoría silenciosa. Eso es lo que hicieron en Waziristán, cuando persiguieron a los secuestradores y bandidos. Después, cuando ya están en el poder, se comportan como los criminales a los que antes perseguían”.

Las emisiones de Fazlullah con frecuencia iban dirigidas a las mujeres. Quizá sabían que muchos de nuestros hombres estaban lejos de casa, trabajando en las minas de carbón en el sur o en la construcción en el Golfo. A veces ordenaba: “Hombres, salid ahora. Voy a hablar a las mujeres”. Y decía: “Las mujeres deben cumplir sus responsabilidades en el hogar. Sólo pueden salir en caso de emergencia, pero entonces deben llevar el velo”. A veces sus hombres mostraban las adornadas ropas que, según decían, habían cogido a “mujeres decadentes” para avergonzarlas.

Mis amigas del colegio decían que sus madres escuchaban al Mulá de la Radio, aunque nuestra directora, la señorita Maryam, nos había recomendado que no lo hiciéramos. En casa sólo teníamos la vieja radio de mi abuelo, que estaba rota. Pero todas las amigas de mi madre la escuchaban y le contaban lo que habían oído.

Elogiaban a Fazlullah y hablaban de su largo cabello y de cómo montaba a caballo y se comportaba como el Profeta. Las mujeres le contaban sus sueños y le pedían que rezara por ellas. A mi madre también le gustaban aquellas historias, pero mi padre estaba horrorizado.

A mí me causaban confusión las palabras de Fazlullah. En el Corán no está escrito que los hombres tengan que salir y las mujeres permanecer en casa todo el día.

En la escuela, en la clase de estudios islámicos escribíamos redacciones tituladas “Cómo vivió el Profeta”. Aprendimos que la primera esposa del Profeta era una mujer de negocios llamada Jadiyah. Tenía cuarenta años, quince más que él, y ya había estado casada con anterioridad; no obstante, se casó con ella. Por mi propia madre, yo también sabía que las mujeres pashtunes son muy poderosas y fuertes. Su madre, mi abuela, había cuidado a sus ocho hijos sola después de que mi abuelo tuviera un accidente y se fracturase la pelvis, por lo que no se pudo mover de la cama en ocho años.

Un hombre va a trabajar, gana un salario, regresa a casa, come, duerme. Eso es lo que hace. Nuestros hombres piensan que el poder radica en ganar dinero y dar órdenes a los demás. No creen que el poder esté en manos de la mujer que atiende a todos durante todo el día y pare a sus hijos. En nuestra casa mi madre organizaba todo porque mi padre estaba muy ocupado. Era mi madre la que se despertaba temprano por la mañana, nos planchaba la ropa del colegio, nos hacía el desayuno y nos enseñaba a comportarnos. Era mi madre la que iba al mercado, compraba y cocinaba para nosotros. Se encargaba de todas aquellas cosas.

En el primer año de los talibanes, me tuvieron que operar dos veces, una para extraerme el apéndice, y la otra, las amígdalas. A Khushal también le operaron de apendicitis. Fue mi madre quien nos llevó al hospital. Mi padre nos venía a ver y nos traía helados. Sin embargo, mi madre seguía creyendo que en el Corán estaba escrito que las mujeres no deben salir de casa ni hablar con hombres, excepto parientes con los que no se pueden casar. Mi padre la decía: “Pekai, el purdah no está sólo en el velo. El purdah está en el corazón”.

A muchas mujeres les emocionaba tanto lo que decía Fazlullah que le daban oro y dinero, especialmente en las aldeas y hogares pobres, en los que los maridos estaban trabajando fuera. Se colocaban mesas donde las mujeres entregaban sus brazaletes y collares de boda, y ellas hacían cola para ello o enviaban a sus hijos.

Algunas se desprendieron de los ahorros de toda su vida, creyendo que así harían feliz a Dios. Empezó a construir en Imam Deri un gran recinto de ladrillo rojo con una madrasa, una mezquita, altos muros y un dique para protegerlo del río Swat. Nadie sabía dónde obtenía el cemento y las vigas de hierro, pero la mano de obra era local. Todas las aldeas se turnaban enviando hombres por un día para su construcción. Un día uno de nuestros maestros de urdu, Nawab Ali, dijo a mi padre: “Mañana no vengo”. Cuando mi padre le preguntó por qué, respondió que le correspondía a su aldea trabajar en la obra de Fazlullah.

Tu principal responsabilidad es enseñar a los alumnos”, respondió mi padre. “No, tengo que hacer esto”, dijo Nawab. Mi padre vino muy enfadado a casa. “Si la gente estuviera igual de dispuesta a construir escuelas o incluso a limpiar el río de bolsas de plástico, por Dios, Pakistán sería un paraíso en un año —dijo—. La única caridad que conocen son las donaciones a la mezquita y la madrasa”.

Unas semanas más tarde el mismo maestro le dijo que ya no podía enseñar a las niñas, porque “al maulana no le parece bien”.

Mi padre intentó hacerle cambiar de idea. “Estoy de acuerdo en que a las niñas las eduquen maestras —repuso—. ¡Pero primero tenemos que formar a nuestras niñas para que sean maestras!”.

Un día Sufi Mohammad declaró en la cárcel que las mujeres no debían recibir ninguna educación, ni siquiera en madrasas de niñas. “Si alguien puede mostrarme algún ejemplo en la historia en el que el islam permita una madrasa femenina, puede venir y orinarse en mi barba”, dijo.

Entonces, el Mulá de la Radio dirigió su atención a las escuelas. Empezó hablando contra los directores de los centros de enseñanza y felicitando por su nombre a las niñas que habían dejando de estudiar. “La señorita tal ha dejado la escuela e irá al paraíso”, decía, o “La señorita X de la aldea Y ha dejado las clases en el quinto curso, la felicito”. A las niñas que, como yo, seguíamos yendo al colegio, nos llamaba búfalos y ovejas.

Mis amigas y yo no podíamos entender qué tenía de malo. “¿Por qué no quieren que las niñas vayamos a la escuela?”, pregunté a mi padre. “Porque tienen miedo del bolígrafo”, respondió.

Otro profesor de nuestra escuela, un maestro de matemáticas de pelo largo, también se negó a enseñar a niñas. Mi padre le despidió. Pero otros maestros estaban preocupados y enviaron una delegación a su despacho. “Señor, no lo despida —le rogaron—. Son días difíciles. Permítale quedarse y nosotros le supliremos”.

Cada día parecía traer un nuevo edicto. Fazlullah cerró las peluquerías y prohibió afeitarse, por lo que los barberos se quedaron sin trabajo. Mi padre, que sólo lleva bigote, insistía en que no se iba a dejar barba por los talibanes. También dijeron que las mujeres no debían ir al mercado. A mí no me importaba no ir al mercado de Cheena. En realidad, no me gustaba ir. No me lo pasaba bien comprando, a diferencia de mi madre, a la que le gustaba la ropa bonita, aunque no teníamos mucho dinero. Mi madre siempre me decía: “Tápate la cara, la gente te está mirando”. Yo respondía: “No importa, yo también les miro a ellos”, y ella se enfadaba.

Mi madre y sus amigas estaban disgustadas por no poder ir de compras, en especial en los días anteriores al Eid, cuando nos arreglábamos e íbamos a los puestos iluminados con guirnaldas de luces en los que se vendían brazaletes y henna. Todo eso se acabó. Las mujeres no eran atacadas si iban a los mercados, pero los talibanes les gritaron y amenazaron hasta que se quedaron en casa. Un talibán tenía el poder de intimidar a una aldea entera. Los niños también estábamos disgustados.

Normalmente se estrenan películas en vacaciones, pero Fazlullah había cerrado las tiendas de dvds. Por aquel entonces mi madre también se hartó de Fazlullah, especialmente cuando empezó a hablar en contra de la educación e insistió en que quienes fueran a la escuela acabarían en el infierno. 

Fazlullah convocó una shura, una especie de tribunal local. A la gente le parecía bien porque la justicia era rápida, a diferencia de los tribunales pakistaníes, donde podías esperar años y tenías que pagar sobornos para que se ocuparan de tu caso. Empezaron a acudir a Fazlullah y a sus hombres para resolver las reclamaciones sobre cualquier cosa, desde asuntos de negocios hasta disputas personales. “Tenía un problema desde hacía treinta años y me lo han resuelto en un santiamén”, dijo un hombre a mi padre. Los castigos decretados por la shura de Fazlullah incluían latigazos públicos, algo que no habíamos visto antes. Uno de los amigos de mi padre le dijo que había visto a tres hombres azotados públicamente cuando la shura los declaró culpables de participar en el secuestro de dos mujeres. Se levantó un escenario cerca del recinto de Fazlullah y, después de escucharle a él en la oración del viernes, cientos de personas se reunieron allí para presenciar las flagelaciones gritando “¡Allahu Akbar!”, “Dios es grande”, con cada latigazo. Fazlullah se presentó allí montado en un caballo negro. Sus hombres impidieron que el personal sanitario distribuyera las vacunas contra la poliomielitis, diciendo que las vacunas eran un complot de Estados Unidos para hacer estériles a las mujeres musulmanas y extinguir así a la población en Swat. “Curar una enfermedad antes de que aparezca es contrario a la sharía —dijo Fazlullah por la radio—. En Swat no habrá ni un solo niño que beba una gota de la vacuna”. 

Sus hombres patrullaban las calles buscando infractores. Parecían la policía de moralidad talibán, que, según habíamos oído, se había implantado en Afganistán.

Crearon una policía de tráfico integrada por voluntarios llamada Comandos Halcón que recorrían las calles con ametralladoras montadas en sus camionetas.

Había gente que estaba contenta. Un día mi padre se encontró al director de su banco. “Lo bueno que tiene Fazlullah es que ha prohibido a las mujeres y las niñas ir al mercado de Cheena, lo que para los hombres es un ahorro de dinero”, dijo. Pocos protestaron. Mi padre se quejaba de que la mayoría de la gente era como nuestro barbero local, que un día se lamentaba de que sólo tenía ochenta rupias en la caja registradora, menos de una décima parte de lo que solía ganar. Sin embargo, el día antes el barbero había dicho a un periodista que los talibanes eran buenos musulmanes.

Después de que Mulá FM hubiera estado emitiendo durante un año aproximadamente, Fazlullah se volvió más agresivo. Su hermano el maulana Liaquat, junto con tres de sus hijos, estaban entre las víctimas del ataque del drone estadounidense a la madrasa de Bajaur a finales de octubre de 2006. Habían muerto ochenta personas en aquel ataque, incluidos muchachos de doce años, algunos de los cuales eran de Swat. Aquello nos horrorizó a todos y la gente de la zona juró vengarse. Diez días después un terrorista suicida mató a cuarenta y dos soldados pakistaníes en el cuartel de Dargai, entre Islamabad y Swat. En aquella época los atentados suicidas no eran frecuentes en Pakistán —ese año hubo seis en total— y aquel fue el mayor atentado llevado a cabo hasta entonces por militantes pakistaníes.

Con motivo de la fiesta de Eid sacrificamos animales como ovejas o cabras. Pero Fazlullah declaró: “En este Eid se van a sacrificar animales de dos patas”.

Pronto supimos a qué se refería. Sus hombres empezaron a asesinar a khans y activistas políticos de partidos seculares y nacionalistas, especialmente del Partido Nacional Awami. En enero de 2007 un íntimo amigo de un amigo de mi padre fue secuestrado en su aldea por ochenta matones enmascarados. Su nombre era Malak Bakht Baidar. Pertenecía a una familia khan acomodada y era el vicepresidente local del PNA. Poco después su cuerpo fue hallado en el cementerio ancestral de su familia. Le habían roto los brazos y las piernas. Fue el primer asesinato selectivo en Swat y la gente decía que era porque había ayudado al ejército a encontrar los escondites de los talibanes.

Las autoridades gubernamentales hicieron la vista gorda. Nuestro gobierno provincial seguía integrado por partidos de mulás que no iban a criticar a nadie que afirmara luchar por el islam. Al principio pensamos que estaríamos a salvo en Mingora, la ciudad más grande de Swat. Pero el cuartel de Fazlullah se hallaba a unos pocos kilómetros de distancia y aunque los talibanes no estaban cerca de nuestra casa, se les veía por los mercados, por las calles y las colinas. El peligro se iba acercando.

Para la fiesta de Eid fuimos a la aldea de nuestra familia, como siempre. Yo iba en el coche de mi primo; habíamos cruzado un río en el que la carretera desaparecía cuando tuvimos que detenernos en un puesto de control talibán. Yo iba en los asientos de atrás con mi madre. Mi primo nos dio rápidamente sus cintas de música para que las escondiéramos en nuestros bolsos. Los talibanes iban vestidos de negro y llevaban kalashnikovs. Nos dijeron: “Hermanas, traéis la vergüenza. Debéis llevar burkas”.

Cuando volvimos a la escuela después de Eid encontramos una carta pegada a la verja. “Señor, la escuela que dirige es occidental e infiel —decía—. Entre sus alumnos hay niñas y su uniforme es antiislámico. Ponga fin a esto o tendrá problemas y sus hijos llorarán y se lamentarán por usted”. La firmaban “Fedayines del islam”.

Mi padre decidió cambiar el uniforme de los niños y sustituir las camisas y los pantalones por shalwar kamiz. El nuestro siguió siendo un shalwar kamiz azul eléctrico con dupatta, pañuelo de cabeza, blanca, y nos recomendaron que nos cubriéramos la cabeza al salir y al entrar en la escuela.

Su amigo Hidayatullah le animó a que se mantuviera firme. “Ziauddin, tienes carisma; tú puedes alzar la voz y organizar a la gente contra ellos —le dijo—. La vida no es sólo aspirar oxígeno y emitir dióxido de carbono. Puedes quedarte ahí aceptando todo de los talibanes o puedes tomar postura contra ellos”.

Mi padre nos contó lo que había dicho. Entonces escribió una carta al Diario Azadi, nuestro periódico local: “A los Fedayines del islam [o sacrificadores del islam], ésta no es la forma correcta de aplicar el islam —escribió—. Por favor, no hagan daño a mis hijos porque el Dios en el que creéis es el mismo Dios al que ellos rezan cada día. Podéis tomar mi vida, pero no matéis a mis alumnos”. Cuando mi padre vio el periódico estaba muy descontento. La carta estaba en una página interior poco visible y, en contra de los deseos de mi padre, el director había publicado el nombre y la dirección de la escuela. Pero le llamó mucha gente. “Ha echado la primera piedra al agua estancada —decían—. Ahora tendremos valor para hablar”.




27.09.2013 12:46

La Judía de MontevideoLa Judía de Montevideo by Anna Donner Rybak


Queridos amigos:

“Augusto y Lea se conocen en un evento. Tiempo después, comienzan un vínculo tan dramático como apasionante en una trama que va revelando pasiones y diferencias. ¿Es posible que un vínculo “viva” cuando las diferencias son tan grandes? ¿O ya tiene vaticinado la crónica de una muerte anunciada? “

Esta es la reseña que figura en la contracara de la novela. Esta reseña hace referencia a una historia de amor. A una inmensa historia de amor. Tan grande es la pasión que descubren Augusto y Lea juntos que superan (o al menos intentan superar) unas diferencias en muchos aspectos de sus vidas: Toma de postura con respecto a cierta ideología, ideas políticas, una postura socialista y otra postura casi rozando los límites de la aristocracia, ya no víctima de la sociedad de consumo sino herencia de alcurnia.

En la película “Black Book” ambientada en el entorno de la segunda guerra mundial, sucede lo que nadie en su sano juicio entendería: una mujer judía que ha sido testigo del exterminio de toda su familia por parte de los nazis termina enamorándose de uno.

“La Judía de Montevideo” es una novela cuyo hilo conductor es la historia de amor entre dos seres diametralmente opuestos. Lea, de ideología de izquierda desde que tiene memoria, y Augusto, barroco en extremo, enamorado de la aristocracia. Pero hay un hito trascendental: Lea es judía y Augusto pertenece a una familia en la cual "negros" y "judíos" eran tratados solamente en relaciones comerciales y/o de servicio. Augusto jamás había considerado entre sus prioridades salir y menos aún enamorarse de una mujer judía. Pero la realidad ahí se impuso. A su vez a Lea no le simpatizaban las personas ególatras y racistas como Augusto. Pero... a pesar de todo eso, surgió un amor. Tan complejo como apasionado. El, nunca había tratado con judíos. Ella, nunca se había enamorado de un católico practicante.

Pero, la Verdadera Historia es la que se va dibujando a través del vínculo de los protagonistas, de sus diálogos, de sus diferencias, y de la correspondencia que mantienen a lo largo de toda la novela.

Y la Verdadera Historia no tiene nada que ver con el amor, o quizá sí, vaya uno a saber. Tiene que ver con el “ser.judío”. Cómo se para un judío en el mundo. Qué significa ser judío.

La gente cree que el ser judío tiene que ver con la religión producto quizá de algún “multiple choise” que hayan tenido que marcar varias veces en la vida; para registrarse en alguna parte, es que aparece la palabra “Religión”, y luego las opciones: “Católico”, “Judío”, “Musulmán”, “Budista”, “Agnóstico”, “Ateo”.

La gente tiene muy poca información respecto a lo que concierne al “ser.judío”.

Es cierto. Existen ensayos, libros de historia, libros de religión. Yo misma, podría haber armado un ensayo con respecto al “ser.judío”. Sin embargo me pareció mucho más sugerente no ser yo quien hablara al respecto, sino las voces de dos personajes: Augusto y Lea. Me pareció que una historia de amor sería un lindo escenario para desarrollar la idea del “ser.judío”.

Las personas creen que ser judío es ser fiel a una religión. También las personas creen que el judío tiene (sí o sí) dinero. Que son capitalistas. Que votan derecha.

El judaísmo no es solamente una religión. Es algo tan inmenso que no encuentro una palabra que refleje exactamente lo que significa. Podría decirse que es una cultura. Podría decirse que son raíces. Podría decirse que es el sentido de pertenencia a un grupo.

Pero indudablemente el judaísmo no es solamente una religión. De hecho existen judíos que no creen en la existencia de un ser superior inscripto en un cielo inteligible. Yo, soy una de esas personas.

Yo soy una judía que no cree en dios. Se nos llama “judíos laicos”.

Yo soy una judía que vota izquierda. Se nos llama “judíos progresistas”.

Yo soy una judía que está fehacientemente convencida de la existencia del Estado de Israel. Y también de la existencia de un hogar nacional para los palestinos.

Dos fronteras, dos estados.

Todas estas características definen mi postura en el amplio crisol del judaísmo. Que podríamos representarlo como un segmento de recta en el cual en un extremo se ubica al judío laico y en el otro al judío ortodoxo, y en medio de esos puntos existen tantas gamas y matices como colores.

Yo no sigo los preceptos de la religión, jamás ayuné en “Iom Kipur” (Día del Perdón).

Sin embargo me siento muy judía. Y muy orgullosa de serlo.

Mi protagonista femenina, Lea, representa mi postura. Lea me representa en “La Judía de Montevideo”.

Muchas personas me han preguntado si “La Judía de Montevideo” es autobiográfica. Les contestaría “Sí y No”.

Lea, tiene mucho que ver conmigo. Sin embargo, Augusto es ficcionado. Y la historia de amor con Augusto también.

Ahora que lo pienso, quizá se me ocurrió construir una historia donde dos seres totalmente opuestos se enamoraran. Quizá para dar el mensaje de que el amor supera diferencias impensables. Quizá porque cada vez que veía películas con “malos”, pensaba que esos “malos” algo bueno deberían de tener también. Los “malos” también son capaces de enamorarse, de sentir cosquillas en la panza, de volverse tontos. Quizá cada película de “malos” que vi, me enamoré.

Es que los “malos” me seducen más que los “buenos”.

Los “malos” son un territorio a conquistar, son materia prima para labrar, están listos para ser transformados a través del mayor sentimiento que es el Amor.

Los “malos” son desafíos.

Vaya uno a saber, mas todas estas ideas se fueron apoderando de mi imaginación ya desde niña.

Y hablando de desafíos, el haber podido escribir esta novela ha sido el mayor de mi vida. Hablar de una postura dentro del judaísmo que se contrapone a la vez con todas, que entra en varias contradicciones.

Pero como me dijo una muy querida amiga: “La coherencia no es la ausencia de contradicciones. Es saber que existen y ver cómo las resolvemos”. Anna Donner Rybak

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24.03.2013 08:47

Querido/a lector/a, debo confesártelo.

Me estoy volviendo absolutamente idiota.

Los motivos que tengo para realizar tan magna aseveración los dejo a tu criterio (seguramente a estas alturas mucho más sensato que el mío).

Soy una adicta a las novelas que tanto critico.

Tan adicta que salgo a buscar más, y cuando te digo que soy adicta, te estoy diciendo que ya leí la trilogía completa "50 sombras", "Pídeme lo que quieras", "El infierno de Gabriel", y sin embargo sigo buscando como un alien desesperado a ver cuándo sale una nueva...

Me estoy volviendo idiota porque a pesar de que sé (y creeme que sé) de que no existen los Christian Grey, los Eric Zimmermann...

A pesar de que sé...

a) que no existen los homo-eróticus que tienen ¡TODO LINDO y NADA FEO!, como un físico de gym, una potencia tal de que los tipos puede tener mil orgasmos por día pero están en estado "siempre listo", no existe para ellos el cansancio, el "Mi negra hoy me dejaste de cama"...

b) que tampoco existen mujeres que puedan estar todo el día teniendo sexo y a pesar de contar en su haber con mil orgasmos, estar "siempre-dispuestas", (a alguna hora hay que dormir, hay que laburar y todas esas cuestiones gregorianas)...

c) quienes si existen son los Gregorios, y nada más que los Gregorios...

yo IGUAL me hice adicta a esos tipos que se apriori que sólo existen... en mi preciada imaginación.

¡No! No temas.

Mi Istvan Gelb, no es tan perfecto.

Claro que está bueno el tipo. (Sino esto no tendría gracia)

Pero no te voy a mentir.

No es un homo-eróticus, sólo es un tipo algo conchetito y sabe que tiene arrastre con las minas.

Eso implica, querido/a lector/a, que Istvan no es una "sexual machine", Istvan no es John Holmes, en fin... vos sabés.

En este blog encontrarás situaciones casi fantásticas como un sueño revelador de un destino o una fiesta de marketting que se vuelve casi una orgía.

No quiero mentirte: la estoy pasando bárbaro escribiendo esto.

http://elamoerotica.blogspot.com/

Mi más preciado tesoro es mi imaginación (¿qué sería de mi si no la tuviera?).

No podría soñar con Mr. Grey, sino que sólo me debería resignar a estar condenada a la angustia existencial de soñar sólo con Gregorio y nada más que con Gregorio, lo cual seguramente me llevaría a un inminente suicidio.

Ya te lo dije; me estoy volviendo idiota.

Pero claro, no tanto como para suicidarme.

Eso sí; si ves a un fantasma con cara de Drácula buscando novela romántica casi desesperado deambulando por las librerías montevideanas, sí, me habrás reconocido, esa soy yo.




15.03.2013 14:59

 

"50 sombras de Grey", "Pídeme lo que quieras", "El affaire Blackstone", son ejemplos de literatura que en el el caso de 50 sombras, su autora, una anónima desconocida, un día decidió postear sus fantasías eróticas-principeazulescas en un blog. Cosas de la vida, su trilogía 50 sombras, ha vendido lo que ningún escritor.

Denominadas "porno para mamis" estas novelas son una especie de "revival" de los teleteatros que veíamos. Tanto andar para derrocar el mito del príncipe azul, estas trilogías significan una gran INVOLUCION.

En las tres, los protagonistas masculinos son "dioses griegos", perfectos: cuerpo, rostro, porte, son FANTÁSTICOS porque son tipos que no existen. No tienen necesidades escatológicas, siempre están divinos, no importa si es a la mañana, y por supuesto, todas se enamoran de ellos.

Y, ¿qué hay de la protagonista femenina? La MENOS ESPERADA, la que ninguna se habría imaginado, virgen (valor destacado INVOLUCIÓN II), ingenua, buena... buenísima... no mató ni a una mosca.

Y no puede faltar la MALA.

El combo hombre fuerte, perverso, dominante, y la mujer dominada es la fórmula que han usado.

¿Por qué estos modelos VENDEN?

EL AMO es una especie de INTERPELACIÓN a todo eso. Hay un protagonista oscuro (como en las otras), pero no es un "dios griego", es un HOMBRE, es humano, está situado en un contexto histórico y social determinado, y la protagonista femenina no es una virgen mosquita muerta ingenua.

El presuntuoso objetivo de esta novela que se escribe "AD GADIUM" es ante todo hacer también un erotismo, pero ELEGANTE, no vulgar ni pornográfico, y derrocar el mito del príncipe azul, que a estas alturas todas deberían de saber que está más que desteñido o que es un sapo.

Somos humanos, no dioses, sin embargo, los humanos son capaces de generar atracción y erotismo.

No es requisito ser un dios griego para ser sexy, el desafío y el fin es ser como uno es.

Se citarán con frecuencia en la trama las novelas anteriormente citadas, así como sus personajes, pero con el cometido de desmitificarlos.

El sexo no es SUMISION, la virginidad no es un VALOR, (pobres de las que se han perdido de disfrutar del sexo con lo corta que es la vida), el MACHISMO es un INSULTO.

La novela está dividida en distintas partes. Cada una de ellas utiliza un código literario distinto.

EL SUEÑO - Primera parte. Se trata del sueño que tuvo la protagonista, y que va marcando su destino. El sueño se irá ratificando conforme avanza la novela.

ROSA POSMODERNO - Segunda parte. Se trata de una parte cholula, muy "50 sombras de Grey", hice al protagonista un tipo con plata, y empresario, con el cometido de desbancar esos valores.

TRANSICIÓN - Tercera parte. Se trata de bajar ese sueño del príncipe azul a un contexto social, a un país, a una historia. Esto se irá desvelando conforme avance la novela.

DESCONTROL - Cuarta parte. Se trata del corazón erótico de la novela. Pero no sólamente de sexo, sino que el cometido es desbancar los mitos que lideran la moral judeocristiana: "El hombre ofrece amor para conseguir sexo y la mujer ofrece sexo para conseguir amor", todos los individuos deseamos ambas entidades,  hombres y mujeres. También se interpela el lastre que todas las mujeres de la generación de los 80 hemos vivido: sexo == uso, no.sexo == amor, muchas aún viven con esas cadenas y eso les impide el descontrol.

TODO TIPO DE SUMISIÓN PROVIENE DE LAS SOCIEDADES PATRIARCALES, HACIENDO SOMBRAS DE LAS MUJERES. "EL AMO" SE ESTÁ GESTANDO PRETENDIENDO REIVINDICAR LOS DERECHOS DE TODAS LAS MUJERES COMO IGUALES, ELIMINANDO RÓTULOS Y ETIQUETAS, ABOGANDO POR LA IGUALDAD Y LA DIVERSIDAD.

http://elamoerotica.blogspot.com/



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Sobre mí
Anna Donner Rybak nace en Montevideo el 21 de setiembre de 1966.Desde 1989 hasta 1996 es docente en UTU de Programación de Sistemas y de Lógica.En 1993 se recibe de Analista de Sistemas.Escribe desde 2000, diversos géneros: Cuentos históricos, cuentos de humor, Columnas de actualidad, Ensayos, Poesía y fantástico.

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