Crónicas de un vejiga
Ejercicios primitivos de sinapsis.
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Sobre mi
Hago mucho menos de lo que quisiera, sueño mucho más de lo que debería. Eterno enamorado de la sábana con elástico, incorfomista, ansioso, me impresiona la sangre y soy de esos que se mira los pies al salir de la casa para comprobar que se puso los zapatos. Esto es a voluntad, sin compromiso.
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Happy hour de bolazos

19.05.2009 21:18

Nada sucedía más allá de lo poco que él permitía que pasara. Ese era la esencia que movía sus días, básicamente porque no encontraba lo que quería, algo que se vuelve frustrante para alguien que no se conforma con facilidad. Por lo menos eso le gustaba creer mientras su estado de "rebeldía mental" se lo permitía. Esa carrera contra sí mismo tuvo aquel día su punto más álgido, su cumbre.

Cargó en su mochila la poca voluntad que le quedaba luego de luchar contra las sábanas que se le entrelazaron de la forma más agresiva posible. Luchó y ganó frente a ese primer y simple estorbo, lo que le permitió arrancar el día con cierta energía que imaginaba no tenía.

Ese era su día, lo podía sentir. Era la chance de dejar de soportarse sumergido en esa duda, sin embargo, sabía que la tarea no iba a ser para nada sencilla. Había esperado para dar "ese" paso, pero ahora debía avanzar para demostrarse que esa paciencia había valido la pena. Su instinto entendió que era el momento de resolver lo que le aquejaba, dejando un poco de lado lo aún más caótica que podría llegar a ser la solución. Le temía al error. Hoy enfrentaría a su destino y creyó estar preparado o inconscientemente agotado como para seguir sin resolverlo. Y así fue.

La duda lo atormentaba, no lo dejaba dormir, tampoco pensar en otra cosa. Ese estado lo llevó a encerrarse en sí mismo, aislado de todo lo que no representaba su problema. Se dio cuenta una vez más que ese encierro era muy peligroso para su naturaleza. Intentaba seguir la vida normalmente, porque pensó que esa "normalidad" escudaría a su mente de él mismo. A medida que más lo intentaba, más se daba cuenta que no iba a lograrlo.

Ya tenía todo lo que precisaba, menos coraje. Igualmente iba a luchar contra eso. Analizó sus hipótesis, rehízo sus cálculos, todo estaba pronto para que esa duda terminaría hoy. Llegó a su casa, apagó el celular y trancó la puerta. Templó su espíritu con un buen vaso de whisky sabiendo que nadie lo iría a ayudar en ese momento.

Dejó sobre la mesa lo que precisaba mientras fue a buscar la jaula que tenía en la cocina, la parte principal de todo estaba dentro de ella. La duda estaba en la interacción de ambas cosas, lo que estaba sobre la mesa y lo que había ido a buscar.

Abrió la jaula, intentando no enloquecer demasiado al actor de su experimento; actor que había logrado "convencer" de estar dentro de la jaula con un sedante. Con miedo untó sobre su lomo el resto de lo que quería comprobar. Respiro hondo y entendió que finalmente había llegado el momento. Abrió la ventana y se arrimó al balcón, era todo adrenalina y lo podía sentir y quizás hasta disfrutar. Se arrimó al borde del balcón y lo soltó, con ciertas dudas pero consciente de que era el único camino.

Bajó rápidamente y comprobó lo que temía. Si una tostada con mermelada cae siempre al piso del lado de la mermelada y un gato cae siempre parado, untar el lomo de un gato con mermelada y tirarlo de un quinto piso no asegura nada. O mejor dicho, asegura todo, porque el michifuz no había caído parado.

La mermelada había ganado por lo que rápidamente supo que tenía que salir a comprar una nueva mascota para su novia.